Nuestros Destinos

Autora: Whitewarrior

I

Solo se veía polvo y actividad a lo lejos, como cabalgaban y luchaban los guerreros Tridanos contra el pueblo de Lamur, al Sur de Cartias. Se notaba que la batalla era encarnizada y sin tregua. Desde tiempos antiguos los Tridanos querían las tierras de Cartias por su riqueza ganadera y por la posibilidad de seguir conquistando a sus anchas las tierras colindantes y así expandir su Imperio de terror y desolación.

Teles, el comandante de las fuerzas de Lamur, ordenó la retirada hacia el bosque donde se protegerían mejor. Todos se miraron extrañados, hasta que se entendió que ya estaban muy cansados para seguir la lucha y se encaminaron hacia la espesura verde del bosque Vertel, un lugar fascinante donde habitaban las guerreras Templarias, antigua tribu de mujeres que se dedicaban a luchar y quienes tenían dones con el cual ayudaban a todos los que necesitaran de ellas. Kera, la Jefa de la tribu, recibió al comandante lamuriano, antiguo amigo de batallas, con el más grande de los afectos y se dispuso todo para que se pasara la noche en calma.

Templar era una ciudad grande escondida entre la espesura del bosque. Albergaba muchas edificaciones que hacían recordar los tiempos antiguos donde la paz habitaba sin problema. Cada edificio era un suspiro de tranquilidad y reflexión, edificios que contrastaban con la actividad principal de sus habitantes; la guerra, aunque no siempre era así, pues las guerreras también vivían en paz cuando la tenían.

Cultivaban su ser de distintas formas, en especial la calma interior, calma que muchas veces le hizo ganar batallas, aunque siempre con la convicción de que esa calma serviría para después enfrentar problemas mayores. No habían muchos hombres en esa ciudad, solo estaban para la procreación y para ayudar en las actividades en el Templo de Serin, diosa de la guerra y fertilidad. Ayudaban también a las sacerdotisas, mujeres con poderes incalculables y con el don de la profecía, mujeres que nacían solo para ser servidoras de Serin.

En las caballerizas, dos figuras preparaban sus caballos y sus armas para el combate que tendrían en breves momentos.

Mai, hija de Kera, guerrera sin igual, le preguntaba a su amiga de infancia, Natzuki, como se sentía:

"me siento con ansias, quiero derrotar a esos intrusos" impregnaba entusiasmo al decir esas palabras.

"Jajaja, siempre eres igual, solo piensas en pelear y derrotar" se reía de su amiga, pero la entendía porque ella albergaba un sentimiento parecido en su interior.

"Existe otra cosa a parte de este sentimiento de lucha? No, no existe, pues es lo mejor que te puede entregar esta vida" al mirar los ojos de su amiga se daba cuenta que ella bajaba la vista y se llenaba de una tristeza que no supo interpretar.

"Si existen, pero no las conoces todavía." Sus palabras fueron casi un murmullo que quiso dejar para sus adentros y no compartirlos cien por ciento con su amiga.

"Hay algo que me tiene intrigada hace mucho tiempo"

"intrigada? que cosa? -mirándola extrañada-

"Un sueño que no me deja en paz, unos ojos que me miran y me llenan interiormente, me siento con calor y a la vez tranquila, no veo rostro, solo esos ojos profundos, esos ojos rojos que aunque parezcan de sangre solo irradian paz, me siento bien con esos ojos". Miraba hacia el cielo que ya había sacado a relucir la capa de estrellas con que se cubría noche con noche.

"Puede ser un augurio, tienes que ir al Templo, las sacerdotisas te dirán que es". Le colocaba una mano en su hombro como señal de apoyo.

"Jajajaja, eso no va conmigo, esto es en lo que yo creo" -mostrando a Mai la espada con doble filo y una inscripción en la hoja de oro y plata, en lengua antigua, su orgullo, su estirpe.


Llegaba el nuevo día y la batalla daría comienzo...

Todo está dispuesto de nuevo para enfrentar a los Tridanos, estos a su vez se preparaban para matar cuanto se les ponga en su camino. Ellos solo pensaban en exterminar y sembrar el terror.

Mai, por orden de su madre, estaba preparando a su ejército para apoyar a los lamurianos en esta afrenta, mientras Natzuki se alistaba a solas en su refugio.

A solas solo piensa en el sueño, en esos ojos, pero nada la detendrá para derrotar a los invasores, pero esos ojos...

Natzuki, Capitana de las guerreras viene de una estirpe noble, su madre, Saeko, hermana de Kara, fue una Capitana valiente que en las guerras pasada lleno de gloria a su raza, razón por la cual ella se esfuerza en ser digna de su madre, digna de su estirpe familiar.

Ya todo preparado, cabalgan por el bosque para encontrarse con las fuerzas enemigas, la confrontación no se hace esperar, solo se divisan espadas blandiendo el viento y se escuchan gritos de muerte y de miedo, solo se ve terror y valentía.

Natzuki y Mai se acercan y un puñado de tridanos las rodean:

" Trata de resguardarte con el caballo! -le gritaba Natzuki a su amiga mientras luchaba-

"Solo preocúpate de ti y de que no te hieran o si no te las veras conmigo!- le contestaba Mai sin dar tregua a sus enemigos-

Como un rayo, sin saber de dónde, una lanza se clava en el pecho de Natzuki y cae del caballo, sin hacer ruido alguno se levanta y se saca el arma asesina y comienza a luchar a pie, con la herida sangrando hasta caer desmayada en el césped sin enterarse que Mai derrota a los tridanos que la iban a matar.

Solo vio de nuevo antes de caer en la oscuridad esos ojos que la calmaron sin saber de quienes eran.


Nota de Autora:

Bueno otro fics de Natzuki y Shizuru, aunque es una adaptación de una historia que escribí hace muchos años para alguien especial que ya no está.

Espero que les guste y no me demanden.

Un beso a todos.

Me despido con mi espada y mi alma