Disclaimer: Harry Potter y su mundo pertenecen a J.K.
Este fic participa en el minireto de diciembre para "La Copa de las Casas 2014-15" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
A lo muggle
— ¡Se pasa todo el día cacareándose de haber aprobado el examen de aparición!— Se quejaba Seamus tras pasar una mañana con su tía y su primo Fergus.
— Haz que se coma sus palabras aprobando en menos tiempo.— Le contestó Drew desde la cama.
— Ya, pero mientras seguirá recordándomelo cada vez que nos veamos.— Decía Seamus rodando los ojos.
— Dale algo en que pensar.— Sugirió su amigo de la infancia.
— ¿A qué te refieres?
— Una broma.— Se levantó de la cama con un brillo de diversión en sus ojos azules.
— Pero no podemos hacer magia.— Contestó Seamus fastidiado.
— Pensaba que en Gryffindor había grandes bromistas.— Le picó el de Inish.
— Y los hay, Fred y George eran los mejores.— Defendió el de Hogwarts a sus compañeros.
— Pero siempre utilizaban magia, ¿no?
— Sí, los efectos son más divertidos.
— Pero también te lo esperas más, las mejores bromas son las que se hacen sin magia, créeme.
Era el cumpleaños de su primo y había comida familiar por lo que Seamus aprovechó para realizar su maléfico plan.
Seamus había comprado queso de untar en el supermercado y le había dado con mucho cuidado la misma forma que tenía el desodorante. Con una espátula había sacado la pasta del envase y había puesto el queso en su lugar. Luego con unas pinzas y mucho asco cogió algunos de los pelos que había encima de la barra y los puso en el queso y lo cerró.
Seamus y Drew no se habían querido perder y habían acudido al bar al que iban Fergus y sus amigos.
Los chicos estuvieron esperando que ocurriera algo durante un buen rato sin saber qué iba a pasar. Se suponía que la broma tenía que haber terminado en la casa, pero el muy bobalicón no se había dado cuenta de se había puesto queso de untar en los sobacos.
Poco a poco sus amigos comenzaron a marcharse uno detrás de otro y tampoco tenía mucho éxito con las chicas. Se acercaron a Fergus para pedirle que les llevara a casa.Y notaron el olor agrio antes de acercarse demasiado a su primo.
Del bolsillo del pantalón de Fergus sobresalía su varita, que debía haber usado para no oler el pestazo que no sabía que soltaba. Los dos chicos se fueron del bar preguntándose cuanto tardaría en darse cuenta.
