Tacones rojos, negros, más altos, otros planos, zapatillas de deporte, otras informal...

Me se todas las combinaciones de su armario. Podría regalarle un pañuelo que le pegará con ese vestido verde que tanto me gusta y así resaltar el brillo de sus ojos.

Pero... ¿Serviría de algo? Que va... Lleva viéndome meses siempre en el mismo sitio, a la misma hora. Me llama para que venga a recogerla. Y aún así, siempre es indiferente conmigo...

Ella,

siempre con prisas,

casi siempre despeinada,

debo reconocer que en cierto modo me gusta.

Ella,

mi chica de ojos de verdes,

tan callada,

siempre en su mundo.

¿Tendré el valor de decirle algún día lo que siento?

Antes de entrar ya se lo que me va a decir " A la Vereda de Jaén". Y yo, como buen taxista, la llevó a su destino.