¿Nosotros como personas tenemos nuestro sistema de vida; nacemos, vivimos, luego nos llega la hora de abandonar este mundo, pero eso no significa que nosotros vamos a irnos para siempre. Se da como una nueva oportunidad en otra vida, algo que siempre se debe mantener en la cabeza. Por razones tan simples como esas es que algunos no temen a irse, no es fácil eso, pero no se puede evitar para ellos.

Aunque, en algunos casos, alguien que tiene un fuerte corazón y un propósito que no ha acabado en su vida, no logra irse de este mundo. Se convierten en seres que no se pueden ver vistos por los ojos comunes del hombre, sino por gente que tiene algo en su interior, una especie de "don" que son transmitidos por parte de sus familiares o rara vez nacen con ese mismo don, lo llaman Chakra.

Un don que ha pasado por muchos años desde la época de Edo, algo que para muchos es un honor llevar consigo esa habilidad.

—¿Qué pasó con lo de antes? —un pequeño niño le fue mirando con la cabeza ladeada hacia una mujer mayor que estaba sentada a su lado en el sofá.

—¿Lo de antes? —preguntó.

—La parte de los seres que no se pueden ver por la gente normal. Esa parte te saltaste.

La mujer mayor miraba con gracia al pequeño niño que empezó a dar pequeños brincos sentado de ansiedad disfrazado en quejas. No tardó en ser cargado por la mujer mientras le daba un pequeño beso en la mejilla.

—¿Te gustan, verdad?

El niño le miró extraño a la mujer mayor que le había levantado con mucho cariño y juguetona. Le empezó a dar unas pequeñas cosquillas al costado de su pequeño torso, mientras le fue moviendo en el aire como si de un pequeño juguete se tratara.

—¡Hahaha. Mamá, no me dejame que me estás haciendo cosquillas haha!

—Solo es un pequeño castigo por hacer que tu madre te siga manteniendo despierto. —dijo.

—Eso no es cierto haha… —declaró el niño entre risas— Tu eres la que me está haciendo desvelarme 'ttebasa.

La mujer le miró con cariño a su pequeña hijo de cabello rubio y con unos ojos azules como el cielo claro y brilloso que iluminaban todo lo oscuro de esa noche, aparte de la pequeña lámpara que estaba iluminando la sala.

—Mejor vayamos a tu cama para que duermas. —dijo, mientras se llevaba entre sus brazos al pequeño niño rubio— Deberías de aprender de tu pequeña hermana. Ella tiene dos años y ya sabe que se debe de dormir temprano.

—Yo tengo cuatro años y puedo de superar eso 'ttebasa.

—Ay, Boruto. No sé qué será de ti si yo no estuviera aquí. —comentó Hinata entre un pequeño suspiro.

Ya no dijo nada el niño en todo el trayecto de la sala hasta su cuarto que estaba en la segunda planta de la casa. Mantenía un pequeño puchero malhumorado, mientras miraba por un lado. Su madre sabía muy bien de su estado emocional ahora, y de una pequeña sonrisa que dibujo en su rostro, le fue dando un pequeño levantón hacia arriba para que sintiera la brisa del aire.

—¿No te gusta volar? —preguntó la mujer mayor.

—Haha… ¿Porqué?

—Es un ejemplo de lo que puedes hacer en tus sueños. —declaró la mayor sin dejar de alzar a su hijo en el aire.

—Me estás empezando avergonzar haha…

Bueno, no parecía ya muy rudo el pequeño. Por un lado le recordaba a su marido. No podía evitarlo. Su misma apariencia y forma de ser le parecían tan igual.

Lo acostó ahora después del pequeño juego que estaba teniendo con él. Lo miró cariñosamente al verle tan cómodo en su cama, al mismo tiempo detectó de la poca inocente que tenía cierta mirada inconformista.

—Mamá…

—¿Si?

—¿Estabas pensando en papá de nuevo, no es así? —preguntó— Tú haces siempre esa mirada extraña cuando piensas en él.

A veces le impresionaba lo muy atento que podría ser su hijo. En definitiva, esa parte suya lo hará un gran hombre en un futuro. Le daba cierta gracia eso, pero al mismo tiempo le llenaba tristeza con algo de melancolía.

—Siempre atinandole a las cosas rápido. Me recuerdas a él. —dijo Hinata melancólica— Le gustaba mucho saber que pensaba.

—Así que, ¿Ahorita te hice llegar a un recuerdo de él? —preguntó el niño muy curioso.

La mujer mayor miró con asombro nuevamente a su hijo que yacía en la cama aún acostado, pero con la mirada hacia ella de pura inocencia.

—¿Sabes, Boruto? Hay veces en las que me impresiona mucho lo listo que eres. Llegaras a ser alguien de gran intelecto. —comentó la mujer con anhelo y maternidad, mientras observaba la mirada del niño que estaba poniendo sobre ella— Por cómo me estás mirando, me doy la idea de qué quieres que te diga algo de tu padre, ¿no?

—Siempre que quiero, no me dices nada, mamá. —comentó con suma tristeza en sus ojos— ¿Cuándo será el día en que puedas decirme quién era y dónde está? ¿Porque nunca nos ha visitado a Himawari y a mí? ¿Será que no nos quiere?

—Boruto, no digas eso. —le acarició la cabeza, mientras le miraba con pena a su hijo— Tu padre te quiere con todo el alma. Lo sé muy bien, y te aseguro que no hay día en el que él desea verte y estar contigo.

—¿Entonces, dónde está? ¿Porqué no ha venido? —Boruto había vuelto a preguntar.

Nuevamente la mujer mayor le miró con tristeza, pero esta vez fue un poco más suave hacia él y le dió una pequeña sonrisa, mientras le siguió acariciando la cabeza.

—Hagamos un trato. —propuso con mucha seguridad— Cuando vayas a cumplir los dieciséis años, será el momento en el que te contaré lo que sea de tu padre. Y secretamente vamos a ir a verlo, tanto tú como Himawari. ¿Te parece una buena idea?

No tardó en mostrarse una amplia sonrisa en el chico, mientras sus mejillas se tornaron de un color rosado. Emanaba una alegría tan dulce y pura que la mujer no podía dejar de admirar.

Son cara le expresaba lo contento que estaba y de vuelta a su bien tranquila paciencia, miró a su madre con amor.

—Ya quiero verlo 'ttebasa.

—Bueno, eso mismo espero. —dijo Hinata esbozando una sonrisa tan llena de tranquilidad— Pero antes de eso quisiera que te durmieras.

—No has terminado de contarme lo último. Quiero oír los seres que mencionaste antes 'ttebasa.

Boruto había hecho un pequeño puchero hacia su madre con el ceño fruncido.

—¿En verdad que te gusta mucho la historia que estuve contando, no?

—¡Si, es mi historia favorita! —el niño declaró, mientras se iba cobijando aún más en su cama.

Su hijo puede que sea muy listo, pero en momentos como estos es cuando se vuelve más ruidoso, y aparte de ser tierno, es un poco cansado.

—Esta bien… Pero será otro día en que vaya a continuar. Hasta ahora solo duerme, ¿Si?

Sin más remedio, Boruto había asentido con la cabeza la condición de la mujer. No era tanto, pero al menos si había seguridad de seguir con el mismo tema.

—Sobre esos seres… —le miró a su madre dudosamente— ¿Hay una posibilidad de encontrarse con uno?

—Boruto, no todos pueden verles a simple vista, ¿Y qué harías si tú vieras uno? —preguntó la mujer.

—Pues… Quisiera hacer amigo de ellos. Si es posible.

—¿Ser su amigo, dices? —preguntó Hinata con asombro.

—¡Si!

—Bueno… Eso sería un reto, pero no imposible. —dijo la Uzumaki mayor con una sonrisa— Eres un gran niño que lo serás. Solo es de esperar a que crezcas hehe… Buenas noches.

Ya marcaba el fin de la plática que habían tenido, lo que solo dió un pequeño beso en la frente del niño hasta dejarlo cómodamente en sus cómodas sábanas.

No tardó ni mucho tiempo para quedar en completa soledad el niño, mientras permanecía en un pequeño silencio hasta decidir ya sumergirse en el profundo sueño que le daba la llegada del fin del día. Boruto se comenzó a cobijar mucho más despues de que haya pasado solo poco tiempo desde que su mamá se fue de su cuarto.

"Ser amigo de esos seres… hehe."

Miró al techo por última vez y acto seguido fue cerrando lentamente sus ojos hasta llegar a dejarse sumergir en el sueño.

"Me pregunto si los veré algún día…"

.

.

.

Continuará…

NOTA: Dado por bienvenido, aquí va comenzando una nueva historia que comenzaré a escribir.

Escribir este prólogo me dió muchos sentimientos encontrados al respecto de Boruto y Hinata que después se sabrá en el primer capítulo que ya voy avanzado. No tengo idea de cuando lo publicaré, pero es muy posible que la próxima semana máximo.👌 😌

Nos leemos hasta la próxima!

Sayo!