Disclaimer: Desde lo más oscuro del bosque prohibido hemos resucitado a la bestia más sexy, porque un hombre como él, no merece morir… ni ser olvidado. Aunque sabemos que le pertenecen a JK Rowling.
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Seducción
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The darkness princess & Lady Muerte
*º*º*º*
Escaleras.
Era una tarde de verano en el 12 de Grimmauld Place, menor conocida como en la Antigua y Noble Casa Black. Después de diez años de estar deshabitada ahora albergaba a un atractivo pelinegro por el cual parecían no pasar lo años, a pesar del tiempo que había pasado injustamente en Azkaban.
Ingresó a su casa acompañado de su gran amigo y compañero: Remus Lupin, conocido por sus amigos como Lunático. Un hombre alto y atractivo, por su cabello aparecían algunas canas que a la luz parecían reflejos más claros de su tono de cabello marrón, con pupilas color ámbar.
—Al parecer la hija de Andromeda ya llego —mencionó Sirius, observando como las ventanas tenía corridas las cortinas dejando entrar la luz y había un incomparable olor a flores por doquier.
Se desabrochó los broches de plata de su capa dejándola en el perchero siendo imitado por su amigo que jamás había visto la casa así desde que se mudaron, siempre creyó que le hacia falta un toque femenino pero esto era algo más alegre de lo que esperaba, aunque sin duda la constricción necesitaba varios arreglos y una buena espolvoreada para parecer confortable.
—Ven, te la presentare, ya que va a vivir aquí por un largo tiempo —indicó Sirius haciéndole una seña—. Es algo excéntrica pero adorable, no trates de comprenderla o te dará un dolor de cabeza.
— ¿Es una advertencia o algo así? —cuestionó risueño, creyendo que su amigo exageraba.
—No, pero mejor velo por ti mismo —exclamó recargándose en la escalera mientras que Remus permanecía de frente de esta.
De pronto unos pasos anunciaron la aparición de la chica de cabello rosado hasta por debajo de los hombros, alta y blanca, con una playera de Las Brujas de Macbeth y unos jeans deslavados color negro, de repente se detuvo a mirat de la escalera observando a dos figuras con una gran sonrisa.
Sirius la miró con ternura y melancolía hace mucho tiempo que no la había visto y era la única familia que le queda cerca junto a su madre, bueno si no contaba a los Malfoy.
—¡Bienvenida Nym!
Remus volteó hacia la figura que había aparecido en la escalera, clavó sus pupilas en ella, observándola desde su cabello rosa hasta los tennis que llevaba puestos, era algo que no veías todos los días, no era una típica chica común, a pesar de lo andrajosa que era su vestimenta sin duda se notaba en sus rasgos que pertenecía a la familia Black, era hermosa, pero a la vez emanaba ternura, tenia una presencia que sin duda era difícil de ignorar y más con aquella sonrisa alegre y divertida que emanaba vida, juventud.
Tonks miró a su tío con una gran sonrisa pero al sentir la intensa mirada que le propinaba el acompañante —de su tío, del cual ya había oído hablar pero obviamente no era lo mismo escuchar que ver con tus propios ojos—, dirigió su mirada hacia él, quedándose cautivada, sin duda era un hombre maduro pero sumamente atractivo, emanaba una aura misteriosa e intelectual, totalmente un caballero ingles, sin duda muy diferente a su tío.
«¡Por Merlín! ¡Que manera tan intensa de mirar!». Sintió una aceleración en su corazón que no podía explicarse.
Sirius volteó a ver a Nym y volteó a ver a Remus, notando la forma en que se miraban. «Yo conozco esa mirada Nym y yo conozco esa en mirada Lunático.»
Carraspeó y tosió exageradamente haciendo que los dos volvieran a la realidad.
—Ya que dejaron de verse, los presentare: Nym, él es Remus Lupín. Remus ella es Nymphadora Tonks mi sobrina favorita…
—Mucho gusto, es un placer —mencionó comenzando a ponerse nerviosa ante tal mirada.
—El placer es mío —exclamó galantemente sin dejar de verla, inclinándose ligeramente ante ella en un acto de mera formalidad y respeto—. Bienvenida.
—Si… si… ven ya, para que te vea mejor —pidió Canuto con una sonrisa, tratando de romper ese momento de misterio y encanto. No le agradaba la forma en que se estaban mirando, parecía que él no existiera, como si no estuviera ahí—, pero ten cuidado, no quiero que te caigas de las escaleras, porque según me ha dicho tu madre te suelen ocurrir accidentes con frecuencia, espero que no hayas rotó nada o no sabré que decirle —acotó divertido al ver la cara de Nym con un tono rosado en sus mejillas.
— ¡Sirius! —gritó quejándose apenada por lo que acaba de decir, con eso iba causar una mala impresión a Remus y eso era lo que menos deseaba.
Comenzó a bajar mientras Lupin la miraba descender sonriendo más aún después de lo que había dicho su amigo.
Al llegar al último escalón y ver de cerca al castaño, confirmó su primera deducción: Remus Lupn era un hombre bastante atractivo. Se abrazó a Sirius tratando de disimular un poco su sonrojo, no sabía con exactitud porque se sentía de esa forma, para ella ese hombre era prácticamente un desconocido.
—Bueno yo los dejo —anunció Lupin—, con permiso —le dedicó una última mirada a la pareja, mientras se retiraba a la biblioteca donde pasaba la mayoría del tiempo.
—Señorita ¡ya me di cuenta eh!… conozco bien esa mirada no es la primera vez que la veo en una mujer—insinuó al separarse de ella en un tono de reprobación.
— ¿Cuál mirada? —cuestionó simulando demencia.
—Pequeña, no nací ayer… así que no me vengas con eso, sabes bien que mirada ¿o quieres qué te lo diga? —preguntó irónicamente, observándola inquisitorialmente logrando que se pusiera aún más nerviosa.
—Eh no, pero no significa nada —contestó tratando de sonar convincente.
—Mmm —la miró largamente dejando ver su desconfianza.
—Tío no llevó aquí ni un día ¿y te sale lo posesivo? —inquirió tratando de darle la vuelta.
— ¿Posesivo yo? ¡No! —replicó burlándose.
—Si… tú —afirmó colocando el dedo índice en su pecho.
—Bueno ya ¿y te gusto tu cuarto? —preguntó curioso—. Es uno de los que se encuentra en mejores condiciones.
—Si, aunque veo que si era necesario un toque femenino, dos hombres viviendo juntos no es buena combinación — espetó divertida.
—Oye… ¿qué querías?
—Bueno… yo… —pronunció comenzando a explicar, su larga lista de quejas.
—Mejor no me digas, has lo que quieras, sólo no toques el Despacho, ni mi habitación —advirtió.
—Bien —asintió alegre, después de todo tenía unas ideas en mente.
—¿Y cómo esta tu mamá y Ted? —interrogó caminando hacia la sala.
—Pues están bien, ya sabes… preocupados por mi, pero cuando les dije que viviría contigo se tranquilizaron… no les agrada mucho que entre a la Orden del Fénix creen que es muy peligroso —explicó mientras se sentaban en un sillón frente a la chimenea.
—Mmm a qué padres les gustaría, es algo muy peligroso Nym, ¿estas consiente de eso? —inquirió serio, mientras su mirada cambiaba de su calidez a ser fría y dura.
—Lo sé, no te preocupes… voy a estar bien, me se cuidar sola —repuso curvando sus labios, mientras abrazaba a su tío.
—¿Todo lo tomas así de relajado? —preguntó rodeándola con sus brazos.
—Tranquilo tío, no hay que preocuparse por cosas que aún no pasan ¿qué te esta pasando?, ¿la edad te esta haciendo no ver la vida divertida y relajada? —bromeó, su madre le había contado varias anécdotas de cómo había sido su tío en el pasado y no creía que Azkaban hubiese terminado con eso o no al menos completamente.
— ¿Cuál edad? ¿Qué estas insinuando? ¿Qué estoy viejo?... esa no es forma de tratar a tu tío, estos niños ya no respetan a nadie —gruñó ceñudo.
—Vamos —musitó haciéndole cosquillas, a lo que el respondió de la misma forma.
*º*º*º
En la biblioteca el licántropo se encontraba buscando un libro, tratando de entender ¿qué le había pasado?, ¿por qué le había impresionado tanto la sobrina de Sirius?
«Es sólo una niña ¿por qué la miraste así? ¿Acaso estoy loco? ¡Es la sobrina de tu mejor amigo!».
Lidiaba con encontrar una respuesta cuando a sus oídos llegaron las risas de su amigo, pocas veces después de escaparse de Azkaban lo había escuchado reír así. Al menos parecía que le iba a devolver algo de alegría a su amigo y si podía lograr eso por él, estaba bien, aunque fuera un poco estrafalaria. Sin duda iba a extrañar el silencio y la soledad de la casa, era algo que en su vida nunca había faltado y lo sabia perfectamente.
«Creo que los días silenciosos y la vida que conocíamos esta a punto de cambiar.» Sonrió sentándose en un sillón, abriendo un pesado texto.
*º*º*º
—Ya, ya… —pronunció entre risas.
—¿Te das por vencida? —cuestionó Canuto con una amplia sonrisa.
—Si… —resopló mientras trataba de calmarse.
—Bueno pequeña, estas en tu casa… yo tengo que hablar algunas cosas con Remus, nos vemos en la cena —anunció mientras se levantaba y caminaba hacia la Biblioteca—. Ah por cierto, trata de no ser tan torpe y no rompas nada que son antigüedades y valen mucho —comentó mofándose.
—¡Tío! —gritó Tonks, relajándose en el sillón, estar ahí le traía tantos recuerdos, pero lo que invadía sus pensamientos en ese momento era su ahora compañero de casa, era tan atractivo, no era como los chicos que conocía… tenía la experiencia, el porte, a pesar de que era de la edad de su tío. Ninguno de los dos tenía tantas canas si acaso sólo algunas, al menos Sirius se conservaba muy bien… pero su amigo era totalmente encantador… su seriedad ¡pero que forma tan intensa de mirar!
Sacudió su cabeza al darse cuenta de en quién estaba pensando, inmediatamente se levantó y corrió a su cuarto tropezando con el último escalón, pero logrando equilibrarse.
—¡Por Merlín… casi me rompo la cara!, tengo que tener cuidado con ese escalón asesino —caminó por un pasillo donde había varias habitaciones, sabía que la de Sirius estaba cerca de las escaleras y la de enfrente debía ser la de:—Remus Lupín —pronunció acercándose con curiosidad, tocando la puerta.
— ¿Qué estoy haciendo? —se regañó a si misma y retomó el camino a su habitación, la cual estaba dos habitaciones después de la de Sirius, ya que la que seguía era la de Regulus. Acarició ligeramente la puerta—. Si tan sólo no te hubieras unido a ellos, estarías aquí… con nosotros —caminó hasta su cuarto hundiéndose en sus pensamientos, que estaban invadidos por cierto castaño.
*º*º*º
En la biblioteca, Sirius servía dos tragos de whiskey de fuego. —Toma —mencionó acercándole la copa a su amigo, para después sentarse en un sillón enfrente de él.
—Hace bastante tiempo que no te escuchaba reír así, al parecer te hará bien que este aquí —comentó mientras le daba un trago a su copa.
—Mmm la quiero mucho, pero no estoy seguro que tanto me haga bien… pero ya que estamos hablando de ella ¿qué fue esa mirada?
—¿Qué mirada? —le preguntó a su amigo haciéndose el desentendido, mientras tomaba su libro retomando su lectura.
—Vamos Remus te conozco desde niños y se que esa mirada no fue tan simple como me quieres hacer creer — clavó sus pupilas en él, analizándolo.
—No hay nada que decir, simplemente la miré como a cualquiera aunque te puedo decir que tenias razón es algo extravagante, no se ve todos los días a una persona así —prorrumpió sin mirar a su amigo.
—Vamos, eso ni tu te lo crees —exclamó divertido, le encantaba sacar de sus casillas a su amigo, aunque él sabia que esas miradas que se habían lanzado esos dos, no eran tan simples como le querían hacer creer.
—Sabes bien… que para mi sólo hay una mujer —profirió con un tono dolido, tensándose un poco.
—Lunático, esa mujer… fue la que se le acabó el amor por ti, hay más mujeres en todo Londres mágico que de seguro te apreciarían —declaró tratando de animar a su amigo.
—Basta Sirius, sabes que no me gusta hablar de eso —expresó suspirando hundiéndose en el sillón, tratando de concentrarse en su lectura y olvidarse de todo lo que le hacia daño.
—No, basta tú… no lo vale y deja ese libro que bien sabes que ni siquiera lo estas leyendo —alegó conociendo bien a su amigo.
—Canuto tú sabes… que por ser licántropo no es tan fácil relacionarse y no la juzgo por temerme, soy peligroso después de todo ¿ya se lo dijiste a tu sobrina? —comentó amargamente.
«Es sólo una niña ¿por qué la miraste así? ¿Acaso estoy loco? ¡Es la sobrina de tu mejor amigo!».
— ¡Por Merlín! Lunático… basta de patrañas de: «soy peligroso», «soy licántropo», «por eso nadie se me debe de acercar»… eres una persona normal que se transforma en hombre lobo y eso de ser peligroso es una tontería… tú sabes que hasta cierto punto desarrollaste una forma de controlar tu instinto salvaje, además cuando te tomas la poción mata lobos, eres más inofensivo que cuando yo me convierto en perro —mencionó sarcásticamente— y si, Nym lo sabe. De todas maneras lo sabría porque va estar en la Orden.
Lupin puso atención en lo último, ella lo sabía y no parecía tenerle miedo e iba estar en la Orden.
—¿No crees qué es muy peligroso para ella estar ahí?
—Mmm peligroso es para todos, pero confió en ella, será algo distraída pero se podrá cuidarse sola, tú sabes que ella es metamorfaga, sin duda una gran ventaja.
—Puede ser, pero no garantiza nada.
—Lo sé, pero estará bien —concluyó el tema, concentrándose en lo que más le preocupaba—. Ya quiero ver a Harry, detesto que este con esos Dursley. Además es peligroso con Voldemort tras él… y yo aquí sin poder hacer nada ¡todo por culpa de Colagusano… es un maldito traidor! —masculló con desprecio y resentimiento, mientras se levantaba tomando todo el contenido de su copa y se colocaba frente a la chimenea recargándose.
—Vamos Sirius, hemos hablado muchas veces de esto, no fue tu culpa… nosotros lo consideramos nuestro amigo y si yo les hubiera dicho que yo no era un espía… que sólo cumplía una misión, si me hubiera mantenido más cerca de ustedes.
—No, nosotros no debimos dudar de ti… yo debí decirle a Dumbledore que había cambiado de lugar y que Peter era el guardián del secreto —expresó con amargura, molestó consigo mismo.
—Sirius muchos fueron los errores que se cometieron, pero ahora nosotros estamos juntos. La Orden ha vuelto y acabaremos con todo esto —agregó determinante el castaño deteniéndose y observando a su amigo.
—Lo sé —mencionó lacónicamente.
—No debemos desanimarnos… por James, Lily y todos aquellos que merecen venganza, saldremos adelante… por Harry y por nosotros —profirió optimistamente no podían dejarse vencer por sus errores y fantasmas.
—Tienes razón —contestó decididamente, aunque el dolor y la rabia no se irían tan fácil.
Su conversación fue interrumpida cuando Kreacher apareció, anunciándoles que la cena estaba lista.
*º*º*º
Durante la cena Remus escuchaba los relatos que la chica le contaba a su amigo, pero sin mirarla, su mente no estaba conectada con el tiempo real. Además no quería otra charla con Sirius acerca de las miradas, pero ella era claro que tenía otra idea en mente. Durante la cena mientras su tío se distraía, le lanzaba miradas furtivas, esperando respuesta, pero él no lo había hecho en ningún momento para su decepción.
La merienda concluyó entre risas y anécdotas hasta que el licántropo decidió que no tenía más apetito.
—Buenas noches, con permiso —mencionó cortésmente levantándose de la mesa desconcertando a la metamorfaga con su actitud.
— ¿Le molesta qué este aquí? —cuestionó a su tío confundida, borrando su sonrisa.
—No, claro que no… él es así, claro antes sonreía más… ya lo iras conociendo, bueno pequeña a dormir. Te ves cansada… —expresó levantándose de la mesa.
—Si claro —imitó a su tío caminando hacia las escaleras donde su mirada se dirigió a la luz que salía de la biblioteca, subió confundida, tropezando nuevamente con ese escalón— ¡maldición… el escalón asesino!
— ¿Estas bien?… no me digas que te caíste —preguntó burlonamente con una sonrisa desde el inicio de las escaleras.
—No me caí y si estoy bien —contestó algo irritaba por su torpeza, se sacudió y caminó a su cuarto donde trataba de encontrarle sentido a la personalidad de Remus Lupin—. Creo que debería intentar conocerlo, si voy a vivir aquí… debería tener una relación buena con él —increpó observando la chimenea mientras prendía el fuego—. Esta casa necesita mi toque definitivamente —concluyó con algunas ideas en mente de lo que podría hacer—, creo que me va gustar vivir aquí…
*º*º*º
Black entró a la biblioteca encontrando a su amigo leyendo de nuevo, había cosas que no cambiaban nunca. —Existe más en la vida que los libros Remus —mencionó sentándose en el sillón de enfrente.
—Dices eso porque no sabes apreciar un buen libro Canuto —expresó Lunático con una sonrisa.
—Claro que lo se, tuve siete años en Hogwarts para valorar lo que era un buen libro —pronunció chasqueando su lengua.
Remus negó con su cabeza, sonriendo. — ¿Parece qué te divierte mucho tenerla aquí? —mencionó refiriéndose a Nym.
—Si, lo hace… no salgo mucho y cada vez que salgo es por la reuniones de la Orden… ella me hace sentir bien, no me teme.
—Mmm ya veo —entendía que a su amigo no era fácil no poder salir a divertirse después de todo lo que había pasado, salir de una prisión para entrar a otra no el cielo precisamente.
— ¿Sabes?… estoy considerando en ofrecer la mansión como Cuartel para la Orden ¿qué piensas?
— ¿Lo haces porque sientes qué es la única forma de sentirte útil? —sabía que Sirius se desesperaba al no poder salir a todas las misiones, se sentía como si fuera sólo un objeto olvidado.
—No te voy a engañar, quiero sentirme más útil… me entiendes, ¿no?
—Te entiendo perfectamente.
—Además, no es justo que otros tengan que vigilar a Harry, y yo sólo leer los informes… no me gusta que este en esa casa donde no lo quieren, él es mi responsabilidad, soy su tutor, debería estar conmigo… es lo que esperaban James y Lily al hacerme su padrino —se levantó para servirse una copa de whiskey para calmar sus nervios.
—Tranquilo Canuto, pronto llegará el día en que Harry este viviendo con nosotros.
—Eso espero —contestó melancólicamente—, me alegro de que estés aquí Lunático—añadió con una media sonrisa.
—También yo—afirmó devolviéndole el gesto.
—Bueno no quiero agobiarte con esto, ya suficiente tenemos todos los días con los informes… ¿te quedarás un rato más? —inquirió terminando de beber su copa.
—Si… quiero continuar el libro que estaba leyendo, necesito relajarme y disfrutar de los momentos de silencio y paz.
—Como quieras… no te desveles.
Esperaba poder platicar con su sobrina, pero al pasar por su puerta se dio cuenta que ya debía estar dormida, ya que se escuchaba ningún ruido y ninguna luz se colocaba por las aberturas. Exhaló profundamente dirigiéndose a la soledad de su cuarto.
Al entrar colocó su copa en la mesa de noche y se dejó caer en su cama entre cruzando sus manos detrás de su nuca, respiró profundamente pensando en lo que había hablado con el licántropo, él sabía que Remus también había sufrido a su forma, después de todo, sus primeros once años habían sido difíciles, más después de ser mordido por Greyback.
Estar en Hogwarts había sido una bocanada de aire fresco para él, tener amigos que no lo habían repudiado por ser licántropo, pero después todo había cambiado, el colegio había concluido y él tuvo que soportar realizar misiones en las colonias de hombres lobo. El tener que vivir sabiendo que sus amigos creían que era espía de Voldemort y enfrentar la muerte de James y Lily, Peter simulando su deceso y él encerrado en Azkaban, mientras que Harry estaba alejado en casa de sus tíos.
Sumado a esto pasar años viajando entre misiones, trabajos mal pagados, hasta que Albus lo localizó para ser profesor de DCAO donde conoció por fin a Harry, y ellos pudieron volver a reunirse, sólo para separarse nuevamente.
Remus había tenido que conseguir otro trabajo para sobrevivir y entonces conoció a esa mujer que lo había hecho creer que lo quería sólo para dejarlo al saber que era licántropo.
Bueno pero él no era el mejor ejemplo de vida ideal, mucho menos con todo lo que le había sucedido, como deseaba volver a esos años en los que recorrían los terrenos de Hogwarts, sin preocupaciones, pero lamentablemente no podían.
Ahora sólo les queda enfrentar el día a día y confiar en que vendría un mejor futuro. Se levantó de un movimiento, se deshizo de su camisa negra mostrando con algunas cicatrices, pero aún así muy bien formado, gracias al ejercicio rutinario que mantenía en sus horas de asueto. Era mantenerse en movimiento, morir de aburrimiento o caer en la locura y prefería lo primero, el tener una condición física aceptable lo ayudaría en la batalla que se avecinaba.
Aventó sus botas, para después dejar caer sus pantalones quedándose sólo en bóxers —los cuales eran de likra negra—, que delineaban su bien formado trasero. Levantó las mantas de su cama y se metió dentro sintiendo la fría tela rozar su piel, nada comparado lo con lo que sentiría al tener un cuerpo caliente junto al suyo.
La soledad era un enemigo muy poderoso, el podría haber tenido todas las mujeres que quiso en su juventud pero la realidad era que ahora estaba solo, que lo único que tenía era lo que le quedaba de familia, Remus y Harry.
Cerró sus ojos queriendo olvidar lo miserable que era, únicamente esperaba que el sueño se adueñara de él antes de que terminara desquitando su coraje con algún mueble.
*º*º*º
Nym no podía dormir esa noche al parecer tantas emociones le habían causado insomnio, salió de la cama con su pijama —un diminuto short negro que dejaba ver sus largas piernas y una blusa de tirantes con un estampado de Las Brujas de Macbeth—, abrió la puerta pensando que encontraría todo oscuro, no había escuchado cuando su tío o Lupin habían subido, pero se sorprendió al ver un rastro de luz proveniente del primer piso.
Curiosa por saber quién estaba despierto, bajó la escalinata notando que la luz provenía de la biblioteca, caminó de puntillas con sus pantuflas rosadas, hasta llegar a la puerta donde discretamente se asomó encontrándose con la figura que tanto le llamaba la atención.
Remus estaba concentrado en su lectura junto al fuego de la chimenea, los labios rosados de Nymphadora se curvaron en una sonrisa traviesa.
«¿No hay nada malo en que le haga compañía o si? —se cuestionó así misma—No, pero ahora piensa en un excusa… —por un minuto se llevó una mano al mentón acariciándolo— piensa… piensa…¡ah lo tengo! ¿por qué no un poco de chocolate y galletas?».
Caminó discretamente no quería que él se dirá cuenta de su presencia no antes de lo planeado, se dirigió a la cocina donde preparó chocolate claro quemándose algunas veces, nunca le había gustado mucho pociones y mucho menos estar preparando comida de ahí que fuera un poco torpe.
Después de lo que le pareció una eternidad, tomó la jarra llena de chocolate caliente y dos tazas, además de un plato con galletas.
—Ahora a la biblioteca —mencionó con una gran sonrisa, caminó despacio muy despacio en realidad, no quería tropezarse, como solía sucederle siempre y quemarse con el chocolate caliente, con paciencia llegó al lugar.
Entró colocando la charola en una mesa de centró que se encontraba ahí, Remus inmediatamente volteó al escuchar entrar a alguien, instintivamente buscó su varita en el interior de su saco, pero se sorprendió al encontrase con la femenina figura. Sin querer la observó desde sus pantuflas hasta su último cabello, deleitándose con lo que estaba viendo, pero al darse cuenta de esto se volteó inmediatamente, tratando de alejar esos pensamientos no santos, dejando su varita en su lugar.
— ¿Qué haces levantada a estas horas? —cuestionó con una voz seria, mientras volvía a la lectura de su libro ocultando su cara.
—Ah bueno yo tenía insomnio y baje a prepararme una taza de chocolate, entonces fue cuando me di cuenta de que te encontrabas aquí… y pensé en compartir el chocolate contigo —explicó mientras servía el liquido en las dos tazas para después caminar hacia él ofreciéndole una.
Remus la tomó sin siquiera dirigirle una mirada. —No deberías haberte molestado… pero gracias.
—No es una molestia —respondió yendo por su taza, se acomodó en el sillón frente a él, cruzando sus piernas, mientras balanceaba una juguetonamente, aunque era en señal de nerviosismo.
Él estaba tan serio que por un momento creyó que la echaría de su sagrado lugar por interrumpir su lectura, y aunque no lo había hecho, no quería decir que estuviera disfrutando se su compañía él seguía metido en el libro como si fuera lo más interesante del mundo.
— ¿Y tú qué haces levantado a estas horas?
Él licántropo no podía concentrarse en su lectura, la miró por encima de su libro observando sus lindas piernas, así como el balanceo de la pierna derecha, ese movimiento comenzaba exasperarlo. —Simplemente por el gusto de leer en las noches —respondió lacónicamente volviendo a su texto.
—Ah… ¿y qué lees? —incurrió de nuevo molestándose ligeramente por lo poco interesado que estaba él en su platica.
—Es un libro de Aritmancia avanzada—expresó escuetamente, dándole un trago por primera vez a su chocolate.
—Mmm… —pff genial un tema que jamás le había interesado, quizás era mejor guiar la conversación hacia un terreno común y neutral— ¿y así qué eres muy amigo de mi tío?
—Si… —respondió aún con su mirada clavada en la obra.
— ¿Y desde cuándo lo conoces? —preguntó observándolo algo molesta por la poca atención que le brindaba, balanceando más su pie.
—Desde antes de que tú nacieras —replicó suspirando con uno de los tantos comentarios que lo hacían sentirse viejo—, ¿por qué supongo que no naciste antes del 1971 o me equivoco? —cuestionó en un tono algo irónico parecido al de su gran amigo. Aún con la mirada en su libro aunque en verdad estaba exasperándolo el constante balanceo de la pierna de la pelirrosa.
La chica no contestó, se levantó de su asiento sintiendo que era momento de darle un giró a su conversación, se dirigió al sillón donde él se encontraba inclinándose lo suficiente para estar a la altura del rostro de Remus, con su dedo índice bajó el libro hasta permitirle ver sus ojos.
Lupin se sorprendió al tenerla ahí enfrente ¿qué pretendía?, instintivamente su mirada se dirigió al escote que ella lucia, después de todo lo tenía prácticamente a su merced.
—No te equivocas… pero cuando hablo con las personas me gusta que me miren a los ojos —manifestó notando hacia donde estaba dirigida la mirada del hombre—, y mis ojos están acá —agregó levantándole el mentón con sus dedos, logrando que él la mirara a los ojos, sintiéndose un poco apenado—. Gracias —una dulce sonrisa de triunfo se adueñó de sus labios al notar que lo había avergonzado.
Se dirigió a la mesa de centro y tomó una galleta. — ¿Gustas una? —cuestionó notando que él aún seguía anonadado.
—Eh no gracias —rechazó siguiéndola con la mirada hasta el sillón que ocupaba.
—Deberías comer una… —sugirió mientras mordía su galleta como jugando, mirándolo fijamente divertida, había rotó con su monotonía y su barrera de seriedad.
—Estoy bien así —respondió con su voz ronca, era la primera vez en toda la noche que la miraba, si quería que la mirara, la miraría.
—Como quieras… ¿y te gusto el chocolate? —preguntó en un tono dulce e inocente.
—Si… —replicó tomando el contenido de su taza sin quitarle los ojos de encima.
—Me alegro —sonrió satisfactoriamente recordando cuánto le costó hacerlo, sintiendo el nerviosismo crecer en su interior, ahora que tenía completamente la atención del castaño, esa mirada tan intensa la estaba derritiendo y esa actitud que acaba de adoptar comenzaban a tener efecto en ella.
— ¿Y bien? ¿Por qué quisiste estar en la Orden del Fénix? —cuestionó seriamente.
—Pues porque soy una gran aurora… si un poco torpe, pero siempre quise luchar contra los magos tenebrosos y si puedo ayudar a personas con mi magia ¿por qué no hacerlo? —mencionó confiada en su respuesta, es lo que siempre se había dicho a si misma, además estaba muy orgullosa de entrar a la Orden— ¿y tú?
—Es una larga historia… pero por mi, por mis amigos que murieron a manos de Voldemort, por las injusticias que cometen los mortifagos, por capturar a Peter y ayudar a Sirius. Además porque es uno de los trabajos decentes que he tenido, nadie quiere contratar a un licántropo —explicó con un tono que mostraba amargura, su mirada se volvió intensa queriendo ver la reacción a sus palabras, notar sí tenía miedo de lo que él era.
—Eso es una tontería, no tienen porque tratar a las personas así, sólo por ser licántropos —espetó en un tono de molestia.
—No es sólo por eso, pero es comprensible, los licántropos somos peligrosos —confesó mientras su mirada tornasol se clavaba más en ella, como si buscara penetrar en su interior y desmenuzar sus pensamientos, sus emociones.
Nym sintió un escalofrío recorrer su espalda, al reparar la forma en que la mirada de Remus se volvía tenebrosa y tan intensa que era difícil seguir sosteniéndosela, dándole la impresión de que ya no estuviera viendo al hombre sino a la bestia.
El fuego de la chimenea comenzaba a extinguirse, la habitación quedó iluminada por un tenue resplandor, que no alcanzaba a calentar el ambiente.
—Bueno es tarde, gracias por el chocolate Nymphadora —aseveró levantándose.
—De nada, pero no me digas Nymphadora, dime Tonks, Nym o Dora —pidió aún confundida.
—Lo intentare, con permiso y buenas noches —profirió abandonando la habitación.
Nym se dio cuenta de que pronto se quedaría a oscuras, se levantó bruscamente dejando la taza en la mesa, para después correr tras Lupin. Afortunadamente lo encontró a la mitad de las escaleras.
—Espera no me gusta quedarme sola, me da miedo la oscuridad —exclamó subiendo algo torpe la escalinata.
Lupin la volteó a ver desconcertado, se suponía que era una aurora, luchaba contra magos oscuros y ¿le daba miedo la oscuridad? Estaba seguro que eso no era normal.
Ella lo alcanzó y se aferró a su brazo, como si su vida dependiera de ello, mirando hacia abajo las penumbras se habían adueñado ya de la planta, un horrible escalofrío recorrió su espalda. Él no entendía la reacción de la pelirrosa ahora agarrada a su brazo, para ser más preciso era más que eso estaba aferrándose a él, parecía una niña pequeña asustada, lo cual le pareció bastante cómico.
Subieron en silencio hasta el corredor de las habitaciones, donde la voz ronca de Lupin interrumpió el mutismo que los invadía.
—Ya puedes soltarme, sólo tienes que caminar unos pasos hacia tu.
—Ah si… gracias —repuso apenada por su acción, caminó apurada hacia su puerta, cuando de repente regresó sorprendiéndolo.
— ¿Qué pasa? ¿Esta demasiado oscuro? —cuestionó con un tono sarcástico.
—No… es por eso —musitó parándose de puntillas y le dándole un beso en las mejilla, dejándolo perplejo—, gracias y buenas noches—habló caminando a su cuarto con paso saltarín entonando una canción.
Remus la siguió con la mirada hasta que se perdió tras su puerta, se llevó la mano a la mejilla donde le había dado un beso, sacudió su cabeza y entró a su habitación, quitándose su saco.
«¿Qué le pasa a esa chica?... actúa cómo una adolescente de 15 años… ¿o será qué yo estoy ya muy viejo?, ¿qué intenta?... ¿y ese beso qué significó?, ¿solo una despedida?, ¿y cómo sale de su cuarto con esa diminuta pijama?».
La imagen estaba tan clara en su mente, que recrearla enserio lo ponía en problemas, le hacía recordar que era hombre aún después del tiempo que llevaba sin intimidar.
—Pues no es una niña de 15 años —murmuró recordando su figura—, ¿pero qué estoy diciendo? —se regañó a sí mismo, entró al baño abriendo el grifo de agua del lavamanos y mojándose la cara para después recargar sus manos sobre este y colocar su mirada en la del reflejo del espejo, observándose— ¿qué te pasa? —cuestionó severo.
—Es mejor que vaya a descansar, el insomnio me esta alterando los nervios —comentó después de unos minutos en lo que no encontró respuesta.
Tomó una toalla pasándola por su rostro, salió del baño y buscó su pijama, se quito su ropa mostrando su delgado cuerpo con algunas cicatrices pero bien formado, vivir en Grimmauld había hecho que ganara un poco de peso y que su salud mejorara, tenía unos brazos fuertes y unos pectorales marcados, sus piernas podían correr un maratón sin sufrir como le pasaría a cualquier humano. Lamentablemente su fuerza tenía un límite y esa era cuando pasaba la transformación, entonces no era más que un bebé débil y necesitado de atenciones.
Se colocó su pantalón de pijama y la camisa la cual no abotonó, se dirigió a la ventana y miró por última vez el cielo estrellado, pronto sería luna nueva, suspiró cansado, imaginándose la tortura que sería.
Regresó a su cama mientras a su mente venía el beso que le había dado la chica y su sonrisa que era una mezcla entre ternura y picardía, se quedó dormido pensando en ella.
*º*º*º
Tonks brincaba de felicidad, no podía creer que le había dado un beso —claro en la mejilla—, pero ya era un avance.
Además nadie podía negar que él se había quedado sorprendido al verla con su pijama, que a su parecer era muy decente y juvenil. Se sentó en su cama pensando en esa mirada tan intensa, aunque de cierta forma cuando hablaron de los licántropos había cambiado, pero eso no importaba.
No le tenía miedo, él podía ser una bestia pero también era un hombre y uno que ella quería conocer completamente. Realmente era muy interesante, aunque parecía como si necesitara urgentemente sonreír y ella estaba dispuesta ayudar en eso.
—¿Por qué me pongo así?... es verdad que es bastante atractivo, pero si mi tío se entera me mata… bueno literalmente, pero ¿quién no querría un hombre así? Seguro que si tiene a alguien.
Se desanimó al pensar en la posibilidad de que alguien ocupara ya su corazón.
— Mmmm pero no debería ponerme así, hoy logre grandes cosas… ya averiguare si tiene a alguien, por ahora me conformare con lo que logre—se animó a si misma, después de todo no quería arruinar su momento de felicidad, se metió a la cama abrazando un peluche.
*º*º*º
Continuará…
