Capítulo 1
Un día, como cualquier otro, en el prestigioso Internado Hogwarts un tumulto de jóvenes colerizados por las hormonas gritaban en un pasillo de dicho establecimiento.
Hogwarts contaba con una infraestructura realmente asombrosa, fue construido cerca del siglo XIX por cuatro maestros de la Ingeniería, de ahí viene la tradición de formar casas dentro del Internado: Slytherin, Hufflepuff, Ravenclaw y Griffindor.
Como siempre indicó la tradición la casa de Griffindor y Slytherin siempre tuvieron disputas por puntos y por sacar las mejores calificaciones del Internado. He aquí donde volvemos a nuestro principal hecho: la pelea del pasillo número 4 del ala sur.
-No vuelvas a llamarle así, Malfoy –gritaba escandalizado un pelinegro mientras un pelirrojo más alto que él le agarraba los brazos por la espalda susurrándole.
-La pelirroja de novia que tienes se merece eso y mucho más, Potter –respondía el platinado con una sonrisita burlona en los labios.
-Ya te lo advertí, hurón –respondió el pelinegro.
-¿Qué significa esto? –alzó la voz un hombre con el cabello grasoso y una nariz puntiaguda.
-Potter ha estado tratando de pegarme, profesor –se adelantó el platinado mientras fingía dolor en una costilla.
-Señor Potter, nuevamente haciendo problemas. Como va, terminará expulsado de nuestro establecimiento –respondió en el acto el hombre, no dejó que el pelinegro hablara. Los que miraban se dispersaron en un instante, con Severus Snape nadie se metía –Acompáñeme a la Dirección y si es tan amable señor Weasley usted también.
Los dos chicos se miraron cansinamente y siguieron al hombre hasta la oficina del Director.
Al entrar se podía observar una maravillosa oficina decorada con múltiples cuadros de retratos de los antiguos directores del Internado HG. El hombre, de ya avanzada edad, se encontraba sentado de espaldas a los chicos observando un enorme ventanal que daba al lago que danzaba en los alrededores del Internado.
-Severus, ya puedes retirarte –dijo el hombre con voz armoniosa sin voltearse a ellos, como si por arte de magia supiera que ellos estaban allí. El aludido caminó silenciosamente arrastrando los pies hasta la puerta y de un ligero movimiento salió sin hacer ruido.
-Harry Potter y Ronald Weasley –pronunció el anciano mientras se volteaba hacia los chicos. Éstos, vergonzosamente, agacharon la cabeza al sentirse observados por el hombre –Tranquilos… tomen asiento –Al sentarse los dos muchachos se miraron y luego nerviosamente fueron desviando la vista del hombre que les observaba silenciosamente.
-Señor, le juro que yo no comencé la riña –balbuceó rápidamente el pelinegro.
-Tranquilo, Harry. Sólo quiero advertirles que si el profesor Snape los vuelve a sorprender no va a dudar en enviar una carta al consejo de Rectores y eso es grave. Por el momento yo les creo, como siempre –y les guiñó un ojo –Cuéntenme qué fue lo que sucedió-el hombre le acercó una pequeña cesta con unos dulces.
-Malfoy se burló de Ron y luego de Ginny, profesor –dijo suavemente Harry. A su lado Ron asentía con la cabeza mirando fijamente a Harry.
-Ya veo… muchachos, les queda muy poco en este Internado preocúpense de hacer amistades, estudiar y preparar su futuro –cuando Albus terminó de decir eso un leve golpeteo hizo sobresaltar a los chicos –Pase señorita Granger –"ahí estaba nuevamente, éste hombre es raro" pensó Ron.
La puerta se abrió lentamente y dejó entrever una larga cabellera castaña, un cabello lacio y brillante, era una mujer; alta, seguramente por los tacones, de tez clara y unos bellos ojos color miel. Los chicos se voltearon a ver quién era y los dos quedaron boquiabiertos… era realmente bella. Ron recibió un golpe en el pié de Harry, éste se dio cuenta que su amigo la miraba embobado y le propinó el golpe riendo por lo bajo lo más disimuladamente posible.
-¿Cómo está? – preguntó el viejo levantándose para tenderle las manos a la muchacha.
-Estupendamente… Albus, lamento haberte interrumpido… si quieres vuelvo en un rato –dijo rápidamente mirando a los chicos.
-Ah no no no –hizo un movimiento con sus manos- Déjenme presentarles a la señorita Hermione Granger, chicos. Ella será su nueva profesora de Literatura y de Artes. Hermione, estos son Harry Potter –dijo señalando al pelinegro, quién se levantó y le tendió la mano –y él es Ronald Weasley –el pelirrojo se quedó de piedra hasta que un susurró de Harry hizo que éste se pusiera de pié y le tendiera la mano
-Hola –susurró el pelirrojo avergonzado. La chica rió encantadoramente, se volteó hacia Albus y le entregó una carpeta color verde que traía en sus brazos.
-Chicos, creo que es hora que se vayan… ya saben, no se vuelvan a meter en problemas –les dijo el hombre de cabellera blanca mientras le indicaba la salida.
-¿La viste Harry? –comentaba excitado el pelirrojo.
-¿A la profesora nueva? –el otro chico asintió rápidamente- Sí, Ron. Sí la vi pero es nuestra profesora, Ron. Olvídate de ella –
-¡No puedo!, es preciosa…. Creo que me enamoré –decía mientras su mirada se perdía por el pasillo en el que iban caminando.
-Oye, macho alfa, te recuerdo que eso si que es un pase directo fuera del Internado y créeme…. Yo no haría enojar a tu madre con algo así.
-No te metas, Potter –dijo molesto el pelirrojo y salió disparado unos metros más adelante.
-¿qué le pasó a mi hermanito? –Una pelirroja se acercó por atrás del pelinegro y lo abrazó por la cintura.
-No lo sé, Ginny. Lo único que espero es que no se meta en problemas –respondió Harry dándole la vuelta y besándola levemente en los labios. – ¿Cómo fue tu día, preciosa?
-Perfecto, pequeño Potter ¿y el tuyo? –sonrió mientras se abalanzaba sobre él.
-mmmm, podría haber sido mejor pero… qué se le va a hacer –se encogió de hombros riendo –hoy conocimos a una chica nueva, imparte Artes en nuestro curso –
-¿Sí? Y ¿Cómo se llama? –ambos comenzaron a caminar abrazados por la cintura, en dirección a los jardines.
-No lo recuerdo… creo que Ron sí, después se lo preguntas –Ginny rió por lo bajo y se encogió de hombros –Oye, preciosa…. Mañana tengo libre al segundo bloque, ¿te parece si nos escapamos por ahí? –dijo traviesamente el chico.
-Lo siento, amor. Pero tengo examen a esa hora –hizo un puchero que sonsacó una sonrisa en su novio –pero te prometo que éste fin de semana soy tuya –le sonrió. Harry asintió y la volvió a besar.
Mientras que varios pasillos más adentro el pelirrojo iba maldiciendo por lo bajo…
-Cuando le conviene es mi amigo… debería apoyarme… A penas te vea te voy a…. –
-¡Lo siento! –Exclamó una chica mientras recogía sus libros –Lo siento de verdad, no iba atenta. Disculpame… -el pelirrojo se percató de quién era la persona con la que había chocado.
-No… fui yo el tonto, lo siento –dijo él torpemente mientras se agachaba para ayudarla.
-Ando un poco perdida… -susurró ella y levantó la mirada, se dio cuenta que ya había visto a ese pelirrojo antes –Yo a ti te conozco… -entrecerró los ojos tratando de hacer memoria.
-Sí, en el despacho del director. Usted es la nueva profesora –sus orejas empezaron a arder por arte de magia.
-¡Claro!, ya lo recuerdo… -
-Decía que estaba un poco perdida… Si quiere le puedo ayudar a conocer un poco más el Internado… si quiere claro –se rascó torpemente el cabello y se puso de pie ayudándola.
-Gracias… no me vendría mal una ayuda. ¿Por dónde empezamos? –sonrió la castaña.
-¿La biblioteca? –
-Genial –exclamó ella entusiasmada.
-Está a unos pocos pasillos de aquí –comenzaron a caminar- ¿Cómo fue que quiso venir a hacer clases aquí?
-Ronald, creo que en primer lugar deberías llamarme Hermione –rió ella- no soy tan vieja.
-Oh –bajó la cabeza avergonzado –Disculpa… -y esbozó una pequeña sonrisa.
-En realidad, no vengo por mucho. Estoy en mi tercer año de carrera universitaria y el profesor Albus me eligió para hacer una pequeña práctica –concluyó ella mientras miraba asombrada la gran cantidad de cuadros que tenían los pasillos –Me pregunto de dónde habrán sacado tantos –murmuró.
-Mi padre colaboró con algunos de éstos –dijo él mirando lo mismo que ella. La chica se volteó a verlo sorprendida. Luego de un par de minutos de inspeccionarlo soltó de repente:
-Weasley ¿verdad? –el chico asintió- Oh por Dios… tú eres hijo de Arthur Weasley –él rió y volvió a asentir avergonzado –Por algo me sonaba tu apellido.
-Si, la verdad es que no estoy muy familiarizado con lo que hace él… pero, no se me da tan mal.
-Es el mayor expositor de obras en Gran Bretaña y ¿no te familiarizas ni un poquito con eso? –el chico la miró y soltó una carcajada.
-No te espantes, no es para tanto… lo encuentro un poco aburrido pero no me desagrada –rió, ella le imitó.
-Él me hizo clases en mi primer año… -comentó ella –es un gran profesor y un gran hombre –se sinceró.
-Bien… hemos llegado, te presento a la gran y famosa Biblioteca –hizo un movimiento con las manos que hizo reír a Hermione.
-Es hermosa –se adentraron en ella –es realmente hermosa… tantos libros –ella pasó una de sus manos por algunas tapas de los libros que se encontraban más cercanos a ellos. El pelirrojo se dio cuenta que tenía unas muy cuidadas manos.
-Creo que me quedaré aquí un rato… si quieres acompañarme… -dijo Hermione.
-Oh… no lo siento, tengo unos deberes que terminar y… -
-Los puedes hacer aquí –dijo ella rápidamente –digo… que podrías hacerlos aquí –desvió la mirada.
-Tienes razón… debería hacerlos aquí –y se acercó a una mesa cercana a ellos y depositó su mochila sobre ésta, sacó su cuaderno de Cálculo y un par de lápices. Ella dejó sus libros a un lado de él y se alejó unos minutos, los cuales Ron aprovechó para enviarle un sms a Harry diciéndole que iba a llegar un poco tarde a la sala común.
-Buscaba este libro hace siglos… -dijo ella volviendo con un ejemplar en sus manos –Oh, lo siento puedes hacer tus deberes, que yo no hablaré nada –rió. Él asintió mientras empezaba a hacer sus deberes… dando gracias a Dios que las matemáticas eran su fuerte y no tuvo que dar vergüenza. De vez en cuando le echaba una mirada a la chica, que se encontraba extremadamente concentrada leyendo el libro que acababa de sacar, leyó su título… "El Arte, según un matemático" lo recordaría… Por otra parte la castaña no se quedaba atrás, realmente le había atraído aquel pelirrojo de pecas en la cara. Sabía que estaba muy mal fijarse en un alumno pero… ¡es un alumno, Hermione!, su subconsciente la hacía aterrizar. Pasaron alrededor de dos horas en la biblioteca ante la atenta mirada de algunos alumnos…. De verdad que era extraño ver a Ronald Weasley en la biblioteca, el jugador de futbol estrella que jamás en su vida había ojeado siquiera un libro, se encontraba allí… cautivado por la belleza de la persona que no debería enamorarse jamás.
