Dedicado a Victoria.
DISCLAIMER: Yuri On Ice no me pertenece.
Advertencias: Perdón por algún error de ortografía o por algún OCC. No me responsabilizo por ataques al corazón y menos si digo que habrá sorpresas en los siguientes capítulos.
Créditos a Juliet que fue la que me hizo la portada.
Dejando eso así.
Al fic.
Oh Santo cielo.
No lo podía creer.
Yuuri miro esa gran reja de metal oxidado y cuido de no pisar ninguna flor del jardín hasta alcanzar el timbre que estaba, todo lo contrario a las barras de metal, perfectamente limpio. Se encontraba sumamente nervioso, al punto de tragar saliva compulsivamente y apretar la maleta que llevaba en una de sus manos. No era capaz de dejarla reposar en el piso, sería totalmente insolente hacerlo.
De vez en cuando, volteaba hacia atrás y veía a lo lejos, desde abajo, un pequeño pueblo. Uno muy unido, pero a la vez pobre. Se olía desde ahí el pan recién orneado, los biscochos y las tartas que cocinaban las jóvenes mujeres, madres solteras de aquel lugar. A veces las notaba en la azotea mientras que colgaban sus sábanas blancas, llegaban cansadas de subir y bajar con aquel canasto de ropa. Se les veía dedicadas y hasta felices de la vida que tenían.
Yuuri volteo la mirada y recordó a su madre. ¿Por qué era tan cobarde? Solo necesitaba ese dinero y tal vez podría darle una vida mejor a su ella ¿No? Era un hombre, debía de protegerla.
Decidido, volvió a tocar el timbre y esta vez no desvió la mirada del letrero de metal que tenía musgo y hasta enredaderas encima. Tenía la valentía de escupir en su mano como todo el campesino que era y limpiar la tierra embarrada en la placa de metal
Familia Nikiforov
Sentía el albor pegar con su espalda, la nueva vida que podría tener ahora si no se daba media vuelta.
Que Dios le perdonara por su imprudencia, pero si de algo se caracterizaba este tímido chico de 18 años, era que nunca se rendía con algo en lo que tuviera que ver su madre. Sabía que tal vez se deprimiría si no funcionaba…pero si no pasaba ¡Juraba por estos lentes que su madre consiguió matándose la espalda, que la sacaría adelante! ¡Si señor!
Katsuki respiro hondo y las puertas se quedaron inmóviles, pensó que tendría que llamar a alguien Así que acerco su rostro hacia alguna rendija de las barras, pero en eso, las rejas se abrieron con un chillido insoportable que le molió los tímpanos. Se sintió une estúpido cuando cayó de cara al suelo, pero aún más al ver que estuve esperando a que abrieran la reja cuando siempre estuvo abierta. Yuuri Katsuki sin embargo, no se quejó del dolor de sus rodillas y se levantó hasta tener el rostro a lo alto, tenía la nariz sangrando, los ojos aguados, pero que importaba.
No importaba ahora.
Tal vez todavía se comportaba como un niño, pero cuando comenzó a recorrer el lugar en línea recta, no pude evitar ver las fuentes de agua con su esplendorosa estatua encima y aún más al notar lo pulcras que estaban. Yuuri contemplaba el jardín, pero no tocaba, nunca tocaba. Era tan grande, desde aquí, en el centro del lugar, la mansión era tan grande. Los pisos tan limpios y los alrededores tan iluminantes con sus flores apetitosas en colores.
Katsuki se imaginaba un mundo en donde pudiera despertar y lo primero que vería, serían aquellas flores. No estaría mal tener una vida tan cómoda…
-¿En qué estoy pensando? – Apenas se daba cuenta de que se distraía demasiado, tratando de mirar si sus zapatos tenían barro o deseando tirar una moneda –Que no tenía justo ahora –En la fuente para pedir un deseo.
Era tan grande, pero a la vez tan crédulo e inocente, con sus tirantes color marrón y aquella camisa blanca con botones cocidos por su madre. Estaba seguro que se veía decente…
Sin embargo, el valor que ganaba se iba desvaneciendo ¡Oh madre mía! Que Dios no permitiera que al llegar a la puerta se le fuera la voz, solo quería trabajar ahí, pero primero debía hablar con el dueño del lugar…
Camino lentamente, cuidando cada paso, hasta llegar a la puerta, subiendo unos pequeños escalones para lograrlo. Carraspeo un poco y hasta toco la aldaba, pero al contrario del timbre, esto le causo escalofríos, alguien se acercaba a acudir su llamado.
No basto mucho para que se escucharan pasos al otro lado de la puerta, pasos armoniosos y soniditos graciosos. Mujeres hablando en voz baja, cuidando cada paso y cada imperfecto de su apariencia. Yuuri lo podía notar cuando escuchaba a una comentar, con aquella voz repleta de miel, que se había olvidado subirse una media, de seguro eran sirvientas que usaban su uniforme.
Se sintió impaciente, pero menos de lo que pensó, alguien abrió la puerta. Alguien con ojos azules y melena roja. Tremendamente roja.
-Oh – Detrás se asomó una morena de cabello liso, muy largo. Al otro lado una castaña, la más pequeña de todas, con el cabello recogido y los ojos chocolates- Un chico se perdió – La pelirroja tenia sonrisa amable, la pelinegra lo miraba con indiferencia y la castaña con inocente curiosidad –Joven ¿Se ha perdido? ¿Necesita que lo ayudemos para ir a algún lugar? – La pelirroja parecía la más madura, se notaba por su aire de liderazgo y su increíble amabilidad hacia los desconocidos.
-Es-Es que yo…um – Las tres esperaron paciente su respuesta, sin embargo la voz no le salía – Verán lo que pasa es que yo….
-¿Vienes a trabajar aquí? – Parecía que la más inteligente era la pelinegra, miraba su maleta con una ceja alzada y se enderezaba hasta tener los brazos cruzados – Pierdes tu tiempo chico – Respondió asintiendo con seguridad.
-Sara, no creo que deberíamos de ser tan mala con este joven – Comento la castaña – Tal vez escapo de casa y necesita que lo orientemos…lo asustas – La mujer le agarro de las manos y le sonrió. Tenía la piel elástica y tan tierna como el pan, pero Katsuki se sintió incapaz de decir alguna palabra, estaba demasiado conmovido como para hacerlo.
-Am… no – Negó el pelinegro – Sí vengo para trabajar – Las dos mujeres le miraron sorprendidas, menos la pelinegra que solo asintió con los brazos cruzados.
-Oh, creo que te equivocas joven – Comento la pelirroja de ojos azules – La mansión Nikiforov no necesita vacantes, además el señor no se encuentra, ha estado ausente por asuntos pendientes – Cerro los ojos con camuflado dolor – Le pido que se retire, tenga un bonito día. – Las tres retrocedieron y la mayor prosiguió a cerrar la puerta, no obstante, el azabache entro en pánico y la detuvo.
-¡Esperen por favor! – Puso un pie en la rendija del portón hasta obstruirla – En verdad lo necesito, hare lo que sea, se cocinar, conducir, trapear, barrer, lavar ropa y hago el mejor té verde….En verdad – Se miraba desesperado, frenético en obtener una respuesta positiva.
Las muchachas se recuperaron del impacto de la situación y la primera en hablar fue la castaña.
-Mila, Sara….por favor – Se tocó el pecho preocupada –Tenemos que ayudarlo, o por lo menos esperemos a que nuestro señor acepte o no. Llega esta noche ¿cierto? Además, no hay más personas que nos ayuden a organizar el lugar – Se supone que debían de organizar una gran cena para el regreso de su señor, por desgracia, como Nikiforov se había marchado y todos pensaron que si se iban de vacaciones no pasaría nada, varios de la servidumbre se habían ido y no volvieron.
La pelirroja se acercó hasta el muchachito de ojos marrones rojizos y lo miro con ojos críticos, invadiendo su espacio personal y hasta rodeandolo por completo. Agarro su maleta y la abrió solo para observar su contenido.
Al verse satisfecha, resoplo cansinamente y le entrego la maleta a la pelinegra.
-Sara lleva esto al cuarto desocupado del segundo pasillo, en el piso de arriba por favor – Yuuri se tocó el flequillo y se acomodó un poco las gafas que por poco y se le caían del puente de la nariz – Yuko, te pido por favor que hagas la lista de compras, ya amaneció y el alba salió, necesitamos comenzar a preparar la llegada del señor – La castaña asintió enérgicamente y se fue a paso apresurado hacia adentro, de igual forma no podía ver más allá estando afuera, en el primero peldaño de esa escalera – Y tú – Lo señalo – Vendrás conmigo – No era previsible que al entrar en la mansión, la muchacha pelirroja le pidiera quedarse ahí y que la esperara.
No se tardó mucho la verdad, pero sí muy poco para los curiosos y tímidos ojos de Yuuri que observaban cada lámpara de araña ser colocada de manera perfecta y esa alfombra cómoda que cubría todo el suelo. El ambiente era tan diferente a lo usual, podía oler el perfume varonil en cada fibra del lugar, asegurándole que vivía un hombre aquí también, sin embargo olisqueaba la fragancia de las flores que estaban posadas en cada pequeña mesita del lugar.
Con ese florero que tenía decorado de cintas heráldicas, a su lado algunos arcones con brocados que se le antojaban demasiados caros, que incluso hasta pavor le daba tocarlos.
-Ten – la muchacha le entrego un pedazo de pan y un vaso con agua panela, cuando toco el pan estaba caliente, sin embargo la boca se le hizo agua y no pude evitar morderlo con el rostro desencadenado en placer, no obstante se detuvo cuando noto que tenía la intensa mirada azul de la tal Mila encima –
-P-perdón yo –
-Tranquilo – Le sonrió – Con confianza – Aquello no le dio el atrevimiento para seguir comiendo como un animal, prefirió comer despacio y no beber tan apresuradamente, tenía las mejillas rojas y el rostro todavía sucio de tierra y sangre, sin embargo, ante el retrato de ese chico lindo avergonzado y pobre, Mila se rio y recordó a su señor.
Espero que le agrades a él señor Nikiforov
La tarde pintaba tan bien, desde su habitación el paisaje le traía tanta nostalgia, sentía que tenía 6 años y que corría las escaleras para ayudar a su madre a colgar las sabanas. El horizonte y sus montañas, la brisa que le abrazaba y las cortinas barridas por el venturoso viento, todo aquello le parecía tan bello e inolvidable, podía suspirar y recargarse en la ventana para siempre.
Sin embargo, sabía que no debía de ensimismarse mucho, ante el bullicio de afuera, sabia el ajetreo que tenían aquellas tres muchachas. Aquel cocinero, aquel organizador de eventos. Tal vez sería solo un sueño, y mañana volvería a vagar por las calles por un trabajo.
Se sentía tan avergonzado, ante no poder ayudar o por lo menos el que tuviera un cuarto así. La mansión era tan grande como para haber habitaciones solo para la servidumbre, sin embargo, aquel cuarto que le otorgaron era demasiado.
-Y este será tu cuarto – Mila abrió la puerta con un llavero que tenía miles y sonrió – Espero sea de tu gusto.
Ante la afonía, la pelirroja se preocupó, tal vez el chiquillo quería tener algo más lujoso.
-O-oye-
-Ay, no no – Negó arrepentido -¡Esto es demasiado! – Chillo con las mejillas rojas – Me-Me conformo con dormir en el cuarto de limpieza si quieren…pe-pero aquí, creo que no…Ade-Adem ¡Ah! ¡¿De-De que te ríes?! –Mila se cubrió los labios con el dorso de la mano. Después simplemente resoplo con pequeñas risitas escapando de su boca y se limpió las lagrimillas que se acumularon entre sus parpados.
-Este es el cuarto que todos los de la servidumbre tenemos – Murmuro – El señor Viktor no están tacaño como piensas, él pudo habernos dado un televisor si quería, pero, como todos somos un poco humildes – Yuuri supo que era porque venían de pueblo – Entonces le dijimos que no – Argumento – Ahora–
Katsuki se sintió empujado por la muchacha y después diviso su maleta encima de una cama, con sabanas beige, tan bien acomodas que daba miedo el moverlas. En ellas veía dos almohadas de plumas, con fundas que parecían de seda. Oh dios.
-Necesito que observes el lugar, explores tu habitación – Siseo – Nosotras debemos de encargarnos de muchas cosas – Rio nerviosamente – Nos vemos en la tarde – Mila se dio media vuelta dispuesta a irse, pero fue retenida cuando le tomaron de la manga del traje.
-¡Yo-Yo puedo ayudar! ¡En lo que sea! – Se quedó perpleja un momento y después suspiro
-No. –Negó - No es por ofenderte jovencito – Sonrió – Pero esto es demasiado importante, no lo sabes pero Viktor adora las sorpresas, si algo sale mal de esta cena, será una catástrofe – El azabache soltó su manga y se encogió del bochorno -¡Pe-pero no te desanimes! De seguro el señor Nikiforov te aceptara y serás desde luego, parte de la gran servidumbre de los Nikiforov – Yuuri alzo la mirada con los ojos dilatados y asintió presuroso –Debo de irme, por favor siéntete como en casa – Antes de que Katsuki la interrumpiera, ella salió por la puerta y lo último que escucho fueron sus pasos presurosos por tales zapatos con un poco de tacón y sus gritos sobre que necesitaban llamar a un cocinero.
Pensando en aquello, se recargo en el marco de la ventana y desvió la mirada de los colores del cielo.
-¿Debería de desempacar mis cosas…? –Al preguntarse aquello se arrepintió sin dudar, era tan descarado de su parte. Ni siquiera estaba autorizado por el señor de la casa a invadir unas de sus habitaciones y ya pensaba en guardar sus cosas aquí. No lo malinterpreten, no se arrepentía de estar aquí…creía, pero, no quería aprovecharse. Lo mejor era estar preparado para tal vez el rotundo no que le darían o la forma dolorosa en que lo sacaría a patadas del lugar.
Demonios, estaba nervioso.
-Ya-¡Ya viene! – El chillido de Yuko lo alerto por completo, y es que, desde la lejanía, más allá del jardín y las rejas, un auto negro se acercaba a una velocidad tan normal pero tan aberrante que le causaba escalofríos.
Las piernas se le entumecieron y se preguntó qué clase de señor seria el dueño de la casa…¿Alto o bajo?, ¿cabello lacio o crespo?, ¿tendría gafas como él? Seria serio o simpático…Miles de cosas le cruzaban por la cabeza…
¡Incluso podría ser un viejo!
Calvo y con arrugas…Yuuri no sabía mucho de aquella familia pero…el que lo llamaron el señor del lugar le hacía saber a Katsuki de que ese hombre era demasiado maduro y hasta impotente.
De seguro tendría que bajar la cabeza ante su presencia y no sucumbir a sus niñerías de reírse de lo brillante de la calva de una persona…
Inconscientemente se rio por lo bajo pero después se arrepintió. Tal vez era muy joven y todavía no podía consentir en trabajar en algo tan serio…
Uh.
-¡Yuuri! – Su nombre sonó tan presuroso que se asustó de inmediato – Necesitamos que…bueno…como todavía el señor Nikiforov no te conoce, te pedimos que por favor te quedes aquí – junto las manos en suplica – Convenceré a Sara para que te guarde algo de la cena ¡Pero por favor! No te acerques a el comedor – Yuuri se sintió tan intrigado pero a la vez tan asustado por la súplica que asintió rápidamente y no dijo más hasta que Yuko desapareciera por la puerta.
La velada estuvo en silencio, pero desde su ventana podía ver como todos salían en fila y esperaban a que el auto se detuviera cerca de la puerta. Como soldados podía ver a cada uno bajar su cabeza y enderezarse lo mejor que podían, desde su lugar parecían marionetas, tan pequeñas y manejables.
Sintió curiosidad por saber quién iba a ser tal vez su nuevo jefe de trabajo, tanto así que se asomó un poco más y se impulsó con sus manos hasta sacar medio cuerpo. Como un pequeño viendo a su padre llegar de la guerra, los ojos le brillaron cual perlas y espero paciente a que el auto se detuviera.
Todos estaban en silencio, hasta se podía oír un par de respiraciones y la tensión palpar en la piel de cada persona de la servidumbre. Katsuki se sintió parte de las personas que sucumbían al nerviosismo que desvió la mirada por un momento. Después, al escuchar un sonido, volteo la mirada y se encontró con el chofer del carro tratando de abrir la puerta, las manos enguantadas, el rostro serio y neutral. A Yuuri le daba mala espina, parecía un delincuente.
Pero, al fin de cuentas, la puerta fue abierta y en su interior, el pánico le apodero por completo.
¿Estaba preparado para verlo?
La pregunta es cuestión le puso más dudoso de lo que haría, era un idiota. Ni que el señor Nikiforov fuera un hombre de la mafia.
Jajá.
-Uh – Respiro profundamente y bajo la mirada. Mal momento.
-¡Yuuri! – Le regaño susurrante Sara. La pelinegra que estaba casi al lado del umbral de la puerta y posteriormente más cerca a la ventana en donde se encontraba Katsuki, levanto casualmente la cabeza al escuchar un leve sonido seco y encontró nada más que al pelinegro, peligrosamente recargado en la ventana y siendo totalmente evidente para todos, incluso para el chofer que parecía haber fruncido el ceño al entender la situación.
-¡Lo-Lo siento! – Se apartó de inmediato y se sentó debajo de la ventana. Tenía un poco de miedo, ya que el corazón le palpitaba como loco. Incluso su estómago se le revolvía y sentía el sabor amargo en su boca solo al tragar saliva.
Debería de mostrar un poco más de valor, de igual forma ya debería de estar acostumbrado a tener tales ataques de ansiedad. No era nada del otro mundo.
Respiro profundo y echo solo un vistazo, pero de igual forma, ya la mayoría había entrado y la ultima en salir que fue Mila, le miro desde abajo con los ojos entrecerrados y las manos encogidas en su ropa de sirvienta.
Le sonrió en respuesta y ella desapareció por la puerta dejando solo la noche caer lentamente. Incluso parece que oprimió el interruptor hasta de entrar, porque de hecho, el jardín estaba tenuemente iluminado y por lo que podía ver, también eran las fuentes de agua las que contenían luces, ya que brillaban y se notaba el agua salir a chorros esplendorosos, que se antojaban a la claridad de la luna algo imposible de creerse.
Yuuri entonces, cayó en cuenta de que ser pobre te privaba de tantas cosas, tantas cosas que eran tan hermosas.
Suspiro en su ventana y se quedó viendo el jardín, hasta que los ojos le pesaron demasiado y sus parpados cayeron por completo.
Entre el bullicio del comedor, se deslizo hasta tocar el suelo y las manos quedaron pegadas a la pared, con la cabeza apoyada cerca del marco de la ventana. Dormía como nunca en su vida, privándose de su cómoda cama y de lo que será el día de hoy, su comienzo en la gran casa del señor Nikiforov.
-Yuuri… - La cabeza estaba hundida en algo mullido, tan suave y cómodo. Su cuerpo era cubierto por frazadas de seda, que le llegaban al cuello, que le cubrían lo helados de sus pies. –Yuuri… - Sentía que le sacudían el hombro, pero estaba tardando un poco en responder a propósito. No quería salir de cama, despegar su nariz del suave aroma a lavanda de la funda en donde hundía su rostro. –Yuuri…Debes de presentarte ante el señor Nikiforov –Su cabello se volvió un remolino cuando se enderezo bruscamente, una gota de baba que le caía por la barbilla le mojo el dorso de la mano, además de eso su mirada estaba perdida, con los ojos caídos y dilatados – Veo que dormiste muy bien – A penas se dio el trabajo de mirar a la persona que le hablaba, le causó gran sorpresa ver a Sara sonriente y con las mejillas rojas, es como si liberara amor por todos sus poros –¿ Crees estar preparado? ¿O quieres darte un baño? – Enmudeció un momento. ¿Esa era la Sara que conocía? Era algo extraño.
-Ah…yo – Esta vez la pelinegra borro su sonrisa y frunció el ceño.
-Haber jovencito, puede que esté de buen humor porque mi hermano regreso, pero eso no quiere decir que te quedes mirándome como un tonto – Lo regaño – Estas durmiendo en la residencia Nikiforov, y el propio dueño de la casa ¡No sabe! – Alzo la voz de improvisto – Todos aquí están agitados, aun mas al saber que un desconocido duerme en esta habitación – Argumento –
-Ah… ¡Lo-Lo siento! – Se enderezo he hizo una reverencia – Iré de inmediato y –
-No te apresures, el señor Nikiforov está ocupado en su despacho arreglando algunos asuntos – Siseo – Por lo pronto…podrías darte un baño, creo que tenemos una muda de tu talla – Se cruzó de brazos – El baño de la servidumbre se encuentra al fondo de este pasillo, a la izquierda, tienes suerte de que ya todos se hayan organizado – Suspiro – Por cierto – Le palmeo un hombro – Yuko y Mila están esperanzadas con que te quedes, yo también, así que haz lo mejor que puedas y convéncelo. –Sonrió – Ve a ducharte, te dejare la ropa encima de la cama; te esperamos dentro de 20 minutos – Katsuki asintió con avives y Sara salió de la habitación.
-Me estoy poniendo nervioso de nuevo – Se desplomo en el colchón y resoplo – Ahora que lo pienso ¿Quién me habrá devuelto a la cama? – Observo la ventana y después la puerta. –Me pregunto si podre ser útil aquí…
-Shhh – Le reprendió Mila cuando lo vio bajar de las escaleras. Había tratado de no tardar tanto en el baño, 5 minutos le basto para acabar, no obstante Yuko que venía a ver como estaba, lo obligo a ser un poco más condescendiente con su cuerpo y le entrego una esponja empapada de jabón, alegando que tenía que verse presentable. No replico pero de igual forma solo fueron 5 minutos más y acabo.
Cuando regreso a su cuarto, con una toalla enredada en la cintura y las gafas enredadas en el cabello, vio la ropa. Planchada y acomodada en su cama de manera prelija. A su lado, Yuko hizo ademanes de vergüenza y salió del cuarto dejándolo solo con semejante vestuario.
Fue un poco difícil el ponérselo pero al final lo logro, para su cabello solo se pasó la mano hacia atrás y para el calzado las muchachas le dejaron algo. Unas zapatillas cerradas, betunadas, con cordones y medias a un lado.
Se sintió un poco desubicado cuando se vio en el espejo con ese traje ¿Quién lo pensaría?
-Yuuri, no te distraigas – Le reprendió Mila cuando se quedó varado en las escaleras – Es hora – Respiro profundo con el hueco de nervios en su pecho y trago saliva plantándose al lado de la pelirroja.
Al frente había una gran puerta caoba, que tenía talladas figuritas demasiado prelijas y hermosas. Podía hasta pensar que los bordes de la puerta eran de oro y que ese tipo de tallado era echo por los mismos artistas de la época de la ilustración. Estaba demasiado sorprendido, encantado y anonado.
¿En que se había metido?
-Señor Nikiforov – Llamo suavemente la pelirroja tocando la puerta con sus nudillos –Alguien quiere hablar con usted – Al otro lado se detuvo un pequeño sonidito causado por un gramófono. Se mantenía en completa afonía la posible respuesta. Era incluso más torturador de lo que pensaba.
-Déjalo entrar por favor. – Se le cortó la respiración por un momento, esa gruesa voz no era nada más que perteneciente al señor Nikiforov. Un acento ronco que liberaba testosterona por todos lados. La piel se le ponía de gallina, podía sentir incluso la nitidez de sus raíces rusas y el suave matiz de erotismo de cada silaba.
-Sí Señor – Mila se volteo rápidamente y de su bolsillo saco un rosario – Que Dios te acompañe Chiquillo – Siseo volteando la perilla de la puerta –
Cuando pudo empujarla, la abrió solo un poquito y Yuuri noto un escritorio repleto de papeles y también una silla de espaldas a ellos, mirando la ventana, el paisaje de atrás.
-Con su permiso – Se inclinó y salió apresurada ajustando la puerta.
Katsuki tembló un poco pero se armó de valor, sin embargo se detuvo al hablar cuando noto una cola sobresalir de la silla. Parece que había un canino en el regazo del señor Nikiforov, uno bastante grande, color marrón y esponjoso.
Eso le recordó que debía de volver lo más pronto posible por Vicchan.
Aquel recuerdo le trajo la valentía suficiente como para subirse las gafas que se resbalaban por su nariz y comenzar a hablar.
-Señor Nikiforov…- Comenzó – Vengo de un pueblo un poco lejano de aquí y me preguntaba si usted…digo, usted tiene mucha servidumbre pero me gustaría que me aceptara para trabajar aquí….¡Se hacer cualquier cosa! P-Puedo incluso lustrar sus zapatos o limpiar la chimenea…solo deseo conseguir un poco de dinero para mi madre y-
-¿Cuánto necesitas? – Lo interrumpió –Puedo dártelo y así no trabajaras aquí, creo que todo queda arre-
-¡No! – Alzo la voz provocando que la cola del canino que se movía tranquilamente se detuviera – No deseo ganarme dinero sin haber trabajado por el…Sería injusto para todas las personas que trabajan aquí, por eso –
-Suficiente – Lo detuvo – Eres interesante muchacho – Comento despacio – Tienes el trabajo – La confirmación le impacto en el rostro como una piedra – Pero primero quiero aclararte algunas cosas – Yuuri asintió despacio y se acercó un poco más al escritorio – Confió en que harás un buen trabajo -Cuando volteo su silla, con los ojos cerrados, a Yuuri el corazón se le detuvo en la garganta, las mejillas se le pintaron de un fuerte rojo, la piel se le puso de gallina y cada parte de si se puso a temblar al no creerse lo que veía.
Era hermoso.
Tenía el cabello plateado y un flequillo que le cubría el ojo, los labios delgados y pestañas rizadas y largas. Como el marco de una ventana repleta de nieve. Era albino por completo.
-Oh de repente te quedaste callado ¿Qué pasa?- Viktor abrió sus ojos y los mantuvo así hasta que Katsuki se sintiera realmente escaneado – Dime tu nombre –
-Yuuri Katsuki señor… -
-Así que….Yuuri~ - Saboreo su nombre con una sonrisa – Desde ahora quiero que seas mi mayordomo, y no acepto replicas -¿Ah? – Confió en ti – Le guiño un ojo encantador diciendo aquello como un susurro de su parte.
¿Qué estaba pasando? ¿El señor Nikiforov quería que fuera su mano derecha?
En serio, en que se había metido.
N/A: No me maten…el siguiente capítulo es más largo (?) jaja xD las referencias a Dios, es solo como un cliché de los pueblos, ustedes saben :V
Hay palabras que tal vez no conozcan, si desean puedes buscarlas o consultarlas conmigo. ¿Sara quedo OCC? Sorry, la quise así xD.
La playlist de este capitulo
Patient is the Night –Más allá del jardín
Langtree´s Lament – Más allá del jardín
Like Ships – Más allá del Jardín
Quise un ambiente melancólico, ya saben; el chiquillo de pueblo que ama a su madre y haría cualquier cosa por ella. No sé si lo logre, creo que me falta el toque.
Estoy feliz porque me gusta como quedo, espero que a ustedes también les haya gustado. Por favor si le gusto Déjamed un review, cortico o largo, quiero saber cómo les pareció.
Tengo el fic algo adelantando, no mucho pero lo suficiente, de igual forma es corto, solo uno capítulos.
Como prometí este es el nuevo fic que le nombre ayer publicaría.
Nos vemos a la próxima~
Gateway To infinite~
PD: ¡¿Ya vieron la version completa de Welcome To The Madnees?! ¡Esta buenísima!
