Este fue mi primer fic (publicado) y ahora, en proceso de modificación, puesto que lo escribí estando DEMASIADO joven y prometí acabarlo, lo abandoné por cuestiones personales y lo decidí acabar, porque no me gusta dejar nada incompleto. Pero para acabarlo he de hacerle algunas modificaciones – Un poco de redacción, un poco de expresión, nada del contexto-
Y como disclaimer, si alguien lo lee: Quiero avisar es que esto es un universo alterno, presente solo en mi loca y enredada cabeza, y que los personajes en su mayoría, salvo algunos que agregaré de creación propia pertenecen a las Clamp, excepto Syaoran que es mío, solo mío, ¿entienden?
''Destino''
Por: Jannys117
Capitulo 1:
La vida misma
Esta historia se ubica en algún lugar de Japón, donde una preciosa chica de ojos esmeraldas y cabello castaño, está demasiado concentrada en su historia que podría ser la entrada al tan anhelado éxito en el mundo de la escritura que ella tanto desea, una historia impresionante que no se va más allá de cosas realistas aunque parezcan fantasiosas, pero la cuestión es que está tan concentrada que no ve hacia donde una pequeña y traviesa niña se dirige muy contenta e ignorante del peligro en el que estaba, corriendo hacia la salida de su hogar tras una pelota que se había dado a la fuga.
El sonido estruendoso de alguien cayendo al agua despertó a la castaña de sus cavilaciones, y apurada se dirige a ver qué sucede en el exterior con temor de que...
- ¡Mami, mami ayúdame, ayúdame rápido! - Gritaba una desesperada niña - ¡Me caí otra vez mami!
Con un hábil movimiento, la castaña pudo sacar a la pequeña del agua en un abrir y cerrar de ojos, como si esto ya fuera rutina diaria y luego de tomar un respiro la miró con una mezcla de resentimiento y alivio
- ¡Sherlyn!, ¿pretendes matarme de un susto niña? ¿Qué te he dicho de jugar en la entrada sola? - decía la joven madre castaña con tono autoritario
- Lo siento mamá, es que mi pelota se fue y no quería perderla, me la regalo la tía Tomoyo, ¿recuerdas? - Decía la niña con sus ojos verdes heredados de su madre con la pelota en las manos.
Sakura suspiró, esa niña sí que la agitaba a veces, pero no podía evitarlo, la consentía tanto que un regaño muy fuerte era como una tortura más para ella que para la niña.
- Está bien, pero la próxima vez princesa, pide ayuda, sabes que eres aun muy pequeña - dijo la castaña a la pequeña - Ahora vamos, tendremos que cambiarte esa ropa empapada-
- ¡Sí mamita! - y de un brinco la pequeña niña entró corriendo a la enorme residencia donde vivían, seguida por su madre.
Ciertamente, Sakura Kinomoto era una chica digna de observar para el público masculino. Su cabello castaño siempre brillante y sedoso, que contrastaba perfectamente con esas joyas que eran sus ojos, hacían que cualquiera del sexo opuesto (y muchas del mismo) suspiraran por ella, además de su cuerpo, aunque no era demasiado alta, tenía una figura definida. Delgada con busto generoso, femenino y nada exagerado, las suaves curvas la hacían lucir como una chica fresca y joven, lo que justamente era, hacía alusión a una especie de frágil muñequita de porcelana, sin embargo, Sakura le había demostrado a más de uno que no era una damisela en peligro, la ojiverde tenía carácter pacífico, pero cuando se alteraba, había que salir huyendo de su camino.
Aunque sus no muy aparentados veintiún casi veintidós años fueron más difíciles de lo que suelen ser para cualquiera, la chica ahora estaba en una especie de descanso personal, concentrándose en su más grande anhelo: La publicación de un libro, del cual aún no tenía el titulo, pero que sin duda era la prueba de que cualquier mujer puede superarse si así se lo propone. Pareciera una locura, ya que la joven Kinomoto ejercía la carrera de administración de empresas, aún siendo tan joven, tenia muchas ofertas de trabajo, muy eficiente, toda una joya en los negocios, pronto le esperaba una gran oportunidad en este ámbito y ella estaba muy nerviosa, sin saber por qué. Nunca se había mostrado preocupada a la hora de firmar papeles, pero había algo, quizás la importancia del negocio.
El éxito de Sakura a tan poca edad, radicaba en haber trabajado arduamente, incluso antes de cursar su carrera, por suerte, tenía buenas conexiones. Había acabado la secundaria un poco antes. Sus estudios fueron bastantes ajetreados. Pero para sacar a su hija adelante, había sido necesario. No podía quejarse de ese aspecto puesto que pocas personas tenían el estatus laboral que ella, (no sin ayuda) había conseguido.
Sakura vivía en una enorme mansión rústica, que más bien, parecía un castillo medieval, rodeado por un estanque de profundidad considerable (el mismo en el que Sherlyn caía frecuentemente) , perteneció a sus antepasados de su madre. Ella era quien lo ocupaba, puesto que había necesitado ese refugio en un momento de su vida, y nadie procuraba la propiedad pues el aspecto no era moderno para las generaciones más recientes. Ella logró adaptarse, le encantaba vivir ahí, sin embargo se sentía sola en ocasiones por tan enorme lugar, por supuesto tenia a su hermosa hija de cuatro años, pero, en más de una ocasión, sentía que necesitaba otro tipo de compañía, pero la chica era tan terca que jamás lo admitiría, además después de aquello, no quería saber nada del tema.
El padre de Sakura, Fujitaka Kinomoto un catedrático de renombre en Japón, no podía estar con ella siempre por sus numerosos congresos y viajes que debía realizar para compartir al mundo sus conocimientos, su hermano Touya seis años mayor que ella, era un cirujano que también había conseguido un éxito importante con poco tiempo de ejercer, pero trabajaba en otra ciudad, por lo que era difícil verle regularmente.
La pequeña Sherlyn era su compañía en aquella mansión, simplemente era encantadora, una niña de cuatro años, precoz, capaz de elaborar las preguntas más impensables en una niña de su edad, la pequeña a veces ponía en aprietos a la castaña por su forma tan abierta (y propia) de hablar en una niña de su edad, expresando puntos de vista que dejaban helados a los que la escucharan. Todo producto de todo el tiempo estar rodeada de adultos. Solo convivía con niños en actividades del jardín infantil, pero a la pequeña le gustaba actuar como si tuviera más edad y presumir el intelecto que poseía, bastante destacable entre los niños comunes. Sherlyn es la pequeña más hermosa que había en kilómetros. Todos simplemente la adoraban, su combinación era perfecta, con unos ojos verdes que solo los pudo heredar de su madre, o de su difunta abuela, y su cabello largo color chocolate que le caía por la espalda formando débiles bucles en su caída, su piel pálida, como la de su madre, y un carácter decisivo, e imponente que solo lo había heredado, además de su cabello y su hermosa sonrisa, que eran de... De Él...
El padre que la pequeña tanto deseaba encontrar, y es que esa niña no tenía idea de que sus padres vivieron una historia hermosa que se dejó marchitar por la inmadurez y la indecisión típica de dos jóvenes, de dieciséis y diecisiete años. Tan jóvenes decidieron, empujados por las circunstancias, a unir sus vidas. Estaban seguros de que juntos llegarían al cielo, y así lo hicieron, el problema fue, que no supieron amortiguar la caída. Las consecuencias fueron devastadoras, separación, divorcio, sufrimiento, esperanzas y sueños rotos. Ninguno había pensado que aquella última noche de pasión, entrega, caricias sinceras, emociones compartidas y auténtica felicidad, bajarían del cielo a un ángel, uno llamado Sherlyn.
Así es, Sherlyn nunca ha conocido a su figura paterna, su mayor anhelo es que sus padres vuelvan a estar juntos como ella bien sabe que estuvieron, pero el problema era: ¿cómo?, si nisiquiera conocía su padre, nunca lo había visto, solo sabía que tenía su mismo color de cabello, además, no sabe por qué motivo su padre ya no estaba con ella y con su mamá. Sherlyn en el jardín de niños siempre veía con ojos hermosos y tristes a los padres de sus compañeros, quienes dejaban cualquier apuro para irlos a recoger, no es que fuera infeliz, al contrario, siempre se divertía con su mamá jugando, con Akumi, quien era su niñera y con su tía Tomoyo, pero Sherlyn tenia un lugar en blanco, el lugar de su padre, ése lugar que no ocuparía nadie más que él mismo. Nunca hablaba del tema con su madre, no es que le faltaran ganas, perono le gustaba como se ponía su madre cuando la pequeña o alguien más hacían referencia a su pasado amoroso. Se veía melancólica. La niña no sabrá demasiado de sentimientos profundos, pero no soportaba ver a su madre triste ni medio segundo, asi que la mayoría de las veces optaba por no abordar el tema. Sin duda la joven Sherlyn Kinomoto era una en un millón, a tan poca edad, podía asociar emociones con hechos.
Syaoran Li, figura juvenil de un magnate empresario, la cabeza de la empresa de tecnología Li, lo mejor en cómputos y áreas similares en todo el continente, sin duda una de las mayores fuentes de dinero de Asia, aunque él no era el dueño, sino su padre, de aquel millonario negocio, él era quien debía tomar las riendas cuando su padre decidiera retirarse, a él le gustaba su trabajo, era la mano derecha y orgullo de su padre, tenia cuatro hermanas mayores, pero ninguna decidió irse por la línea de su padre, y tomaron cada una sus propios caminos lejos de la empresa Li. Pero él, desde que tenía uso de razón, fue moldeado para dirigir la empresa. Pero a diferencia de muchas otras cosas, haber sido destinado para ese negocio por su familia, no le había causado peso. Sin embargo, detestaba las tradiciones y obligaciones familiares arcaicas de los Li. Tan solo esperaba lograr cambiarlas algún día.
Syaoran era una delicia de ver. No era solo el típico hombre joven, alto, guapo, con figura definida, hombros y espalda ancha, brazos fornidos y exquisito trasero. Tenía unos ojos color ámbar que a veces se tornaban más oscuros de lo que en realidad eran y destellaban autoridad si se observaban en compañía de su usual semblante serio. Su cabello color chocolate que llevaba hacia atrás, peinado y arreglado para ir al trabajo, impecable al vestir como el hombre de negocios que era, un carácter dominante y fuerte. Solía guardarse cualquier tipo de emociones que reflejaran que era humano. A pesar de esto, las mujeres lo adoraban, a sus casi veintitrés años, era el soltero más cotizado, muchas mujeres ( y hombres) intentaban fallidamente buscar algún tipo de relación sentimental con él ambarino, pero éste no estaba interesado en nadie, absolutamente en nadie, después de casi cinco años, su corazón aún seguía resentido, y de alguna forma demasiado dolido como para intentar cualquier cosa. Claro, había tenido sus aventuras, pero jamás pasaban de una o dos noches. No le entregaba el corazón a nadie. A pesar de los años, todo estaba demasiado fresco el recuerdo del dolor y la frustración que sintió, cuando por primera y única vez, se dispuso a amar. Se preguntó por un momento dónde estaría aquella chica, ¿se acordaría de él?. Pero una voz conocida lo sacó de sus pensamientos bruscamente y recordó que estaba en la oficina, preparando sus cosas para irse a su casa.
- ¡Syaoran! - decía la voz de su escandalosa prima en tono desesperado
- ¿Qué demonios quieres Meiling? - dijo con un deje de fastidio
- ¡Qué me pongas atención!, tengo más de 5 minutos llamándote, te quería recordar primito que mañana es la firma con la nueva empresa y que nos reuniremos con los dueños y demás colaboradores para llevar a cabo el negocio, esto será en la mansión de una de las colaboradoras más importantes para darle un tono más familiar a la reunión, de más confianza, asi, mañana no vendrás a la oficina, pasaremos todo el día y parte de la noche en esa mansión, solo quería avisarte.
- Oh... sí, claro, me parece bien. - contestó desinteresado, odiaba esa clase de reuniones donde la gente aparentaba caerse bien para cerrar un negocio
-¿Y a ti qué te pasa primito? - preguntó la pelinegra perspicaz
- Nada Meiling, es solo que... ya sabes, odio ese tipo de reuniones
- Hummm... bueno, haz lo que quieras primo, pero yo que tu, no pensaría demasiado en lo que sea que pienses.
- ¿Qué dices? - preguntó el joven sorprendido por la audacia de su prima, no esperaba que lo descubriera tan fácil, aunque si lo pensaba mejor, Meiling siempre comprendía sus constantes cavilaciones. Incluso si no las expresaba con palabras, y es que ella era de las pocas personas que conocían sus motivos.
- Nada primito, nada - suspiró con resignación antes de salir y cerrar la puerta.
Syaoran quedó solo en la oficina, se preguntó por qué su prima tenía aquella odiosa costumbre de inmiscuirse en su mente y descubrir lo que pensaba. Recogió sus cosas, no tenía caso, tendría que ir a aquella reunión, pensaba en relajarse un poco cuando llegara a su hogar, comer algo y prepararse para el siguiente día.
La vida de Syaoran Li se basaba en trabajo. Con eso procuraba llenar cada espacio de su tiempo, incluso el que debía invertir en cosas propias de su edad. El mundo a los veintidós años está diseñado para alcohol, aventuras y descubrir el mundo. Para él, todo eso era una pérdida de tiempo. Era un viejo atrapado en el cuerpo de un joven. No quería descubrir absolutamente nada, pues sentía que ya lo mejor había sucedido. Se resignaba a trabajar y aislarse. No se sentía triste por ello, simplemente se había acostumbrado a su vida como estaba. Monotonía pura.
Respiró profundo, estaba cansada, limpiar nunca le había causado problemas, pero en aquella mansión las cosas cambiaban, era agotador. Por suerte contaba con ayudantes en la limpieza pero ella prefería que ellos llevaran a cabo su trabajo en las demás áreas de su hogar, ella se encargaría de la principal, pues todo tenía que ser perfecto. Aunque no tenía muy claro qué empresa o qué representantes de la misma vendrían el día siguiente, sabía que era importante, su jefa y dueña de la empresa dónde trabajaba, además de madre de su mejor amiga se lo había dicho, esta reunión podría significar el inicio de un próspero negocio en la industria de juguetes.
Sonrió para si misma. Se sentía orgullosa, su habilidad para los negocios y colaboración en la empresa de Sonomi, había causado un gran auge en las finanzas de la corporación.
- ¡Mami! - gritó la pequeña en cuanto la vio causando un respingo en la castaña
- ¡Sherlyn! me asustaste princesa, recuerda que mañana tienes que comportarte y sería bueno que empezaras a practicar - tomó a la pequeña en sus brazos y la sentó en su regazo
- Si mamita, te dije que me portaría muy bien para que me compres a mi mascota - la niña estaba muy emocionada con la idea de que un animal jugara con ella todas las tardes
Sakura suspiró...
- Sí querida, así es pero recuerda, nada de inmiscuirse en conversaciones de adultos, ni caprichos, comer como te he enseñado siempre y tus modales deben salir a relucir, ¿de acuerdo?
- ¡Sí mami! - responde en tono obediente y con aires de pequeña damita.
Sherlyn había sido educada rigurosamente desde que aprendió a hablar, se le inculcaron formas de expresarse frente a los adultos porque Sakura sabía que la niña daba rienda suelta a sus pensamientos demasiado fácil, y en el ámbito de los negocios hay que ser cauteloso, principalmente cuando reuniones como ésta se presentaban, por eso ella prefirió educarla de esa manera, pero aunque Sherlyn sabía cómo comportarse en ciertos ambientes, solo lo hacía cuando su madre se lo pedía, la mayor parte del tiempo no utilizaba la etiqueta y el protocolo que sabía, eso era muy aburrido, pero por esta vez lo haría bien porque quería desde hace mucho se había encaprichado con una mascota para ella jugar, de alguna manera era una forma de inconsciente que buscaba el espacio que en su corazón faltaba.
- Mami, vine porque hace rato me dijiste que ibas a enseñarme el vestido que me compraste para mañana, ya enséñamelo, ¿si? - Sherlyn tenía una carita encantadora, ¿cómo decirle que no?
- Está bien princesa, vamos a verlo - contesto la joven madre con resignación.
- ¡ESTÁ HORRIBLE! De veras Meiling que cocinar nunca ha sido lo tuyo - Decía Syaoran con una gran gota en la nuca, aferrándose a su copa confiando en que el líquido transparente le quitara el sabor amargo de la boca.
- ¡Qué cruel eres Syaoran! - le gritaba su prima ofendida
- Solo soy sincero querida prima
- Bueno la verdad si sabe rarito – Dijo con una enorme gota en la cabeza
Rieron y decidieron mejor pedir algo de comer, Meiling había ido a casa de Syaoran porque notaba a su primo algo aturdido desde la tarde, y decidió trabajar en esos ánimos, después de todo era su primo favorito y la clave del negocio, y no sería bueno que uno de los principales representantes de los Li se presentara con esa cara al otro día a casa de la respetable colaboradora de la empresa de juguetes.
- Muy bien princesa, cierra los ojos para que veas algo
- ¡Siii! date prisa mami
- aquí está – Dijo con tono dramático, sosteniendo algo ligeramente más pesado que un vestido.
La niña abrió los ojos con profunda emoción, no podía creerlo, frente a ella, el cachorrito que vio en aquella tienda hacía dos días, justo el que pensaba elegir como compañero
- ¡Gracias mamita! – dijo dando pequeños brincos de emoción - ¿Pero por qué? Dijiste que tendría que esperar hasta después de mañana - preguntó la pequeña cargando a su nuevo amigo
- Así es, pero es que se lo iban a llevar, la señora de la tienda me dijo que debía apresurarme, pero ya sabes...
- Sí me comportaré mamá
- Bien ahora, a dormir, mañana será un día algo difícil cariño.
- ¡Sí mamá!
Recostó a la niña en su cama luego de ponerle las pijamas, abrigadas puesto que era un día lluvioso y algo frío, cuando la niña estaba ya dormida, murmuró algo que hizo que Sakura se estremeciera:
- Pa..Papá -Decía la niña aparentemente hundida en sus sueños
Lo sabía, por la culpa de ambos, la niña estaba sufriendo el tener a una figura paterna imaginaria, sabía que algún día tendría que hablarle a su hija de él, enseñarle una foto o algo. Suspiró. No era la primera vez que escuchaba a su hija entre sueños, clamando por su padre.
- Lo que yo más quisiera Sher, estar con tu papá como en aquellos tiempos, vivir los tres como una verdadera familia.
La pequeña escuchó eso. No estaba dormida, pero se quedó quieta... sí, debía encontrar a su padre.
... Continuará
Notas de autora: Bien, aquí estoy, me arriesgué, lo hice, mi primer fic. ¿Hay alguien ahí?, espero que haya alguna que otra personita, bien, ¿que les pareció el primer capitulo de la historia?, si, es algo corto, pero, prometo aumentar el número de páginas, en fin, di rienda suelta a mis pensamientos como hace la pequeña Sherlyn, ¿no es un amor?, si una niña precoz, pero créanme, hay niños asi, su personaje lo he basado un poco en mi sobrina. Bien, esta pequeña causará más que un dolor de cabeza en esa historia . Syaoran no salió lo suficiente?, ¿qué pasó entre los protagonistas?, y la pregunta que todos conocen la respuesta (creeeo) ¿Quién es el padre de la pequeña Sherlyn? jajaja, eso hasta ustedes lo saben, bueno déjenme sus comentarios, criticas, opiniones, saludos, lo que sea, ya ustedes saben, para saber si continuo o lo dejo ahí.
