Capítulo beteado por Sarita Martínez , Beta FFAD
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Prólogo
Mi nombre es Isabella Swan y vivo una vida que podría llamarse normal, compartida con mis padres, hermano e hijas. Tengo el empleo que siempre soñé, pero que nunca pensé que llegara a obtener… pues ser chef de uno de los mejores restaurantes de Ibiza puede ser para muchos algo imposible. No podía pedir mucho más… hasta que él apareció con aquellas rosas intentando remediar un error del pasado que yo no tenía intenciones de recordar… convirtiendo todo a partir de allí en un desastre…
Capitulo 1: Despedida
Siempre me había gustado venir a la feria, pero esta enserio era la mejor de todos mis visitas a una feria y lo que la hacía tan especial, pues era la persona que me acompañaba. Edward Cullen, mi novio. Él y yo celebrábamos hoy que cumplíamos un año de salir oficialmente como novios.
En definitiva era el día más feliz de mi vida. No podía dar crédito a lo que estaba viviendo en aquel momento.
-Te quiero, Bella- dijo mi adorado novio tomándome de la cintura.
-¿Quieres algodón de azúcar?- dije. Él asintió y le di un poco.
-Mira amor- dijo y señaló un local kiosco cubierto por una carpa, se miraba muy llamativo.
-¿Quieres entrar ahí?- le pregunté.
-Sí, vamos. Será divertido- me jaló a la entrada del kiosco y entramos. Adentro había una mujer con la ropa característica de la gente nativa de Ibiza. En este lugar también se encontraban varios hombres más que eran mayores.
-¿En qué podemos servirles?- dijo uno de los hombres que parecía tener unos 40 años.
-¿Este kiosco de qué es?- preguntó Edward.
-Realizamos bodas- dijo el hombre. Edward y yo nos miramos, y el tipo sonrió. -Son rituales de amor, más como juramentos. No son bodas legales técnicamente- agregó.
-Pues en ese caso, prepárese, que me quiero casar con esta mujer- dijo Edward.
-¿Qué rayos haces?- dije. -No me puedo casar, Edward. No tengo edad.
-Vamos Bella, no es una boda. Es un juramento que te quiero dar antes de irme. En tres días me voy y quiero que tengamos algo que nos una.- dudé –Vamos, ésta es como esas bodas falsas de las ferias.
-No sé.
-Bella, te amo y quiero jurarte, mi amor. Podemos intentarlo- me besó.
-Está bien.
Las personas dentro de la carpa comenzaron a arreglar todo. La mujer comenzó a ordenar cosas en un lenguaje extraño, luego me miró a mí y me llevó a un lugar donde me puso una especie de velo que cubría desde mi cabeza hasta mis tobillos. El hombre que parecía ser el único que hablaba español, comenzó a traducirnos todo.
Me llevo hasta donde estaba Edward, quien me sonreía de lado, haciéndolo ver demasiado sexy. Entonces llegué con él, y uno de los hombres comenzó a hablar mientras el otro hombre traducía lo que nos decían.
Cuando llegó a la parte del juramento, nos pidió a cada uno que habláramos con nuestras propias palabras. Edward lo hizo.
-Isabella Swan, prometo que cada día de cada mañana te diré lo mucho que te amo. Prometo que te amaré siempre y que nunca dejaré de amarte- dijo.
-Edward Cullen, prometo estar siempre junto a ti, nunca dejar que nada nos separe, porque te amo y siempre te amaré- dije con lágrimas de emoción en mis ojos.
Entonces nos entregaron unos anillos, los cuales intercambiamos con los ya conocidos votos.
Cuando nos declararon marido y mujer, nos dimos un beso lleno de ternura y amor, sellando un juramento sobre el amor que nos teníamos.
Salimos del kiosco más felices que nunca y comenzamos a caminar sin rumbo hasta que la tarde comenzó a caer.
Nos fuimos en el auto de Edward a ver las estrellas a un nuestro claro. Llegamos y nos sentamos en el césped mientras nos abrazábamos.
-Te amo Bella- dijo Edward dándome un beso.
-Yo también te amo- El beso se fue haciendo más apasionado y cada vez me costaba más mantener la respiración, hasta que me separé de Edward maldiciendo a mis pulmones por necesitar aire.
-Bella, si me vuelves a besar así, no podré detenerme- dijo jadeando.
-No quiero que lo hagas, ahora eres mi esposo- bromeé.
-Eso suena tentador- dijo mientras reía.
-Edward, te extrañaré cuando te vayas. Sé que es para tus estudios y que te costó mucho conseguir entrar a esa escuela, pero te quiero a mi lado.
- Y me tendrás siempre, por que te amo y te juro que cuando termine mi carrera me tendrás junto a ti siempre. Te prometo que envejeceremos juntos. Es más- sonrió. -Toma- me entregó su cadena con el dije de su inicial. -Esto es como un compromiso de que cuando vuelva y tengamos la edad suficiente, te llevare al altar de verdad. Te amo.
-Yo quiero darte algo también- dije y lo comencé a besar. –Edward, quiero ser tuya aquí y ahora, sin importar que pase luego.
Seguí besando a Edward con mayor necesidad y cada vez más apasionadamente, hasta que él me detuvo.
-Bella, no quiero obligarte a nada. Es tu primera vez y estoy dispuesto a esperar por ti lo que sea necesario.
-Edward, te deseo, y mucho- dije -y estoy lista porque sé que no hay otra persona con la que quiera estar que no seas tú.
Nos miramos un momento hasta que Edward se acercó a mí y entonces encontró mi boca y la besó con suavidad. Luego subió al lóbulo de mi oreja y lo succionó de forma torturante, volvió a mis labios y los recorrió con la lengua antes de besarme apasionadamente. Delineó mis labios con su lengua pidiendo permiso para entrar, el cual no negué y deje que mi lengua se deleitara jugando con la de él.
Edward comenzó a acariciar mi espalda mientras jugaba con el dobladillo de mi blusa, la cual comenzó a subir, y cuando intentó sacármela, el beso tuvo que ser cortado. Sacó mi blusa con delicadeza y me tomó para acostarme sobre el césped frío y mojado, lo cual hizo que mi piel se erizara.
Edward se sacó su camisa, dejando ver su escultural abdomen. Me sentí tentada a tocarlo y así asegurarme que ese hombre era real, y más aún, que era mío.
Él bajo y besó mi cuello, y luego comenzó a mordisquearlo de forma deliciosa, haciendo que comenzara a jadear. Me sentía tan diferente y al mismo tiempo tan en casa, que sabía que esta sería la mejor decisión de mi vida.
Edward comenzó a descender por mi clavícula hasta besar mis hombros y luego el inicio de mis senos, los cuales se pusieron erectos y duros para él, me levantó un poco para poder quitarme el sostén y lanzarlo a algun lugar del claro.
-Eres hermosa- dijo con la voz más sexy que había oído de él.
Se inclinó y comenzó a besar mi seno mientras que su otra mano acariciaba el otro. Me estaba volviendo loca de puro placer y él lo sabía, ya que estaba segura que me estaba torturando con cada caricia de sus manos, de su boca. Cambió de seno y mis jadeos y gemidos se hicieron cada vez más fuertes.
Cuando su tarea en mis senos terminó, comenzó a hacer un camino de besos húmedos por mi abdomen hasta llegar al comienzo de mi pantalón. Me abrió el pantalón y comenzó a tirar de él para sacármelo, llevándose con ellos las bragas.
-Te amo Bella- dijo antes de abrir mis piernas y meter su rostro entre ellas. Con su lengua comenzó a pasar sobre mi clítoris y luego le dio ligeros mordiscos que me estaban haciendo retorcer de placer.
-Edward, oh Dios- gemí mientras devoraba mi parte íntima.
-¿Te gusta, amor?
-Edward, por favor hazlo ya- jadeé desesperada -Te quiero en mí.
-¿Estás segura Bella?
-Sí, Edward.
Edward se levantó y se sacó sus pantalones con sus bóxers incluidos y me dio un vistazo de su miembro recto y listo para mí.
-Te amo Bella, no haré nada que te lastime. Prométeme que me dirás si te duele.
-Te lo prometo.
Me abrió las piernas y se posiciono en mi entrada y me miró.
-Te amo- susurro en mi oído antes de comenzar a entrar, y entonces se encontró con mi barrera y me dio un beso mientras empujaba hasta hacer que ésta se rompiera.
El dolor que sentí fue profundo, pero el tener a Edward conmigo me hizo sentir menos adolorida.
Él se quedo quieto un momento, esperando a que mi dolor pasara, y cuando lo hizo, comencé a mover las caderas para que entendiera que todo estaba bien.
Entonces él comenzó con su trabajo, un vaivén lento y suave que me enloquecía con cada estocada.
-Edward más rápido- chillé.
-Tus deseos son órdenes.
Entonces comenzó a moverse más rápido y yo comencé a mover las caderas haciendo que cuando nuestros cuerpos se encontraran todo fuera más placentero.
Ambos gemíamos el nombre el otro en un total éxtasis, que me hizo llegar mi primer orgasmo y que provocó el de Edward quien descargó todos sus cimientos en mí y cayó junto a mí totalmente agotado.
-Te amo Bella- besó mi cabeza.
-Te amo Edward. Mi dulce y amado esposo- Dije antes de caer en los brazos de Morfeo.
El estúpido sonido de mi celular me levantó y a Edward igual. Nos levantamos y lo buscamos y cuando lo encontré supe que estaba en problemas. Eran las 3 de la mañana y tenía 50 llamadas perdidas de mi hermano, de mi padre y de mamá.
-Mierda, Edward, es tardísimo. Charlie nos matará.
Nos vestimos lo más rápido que pudimos y nos marchamos en el coche de Edward.
Cuando llegamos a casa, vimos una patrulla estacionada y a mis padres hablando con un oficial. Cuando papá me vio, se dirigió al auto.
-¿Se puede saber qué horas son éstas de llegar? ¿Por qué no contestabas las llamadas? ¿Dónde rayos estaban metidos?- gritó papá cuando salimos.
-Charlie, no es culpa de Bella. Es que…- Edward quiso explicar la situación pero no lo consiguió, ya que papá comenzó a gritar sobre lo preocupado que estaba por nosotros, mientras la familia de Edward y mi hermano salían de la casa para ver el espectáculo.
Luego de la peor regañada de toda mi vida, papá despidió a los Cullen y me mandó a mi habitación a descansar ya que, según él, necesitaba pensar en mi castigo.
Edward y yo no confesamos la verdad. Sólo dijimos que nos habíamos quedado dormidos en el auto mientras mirábamos las estrellas.
Al día siguiente, papá ya más calmado al igual que mamá, me llamaron para ponerme mi castigo, que fue nada más y nada menos que un internado en Barcelona.
Intenté hacerles ver que no merecía el castigo, pero ellos no me escucharon, así que terminé por perder la pelea.
Edward me llamó antes de que me confiscaran el teléfono y me dijo que sus padres convencieron a los míos de dejarme ir a despedirme de él, ya que estaría castigada sin salidas el resto del verano; que pensándolo bien eran como 5 días.
Los días pasaron, y el día de la despedida llegó. Me sentía mal por decirle adiós así, pero no me arrepentía de nada y sabía que él tampoco.
-Te amo, mi Bellita- me besó y susurró en mi oído. –Porque eres mía y sólo mía- me sonrojé y lo besé.
Luego de un montón de abrazos por parte de su familia y míos, Edward ya estaba por irse.
-Vamos, Bella, no te pongas así. Yo cuidaré de Edward por ti en Londres- dijo mi amiga Tanya, quien también iría con Edward a la universidad de Londres.
-Prométeme que no dejarás que ninguna tipa se le acerque- le dije.
-Te lo prometo.
Edward volvió junto a mí y me dio un beso.
-Te amo y quiero que sepas que te extrañaré y te veré en vacaciones. Te llamaré a cada hora y chatearé contigo. Te amo, mi princesa.
-Yo igual te amo.
Y así fue como Edward se marchó.
Cuando las vacaciones terminaron, mis padres me mandaron a Barcelona. Extrañaría a Alice, la hermana de Edward. También extrañaría a mi hermano Emmett y extrañaría a Rosalie, su novia y mi amigo Jasper. Los extrañaría mucho, pero sería sólo un año y luego nos iríamos a la universidad con Alice y alcanzaríamos a Rosalie y Jasper.
La vida en el internado era demasiado aburrida. Lo único que la hacía divertida eran las llamadas, mensajes y mails de Edward, aunque luego de unas semanas lo sentía como distante y cortante.
Habían ya pasado 3 semanas desde que llegué y estaba sentada en una banca leyendo un libro y entonces recibí un mensaje que cambió todo en mi vida.
Era un mensaje de Edward. Abrí el mensaje y deseé no haberlo hecho, ya que el mensaje tenía fotos de Edward besándose con Tanya. Fotos que él mismo tomó, por lo que se podía ver.
Me sentía una basura total, no podía dar crédito a esto.
Entonces me di cuenta que necesitaba una explicación y llamé a Edward, sin importarme si estaba en clase o no.
Contestó al instante.
-Hola amor. ¿Cómo estás?- dijo.
-¿Cómo mierdas quieres que esté si acabo de recibir tu mensaje?- dije con la voz rota.
-¿Qué mensaje, Bella?
-Las malditas fotos donde te estás besando con mi amiga.
-¿Qué?- gritó, y lo escuché revisar algo. –Bella, te juro que no sé cómo se enviaron esas fotos, pero no fui yo quien las envió.
-Pero sí las tomaste tú- dije a punto de llorar.
-Bella yo…
-Dime, ¿sí son ciertas las fotos?
-Bella, sí lo son. Yo te lo quería decir, pero te juro que fue algo inesperado, yo creo que me enamoré de Tanya- y eso detonó la bomba que hizo explotar mi corazón en mil pedazos.
-Edward, ¿sabes qué? Dile a esa maldita zorra que no es mi amiga, y tú puedes guardar esos remordimientos porque yo acabo de dejar de ser tu novia. Y una cosa más, espero que ambos se vayan al diablo- Y así corté y lancé el teléfono, haciendo que cayera y se rompiera en mil pedazos.
Me solté a llorar desconsolada y lloré. Y lloré, y lloré, hasta que sentí una mano en mi hombro.
-¿Te encuentras bien?- preguntó un compañero. Lo recordaba de algunas clases que teníamos juntos, pero no recordaba su nombre.
-Sí- mentí.
-Pues no te creo, porque has estado llorando. ¿Qué pasa? Dime, tal vez te pueda ayudar- se sentó junto a mí.
Tenerlo tan cerca me hizo sentir protegida a pesar de no conocerlo. Me sentí tranquila y de la nada deseé vengarme.
-Sí me puedes ayudar- dije. Me acerqué a él y le di un beso, el cual él respondió y me abrazó, tomándome de la cintura y comenzó a subir mi blusa de modo que comenzamos algo…
Este es mi fic espero le guste!
Recuerden que soy nueva así que recomienden-me con amigas, espero no decepcionarlas.
