Ni siquiera recuerdo que era lo que hacia despierto.
Lo único que me mantiene distraído es el acompasado ritmo de su respiración, la expansión de su pecho que alguna vez me había refugiado y la sensación de calidez corporal.
Hermanos, son hermanos! Fueron quizás las últimas palabras que mi madre había pronunciado. Tiene razón, somos hermanos, a lo largo del día, a la hora de la merienda e incluso en los atardeceres. Pero no en ese momento, mutamos a seres desconocidos con las mas básicas y prehistóricas necesidades.
Los demás no importan, las reglas no importan, la sangre, no importa.
Yo lo se, el lo sabe, e incluso, tu lo sabes madre.
Quizás tu fuiste la culpable, tu intento -vano e infantil- de alejarnos simplemente nos había unido, si tan solo hubiéramos estado juntos, si realmente hubiéramos estado juntos, nos repudiaríamos y escupiríamos sobre nuestros rostros.
Pero no es así. Nunca lo será.
Noto su cuerpo moverse un poco, tus cálidos besos cubren mi frente, acercas mi cuerpo al tuyo, sin vergüenza, sin pudor.
A la vista de los demás, tus manos serian mundanas, obscenas, pero para mi son la mejor parte de el día.
-Rab- una y otra vez.
Una y otra vez soy obligado a suspirar, jadear y arquear un poco la espalda.
Pareciera que estuvieras con cualquiera y no conmigo.
Hace ya un tiempo que no eres igual, no me miras igual, no te diriges a mi de la misma manera, no me tocas de la misma manera.
Acaso finalmente cayo sobre ti la moral, acaso es eso, Rab.
Continuas durmiendo, mas tranquilo o mas perturbado, no tengo idea.
Lo único que se es que continuare despierto, observando tu respiración, tu caja torácica y la frialdad en tu rostro.
Beso tu pecho, tu cuello y me refugio en tu costado.
Entonces cae sobre mi algo peor que el despertar de mi moral, peor incluso, que un castigo divino.
Me doy cuenta que ya no te amo.
Todo pertenece a J.K. Rowling.
Ningún personaje me pertenece.
