Aclaración:

1-Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo los tomo prestado para poder adaptar esta historia.

2-La historia es una adaptación a SasuSaku, ya que la original esta escrita por Johanna Lindsey y se titula "El amor del pirata" por lo que ESTE FIC NO ME PERTENECE.

3-La narración esta de parte de Sakura tanto como de Sasuke, al igual que los pensamientos.

Espero que sea de su agrado, si no lo es, quisiera que me lo hicieran saber con sus opiniones ya que en verdad sería importante para mí saber lo que piensan.

Advertencias:

CATEGORÍA: "M".

Esta historia contiene:

AU- LENGUAJE UN POQUITO VULGAR- LEMON- LIME…

Argumento:

La lánguida brisa tropical acariciaba el hermoso rostro de Sakura. Ella estaba junto al mástil, navegando hacia el oeste, para cumplir una promesa que jamás había hecho: casarse con un conde desconocido.

En medio de un momento de audacia y arrojo, Sakura fue capturada por el pirata Sasuke. No tardaría mucho en recibir su corazón el hálito de la pasión del pirata. Y esa pasión estaría allí, inmóvil, persistente, para siempre.

No obstante lo anterior, serían necesarios muchos días -y muchas y tempestuosas noches- antes de que el amor pudiera florecer. Ese amor que cada mujer sabe otorgar sólo una vez en su vida.

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Capítulo uno:

Sakura Haruno se sentía intranquila al entrar esa mañana en la sala llena de sol, y encontrarse frente a su madre y su padre. Nibori Haruno rara vez la llamaba tan temprano, y nunca la había llamado con un día de anticipación. Sakura sabía que debía tener algo muy importante que decirle, algo que afectaría su vida. Esto la había preocupado durante toda la noche, pero en el fondo sabía de qué se trataba. Tenía diecinueve años y estaba en edad de casarse.

Hacía tres años que esperaba que eso sucediera, desde el momento en que abandonara la escuela del convento. La mayoría de las muchachas de familias ricas eran entregadas en matrimonio cuando aún estaban en la niñez, a los catorce o quince años, como la madre de Sakura. Muchos candidatos habían visitado a su padre, aunque a ella no se le había permitido verlos. Pero su padre no tuvo en cuenta a ninguno de los jóvenes que deseaban desposarla, porque ninguno era lo suficientemente rico como para complacerlo.

Sakura estaba segura de que su futuro acababa de decidirse. Pronto le dirían el nombre del hombre con quien se casaría.

Nibori Haruno estaba sentado ante su escritorio y no se molestó en levantar la mirada cuando Sakura entró en la habitación. ¿Era posible que su padre postergara deliberadamente la tarea de comunicarle su decisión? Tal vez se sentía un poco culpable ahora. Pero, ¿podía sentirse culpable? Era el mismo hombre que la había enviado al convento, diciéndole que era demasiado difícil de manejar. Había pasado la mayor parte de sus diecinueve años lejos de su casa, y ahora volverían a enviarla a otra parte para siempre.

Yuri Haruno miró ansiosamente a su hija. Había tratado desesperadamente de disuadir a Nibori de que eligiera un marido para Sakura y pensaba que lo había logrado

hasta la noche anterior, cuando Nibori inesperadamente, la informó sobre su decisión. Ella no era como la mayoría de las muchachas; era demasiado vivaz y demasiado hermosa como para entregarla fácilmente a un marido. Podría haber elegido un buen marido por sí misma, si Nibori hubiera sido razonable. Pero no, Nibori tenía que encontrar un marido rico y con título para su hija, y no le importaba si Sakura lo encontraba repulsivo o no.

Yuri estaba sentada frente a las puertas abiertas que llevaban a la terraza, como lo hacía todas las mañanas, pero ese día no había podido dar una sola puntada en el tapiz que tenía ante ella. No podía dejar de pensar en el destino que esperaba a su hija.

-Bien, Sakura, esto no llevará mucho tiempo -dijo Nibori Haruno bruscamente.

Pero no alarmó a Sakura, su padre nunca le había demostrado ternura ni amor, ni tampoco a su madre. Las trataba a ambas como trataba a los criados. Nibori Haruno era un hombre frío, obsesionado únicamente por incrementar su riqueza. Y esto consumía casi todo su tiempo y sus pensamientos, y le dejaba poco para su familia.

-¿Por qué no te sientas, ma chérie? -dijo Yuri con ternura, antes de que su esposo tuviera oportunidad de continuar.

Sakura sabía que su madre la amaba. Pero se negó a sentarse, porque no quería parecer cómoda y facilitar las cosas a su padre. En cierto modo se sentía rebelde, y sabía que no tenía derecho a serlo, porque así sucedían las cosas en el año mil seiscientos sesenta y siete. Así había sido durante siglos, y tal vez nunca cambiarían. Sólo deseaba que su madre no hubiera hablado tanto de enamorarse y de elegir el propio marido.

Un matrimonio de conveniencia: para eso estaban las hijas, al menos las hijas de padres ricos. Además, no había candidatos serios en el pequeño pueblo de Konoha, tan sólo campesinos Y pequeños comerciantes. Si Sakura se hubiera enamorado, su padre jamás habría consentido, y la habrían mantenido aislada de los jóvenes de su propia clase.

-He dispuesto que te cases con el conde Gaara Sabakuno-continuó Nibori-. La boda se realizará poco después del comienzo del nuevo año.

Sakura le dedicó una mirada furiosa de sus ojos color verde oscuro, una última demostración de desafío para que él supiera lo que ella pensaba sobre este crudo anuncio; luego inclinó la cabeza como una hija buena y obediente.

-Sí, papá -dijo en voz baja, asombrándose de su propia serenidad.

-Te marcharás dentro de un mes. No tendrás mucho tiempo para hacer tu ajuar, de manera que contrataré modistas para que te ayuden. El conde Sabaku no, reside en Saint Martin, una isla del caribe, de manera que viajarás por barco. Lamentablemente, será un viaje largo Y tedioso. Chiyo, tu vieja niñera, irá contigo como acompañante.

-¿Por qué debo irme tan lejos? -explotó Sakura-. Seguramente hay alguien con quien podría casarme aquí en Francia.

- ¡Virgen Santa! -gritó Nibori, y su piel habitualmente blanca enrojeció. Se puso de pie y miró con furia a su esposa-. ¡La envié a ese convento para que aprendiera obediencia! Pero todos estos años fueron desperdiciados, ya lo veo. Aún cuestiona mi autoridad.

-Si alguna vez consideraras sus deseos, Nibori. ¿El demasiado pedir? -aventuró Yuri.

-Sus deseos no tienen importancia, madame -dijo Nibori-. Y no toleraré más oposiciones. Ya se ha arreglado el compromiso y no puede deshacerse. Sakura se casará con el conde Sabaku no. ¡Ruego Dios que domine su desafío, porque yo no he podido hacerlo!

Sakura estaba llena de ira. ¿Era necesario que su padre hablara siempre como si ella no estuviera presente, como si no tuviera la menor importancia? Quería a su padre pero a veces... en realidad la mayoría de las veces... él la enfurecía hasta el punto de que sentía deseos de gritar.

- ¿Puedo retirarme ahora, papá? -preguntó.

-Sí, sí -replicó él con irritación-. Ya te he dicho todo lo que necesitas saber.

Sakura salió apresuradamente de la con ganas de reír, porque ¿qué le había dicho realmente? Conocía el nombre de su futuro esposo, el lugar donde vivo, y sabía que se casaría con él después de fin de año, eso era todo. Bien, al menos su padre no la había casado inmediatamente después de salir del convento. No; había tardado tres años en encontrar un marido, un hombre que estuviera en condiciones económicas altas.

Ella tenía sentimientos, había una especie de alegría... alegría de no estar completamente sola durante el viaje. Chiyo estaría con ella, la querida Chiyo-baasama, a quien amaba tanto como a su madre.

Antes de ir a su habitación, se detuvo ante la puerta contigua y llamó suavemente. Al oír la voz de Chiyo, Sakura entró en el cuarto, que sólo era un poco más pequeño que el suyo. Fue hasta la ventana donde se encontraba sentada Chiyo, y se sentó junto a ella.

Como Sakura no hablaba, sino que miraba pensativamente la calle vacía frente a la casa, Chiyo sonrió y dejó su costura.

-Tu padre ya te lo ha dicho, ¿verdad? -preguntó en voz baja,

Sakura se volvió lentamente hacia la mujer que la había cuidado cuando era niña, y que había cuidado también a su madre, desde el día de su nacimiento. Chiyo tenía cincuenta y cinco años, era ligeramente regordeta ahora, pero todavía ágil. Su cabello morado se veía gris, de un gris plateado y poseía un par de ojos oscuros.

-Entonces tú lo sabías -dijo pasivamente Sakura-. ¿Por qué no me lo advertiste, Chiyo-baasama?

-Tú también lo sabías, pequeña. Lo esperas desde hace tres años.

-Sí, pero no sabía que me harían cruzar el océano. No quiero irme de Francia -dijo Sakura, y su furia volvió a dominarla-. ¡Me escaparé!

-¡No harás nada por el estilo, señorita! –la regañó Chiyo, agitando un dedo-. Aceptarás esto y lo aprovecharás lo mejor posible, así como finalmente aceptaste que te enviaran a la escuela. Deberías estar contenta de tener un marido como éste. Te dará muchos hijos y, si Dios quisiera yo estaré allí para verlos crecer.

Sakura sonrió y se apoyó en el respaldo de su silla. Chiyo tenía razón; aceptaría este matrimonio porque no podía hacer otra cosa. Ya había pasado la edad de las rabietas para obtener lo que deseaba. Las hermanas le habían enseñado a aprovechar las cosas lo mejor que podía.

Sakura era una niña alegre hasta que, empezó a preguntarse por qué su padre no la quería. Esto pesaba mucho en su joven mente, y trataba desesperadamente de obtener el amor y la aprobación de su padre. Cuando no lo logró y él siguió ignorándola, comenzó a crear problema para atraer su atención. No le resultaba suficiente el amor que su madre y Chiyo derramaban en ella. También quería el amor de su padre. Era muy joven, y no podía entender por qué su padre no la quería; no sabía que él había deseado un hijo varón. Y sólo tendría esta hija, porque Yuri no podía tener más niños.

De manera que en Sakura creció un mal carácter. Comenzó a tener rabietas, a ser desafiante e irrespetuosa. Odió a su padre cuando la envió a la escuela, y siguió con su carácter rebelde en el convento. Pero después de unos años aprendió a aceptar su destino.

Se daba cuenta de que la habían enviado al convento por su culpa. Las hermanas le enseñaron a dominar su genio. Le enseñaron a obedecer y a ser paciente. Cuando volvió a su casa, ya no estaba resentida con su padre.

Nada había cambiado. Su padre seguía siendo para ella un desconocido, pero Sakura aceptó esto también. Dejó de lamentarse por sí misma, y abandonó la idea de obtener su aprobación.

Tenía el amor de su madre, y también tenía a Chiyo-baasama. Aprendió a estar agradecida por lo que tenía.

Pero a veces no podía dejar de pensar qué diferente habría sido ella si su padre la hubiera querido. Tal vez no habría tenido tan mal genio, ni la necesidad de luchar para controlarlo. Pero, ¿qué importaba? Sólo su padre lograba ponerla furiosa, y pronto se separaría de este hombre frío e insensible.

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Esa noche, temprano, Yuri Haruno entró en el dormitorio de Sakura para hablar claramente con su hija. Todavía estaba alterada.

-Lo intenté, ma chérie. Traté de disuadir a tu padre de que no te envíe con ese... ese hombre, -Yuri hablaba nerviosamente, retorciéndose las manos, cosa que siempre hacía cuando estaba perturbada.

-No te preocupes, mamá. Me sentí mal al principio, pero sólo porque debo marcharme. Esperaba que me entregaran en matrimonio, de manera que esto no ha sido una sorpresa.

- ¡Para mí sí! Hace meses que Nibori está buscando un marido para ti, pero sólo anoche me lo dijo; una vez que ya había hecho su elección, ya sabía que nadie la cambiaría. No pensó que te enviaba a un hombre desconocido, y que además te obligaba a adaptarte a un nuevo país y un nuevo clima al mismo tiempo. -Yuri generalmente decía lo que pensaba, al menos a Sakura, pero se puso a pasear por la habitación y parecía no poder encontrar las palabras.

-¿Quieres decirme algo, mamá? -aventuró Sakura.

-Sí, sí, quiero decirte algo -respondió Yuri en inglés con fuerte acento.

A sus padres les gustaba hablar en inglés, porque muchos de los asociados de su padre eran ingleses. Y como Sakura también había aprendido ese rudo idioma en el convento, Nibori insistía en que se hablara inglés en todo momento.

Yuri aún vacilaba, de manera que Sakura trató de romper el silencio.

-Te echaré terriblemente de menos cuando me vaya el mes que viene. ¿Alguna vez volveré a verte? -preguntó esperanzadamente.

-Por supuesto, claro que sí, Sakura. Si tu nuevo... -hizo una pausa, porque no le gustaba decir la palabra- ...nuevo marido no te trae aquí, convenceré a Nibori para que vayamos a Saint Martin. -Yuri miró a su hija con profunda preocupación en sus ojos de color verde oscuro. -Ah, pequeña Sakura, lamento que tu padre haya insistido en darte en matrimonio al conde Sabaku no. Yo quería que eligieras tu propio marido. Si al menos Nibori me hubiera permitido llevarte a París, podrías haber encontrado a un hombre que amaras, un hombre digno que Nibori también habría aprobado. Hay tantos para elegir en París...

-El conde Sabaku no es un hombre digno, ¿verdad? -preguntó Sakura.

-Sí, pero no lo conoces, Sakura. No sabes si podrás amarlo o no. No sabes si serás feliz o no. Y eso es todo lo que yo deseo; que seas feliz.

-Pero papá ha elegido al conde Sabaku no y él desea que yo sea su esposa. Me ha visto, ¿verdad?

-Sí, hace un año. Estabas en el jardín cuando el conde vino a visitar a Nibori. Pero, Sakura, eres una muchacha hermosa, increíblemente hermosa. Podrías haber elegido marido, y haber encontrado un hombre con quién quisieras pasar la vida. Pero tu padre es demasiado amante de la tradición. Sólo admite elegir él tu marido. No le importa si eres feliz o no.

-Pero así son las cosas, mamá. Yo no esperaba que fueran diferentes -Replicó Sakura aunque, preguntándose, por qué no.

-Eres una hija buena y confiada, y me apena pensar que vas pasar la vida con un hombre que no amas. Por eso he venido, para decirte algo, aunque está en contra de mis convicciones.

¿De qué se trata, mamá?

-Sabes que Nibori fue elegido para mí por mi padre cuando yo sólo tenía catorce años. Como tú ahora, yo estaba dispuesta a amar al marido que habían elegido para mí y a ser una buena esposa. Pero después de un año de matrimonio supe que eso jamás podría ser. Después de otro año, la situación empeoró, porque Nibori deseaba un hijo varón y yo aún no había quedado encinta. Me sentía desolada, y la única persona en quien podía confiar y a quién podía querer era Chiyo. Entonces comencé a hacer largas caminatas y viajes a la ciudad, sólo para hallar paz. En uno de mis paseos conocí a un marino, un irlandés pelirrojo con vivaces ojos verdes, su barco estaba anclado en la costa para ser reparado y él tenía licencia para visitar a sus padres, que habían dejado Irlanda y vivían entonces en la zona cercana a Mortagne. Lo conocí cuando pasaba por Konoha. Se quedó aquí en lugar de ir a Montagne, nos vimos muchas veces y finalmente nos convertimos en... amantes.

-Ay, mamá, ¡qué romántico!

Yuri sonrió, aliviada al ver que su hija no quedaba consternada con su confesión.

-Sí, era romántico. Ryota permaneció tres meses en Konoha, y yo me encontraba regularmente con él. Fueron los meses más felices de mi vida, y siempre guardaré su recuerdo como un tesoro. Lo amaba con todo mi corazón, y vive en ti, Sakura, porque tú vienes del amor que compartí con Ryota. Él fue tu verdadero padre.

-Entonces papá... ¿es mi padrastro?

-Sí, ma chérie, sólo tu padrastro. Quería que conocieras la felicidad que yo pude robar hace tantos años, el único amor que tuve jamás. Quería que lo supieras para el caso de que no ames al conde Sabaku no. Espero que lo ames, pero si no es así, deseo que encuentres a alguien a quien puedas amar, aunque sea por poco tiempo. Quiero que seas feliz, Sakura, y si te encuentras en un matrimonio sin amor, no quiero que te sientas culpable si se te presenta el amor en otra parte. No digo que debas ir a buscarlo. Pero si el amor viene a ti como sucedió conmigo, tómalo mientras puedas y sé feliz. Sólo quiero que seas feliz.

Yuri se echó a llorar, y Sakura fue hacia ella y la abrazó tiernamente.

-Gracias, mamá. Gracias por decírmelo. Ahora ya no tengo miedo de ir a Saint Maffin. Trataré de que sea un buen matrimonio, y trataré de amar al conde Sabaku no. Quién sabe, tal vez no sea tan difícil. Tal vez llegue naturalmente.

-Ah, así lo deseo, ma chérie.

Sakura dio un paso atrás y sonrió cálidamente a su madre.

-De manera que soy medio irlandesa. ¿Papá... Nibori lo sabe? ¿Por eso nunca me quiso?

-Debes comprender, Sakura, que Nibori no es un hombre demostrativo. Cree que eres su hija, pero deseaba mucho un hijo varón. Los médicos dijeron que yo no podía tener más hijos porque hubo problemas con tu nacimiento. Tal vez Nibori está resentido contigo porque no eres el hijo varón que deseaba, pero a su manera te quiere. Es lamentable que no lo demuestre, y sé que te ha hecho muy desdichada.

-He pasado la mayor parte de mi vida tratando de ganar la aprobación de Nibori, y no es mi verdadero padre -reflexionó Sakura-. Buscaba el amor de un hombre que no podía dármelo.

-Lo lamento, Sakura. Creo que tendría que haberte dicho la verdad cuando eras pequeña pero no pude. No es algo fácil de admitir. Pero debes seguir llamando papá a Nibori. Tuve un miedo mortal de que nacieras con los cabellos rojos de Ryota. Pero afortunadamente tienes los cabellos muy rosas como yo y los ojos de color cambiante como mi padre. Por supuesto, esos ojos tuyos pueden convertirse en un obstáculo. No puedes ocultar tus sentimientos con unos ojos tan claros. Como están en este momento de verde oscuro, me indican que eres feliz.

-¡Te burlas de mí!

-No, ma chérie. En este momento tus ojos están tomando un color verde oscuro -rió Yuri-. Sé que debe ser inquietante enterarse de que uno no puede ocultar sus sentimientos, pero tus ojos siempre dicen la verdad.

-Pero, ¿por qué yo no me había dado cuenta? Siempre pensé que mis ojos eran jades.

-Porque cuando estás enfadada o alterada, rara vez te miras al espejo. Haces lo mismo que tu verdadero padre. Te paseas, no puedes quedarte quieta. Has heredado muchas cosas de Ryota.

-Siempre me he preguntado por qué soy más alta que tú y que Nibori. ¿Ryota era un hombre alto?

-Sí, muy alto. ¡Era un joven muy apuesto! Pero era de genio rápido y con una terquedad irlandesa, como tú. Pero no te preocupes por tus ojos, ma chérie. No hay muchos que adviertan estos cambios y siempre puedes decir que cambian con la luz, como el ópalo.

-¿Por qué no te fuiste con él, mamá? ¿Por qué te quedaste aquí y renunciaste a tu felicidad?

-Ryota tenía que volver a su barco, y yo no podía ir con él, especialmente porque ya sabía que estaba encinta de ti. Ryota era un marinero común, aunque esto no me importaba mucho, pero quería hacer fortuna antes de llevarme con él. Prometió volver a buscarme, y yo lo esperé muchos años antes de abandonar las esperanzas. No me gusta pensar por qué no volvió. Prefiero pensar que encontró un nuevo amor en otra tierra y no que ha muerto...

Sakura se entristeció al pensar que su madre nunca sabría la verdadera razón.

-¿Sabía que yo estaba en camino?

-Sí. Me habría gustado que hubiera conocido a su hermosa hija.

Más tarde, cuando Yuri ya se había ido a la cama, Sakura se sentó ante el tocador para mirarse en el espejo. Se preguntó por qué el conde Sabaku no la habría elegido como esposa. Pensaba que era bonita, pero no que era tan hermosa como su madre le decía. Tenía una nariz ligeramente respingona, un rostro en forma de corazón, pero le parecía que su frente era alta. Su piel pálida era suave, perfecta, pero sus cabellos color de pétalos de cerezo eran lacios y no rizados, como pedía la moda, y ella los odiaba.

No se parecía a las muchachas de la escuela, que se burlaban de su aspecto diferente. Era muy alta, mucho más que las pequeñas francesas. Y en lugar de tener pechos llenos y curvas suaves y redondeadas, era muy delgada. Sus pechos tenían hermosa forma y no eran demasiado pequeños, de manera que le parecían satisfactorios. Pero odiaba sus caderas. Eran estrechas, demasiado estrechas, en realidad... y sus piernas no mejoraban el asunto. Su pequeña cintura daba una ligera curva a sus caderas, pero Sakura se sentía molesta por tener que poner un relleno a sus faldas. Le encantaba que su madre dijera que era hermosa, aunque sabía que no era cierto. Sólo a sus ojos lo era, porque ella la amaba. Echaría mucho de menos a su madre.

Su revelación no perturbó realmente a Sakura. En cierto modo, le pareció que la liberaban de un gran peso. Era... había oído usar la palabra a los sirvientes y conocía su significado... era una bastarda. ¿Pero qué importaba? Nadie lo sabía excepto su madre. Sakura deseaba que Ryota hubiera vuelto con ella. Y ahora ella, también, se preguntaba qué le habría sucedido. ¿Tal vez había muerto en un naufragio, o lo habían matado? ¿O aún cruzaba los mares buscando una fortuna para traer a la madre? La explicación que más le gustaba era esta última. Su padre aún podía volver después de todos estos años, y todos irían a vivir a Saint Martin.

-Ay, Sakura, sueñas demasiado –susurró en voz alta-. Debo afrontar la realidad. Iré a encontrarme con un desconocido y viviré con él como su obediente esposa. Bien, tal vez no sea tan obediente. –Rió-. Pero seré su esposa y... ¡ni siquiera sé cómo es! Tal vez sea bajo y grueso, o viejo. Debo preguntarle a mamá cómo es. También puede ser joven y apuesto. Sí; me eligió. Debo recordar eso.

Bostezó, luego miró una vez más sus ojos jades en el espejo.

-Seguramente mamá me lo decía en broma. ¿Cómo es posible que los ojos cambien de color?

Sakura se puso de pie y fue hacia la gran cama con dosel, con sus volantes de color rosa y blanco. Se metió bajo las mantas y echó sus largos cabellos sueltos a un lado de la almohada, y eran tan largos que llegaban al suelo.

Pensaba tantas cosas que tardó mucho tiempo en quedarse dormida.

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-Despierta. Despierta, Sakura.

Abrió los ojos rápidamente al oír la voz de su madre, pero luego recordó con pena qué día era. El día en que se marcharía de su casa para siempre.

-Dije a esas criadas tontas que te despertaran temprano -continuó Yuri-. Pero tendría que haber sabido que no me harían caso. Esta casa ha sido un desorden todo este mes, con los preparativos de tu viaje. Es un milagro lograr que se haga algo. Los sirvientes están tan excitados que parece que van a viajar contigo. Y, ¡ah!, cómo envidian a Chiyo. Echaré de menos a esa querida vieja. Fue más madre para mí que la propia, pero ahora tú la necesitas más que yo. -Se interrumpió y miró a su hija, con los ojos húmedos de lágrimas-. Ay, Sakura, este mes ha pasado con demasiada rapidez. Ahora vas a comenzar una vida propia.

-Pero tú dijiste que no será para siempre, mamá -replicó Sakura, sacando sus esbeltas piernas de la cama.

-Sí, pero eso no modifica el hecho de que hoy te marchas.

-Chiyo-baasama y yo aún tenemos que viajar a Saint Malo, donde está el barco, y tú y papá nos acompañaréis hasta allí. Sabías que llegaría este día, mamá.

-Ah, ¿por qué habrá elegido Nibori a un hombre que vive del otro lado del mar? -preguntó Yuri retorciéndose las manos. Luego sacudió la cabeza, resignada-. Bien, ya está hecho. Ahora debes prepararte porque saldremos dentro de dos horas. Ah, ¿dónde están esas criadas?

Sakura rió.

-Tal vez en la cocina, hablando de mi viaje. Parece que creen que Saint Martin será un lugar muy interesante para vivir. De todas maneras puedo vestirme sola. Olvidas que lo hice sin criada durante todos estos años en la escuela.

Finalmente las criadas llegaron, y después de recibir la reprimenda de Yuri, se afanaron para elegir las ropas que Sakura usaría para el viaje a Saint-Malo. Una de las criadas salió de la habitación para buscar agua para el baño, y durante las dos horas siguientes todos corrieron de aquí para allá, ocupándose de los últimos detalles.

Pronto, Sakura y Chiyo estuvieron listas para salir, vestidas con ropas abrigadas, porque era el mes de octubre y la temperatura era fría a esa hora del día. Yuri se reunió con ellas a la entrada y sorprendentemente, Nibori fue el último en llegar.

El gran carruaje que Nibori había comprado especialmente para el viaje a Saint Malo era impresionante. Tirado por seis caballos negros como el carbón era lo suficientemente grande como para transportar todos los baúles, e incluso el pequeño arcón que contenía la dote de Sakura en oro.

Sakura se reclinó en el asiento de terciopelo, con su madre a su lado y cerró los ojos. El último mes había sido caótico, y ella y casi todos los sirvientes habían trabajado noche y día en su ajuar. Su vestido de novia llevó mucho tiempo, por supuesto, pero era una hermosa prenda, una obra maestra, y todos los que habían trabajado en ella se sentían orgullosos de los resultados.

El vestido era de raso de color crema, cubierto con encaje hecho a mano, excepto las ajustadas mangas. Sobre éstas flotaban las mangas de encaje, mucho más anchas. Era un hermoso traje, con la cintura muy ajustada, escote cuadrado y amplia falda, y el encaje dividido en el centro de la falda, dejaba ver el raso que había debajo. Sakura usaría zapatos de raso con el vestido, y las perlas blancas que Nibori le había regalado al cumplir diecinueve años. Su velo, muy largo y de encaje blanco, había sido usado por su madre el día de su boda.

Chiyo había supervisado personalmente el empaquetado del vestido de bodas en una caja aparte, para que no se arrugara demasiado. Sentía que revivía el pasado, porque veintidós años antes se habían hecho preparativos similares para la boda de Yuri.

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El pequeño velero de tres mástiles estaba anclado desde hacía muchos días, esperando a los pasajeros que partirían hacia Saint Martin. Shikamaru Nara, capitán del "Canción del Viento", estaba en la cubierta, con el ceño fruncido y su rostro bronceado por el sol, contemplando el puerto.

Se sentía inquieto.

El conde Sabaku no había contratado a Shikamaru para ir a Francia, recibir a la novia y a su criada; y llevarlas a Saint Martin. La primera vez que Sabaku no habló con él, Shikamaru pensó en renunciar a prestar ese servicio al conde, con tal de no transportar mujeres. Pero Sabaku no le hizo un ofrecimiento demasiado tentador.

Esta muchacha debía significar mucho para el conde. Sin embargo, había numerosas dificultades. Shikamaru tendría que aislar a las mujeres de su tripulación de hombres rudos.

Además, se consideraba que las mujeres traían mala suerte a bordo de un barco, y los supersticiosos las culparían de cualquier inconveniente. Por otro lado, esperarían ser muy bien tratadas, con excelentes comidas y un lugar cómodo en el barco. Shikamaru sabía que éste sería el peor viaje de sus veinte años en el mar.

Por suerte, hacía una semana que estaban en Saint Malo y su tripulación tenía permiso para andar por la ciudad desde entonces. Ya habrían tenido suficientes mujeres como para sentirse satisfechos durante un tiempo. Pero durante el último mes en el mar era posible que se rebelaran.

Luego Shikamaru vio un gran carruaje que venía de una calle lateral y entraba al puerto. Seguramente era la novia y su familia, pensó con aprensión, mirando todos los baúles apilados en lo alto del carruaje. Tendría que reunir a su tripulación y partir al día siguiente, si el viento lo permitía. ¡Mon Dieu! ¿Por qué había aceptado el contrato?

Sakura miró por la ventanilla del carruaje y vio los barcos anclados en el puerto. Había tantos navíos, todos de diferente tamaño, que se preguntó cuál sería "Canción del Viento". Nibori había dicho que era un pequeño navío de tres mástiles, pero había muchos que coincidían con esa descripción. Tendría que aprender más sobre barcos, ya que el conde poseía muchos, y "Canción del viento" era sólo uno de ellos.

El carruaje se detuvo, Nibori bajó y preguntó a un marinero que pasaba dónde estaba anclado "Canción del Viento". En realidad, estaba precisamente frente a ese barco. Nibori subió por la pasarela y habló con un hombre corpulento que estaba en cubierta. Después de unos minutos, volvió y subió nuevamente al carruaje.

-El capitán debe reunir a su tripulación, de manera que pasaremos esta noche en un albergue. Ahora bajarán los baúles y los subirán a bordo, por lo tanto habrá una pequeña demora.

Nibori era generoso, porque generalmente no perdía el tiempo dando explicaciones a su familia.

La hostería donde se alojaron era bastante decente. Sakura tenía una pequeña habitación para ella, y esa noche disfrutó de un baño. Yuri le dijo que, lamentablemente, no podría bañarse bien durante el viaje. De manera que permaneció en la fragante espuma durante dos horas.

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A la mañana siguiente, antes de que saliera el sol, el capitán de "Canción del Viento" llamó personalmente a Sakura. Nibori presentó rápidamente al capitán Shikamaru Nara a su hija, y salieron de inmediato hacia el barco.

Sakura lloró, como sabía que lloraría, y también Chiyo y Yuri cuando se despidieron. También dio un ligero beso a Nibori en la mejilla, aunque él parecía incómodo. Pero, al fin y al cabo, era el único padre que había conocido, y no podía dejar de quererlo a pesar de su severidad. Sin embargo habría sido bueno que Nibori pudiera decirle que la quería, aunque fuera esta única vez.

De manera que se despidió de Nibori Haruno, un hombre que jamás volvería a hacerla sufrir. Pero le resultaba intolerable separarse de su madre, y el impaciente capitán Nara debió ocuparse de ello. Les dijo que se dieran prisa, porque el barco tenía que salir del puerto para aprovechar la brisa de la mañana que lo llevaría hasta el mar.

Con una última mirada llorosa a su madre y a su amada Francia, Sakura se volvió y subió lentamente por la pasarela. Esa mañana no había tenido tiempo de recogerse el cabello, que sólo había atado con cintas. Las trenzas rosas caían a su espalda, y era hermoso verlas iluminadas por el sol.

Hubo un momento de ansiedad mientras el capitán Nara y su tripulación la miraban hipnotizados. El capitán no pensaba que el conde Sabaku no se casaría con semejante belleza. Mon Dieu, el conde era un hombre muy afortunado.

El capitán Nara gritó órdenes a izquierda y derecha, y la tripulación se dispersó de mala gana. Sin embargo, muchos seguían mirando a las mujeres, de manera que el capitán las llevó asu camarote y las dejó allí. Les brindaba su propia cabina para el resto del viaje, porque era lamás grande del barco y el conde Sabaku no había insistido en que su novia estuviese cómoda. No era un arreglo muy satisfactorio, pero no había otro posible.

Además de las mujeres, transportaban también una fortuna en oro que era la dote de mademoiselle Haruno. Shikamaru no comprendía por qué monsieur Haruno mandaba tanto oro. La hermosa mademoiselle era el mayor premio al que podía aspirar cualquier hombre. No necesitaba que le añadieran una fortuna.

El oro que llevaba Shikamaru Nara podía convertir en pirata a cualquier hombre. La mademoiselle por sí sola era tentación suficiente. Pero el capitán había dado su palabra, y era una cuestión de honor. Llevaría sana y salva a la mademoiselle al conde Sabaku no, o daría la vida por lograrlo.

¿CONTINUARA?...

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Nibori: Expansión o eminencia.

Yuri: Lirio.

Ryota: Espléndidamente robusto.

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Hola! =)

Estoy otra vez aquí con una nueva adaptación :P Ahora que acabo de terminar con otras dos que tenía :D Pues nada, espero que les haya gustado este primer capi, pero debo decirles un par de cosas, esta historia que por supuesto no es mía, esta ambientada en la apoca de la piratería y también en la época donde los que mandaban eran los hombres, por lo que les pido que aquellos que van a leer esta adaptación deben pensar como se pensaba en aquellos tiempos y no basándose en los principios de nuestro siglo, ya que lo que consideramos como machismo hoy en día, en aquel tiempo era algo de lo más común. Así que ambiéntense si la van a leer.

Bueno eso es todo.

Cuídense, SAYO!... xD

P.D.: Puede ser que me tarde un poco en actualizar esta historia más que con las otras, GOMEN.

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Por favor dejen sus "REVIEWS", positivos o negativos, esa es mi forma de saber si continuo o no… ONEGAI… :) no necesitan tener una cuenta para poder comentar. Hasta pronto.

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"…SaKu-14…"