Hola, yo por aqui de nuevo, siento decirles que queens of transilvania seguirá en una pausa, pero creanme estoy trabajando en ello, mientras deléitense con esta pequeña adaptación que voy a realizar sobre la saga Hex Hall de Rachel Hawkins, espero les guste y como saben soy una SasuSaku fan a morir, quiero que sepan que la historia y los personajes de naruto no son de mi pertenecensia, sin mas a leer...por lo menos el prologo.
Prologo.
Moegi estaba llorando en el baño. De nuevo.
Yo sabía que era ella porque en los tres meses que llevaba en la Secundaria Green Mountain, ya había visto a Moegi llorando en el baño dos veces. Ella tenía un sollozo bastante distintivo, agudo y ahogado como el de un niño pequeño, incluso cuando Moegi tenía dieciocho, dos años mayor que yo.
Antes la había dejado sola, imaginándome que todas las chicas tenían derecho a llorar en un baño público de vez en cuando. Pero hoy era la noche del baile, y había algo realmente triste acerca de alguien llorando en ropa formal. Además, yo había desarrollado cierta debilidad por Moegi.
Había una chica casi igual a ella en cada escuela a la que había asistido (diecinueve y contando). Y aunque yo podría haber sido tratada como la rara de la clase, la gente no era malvada conmigo; la mayoría de las veces simplemente me ignoraban. Moegi, por otra parte, era el saco de golpear de la clase. Para ella la escuela no había sido más que un constante desfile de dinero para el almuerzo robado y comentarios desagradables.
Me asomé debajo de la puerta y vi un par de pies con sandalias amarillas de atar. —¿Moegi? —la llamé, tocando suavemente la puerta—. ¿Qué ocurre?
Ella abrió la puerta y me miro con rabiosos, ojos enrojecidos. —¿Qué ocurre? Bien, veamos, Sakura, es la noche del baile de mi último año ¿y ves a algún chico cerca a mi?
—Um... no. Pero estamos en el baño de mujeres, así que pensé...
—¿Qué? —preguntó ella mientras se paraba y limpiaba su cara con un rollo gigante de papel higiénico—. ¿Qué mi cita está afuera esperándome? —respondió ella—. Por favor. Les mentí a mis padres y dije que tenía una cita. Así que ellos me compraron este vestido... —Ella golpeó la tela amarilla como si fuera un bicho que estaba tratando de matar—. Y les dije que mi cita se iba a encontrar aquí conmigo, así que ellos me trajeron. Yo sólo... No podía decirles que no recibí ninguna invitación a mi baile de graduación. Hubiera destrozado sus corazones. —Ella puso sus ojos en blanco—. ¿Qué tan patético es eso?
—No es tan patético —dije yo—. Muchas chicas vienen solas al baile.
Ella se quedó mirándome. —¿Tú viniste con alguien?
De hecho, si había venido con alguien. Claro, era Rock lee, quien debía ser la única persona en la Secundaria Green Mountain menos popular que yo, pero de cualquier forma era una cita. Y mi mamá había estado tan emocionada de que alguien me hubiera invitado.
Ella vio esto como mi intento de encajar en este lugar. Encajar era realmente importante para mi mamá.
Vi a Moegi allí parada con su vestido amarillo, limpiando su nariz, y antes de que pudiera detenerme, dije algo totalmente estúpido: —Yo puedo ayudarte.
Moegi me miró a través de sus ojos hinchados. —¿Cómo? Enganché mi brazo con el suyo, poniéndola de pie. —Tenemos que ir afuera.
Salimos del baño hacia el abarrotado gimnasio. Moegi parecía cautelosa mientras yo la guiaba hasta las grandes puertas dobles y afuera, hacia el estacionamiento.
—Si esto es algún tipo de broma, tengo spray de pimienta en mi cartera —dijo ella, sosteniendo su pequeña cartera amarilla cerca a su pecho.
—Relájate. —Mire alrededor para asegurarme de que estuviera vacío.
Aunque estábamos a finales de Abril, el aire era bastante frío, y las dos temblábamos en nuestros vestidos. —Está bien —dije, mirándola—. Si pudieras tener a cualquier chico como tu cita para el baile, ¿quién sería?
—¿Estás tratando de torturarme? —preguntó ella. —Simplemente responde la pregunta. Mirando sus zapatos amarillos, ella balbucea —¿Konohamaru Sarutobi?
No estaba sorprendida. Presidente de la junta de estudiantes, capitán del equipo de fútbol, un chico caliente por donde lo mires... Konohamaru Sarutobi era el chico que casi cualquier chica hubiera escogido para ser su cita en el baile.
—Está bien, entonces. Será Konohamaru —murmuré, haciendo sonar mis nudillos. Levantando mis manos hacia el cielo, cerré mis ojos y me imaginé a Moegi en los brazos de Konohamaru, ella con su brillante vestido amarillo, él con un traje. Después de unos cuantos segundos de concentrarme en esa imagen, comencé a sentir un ligero temblor debajo de mis pies y una sensación como de agua corriendo hacia mis manos estiradas. Mi cabello comenzó a flotar sobre mis hombros, y entonces escuché a Moegi jadear.
Cuando abrí mis ojos, vi exactamente lo que estaba esperando. Arriba, una inmensa nube negra estaba girando, con chispas de luz purpura brillando en su interior. Seguí concentrándome, y mientras lo hacia la nube giro más rápido hasta convertirse en un perfecto círculo con un agujero en el medio.
La dona mágica, como la nombre la primera vez que creé una en mi cumpleaños número doce.
Moegi se escondió entre dos autos, con sus brazos levantados sobre su cabeza. Pero era demasiado tarde para detenerse.
El agujero en el centro de la nube se lleno con una luz verde brillante. Enfocándome en esa luz y en la imagen de Konohamaru y Moegi, flexioné mis dedos y observé mientras un rayo de luz verde se disparaba desde la nube y recorría el cielo. Desapareció tras unos árboles.
La nube se desvaneció y Moegi se paró con sus piernas temblando. —¿Q-Qué fue eso? — Ella se giró hacia mí, con los ojos muy abiertos—. ¿Eres como una bruja, o algo?
Me encogí de hombros, sintiéndome agradablemente embriagada por el poder que acababa de liberar. "Borrachera de magia", mamá solía llamarlo. —No fue nada —dije yo—. Ahora, regresemos adentro.
Lee estaba cerca a la mesa del ponche cuando regresé.
—¿Qué fue todo eso? —pregunto él, señalando con su cabeza a Moegi. Ella parecía deslumbrada, mientras se empinaba, buscando entre la pista de baile.
—Oh, ella tan sólo necesitaba un poco de aire —dije yo, tomando un vaso de ponche. Mi corazón seguía acelerado, mis manos estaban temblando.
—Bien —dijo Lee, moviendo su cabeza al ritmo de la música—. ¿Quieres bailar?
Antes de que pudiera siquiera responder, Moegi corrió y me tomo del brazo. —Él ni siquiera está aquí —dijo ella—. Esa cosa... ¿Esa cosa que hiciste no lo convierte en mi pareja del baile?
—¡Shhh! Sí, lo hizo, pero tienes que ser paciente. Tan pronto como Konohamaru llegue el va a buscarte. Confía en mí.
No tuvimos que esperar mucho.
Hubo un rápido suceso de explosiones ruidosas, casi como disparos, que envió a los chicos gritando, escondiéndose debajo de la mesa de refrescos. Observé como el recipiente del ponche volaba hacia el suelo, regando líquido rojo por todas partes.
Pero no era un arma lo que había causado las explosiones; eran globos. Cientos de ellos. Lo que sea que haya pasado envió el gigante arco de globos en picada al suelo. Vi como un globo blanco se soltaba del amarre y se levantaba hacia el techo del gimnasio.
Mire hacia adelante y vi varios profesores corriendo hacia las puertas.
Que ya no estaban allí.
Porque un Land Rover plateado se había chocado contra ellas.
Konohamaru Sarutobi salió del asiento del conductor. El se había cortado la frente y su mano, y estaba sangrando sobre el brillante piso de madera mientras gritaba, —¡Moegi, MOEGI!
—Santa mierda —murmuró Lee. La cita de Konohamaru, Kaede Yoshino, salió del asiento del pasajero. Ella estaba llorando.
—¡El está loco! —dijo desesperada—. El estaba bien, y entonces apareció una luz... y... y... — Ella siguió gritando histérica, y yo sentí mi estómago retorcerse.
Yo fui cuidadosa esta vez, pensé. ¡He mejorado en esto!
Konohamaru encontró a Moegi y la sacó de abajo de una mesa. —¡Moegi! —Sonrió ampliamente, toda su cara se iluminó, lo que con la sangre y todo, era aterrador. Yo no culpé a Moegi por gritar a todo pulmón.
Uno de los chaperones, el Entrenador Henry, corrió a ayudar, agarrando el brazo de Konohamaru. Pero Konohamaru simplemente se giró, con una mano aún agarrando a Moegi, y le dio un puñetazo al Entrenador Henry en la cara. El entrenador, que medía 1,85 y pesaba fácilmente cien kilos, salió volando hacia atrás.
Y entonces, se desató el infierno.
La gente salió corriendo hacia las puertas, más profesores estaban arrastrando a Konohamaru, y los gritos de Moegi habían alcanzado un tono desesperado y suplicante.
Tan sólo Lee parecía no estar afectado.
—¡Genial! —dijo él mientras dos chicas pasaban sobre el Land Rover y corrían lejos del gimnasio—. ¡El mejor de los bailes!
Konohamaru seguía sosteniendo una de las manos de Moegi, y estaba arrodillado. No estaba segura, debido a todos los gritos, pero creo que le estaba cantando.
Moegi ya no estaba gritando, pero estaba buscando algo en su cartera. —Oh no —gruñí.
Comencé a correr hacia ellos, pero me deslicé y caí sobre el ponche. Moegi sacó un pequeño contenedor rojo y roció su contenido en la cara de Konohamaru.
Su canción se convirtió en un incomprensible grito de dolor. El soltó su mano para limpiar sus ojos, y Moegi corrió.
—¡Está bien, cariño! —gritó hacia ella—. ¡No necesito ojos para verte! ¡Yo te veo con los ojos de mi corazón, Moegi! ¡MI CORAZÓN!
Fantástico. Mi hechizo no sólo fue demasiado fuerte, también fue patético.
Me senté en la piscina de ponche mientras el caos que había creado se desarrollaba a mí alrededor. Un solitario globo blanco rebotó en mi codo, y la Sra. Davison, mi profesora de álgebra, paso a mi lado, gritándole a su celular. —¡Dije Secundaria Green Mountain! Um... no lo sé, ¿Una ambulancia? ¿Un equipo SWAT? ¡Simplemente envíen a alguien!
Entonces escuché un grito desesperado. —¡Fue ella! ¡Sakura Haruno!
Moegi me estaba señalando, todo su cuerpo temblando. Incluso sobre todo el ruido, las palabras de Moegi resonaron en el cavernoso gimnasio. —Ella es... ¡ella es una bruja!
Yo suspiré. —No de nuevo.
Esto a sido todo...dejen reviews porfa
