Esclavo.
What if I tell you something like...
(¿Qué pasaría si te digo algo como...)
"The world is not just pure evil",
("El mundo no es solo pura maldad",)
Will you trust me?
(Me creerías?)
Because I swear,
(Porque te juro,)
That I will never, show you
(Que nunca te mostraré)
The world that the others see every single day.
(El mundo que los otros ven cada día.)
That darkness that is always waiting for the light to destroy it.
(La oscuridad que siempre está esperando a la luz para destruirla.)
No.
I'll create a world just for you,
(Crearé un mundo solo para ti,)
Where you can shine and destroy whoever wants to hurt you.
(Donde podrás brillar y destruir a quien sea que quiera herirte)
I cross my useless hurt
(Yo cruzo mi corazón inservible)
And hope for an eternity
(Y juro por la eternidad)
That I'm going to do it,
(Que lo haré)
My dear sleve.
(Mi querido esclavo)
-/-/-/-
Introducción.
Los vampiros, hasta hace tan solo unas cuantas décadas, no eran más que seres mitológicos utilizados en películas juveniles para despertar las hormonas de las jóvenes adolescentes. Pero ahora, se habían convertido en la cúspide de la sociedad, doblegando a los humanos y convirtiéndolos en nada más que sus esclavos y fuentes de sangre aparentemente ilimitada.
Eran una sociedad organizada, gobernada por un grupo de ancianos sabiondos, conocedores de todo lo habido gracias a que sus vidas se alargaban mucho antes de la aparición del simio y su evolución.
Se conocían como calculadores y fríos, pero sobre todo, seres sexuales. No eran adictos al sexo, para nada, pero las sensaciones que pudiera experimentar un humano al recibir su suave tacto y mordidas, era indescriptible.
Actualmente, la sociedad ordenada y ahora tranquila que regía el mundo, se manejaba bajo algunas normas estrictas:
Primero: Los humanos empezaban a ser utilizados como donadores o esclavos personales, a partir de los quince (mujeres) o dieciocho (hombre). Esta diferencia de tres años, se debía a que las jóvenes desarrollaban su cuerpo con mayor rapidez, y su sangre adquiría mejor sabor.
Segundo: Solo los vampiros de casta noble podían acceder a un esclavo o varios, los demás debían conformarse con las donaciones mensuales que se les brindaban.
Tercero: Un vampiro no podría ingresar o salir de la habitación de un mortal, a excepción de que este les diese el debido permiso, por lo que nunca se asesinaba a los humanos.
Cuarto: Durante las donaciones, el vampiro no necesitaba pedir permiso alguno, ya que el "banco de sangre", no le pertenecía a la víctima en sí. Más aún con ello, no podían desangrar al donante.
Quinto: Un vampiro podía disponer de su esclavo tanto como quisiera, y si deseaba dejarlo ir, estaba en toda libertad de hacerlo, y a partir de allí, el humano volvería a la venta o sería catalogado como donador.
Sexto: Los adultos mayores de sesenta años, catalogaban como "humanos libres", a partir de dicha edad, no podían ser utilizados.
Séptimo y último: Un humano comprado, no tiene escapatoria.
Prólogo.
Eren se encontraba esperando a su madre fuera de la edificación blanca y enorme. La puerta de madera tallada (muy rústica para su gusto), le veía con aparente burla.
Estaba empezando a impacientarse. La castaña había ingresado cerca de una hora antes y no se dignaba a salir. O peor aún, no le dejaban hacerlo.
–Malditos chupasangre… –bufó mirando el suelo con pesadez mientras apretaba los puños. No era el único que estaba esperando, había cientos de personas que se mordían el labio y miraban la misma puerta.
Miró su reloj digital y gruñó. Un minuto, un minuto más y entraría soltando improperios a todo ser hambriento de sangre. Sacaría a su madre de ese maldito punto de donación, y se largaría a otro continente si era necesario.
Vaya idea más estúpida. En la tierra ya no había lugar que no fuese gobernado por los parásitos esos.
–Oye, Eren –le llamó una voz suave, mientras la puerta enorme e imponente se abría con un crujido–. Parece que ya saldrá tu madr-
– ¿En serio? –interrumpió al rubio, quien bajó la mirada sonriendo y asintió silencioso.
Armin no era lo que se consideraba un amigo cercano. Ellos eran más conocidos de momento. Se veían cada que debían acompañar a sus familiares a la fecha de donación. Que era exactamente ese día.
– ¡Creí que no saldría! –Se quejó el castaño despidiéndose con la mano, el otro hizo lo mismo.
Se acercó a su progenitora y frunció el ceño al verla pálida.
–De nuevo te tocó un abusador… ¿qué no conocen límites?
–Ya, Eren. No pasa nada –le sonrió la mayor, despeinando su cabello mientras tomaba una bocanada de aire–. ¿Vamos a casa?
El menor suspiró y asintió. Lo bueno era que a la mujer no le quedaba mucho para que dejara de donar, habían pasado una carta al consejo de sabios, pidiendo que en este caso exclusivo, le diesen un permiso para que pudiera dejar de donar antes. Y la razón era simple: A la mujer le quedaban meses de vida.
–Al menos esta será tu última donación –murmuró sujetando a la mujer con cuidado mientras la guiaba por las calles de la metrópoli en la que habitaban.
–Sí, así podré dedicarme solo a mi querido bebé –le respondió pellizcando con suavidad su mejilla.
–Ya te dije que estoy lo suficientemente crecidito para que dejes de llamarme así –alegó el chico sonrojándose. Le encantaban esos mimos, y los extrañaría.
La mujer sonrió y negó con la cabeza, pegándose al brazo de su querido hijo mientras caminaban.
Ese era un recuerdo bonito. Muy bonito.
Pero ya no estaba, ahora Eren se hallaba en pie, dejando que las lágrimas se deslizaran a lo largo de sus mejillas para terminar en la tierra bajo la que su madre reposaba.
"Aquí descansa Carla Jaeger. Mejor madre y esposa". Que palabras más frías, pensó.
–Me dijiste que fuera fuerte… –empezó a decir, con voz suave y apenas perceptible, limpiándose el rostro con el dorso de la mano–. Y de eso ya han pasado tres años, madre. Mañana cumplo dieciocho… Y… De verdad que no quisiera ir a donar.
Más que un joven casi adulto, Eren sonaba como un pequeño desprotegido. Desprotegido y solo.
–Mikasa ha estado pendiente, pero desde que la compró uno de esos chupasangres como esclava personal, no he vuelto a verla. Del chico rubio… Armin… No he sabido nada. Ya que no he vuelto a la zona de donación en un buen tiempo, no le he visto. Pero seguro que mañana una vez me recluten y me lleven a mi primera donación, él estará allí.
Detuvo su habla y cayó de rodillas, dejando las rosas que había traído frente a la lápida, quitando las anteriores. Acarició la tierra con suavidad y sorbió su nariz, sintiendo algo de consuelo gracias a una suave brisa que pasó, como si fuese una respuesta. Una que no comprendía.
–Seré fuerte por ti. Sobrellevaré esta situación por los dos… –se giró hacia la tumba contigua y suspiró, llevando sus dedos al nombre de su padre en la otra lápida–. Por los tres.
Bueno, sé que de primera pasada no se ve muuuy llamativo y algo triste.
Tendrá sus momentos así, pero el fic no será para echarse a llorar xD.
Mmm, bueno, historia nueva para el 2015 *w* ¡Qué emoción! Espero que les guste y me dejen sus reviews, que siempre me dejan animada.
Ya, bueno Miki, pues aquí publiqué como querías xD. (casi me pateas para hacerlo... Ok no).
Y bueno, intentaré subir el otro rápido, que ya está hecho, pero prefiero tener varios capítulos de adelanto para evitar estancarme y dejarlos con la espera del momento en que me llegue la musa.
Sin más, los dejo y espero sus mensajes de ánimo y crítica constructiva (?). ¡Nos leemos!
