Advertencias: todos los personajes son propiedad intelectual de George R.R. Martin.
Little star
Le había enseñado a jugar. Al principio dejaba que ella le ganase, pues era su prometida y quería ser caballeroso y amable con ella, pero ahora Myrcella simplemente lo hacía mejor. Y aquello le hacía feliz.
Nunca había pensado en el amor o el matrimonio pero, pasando las tardes con su pequeña princesa, sentía que era su destino. Tan dulce y tan bonita, con los bucles de oro enmarcando su rostro perfecto. Incluso cuando la vio con la oreja cortada, seguía siendo hermosa, toda inocencia pese al brillo travieso en sus ojos claros. Sentía que la quería más que a su hermana, más que a su padre o a su madre lejana, su pequeña leona, toda sonrisas y tiernas palabras, su única amiga, su prometida, su amada. Y quería brillar para ella, como el sol de su emblema, hacerla feliz, construir sonrisas cómplices, que se quedase a su lado y cantase con su voz azucarada para él. Quería ser una pequeña estrella dentro de sus ojos, para poder estar junto a ella toda la vida y no perderla jamás.
