Capítulo I "Mujer misteriosa"
En una galaxia lejana, una nave cazadora se encontraba en movimiento sin rumbo fijo al parecer, su piloto estaba descansando de alguna misión concluida satisfactoriamente, aunque estuviese agotada de lo peor, pues a pesar de ser una excelente guerrera, esta vez se sobre paso con ella misma pues tenía meses que no dormía mas que si acaso una hora y eso era mucho decir, añadiendo también que fue una caza bastante pesada.
Aunque optimista o burlona de ella misma sonreía al terminar de escanear su cuerpo para ver el daño en el —eso me pasa por ser tan atrabancada—
Y al parecer no era la única en mal estado pues su nave hacia ruidos extraños en ratos y se tambaleaba erráticamente, quizá era por la huida tan brusca de aquel planeta en donde se efectuaba la misión y varios cañones de algún tipo de rayo le hicieran un daño bastante fuerte del cual apenas viene percatándose.
—Perfecto cazadora, necesitas reparaciones… ¡Demonios! — apretaba los dientes insatisfecha, buscando en el radar algún planeta en donde poner en marcha el auto reparador de la nave pero —Estoy muy lejos de algún lugar tranquilo donde hacer esto…— frustrada y con la pesadez que sentía en el cuerpo no la ayudaban a pensar del todo bien hasta que prefirió usar algún rastreador automático que la llevara hasta ese lugar que quería, "tranquila" por así decirlo, se acomodó en su lugar sin aun quitarse su armadura espacial cerrando sus ojos un rato —No creo que pase algo si cierro los ojos un momento….—
Pero se quedó profundamente dormida mientras la nave, más dañada de lo que pensaba se tambaleaba cada vez más y con una coordenada nueva fijada en su mapa acercándose a una velocidad peligrosa hacia allá…
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—¡Ah! Ahí va otra— La voz sorpresiva de una joven mujer se escucha por toda su habitación, la cual recargada en una ventana se encontraba mirando el enorme cielo nocturno iluminada por centellares de brillantes estrellas, una brisa leve se hace sentir en ratos moviendo sus castaños cabellos, su rostro fascinado pero pensativo a la vez, el cargo de princesa últimamente la tenía muy agobiada, desde aquel ataque de Zant al reino y su nuevo título de Reina le han llenado de cargas pesadas, tanto políticas como sociales que si antes tenía y le pesaban, pues la ausencia de sus padres a temprana edad la demandaban a estar en todo, esta vez mas como Reina del reino lo era aún más. Quizá no debía quejarse, quizá solo debía poner todo en orden en su cabeza, pero eso llevaría tiempo y tratar de relajarse más; solo ahora quería distraerse viendo estrellas fugaces mientras puede…—Podría estar aquí por siempre…— susurro mientras apoyaba su mano en su mejilla, pero su tranquilidad seria perturbada por el llamado a su puerta
—Princesa, puedo pasar—
La joven dio un sobre salto y aclarando un poco su garganta sin despegarse de la ventana contesto suavemente haciendo que esta entrara cargada de ropa doblada.
—Princesa, ¿Aun despierta? Ya es hora de dormir ¿no le parece? —
La doncella se dirigió al guarda ropa y comenzó a acomodar todo lo que traía, la princesa solo ocultaba más su cabeza en sus brazos perdiendo la vista al paisaje de afuera.
—Majestad, recuerde que mañana tiene una importante fiesta y debe verse fresca y descansada—
La princesa resoplo para sí recordando aquel evento tan "importante" —Solo será una reunión con algunas personas importantes de Hyrule, nada de que emocionarse realmente— suspiro profundamente con enfado y susurro muy por debajo —Otra aburrida reunión—
—Bueno, como usted diga princesa, pero debe admitir que es una fiesta muy esperada pues todo el mundo sabe que en la reunión se prepara parte de la…—
Pero fue interrumpida por la princesa — de la Fiesta de Verano, lo sé— se volteo a verla mientras sonreía con nostalgia —me encanta preparar esa festividad, me recuerda cuando mama estaba…— la habitación se llenó de un leve silencio, pero su doncella comprendió regalándole una bondadosa sonrisa —Ese es el espíritu princesa, pero no se ponga triste, sé qué hará un magnífico trabajo como siempre— dicho eso hizo una pequeña reverencia antes de marcharse —Que tenga una buena noche majestad—
La puerta se cerró y una vez más quedo sola, volviendo a sus pensamientos y abrazándose mirando a su alrededor —sí, mañana la "gran reunión" … ¿porque soy la única que cree innecesario todo este alboroto?, digo lo verdadero importante es en una semana, la Fiesta de Verano…
Su mirada se volvió a posar en la ventana mirando una última vez a ese cielo que la tenía cautivada esa noche —Quizá porque todos son ancianos que alardean de su poder político y de sus petulantes pretendientes que tienen para mi…— un escalofrió horrido junto a una mueca de desagrado total le dieron al recordar lo de cada año.
—¡Ah!, ¿Por qué no entienden que no me interesa aun todo eso? Doy gracias a las Diosas que no debo casarme necesariamente para ser coronada como Reina…— Su mirada rápidamente se fijó en unas cuantas estrellas fugaces en el oscuro cielo de Hyrule suspirando una vez más —Quizá ya deba dormir y esperar a que mañana sea un día de lo más tolerable—
Se encamino a su cama y mientras se acostaba apagaba su quinqué —Solo espero que pase el día rápido…— Acomodándose mas en su cama cerraba los ojos la joven princesa cayendo de poco en un profundo y agradable sueño libre de todo pesar…
El Sol estaba en su pleno apogeo, cubriendo todo el basto reino de Hyrule hasta más allá donde tu vista llegaba, hasta en aquel castillo de la realeza que el día de hoy estaba de lo más concurrido, teniendo a la ciudadela y sus alrededores conmocionados con preparativos y demás, todos estaban felices excepto una persona…
El día no pudo comenzar mejor, ajetreado para variar en el gran castillo de Hyrule, todos corrían de un lugar a otro, acomodando las mesas en el gran salón, chefs preparando un enorme banquete para los invitados, los jardineros decoraban con ingenio los enormes patios frontales dándole vida con las flores de la temporada, los guardias que se encontraban por todas partes en mayor número que otras veces y las doncellas de la princesa se encontraban por terminar de vestirla para la ocasión
—Princesa, ¡ha quedado deslumbrante! — eso y más comentaban, pero Zelda no estaba muy emocionada, ella prefería estar en otro lugar que ahí en la mentada reunión, pero no tenia de otra más que asistir como buena soberana que debía ser y tragarse todo eso que sentía, esos impulsos de irse muy lejos, y claro una vez que bajo a la gran sala donde toda la gente estaba reunida ahí en sus trajes de mejor porte llegando a saludar a la princesa. Paso un rato y ya estaba harta de adulaciones que sentía en parte o falsas o con cierto tono de picardía que no le gustaba del todo…
—Majestad, usted está más hermosa en cada visita que damos al castillo— halagaba uno de los nobles del reino a la joven princesa, la cual solo se molestaba en agradecer entre dientes y tratar de alejarse para saludar a sus "queridos" invitados.
—S-si muchas gracias Lord, es un placer tenerlo aquí— rápidamente se escabullo entre la multitud queriendo llegar a un lugar más apartado, sentía de alguna manera que el tiempo pasaba muy lento, ¡demasiado!
Cuando por fin llego a una parte un poco menos concurrida respiro con profundidad queriendo tranquilizarse un poco y tratar de volver sin verse molesta o con sobresaltos.
—¿Por qué esa cara princesa? —
La gobernante se alarmo al oír esa voz, no miraba a nadie cerca que dijera eso, o eso pensaba.
—Por aquí— volvió a hablar aquella misteriosa persona, al voltear se sintió aliviada y con un poco de confianza se acercó a él.
—Es usted, joven Link—
Por un momento en su mente se cruzó la idea de que el no estaría aquí en la reunión, pero recordó con torpeza que al ser el héroe de Hyrule también había sido invitado a tal acontecimiento, y pues no era de esperase pues los sucesos de sus acciones llenas de valor habían ocurrido hacia muy poco tiempo si acaso unos meses atrás y el no tenerlo de invitado sería un castigo grave…y más por sus admiradoras que tenía en todas partes.
—Princesa, le pregunte que por que tenía esa cara—
Indago una vez más el joven héroe, Zelda lo miro y no pudo evitar sonrojarse, era cierto que ella sentía cierta atracción por así decirlo por él, pues la había salvado y el pasar días con el después de esos sucesos le había agradado su compañía aunque ella no estaba segura de esos sentimientos pues nunca en su vida se había enamorado aun que había cierta sensación de que el quizá no le corresponda de igual manera y la vea como solo la Reina o quizá solo una buena amiga, pero eso no quitaba la razón del por qué su cuerpo la delataba con ese tenue sonrojo en sus pálidas mejillas.
—J-joven Link, ¿yo?, ¿Cuál cara? — preguntaba incrédula, pero Link de forma un poco burlona sonreía
—¡Esa!, está muy seria. Más de lo común realmente— coloco su mano en su barbilla analizando esto, esto último obviamente la molesto un poco, ¿seria…ella? ¡Eso es imposible!
—No sé a qué se refiere. Es mi cara de siempre— Dicho esto se cruzó de brazos volteando levemente a otro lado, no quería que el héroe la mirara así de ruborizada, pero era demasiado tarde, él ya la había visto y acercándose a ella coloco un brazo alrededor de ella y con el otro picoteaba las mejillas de su Majestad.
—Eso es mentira, usted no es tan seria— lo decía aun en tono burlón, la princesa rendida ante a su encanto le dijo tímidamente aprovechando el momento —umm, disculpe joven Link, pensaba que si, tal vez usted podría…¿Cómo decirlo? Tal vez usted y y-yo podríamos salir de…umm…—
Pero en ese preciso instante dos chicas se les acercaron tomando y jalando la mano del joven héroe diciendo que eran sus admiradoras y querían que viniese con ellas a presentarles a unos cuantos invitados, el joven héroe le sonrió a la princesa soltándola del abrazo mientras era arrastrado cada vez más hacia la multitud perdiéndose hasta ya no verlo entre el mar de gente.
La princesa bajo la mirada un poco triste mientras se regañaba entre dientes, se regañaba al pensar de esa manera de él —El solo te salvo por que así lo quisieron las Diosas y hasta ahí—
Lentamente la joven gobernante se alejó más del lugar hasta llegar a un pasillo solitario, acercándose a una de las ventanas observando el firmamento tan azul y limpio, haciendo suspirar a la joven. Sus ojos alcanzaban a ver la enorme e imponente Montaña de la Muerte humeante como siempre; el lago Hylia apenas y se alcanzaba a ver bien, los bosques del sur ese verde inconfundible, la región de Ordona; esa estrella fugaz, el enorme puente de Eldin y su… ¡Estrella fugaz!
No, no es posible ver eso a plena luz del Sol —¡¿Pero qué rayos es eso?!— se preguntó por fin mortificada, no podía creerlo ¿A caso eso posible tal fenómeno en plena luz del día?
Al verlo por más tiempo se dio cuenta que era algo en llamas, humeante que estaba acercándose a bastante velocidad a punto de caer cerca del castillo, apenas parpadeo un par de veces sin despegar su vista del objeto y fue ahí cuando cayó estrellándose contra el suelo, y claro está, estremeciendo toda la región de Lanayru y sus allegadas, resonando con mucha fuerza en el castillo.
Todos los invitados, ante tal sacudida, gritaron llenos de pánico, corriendo de un lugar a otro, el lugar era un verdadero caos. Zelda seguía perpleja por lo acontecido, pero uno de los guardias le llamo con urgencia
—Majestad ¿Qué debemos hacer con los invitados? Están muy histéricos—
La princesa volviendo en si respondió seriamente —Cierren las puertas, no dejen que nadie salga del castillo, no sabemos que cayó a la tierra. Puede ser peligroso si salen ahora—
Los soldados se miraban confundidos, pero la princesa con un tono amable pero firme los relajo
—No se preocupen, todo esto se solucionará, solo hagan lo que les dije, yo calmare a todo el mundo—
Y llenos de valor por aquellas palabras corrieron a realizar la tarea, mientras la gobernante se dirigía hacia la sala y hablaba con sus invitados.
—Nobles invitados— hablo de manera firme y tranquila —No hay que temer, aquí en el castillo están más seguros. Hasta que no sepamos el origen del sismo no podemos dejarlos salir, les ruego tengan calma—
Finalizando su discurso, los invitados se trataron de calmar al ver a la joven mujer dirigirse con tanta seguridad, aunque ella realmente por dentro estaba aún más preocupada por ese objeto que cayó desde el cielo. Pero su preocupación no duro mucho, uno de los guardias de la puerta Sur, corrió hasta el elegante trono donde se encontraba la princesa
—Princesa Zelda, el objeto se estrelló en el lado sur de la ciudadela, no podemos acercarnos ya que está demasiado caliente ¿Q-que debemos hacer su majestad? —
Zelda se quedó pensando un momento y de manera decidida contesto
—Iré a ver—
Los soldados de alrededor de ella se sorprendieron y rápidamente trataron de impedir aquella precipitada acción.
—P-p-pero princesa, es muy peligroso. Deje que nos encarguemos de esto—
—Dije que iré a verlo. Soy su soberana y debo pensar en la seguridad de todos antes que la mía—
Y una vez más los guardias se lo impidieron —No princesa, también es nuestro deber protegerla—
Pero Zelda insistió e insistió —Es una orden, además me acompañaran. No pasara nada malo—
Los protectores hombres se miraban entre si preocupados, pero al final accedieron a tal petición —Está bien, princesa, pero no haga nada peligroso—
La princesa sonrió feliz y rápidamente se dirigieron a los establos por los mejores caballos —¿Le avisamos al gran Héroe, Majestad? — pero esta pensó un poco recordando lo que paso hacia un rato y respondió un poco molesta
—¡No!, debe estar muy ocupado— haciendo énfasis en "muy" y aunque nadie comprendía el porqué de su respuesta, pero no había tiempo que esperar, tenían que llegar al lugar del impacto.
Los guardias se sentían llenos de temor y angustia, pero Zelda no, ella estaba curiosa y llena de asombro, no podía esperar a llegar.
El lugar estaba repleto de soldados protegiendo el área, sabían que la princesa llegaría y así fue, el capitán de la guardia lo recibió informando inmediatamente lo sucedido, pero Zelda solo no podía dejar de ver aquel objeto inmenso de color naranja rojizo, lleno de humo espeso y negro, enterrado en el suelo…
—¿Me escucho majestad? —
Zelda solo asintió con la cabeza vagamente acercándose poco a poco al objeto, analizándolo con la mirada tratando de comprender todo esto que pasaba, cuando por fin se acercó lo suficiente levanto su mano para tratar de tocar una parte del extraño objeto, lentamente como si tuviese miedo al mismo tiempo acerco su mano alcanzando a tocar la superficie con sus yemas
—Aún está caliente…— susurro para ella tratando de tocarla con toda la mano, aunque ella estaba un poco tranquila al tocar el inmenso pedazo de metal, el capitán de la guardia estaba que se lo comían los nervios dando saltos y gruñidos al ver cada acción que hacia la princesa al objeto pues tenía miedo que le pasara algo y toda la responsabilidad caía en él, y a pesar de que los guardias lo trataban de calmar era inútil pues se alteraba más.
— ¡Princesa! ¡Le dije que no lo tocara! — exclamaba el pobre capitán con los pelos de punta, pero Zelda que estaba tan ensimismada con su "investigación" ni siquiera tomaba en cuenta lo preocupado que estaban todos preguntando sin chistar
— ¿Ya subieron a revisar? —
—No princesa, aun es peligroso, pero… ¡¿QUÈ HACE?!—
Y sin esperar respuesta trato de escalar por uno de los lados del inmenso objeto, el capitán se dio cuenta, solo había desviado la mirada uno segundos y ella ya estaba casi arriba del todo. Todo el lugar estaba con los nervios al tope por la seguridad de su soberana.
—Eso definitivamente no es una roca…—Se decía al inspeccionar más a detalle la parte de arriba —¿Qué será?... parece algún tipo de metal brillante…pero…—
Trato de agacharse para ver más de cerca y palparlo, pero los gritos del capitán se hacían oír por toda la llanura de Hyrule
—¡PRINCESA!, ¡SE CAERA, YA BAJESE! —
Pero la testaruda chica se limitaba a contestar sin despegar ni un momento los ojos del objeto
—¡Estoy bien capitán! —
Todos no bajaban la mirada en la princesa, ya que, si en caso de algo debían estar atentos a cualquier movimiento en falso o externo, aunque el capitán estaba de lo más nervioso y molesto —Que testaruda es esa niña—
Replico entre dientes, pero para su infortunio lo escucho la princesa desde las alturas
—¿Qué dijo capitán? —
—¡Que se baje! —
—Ya le dije que…no…— algo detuvo a la princesa, se percató que frente a ella había una extraña figura hexagonal gris, se agacho más para poder apreciarla más tocándola por todas las partes posibles y así de repente se escucha un ruido extraño, haciendo que abriera algo.
La princesa soltó un grito por la sorpresa de su descubrimiento, el capitán y los demás soldados no evitaron ver aquella escena y haciendo que su preocupación aumentara.
—¡Princesa! ¿Todo en orden? —
El personal estaba que revolvía todo ahí queriendo trepar por donde mismo que su majestad, pero esta les tranquilizo
—¡Estoy bien! No se alarmen—
Y armada como pudo de valor, trato de asomarse por aquella escotilla que había abierto por accidente, lentamente fue viendo lo extraño de todo esto viendo un tenue pero persistente humo saliendo y nublando un poco la visión hasta que se topó con algo que no podía creer, simplemente no cabía en su cabeza todo esto, era imposible….
—¿U…una mujer…? —
Quedo pensativa sin dejar de observarla mientras apenas escuchaba al capitán de la guardia preguntando por lo que había dicho y tratando de controlarse trato de hablar más claro, pues quizá una vida estaba pendiendo de un hilo si no se apresuraban
—¡Capitán, hay una mujer atrapada! — gritaba alarmada, el lugar estaba lleno de humo y luces parpadeaban por casi todo el lugar, y sentada en algún tipo de silla se encontraba una mujer inconsciente —¡CAPITAN! ¡Venga ahora mismo! — demando ya desesperada y rápidamente los soldados comenzaron a escalar el objeto tratando de llegar hasta donde la princesa…
—¿Qué hace una mujer aquí? —
Se preguntó una vez más.
