¡Hola! Bueno pues aqui vamos con un fic rapidito, es básicamente un pwp dividido en tres viñetas, que subiré a diario, las dos primeras son de 1.200 palabras la tercera algo más extensa, prometo que mi idea era que fuesen de la misma extensión, pero bueno... no ha podido ser. Como no sabemos si el viernes se acaba todo o no, (¡ay! ¡espero que los mayas se equivoquen!) quiero celebrarlo a mi modo, así que os dejo con estos chicos tan estupendos.


Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de copyright.

Título: Inexplicable

Rating: NC-17 (MA)

Género: Slash

Pairing: Draco Malfoy/Harry Potter

Resumen: Harry quiere creer que lo que siente por Draco es cosa de un hechizo; sin embargo, Draco piensa que todo es producto de la más absoluta lógica, simples reacciones físicas. En lo que los dos están de acuerdo es que lo que tienen se resume en una sola palabra: Inexplicable.

Advertencias: PWP. O sea que este fic contiene leguaje adulto y escenas de sexo explícito entre dos hombres, si eres sensible al tema, por favor no lo leas. No sigue el canon, así que las leves menciones de escenario igual no van a coincidir con los libros.

Beta: HermioneDrake

Dedicado a mis queridas Rohoshi y Lucy, porque sí, porque sin ellas la vida sería un rollo total, porque me aguantan mis neuras, mis momentos dramaqueen y porque si, porque las quiero mucho.


Embrujo

A veces se dice que esa cosa que parece estar devorándole la cordura es sólo un embrujo, mientras nota el corazón irle a mil se repite con tozudez que nada, nada puede ser de verdad. Jamás hubiese creído que de todos los habitantes del castillo, el único que conseguiría colársele bajo la piel hasta llenarlo todo sería Malfoy, Draco Malfoy. Pero la realidad es que no puede dejar de observarle.

A veces, se repite su nombre infinidad de ocasiones, intentando sin suerte, que ese misterio —sentir aquel apetito hechicero por alguien a quien debería rechazar por norma, porque sí, porque son ellos—, se solucione de alguna forma, la que sea, porque lo que no le entra en su cabeza de adolescente, con casi diecisiete, agobiado y perseguido pero, a pesar de todo, vivo, es que ese nombre que ha despreciado hasta el cansancio ahora coincida con quien le roba el sueño con más eficacia que el loco tenebroso. Porque si algo tiene claro Harry es que es incapaz de contener lo que le bulle en el pecho, sabe, sabe que en algún momento lo que vibra entre ambos va a explotar y todos podrán irse al diablo, porque nada, nada, le importa tanto como Draco, el maldito Draco Malfoy.

Mientras respira —con todas y cada una de esas putas inspiraciones—, paladea las palabras que conforman la identidad de ese personaje onírico; extraño y conocido, querido y detestado, tan pálido y tan jodidamente hermoso; sus ojos viajan por el espacio que les separa en el Gran Comedor y le contempla, con una fijeza que raya el fervor, le contempla porque no puede evitarlo, le contempla sin parpadear, porque es incapaz de hacer otra cosa que no sea mirar y mirar y mirar, deseándole hasta el dolor, casi deja de pensar mientras descubre que él le devuelve la mirada —todas y cada una de esas borrascosas miradas, santísima Circe—, con el mismo ardor que intuye arde en sus pupilas. Se atraganta de miedo, odio, hambre y lujuria y entonces hace eso que juró nunca iba a hacer, huye de Malfoy, del puñetero Draco Malfoy. Se encierra en el único espacio privado que se ha convertido en un refugio; cortinas cerradas, sábanas frías, el encantamiento de privacidad le permite suspirar de alivio. Entonces, libre y a solas, desgrana las silabas, las letras, cuenta las vocales, las deja rodar una y otra vez por su lengua, convertidas en un cántico que escapa de entre sus labios resecos...

D...R...A...C...O... Sin darse cuenta, tiene la mano dentro de los pantalones y esos fonemas, que se le antojan eróticos y tempestuosos se arremolinan creando la única imagen que ansía: cabello de un luminoso dorado, tan pálido como el platino, piel transparente, ojos grises... gime desesperado y le palpitan los huevos mientras su puño va por libre, arriba y abajo, la caricia es casi brutal a causa de la angustia que culebrea incitante por su cuerpo. D...R...A...C...O... Se detiene sólo lo bastante para bajarse aún más la ropa, tanta es su prisa que casi acaba cayéndose de la cama que ya está revuelta, llora de alivio al notar el frío aire bañándole la verga, su carne ya está húmeda y tan dura que le duele, el corazón es un sordo redoble en las venas, en las sienes, en las ingles. Sabe que sólo necesita cerrar los párpados y volver a musitar ese nombre D...R...A...C...O... y se correrá como un animal en celo, a veces lo hace, se deja llevar por ese juvenil e impaciente tormento, contorsionándose de gusto entre gritos roncos, manchando la cama y su mano. Nunca antes había estado tan caliente en su vida, nada, nada, no existe nada que apague el fuego que le carcome, mientras se corre fantaseando con Malfoy, ni el mismo Voldemort es capaz de eclipsar su obsesión. Pero esa noche quiere ir despacio, hace poco descubrió aquello —esa nueva manera de descender aún más en aquel íntimo abismo— y, desde entonces, le parece que se ha vaciado tantas veces que ya debería estar seco. Sin embargo, el preseminal que rezuma desde el glande encarnado desmiente eso. Gentil, retira la piel del prepucio y pasa las yemas por la sensible zona, luego baja con sosiego, casi no aprieta mientras se chupa dos dedos, la saliva cae en gruesos hilos por el dorso de la mano, hasta la muñeca; D...R...A...C...O... se imagina que no es él quien se lame con lascivia, apreciando el ligero regusto amargo que pervive en las yemas rugosas a causa del quidditch. Mientras se masturba, baja la palma empapada y descubre el ligero vello negro que le cubre los testículos, viaja aún más abajo, hasta la diminuta roseta que ya nota palpitar de viciosa anticipación. D...R...A...C...O... oh sí, sí, cierra los ojos, casi puede creerse que le tiene a su lado sobre el colchón, casi puede ver el modo en que esa tez translucida y perfecta se sonroja mientras le observa, desearía que estuviese allí, que le viese caer en aquel juego obsceno y maravilloso. El Niño de Oro con los muslos abiertos, con la polla en la mano y tres dedos encajados bien adentro en el culo, esperando, ansiado que sea Draco quien le doble las rodillas contra el pecho y le penetre, y le haga rogar y le diga todas esas cosas sucias que imagina sólo alguien como el Slytherin podrá pronunciar sin parecer chabacano. D...R...A...C...O... y su cuerpo arde, se consume y le palpita hasta la médula mientras su sexo encabritado escupe hilo tras hilo de espeso esperma que le mancha el cuello, el pecho, el vientre. Está sudando pese al frío que le rodea y jadea como si no hubiese bastante oxígeno en el universo, y tiembla y llora y ríe, mientras recorre despacio la piel mojada por el líquido viscoso. Entonces se lleva el índice a los labios y saca la lengua, degustar su semilla imaginando que es la de Draco casi le hace desear aullar por la insatisfacción, porque sabe que no puede evitar aquel deseo y sabe que es real, que no hay conjuro que le haga a uno soñar con atrapar a su enemigo a solas y rogarle que se lo folle, aunque sólo sea una vez, porque sabe que esa sola vez valdrá por todas esas ocasiones en las que ha intentado dejar de pensarle, porque sabe que nada valdrá más que echarle cojones y hacer algo, cualquier cosa.

A veces lo único que le apetece en el mundo es desaparecerse, olvidarle, dormir sin esos sueños llenos de labios suaves, dientes blancos en los pezones, de ojos de tormenta, de lengua, uñas, ropas arrancadas y besos. Sí, a veces quisiera pensar que todo es cosa de una maldición, porque si algo tiene claro Harry, es que va a morirse si eso que le consume no se hace realidad, porque tiene la certeza de que si no hace algo, va a volverse completamente loco. A veces quisiera pensar que esa cosa que le hace encogerse en medio de una cama húmeda y revuelta es parte de un embrujo, porque nada le había preparado para resistir la imperiosa necesidad de rogar a Draco Malfoy.


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