Disclaimer: No me pertenece nada.
Final ALTERNATIVO de 'De la estrella'
No puedo dejar que me odies, hadita mandarina, asi que como no estamos de acuerdo en el 'very end' te hago este final para que cuando lleguemos a él te quedes con ésta versión más light y más benevolente con el rey de Eryn Lasgalen. Y sí, he sido muy muy benevolente con Thranduil... a cada párrafo he tenido que recordar la historia que me contaste de Oropher y de porqué Thranduil es tan... ostiable a veces XD Cuando lo termines me avisas y lo subo, para todas las que como tú adoráis al ada del principito (no lo voy a subir ya mujer porque el regalo es para ti mujer, algo de exclusividad no sé jajajaja!)
Ellas: Tres relatos cortos sobre elfas, mujeres y peredhil
ó Cuando Tolkien se volvió perezoso
1. Undómëarel.
¿Porqué estaba tan nervioso? Hacía demasiado que no veía a Undómëarel, la echaba de menos. Cada vez que se iba, el sol abandonaba con ella Eryn Lasgalen y un invierno frío se instalaba en su corazón. Los demás notaban su tristeza, su pesar, pero sus viajes al sur eran necesarios y él la alentaba a hacerlos. Ella le hacía mejor rey. Mejor elfo, y quería creer que mejor padre también.
Bajó a buen paso hasta la mismísima puerta de entrada para recibirla. Al mismísimo camino viejo habría bajado a buscarla, pero no se habría visto bien. Como no se ve bien un rey corriendo por los pasillos de su corte. Aminoró un poco el paso según llegaba. Aún no habían atravesado el puente de entrada, tenía tiempo. Se paró en medio de la esbelta estructura y esperó, para desconcierto de los guardias que no estaban acostumbrados.
La luz al fin había vuelto a su reino. Undómëarel bajó de la yegua plateada que montaba y tendió las riendas a Lalith. Ella sí que no había podido esperar a su madre y había resuelto en encontrarse con ella en los límites del reino. Aunque tenía el presentimiento de que en realidad se había adentrado hasta tierras de los beórnidas impaciente. Quería mucho a su nana y echaba mucho de menos a su hermano pero había accedido a quedarse en el bosque durante el último par de viajes, con la excusa de ayudarlo. Y él se dejaba ayudar. Necesitaba a su hija, con Lalith al lado la espera se hacía menos insoportable. Ya desde pequeña apuntaba maneras. Todo lo que había querido para ella era una infancia feliz, lejos de preocupaciones... pero ella se empeñaba en llevarle la contraria. Quería ayudarlo en todo, incluso en los consejos y audiencias del reino, cuando aún era llamado el Bosque Verde. Y gracias a éso había llegado a ser única de sus hijos en conocer bien el bosque, sus gentes y sus preocupaciones. Lalith era capaz de llevar el reino por ella misma si se lo proponía, no como sus hermanos que egoístamente habían dejado de lado su hogar. Ella había sobrepasado sus expectativas, y se consideraba bastante duro al respecto.
Su mujer caminó hacia él mostrando su gran sonrisa radiante durante todo el tiempo que duró su trayecto por el puente. Una vez estuvieron al fin uno frente al otro, retiró la parte de la capa que ocultaba parte de su bello rostro y le abrazó.
-Gwannas lû and bereth vell nín (It has been too long my beloved queen) Lend and? (Long journey?)
La única contestación que obtuvo de ella fue el largo y cálido beso que llevaba demasiado tiempo en espera. No pudo contenerse y la abrazó con más fuerza. Siempre era lo mismo. El dolor de su partida sólo lo compensaba la alegría de su regreso.
-Den iston (I think so), meleth nín.
-¡Entrad y festejad todos! ¡Las estrellas brillarán con más fuerza esta noche, pues al fin la reina ha vuelto a nuestro hogar!
Caminaron juntos, sentirla tan cerca de nuevo lo llenaba de dicha. La acompañó a la alcoba, pues ya había dispuesto todo para la cena de bienvenida y no tenía sentido andar deambulando por los pasillos durante la espera. De hecho ya había esperado demasiado. Cerró la puerta tras él y retiró su capa, cortesmente, dejándola sobre la cama. A cambio ella hundió los dedos en su pelo y tomó la corona en sus manos. Sintió como a medida que ella la levantaba las preocupaciones se iban y el peso sobre sus hombros se aligeraba.
Tras dejarla en una mesita volvió con él y lo abrazó de nuevo.
-Supuse que llegarías cansada y ordené que te prepararan un baño reparador, meleth nín- ella rio y preguntó divertida si en verdad pensaba que engañaba a alguien. Se quitó la ropa muy despacio, pues el cansancio de montar durante tanto tiempo empezaba a manifestarse, dejándola sobre el diván, y se paró frente a él totalmente desnuda. Tal vez en otra situación se habría parado a pensar en la belleza de su mujer, o esa atracción que irradiaba que lo hacía mantener los ojos fijos en ella. Pero lo único que se le pasaba por la cabeza era cómo podía aliviarla en algún modo.
-Gracias- lo besó y aún riendo dijo que reconocía su mano en la preparación. Se metió al agua despreocupada, mientras él se apuraba en quedarse en mangas de camisa. Le había arrancado una sonrisa. Acercó el divan a la tina para poder estar más cerca, y se sentó tan pegado que con un solo chapoteo de ella le habría calado entero. Undómëarel le pidió que se uniera a ella, pero declinó la oferta. Parecía estar añ borde del sueño. Cerró entonces los ojos y él permaneció en silencio un buen rato, mirándola. Como todas las veces anteriores se sorprendió jurándose a si mismo que no la volvería a dejar marchar. Nunca.
-¿No vas a preguntarme?-Tomó su mano y depositó un tímido beso en la punta de sus dedos.
-Esperaba a que te encontraras cómoda únicamente. Confío en que tengas largos relatos para contarme, no me perdonaría causarte aún más cansancio, o alguna molestia.
-Tengo un regalo para tí meleth nín- se acercó a los ropajes del divan y sacó un pliego de uno de los bolsillos. Se lo tendió con cuidado de no mojarlo. Sólo había una palabra, una traducción más bien, porque el nombre no existía en su idioma, pero lo habían adaptado a él. Leah, ponía, garabateado de forma descuidada pero con espléndida ortografía- Nuestra Anarinya ya sabe escribir. Dentro de poco nos mandará misivas más largas que los manifiestos del reino.
-Y no me importará leerlos en absoluto... Parece muy despierta- contestó sin poder apenas apartar la vista de su regalo, con una gran sonrisa en la cara que no se molestó en ocultar. A Undómëarel no tenía porque mentirla, era su cómplice en todo- y lista, la ortografía es impecable. Cierto es que tan solo son unas letras, pero con un poco de práctica podría igualar a la de Lalith.
-Sí que lo es, lista como un ratoncillo. Y preciosa. El cabello ya le ha crecido bastante, y como adivinábamos es igual de indómito que el de su madre... no hay manera de domarlo. Salvo con trenzas, la encantan las trenzas... medio Ithilien acabará con ellas, ya verás.
-Medio Ithilien menos Arya-Sonrió. No aprobaba la rebeldía de la chica, pero era su nieta. Y con sus travesuras le hacía reír tanto...
-Menos Arya. Pero es que ella salió más a Lady Angie. Ya sabes que lo único que sacó de Legolas son sus ojos claros, del color del mar. Bueno, no sólo en éso. Recién le he descubierto algo más en lo que se parece tanto a él como a ti, meleth nín, porque el gesto ése que hacéis al enfadaros ella también lo tiene.
-La guardaré, no me perdonaría que se estropease con el agua- Se levantó y buscó en uno de los armarios la caja dorada. Seguía al lado de la plateada, justo donde la había dejado. Sus mayores tesoros. Abrió la tapa de la caja intentando no mirar si quiera la otra, pues los recuerdos de Taranthelas aún le atormentaban. Dejó la nota en la parte superior, junto con la pluma de la primera flecha que su hijo había logrado hacer volar, una escama de su uniforme de la Guardia Real ya raída por el paso del tiempo... el pañuelo de Undómëarel manchado de sangre y algo de tierra, que tras limpiarle la rodilla a su nieto le había regalado... un mechón del cabello dorado como el sol de la pequeña Anarinya, una cuerda rota con la que Ára intentaba cazar conejos y una flautilla pequeña echa con lo que parecía el tallo de un junco grueso. Apenas sonaba pero era su recuerdo favorito. Arya se la había dado a Undómëarel con el propósito específico de entregársela a él. Linde era la única que había mostrado algún interés en conocerle, al menos por lo que él sabía. Se recompuso como pudo. No podía esconderle a ella el dolor, pero al menos sí la envidia que le causaba verla formar parte de sus vidas de ésa manera- Pero cuéntame más ¿Cómo está la pequeña Ára, nuestro rayito de anor?
-Deberías llamarla Aurora, meleth nín- Se sentó de nuevo en el diván.
-¿Es su nombre no? ¿A que vino sino ponerles un nombre élfico si no lo usan? Además, por lo que tengo entendido a ella le gusta más Ára...
-Como quieras...- le concedió la victoria únicamente porque no quería discutir tan pronto- pues está muchísimo más alta que la última vez que la vi. Y más espabilada. Me pidió que en mi próxima visita la llevara una espada de verdad, por lo visto sólo la dejan practicar con palos...
-Y Lalith se quejaba porque sus espadas eran todas romas y ninguna estaba afilada-Rieron. El hablar de sus nietos les traían a la mente recuerdos de cuando sus hijos no levantaban aún dos palmos del suelo, de una época más feliz, una en la que aún los necesitaban. De todo lo que había logrado, todo lo que habían conseguido juntos, sus hijos eran de lo que más orgulloso estaba- Y... ¿nuestro hijo?
-Levanta- Undómëarel se puso en pie en la tina, haciéndole pensar que ya había acabado. Se levantó como ella le había ordenado y le acercó algo con lo que secarse. Le miró divertida mientras le quitaba con cuidado la camisa de hilo- Tenemos la grandísima suerte de contar con la tina más grande de todo Eryn Lasgalen... pero no quieres compartirla conmigo...
-Undóm...
-Shh, aran vuin nín (my beloved king), me obligas al vil chantaje pues no he de hablar por más que me preguntes hasta que te unas a mi. La besó suavemente en los labios pero ella se apartó, ocupada como estaba desatando de su cintura las tiras de cuero del pantalón
-Mibo nín! (Kiss me)- la ordenó entre risas. Undómëarel arqueó una ceja y él tuvo que relajar su petición- Mibo nín, meleth nín...
Undómëarel buscó algo en su mirada triste, y debió de encontrarlo porque respondió a su ruego con un beso dulce. Cedió finalmente y se sentó con ella en el agua tibia.
-¿Contenta?
-Mucho- se sentó sobre sus piernas, a pesar de que como ella misma había observado había sitio de sobra. Entrecruzó los dedos con los suyos antes de decidirse a responder- Su mujer goza de buena salud y le da muchos hijos y alegrías, no pide más a la vida. Pero sigue habiendo un hueco en su corazón, lo sabes. El odio de Legolas es menor que el de su hermano, y el tiempo y las buenas palabras de Lady Angie ablandarán su corazón.
-¿Las buenas palabras de Lady Angie?¿quién te lo ha dicho?¿ella?
-No, nuestro hijo. Intenta poner paz Thranduil.
-¿Porqué habría ella de hacer eso, siendo como es la causa?
-¿Después de tanto tiempo aún eres incapaz de verlo? Lo ama de veras meleth nín. Y además creo que se siente frustrada con ésta situación. Su padre abandonó su familia cuando era ella muy pequeña, con lo que habiendo sufrido tanto le deben parecer innecesarias riñas tontas las vuestras. Al menos os tenéis el uno al otro Thranduil. Y bien sabes que la única mácula en la felicidad de nuestro hijo siempre ha sido ése hueco.
-¿Y mi hueco Undómëarel?¿Qué he de hacer yo con el que él deje en mi corazón cuando se vaya?
-Ya se ha ido, le dejaste ir hace mucho tiempo- Se incorporó un poco, acercándose aún más a él- Tus ojos te traicionan Thranduil. Temes que se transforme en el cráter de desolación que ha acabado siendo Taranthelas en tu corazón. Pero no son iguales. Aprovecha que aún puedes verle, y guarda la angustia para cuando en verdad hayas de echarle de menos.
-Mi hijo me odia, mîlen (= meleth nín). No es algo que se solucione a la ligera-Rio desconcertándolo
-No me mires así, me río porque eres muy tremendista. Nuestro hijo te odió, es cierto. También lo es que tu falta fue grave, pero los motivos de ella fueron nobles, algunos al menos. Hay algo que no te conté de uno de mis primeros viajes a Ithilien del Sur, una conversación que tuve con Legolas. Su reino aún no estaba bien consolidado, sigue sin estarlo de hecho.
-Bueno Gondolin no se construyó en una semana...
-Lo sé- Sonrió- Lo recuerdo como si fuera ayer mismo. Ahí estaba yo, con mi preciosa nietecita en los brazos, acunándola. Lady Angie aún se encontraba en cama, pues fue un alumbramiento dificil al tratarse del primero, y más aún sin estar preparada ni prevenida para lo que las mujeres de nuestra raza hacemos con naturalidad... fue algo exhausto para ella. Nuestro hijo andaba ocupado preparando algo de comer, pero debió conmoverse al vernos. Notándolo nervioso le abracé. Pensé que al igual que su ada se había emocionado tanto con el nacimiento que no era capaz de asimilarlo todo de golpe.
-¿Y no era así?
-Estaba aterrado meleth nín. Sabes que a Legolas nunca le ha temblado el pulso, ni le han faltado las fuerzas al agarrar la espada. Pero aquel bebé, con sus orejitas, le había abierto los ojos. Si elegía nuestro camino no podría protegerlo. Me rogó que velara por Arya, y por sus hermanos después.
-Como si no lo fuéramos a hacer de todas maneras... son nuestros nietos, Undómëarel... ¿de verdad pensaba Legolas que no cuidaríamos de ellos?
-Creo que le alegraría escuchar lo que acabas de decir, porque precisamente su mayor temor eras tú. Me pidió que los protegiera de ti. Temía que al no estar él, tomaras venganza en sus hijos.
-Mentiría si dijera que me sorprende. Sabes que nunca haría algo así, pero no puedo culparle si yo mismo le ayudé a forjar ésa opinión.
-Podrías aplicarte ésa benevolencia Thranduil, pues tú también le temes guren (my heart).
-Temo que nunca me perdone, sí...
-Y temes verlo de nuevo y soportar su desprecio, porque no crees ser capaz de devolvérselo. Es tu hijo, a pesar de las traiciones, de las elecciones que no son de tu gusto, de que nos abandonara como lo hizo.
-Ves mi alma y la conoces mejor que yo mismo meleth nín...
-Demasiados años de práctica, my love- Undómëarel le besó de nuevo y abrazados esperaron la hora de la cena y la celebración, a la luz de ithil y de las inmemoriables estrellas.
ARYA=ARIA: It. 'song, melody'; linde "song, tune", so Linde itself
AURORA (f.) - Latin 'dawn'; ára, amaurea "dawn", thus Ára itself or Áre or Amaurea_ Ara (sind de ára)+ -ast (lisht or heat of sun): Arast
Anarinya: my sun Q
Mîlen: Sintaxis propia: mîl (love)+ -en (my)
