Dormir contigo
De Tinta Roja
"Because to sleep next to you, Rudy, is to be free..."He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.
"La noche en la isla", Pablo Neruda
Esa noche había roto su rutina: cuando abrió los ojos estaba abrazado a ella. Una y otra vez, Albert se vio llevando mujeres a su cama y una vez terminaba el acto sexual -con mucho tacto y con un arsenal de excusas que tenía debajo de la manga- las despedía y no volvía a saber de ellas.
Porque dormir solo, para él, era más importante que el sexo mismo. Por su vida, habían pasado tantas y tantos nombres que optaba por no memorizar. Siempre fue un solitario, lo cual muchos confundían conque era antisocial. Quedarse huérfano a temprana edad lo encerró en un mundo donde su única compañía lo era su mascota Pupé. La prefería antes de tener una mujer que fuera quisquillosa, demandante, neurótica y posesiva. Él amaba la libertad y por eso se consideraba un ser libre.
Se consideraba también un ser altamente sexual, por lo que atendía esa necesidad como un deber u obligación. Conocer a una mujer nueva y llevársela esa noche a la cama requería una habilidad que había logrado dominar desde temprana edad. Hubo ocasiones en las que simplemente por afición -casi deportiva- salía de noche a los bares a practicar los métodos de conquista, sin llevársela consigo, ya que el cansancio lo dominaba y quería dormir cómodamente en su colchón.
En el plano sentimental, siempre estuvo enamorado de Candy, pero respetó el amor infantil que sintió por Anthony y, más adelante, el amor juvenil por Terry. Su posición de benefactor o padre adoptivo lo mantuvo cauto en demostrar cuánto la amaba. No se perdonaría utilizar esto a su favor para conquistarla, no era ese tipo de hombre.
Así que, aquella noche en la que coincidieron en la mansión para celebrar el cumpleaños de la tía abuela Elroy, Albert le convidó a Candy una copa de vino. Hablaron de muchas cosas: del trabajo, de la familia, de los negocios de Albert, de Pupé y de Klin... ¡Hasta de Terry hablaron esa noche! Y así, las copas se vaciaban y se llenaban una y otra vez. Y el seductor que había dentro de Albert salió. Le sostuvo la mirada por primera vez y ella respondió de la misma forma. Ambos reaccionaron de igual manera: las sonrisas en sus labios hablaban un lenguaje pícaro, un lenguaje que hablaba de deseo y amor. Pues la rubia también se sentía atraída a él, pero jamás quiso hacer un acercamiento por miedo al rechazo.
Con el corazón acelerado, Albert se acercó a ella dispuesto a jugársela esta noche por ella. Y sus labios se unieron en una desesperada y un tanto caducada búsqueda. La respiración se tornó agitada y los cuerpos demandaban calor y atención del otro. El vino le dio valentía al joven y éste se levantó, le tomó la mano y se la llevó a su habitación.
Por la mañana, los primeros rayos del sol despertaron al rubio millonario. Cuando abrió los ojos, se vio entre muchos rizos dorados que se confundían con el vago brillo del sol que se colaba por la ventana. Sus brazos rodeaban el cuerpo de ella y cuando se dio cuenta que esa noche había pasado por alto su rutina, la apretó contra su cuerpo con más fuerza y suspiró como si se hubiera exorcisado de sí mismo. Ya no sería un preso más de sus propias exigencias, sino que ahora era libre para dormir sin ataduras con la mujer por la que valía la pena despojarse todos sus demonios internos.
FIN
