Tu Amor y su Envidia

Cuando tenía 17 años se dio cuenta de que la amaba profundamente, lo que no sabía es que desde el momento en que la besó nacería la envidia más grande... capaz de destruirlo todo...

Sólo quiero aclarar que estos personajes no son míos si no que de la gran Rumiko Takahashi, este fic es un universo alterno que surgió en mi cabeza cuando comenzaron los capítulos nuevos de Inuyasha. Espero que les guste...

Capítulo 1: Un beso

Sentía el la brisa fría acariciarle el rostro, caminaba presurosa por entre los árboles del bosque que separaba su hogar de las otras edificaciones que había en el lugar, luego de unos minutos caminando se apoyó en el tronco de un árbol para descansar, respiró profundamente y miró hacia el horizonte. Los rayos del sol de a poco comenzaban a esconderse, haciendo que el cielo adquiriera unos hermosos tonos naranjos, rojizos en medio del celeste que acompañaba sus días. Miró su reloj, este marcaba las siete de la tarde, respiro profundo una vez más y continuó con su marcha, tenía tan sólo unos minutos hasta que su madre notara su ausencia.

Sonrió cuando notó que el camino se acortaba, sus ojos marrones buscaban impaciente áquel lugar donde se erigía un añoso y hermoso roble. Se detuvo nuevamente y sacó del bolsillo de sus jeans un papel doblado en cuatro partes, lo estiró y lo leyó.

Kagome:

Necesito que acudas a nuestro roble, tengo algo muy importante que decirte, ven aunque sean unos minutos...

Estaré esperándote

Inuyasha.

En su rostro pálido se dibujó una sincera sonrisa, sus mejillas se sonrojaron más debido a las palabras que acaba de leer que a la carrera, intentó en vano ordenar sus rizos azabaches, estiró un poco la polera que ese día vestía y volvió a guardar aquel preciado papel dentro de su bolsillo. Sus ojos brillaban ilusionados y su corazón latía cada vez más a prisa con cada paso que ella avanzaba. Sonrió abiertamente cuando el gran roble se presentó ante ella, ese era el lugar en donde todas las tardes se encontraba con él.

Miró impaciente a su alrededor mientras se acercaba al roble y de pronto lo vio, se encontraba apoyado en el árbol, su largo cabello negro se mecía con el viento, vestía una camisa roja, pantalones y zapatos oscuros. Se veía tan seguro y calmo apoyado en el roble y mirando hacia el horizonte, en cuanto se supo cerca de él sintió como cientos de mariposas aleteaban dentro de su estómago. No se encontró con sus ojos de frente, pero su perfin le pareció hermoso, como todo lo relacionado a él. Avanzó un paso y en seguida el se volteó para mirarla, sus brillantes ojos dorados la observaron fijamente y ella se quedó sin respiración en cuanto pudo contemplarlo, su piel trigueña hacía un contraste con el color de su mirada y el negro de su cabello.

-InuYasha... –susurró, mientras él le regalaba una sonrisa que siempre recordaría.

-Estás aquí... –dijo él admirandola embelesado, notando el leve sonrojo en las mejillas pálidas de Kagome, sus ojos castaños brillaban y sus rizos azabaches se movían con el viento, mientras ella con sus delgadas manos intentaba ordenarlos.

-Tengo sólo unos minutos –le dijo avanzando hacia él, quien le extendió una de sus manos para que ella la tomara.

Sabía que para Kagome con sus quince años era difícil poder salir de su hogar, su madre insistía en que siempre debía estar acompañada de algunos de los sirvientes, sobretodo después de la triste partida del señor Higurashi.

-Lo sé.. –le dijo mientras Kagome tomaba su mano, cerró los ojos al momento en que su corazón comenzó a latir a mayor velocidad, sólo con el roce de sus manos, le parecía increíble y maravilloso los sentimientos que la joven le hacía sentir, él era dos años mayor que ella y antes de conocerla presumía de su fortaleza y madurez.

Avanzaron un par de pasos sin decir nada, disfrutando como todas las tardes del simple hecho de estar juntos. Kagome lo miraba embelesada, sintiendo que todo dejaba de importarle cuando él se le acercaba, por eso había acudido en cuanto una de sus sirvientas le había entregado la pequeña carta.

-perdón si tardé... –le dijo de pronto, iniciando la conversación ya que le costaba una enormidad mantenerse en silencio y eso era algo que a InuYasha le encantaba. –vine en cuanto Koharu me entregó tu carta... –lo miró y le sonrió... -¿Qué es lo que necesitas decirme? –le preguntó sin esconder su impaciencia, Inuyasha miró el enlace sus manos y luego centró su atención en ella.

-Siempre tan impaciente... –le dijo divertido y luego agregó –creo que me estoy haciendo imprescindible para tí...

Kagome arrugó levemente el ceño, fingiendo molestia –engreído... –le dijo soltando su mano, mientras él soltaba una carcajada

-¿Acaso me hiciste venir para burlarte de mí? –lo miró directo a los ojos... esta vez sintiendose algo molesta, primero le escribía pidiéndole que lo visitara y ahora parecía querer burlarse de ella –Si no tienes nada que decir entonces me iré –le dijo volteando y cruzandose de brazos.

-Es increíble lo rápido que te enfadas... –le dijo observando la postura orgullosa que adoptaba la joven y luego agregó –igual estás aquí...

-No me quedo otra que venir... –le dijo con la voz cortante –además tú también te enfadas rápido –agregó recordándole una pequeña discusión que habían tenido hacía un par de días atrás, todo porque ella había saludado de manera cordial a uno de los amigos de Inuyasha.

-Pero yo tenía razones... –Le dijo él, haciendo que Kagome recordara todas las razones dichas por él para que ella no se mostrara cordial con todo los hombres que quisieran saludarla.

-¿Razones? –le dijo voltendo para enfrentarse a los ojos de él, quien la seguía mirando divertido -¿Acaso es un pecado ser amable? –alzó la voz intentando parecer molesta, pero a Inuyasha sólo le causó otra carcajada.

-No soy tu payaso... me voy... –le dijo volteando nuevamente en dirección opuesta a Inuyasha para marcharse a su casa, sólo alcanzó a avanzar un par de pasos cuando sintió que la mano de él tomaba uno de sus brazos.

-No... Kagome..¡Espera! –Kagome se detuvo pero no quiso mirarlo –perdoname, ese asunto ya está olvidado, por favor no te vallas –le susurró al oído, haciendo que la joven sintiera de pronto un escalofrío recorrerle toda la espalda.

-Es que digo tonteras cuando estoy nervioso... –agregó pronunciando rapido las palabras, no podía dejar que ella se marchara, no cuando había decidido algo tan importante... Kagome se volteó y lo miró, y la expresión de InuYasha parecía rogarle por que se quedara...

-¿Qué pasa? –le preguntó con su voz suave, entendiendo que InuYasha en ocasiones era impulsivo y decía lo primero que se le venía a la mente.

Él se alejó un par de pasos miró hacia el roble, él único testigo de lo que estaba por expresarle a Kagome. Había pensado muchos días en aquello, desde que conocía a Kagome se sentía completamente distinto, más alegre, era como si estuviera lleno de vida, cada día esperaba ansioso asistir al lugar para encontrarse con ella, se le estaba haciendo cada día más necesaria... y era hora de que ella se enterara de todo lo sentía.

-Desde que te conocí... desde que te ví aquel día... no he podido dejar de pensar en tí Kagome –Le dijo mirándola intenstamente, Kagome respiró profundamente, mientras su corazón parecía querer salir de su pecho.

-Tú.. eres hermosa... y creo que te Amo –le soltó sin más, se acercó un par de pasos a ella quien lo miró con sus ojos llorosos, porque desde hacía un tiempo ella soñaba todas las noches con que InuYasha le dijera algo así..

-Inu.. Yasha... –le dijo con dificultad por la emoción que de pronto la embargaba, sabía que ambos eran jóvenes, y que nadie en su casa sabía de aquellos encuentros, pero en el fondo de su corazón ella también sabía que lo amaba, desde el momento en que lo conoció, lo amaba profundamente, era un sentimiento tan real que a veces la asustaba pero que también la hacía sentirse feliz.... –yo... yo... también te amo... –le dijo casi en un susurro que él escuchó perfectamente. De pronto el tiempo pareció detenerse para ambos Inuyasha tomó la pequeña cintura de Kagome con sus manos, ella lo miró fijamente y rodeo su cuello con sus manos, de a poco sus labios comenzaron a acercarse y se juntaron en un beso que ambos deseaban. En un principio el beso fue tímido, ella no había besado nunca a un chico y se sentía demasiado nerviosa, poco a poco la lengua fue adentrandose en su boca buscando la suya, sus labios lentamente comenzaron a reconocerse, a sentirse y acariciarse en un acto que a ambos los alejó del mundo, sólo para ser conscientes de lo que en ese minuto estaban sintiendo. Las piernas de ella parecieron flaquear ante la emoción que los labios de Inuyasha le provocaban, sentía que si no estuviera abrazada a él se caería, él al parecer sintió aquello porque la abrazó aún mas fuerte, sin soltar sus labios. Había deseado tantos días estar así con ella, Kagome le parecía la joven más hermosa y sabía que la amaba... tanto.

Ninguno se percató del tiempo que transcurrió, lentamente se separaron pero Inuyasha siguió dandóle pequeños besos en la nariz, las mejillas, la frente, los labios.

-Te amo... –le susurró con la voz ronca y Kagome sintió como su corazón se regocijaba al escucharlo...

-y yo a ti –le dijo sonriendo entre beso y beso que Inuyasha le daba, al parecer su sueño se acababa de cumplir.

Estuvieron largo tiempo abrazados, besándose, descubriendose, felices de estar juntos. De pronto Inuyasha se alejó para mirar el rostro de Kagome, sin dejar de tomar su cintura y le dijo –Kagome mis padres están planeando un viaje... y tengo que acompañarlos –Kagome lo miró con algo de tristeza, no se imaginaba ahora estar lejos de él

-¿En cuánto tiempo volverás? –le pregunto con algo de dificultad... Inuyasha suspiró sintiendo nuevamente que no quería irse..

-Sólo son dos semanas... parto en unos días...-Kagome se mordió el labio inferior nerviosa, ¿Cómo podría estar dos semanas completas sin comunicarse con él? Inuyasha pareció leer la pregunta en sus ojos...

-Tengo la dirección del hotel... –buscó entre sus ropas un pequeño papel y se lo entregó a Kagome –Podemos escribirnos, y pronto estaremos juntos..

Kagome asintió contenta, claro que le escribiría todos los días, hasta que el volviera, además pensó son sólo dos semanas sin saber la sorpresa con la que se encontraría al volver a casa.

Miró a su alrededor y se dio cuenta que ya estaba casi oscuro tenía que volver, su madre notaría su falta.

-debo marcharme... –le dijo e Inuyasha agregó –vamos, yo te acompaño a casa... –Caminaron tomados de la mano, sintiéndose tan felices ya que a la vuelta de el viaje de Inuyasha le dirían a sus padres sobre sus sentimientos y la relación que acaba de comenzar.

-Maldita Kagome –susurró una joven de piel pálida, cabello largo, liso y negro, sus ojos almendrados brillaban de odio, estaba escondida entre los árboles y había visto toda la declaración de la pareja, sintiendo en su corazón una gran envidia y profundo odio hacia su prima, por tener para ella a un joven tan poderoso como InuYasha Taisho. Luego de que ellos se marcharan se apresuró en llegar a casa, había escuchado que su tía planeaba irse junto a Kagome rumbo a Francia. Tenía que lograr que se llevaran a la tonta y buena de su prima antes que Inuyasha volviera, no iba a permitir una relación entre ellos ya que desde el momento en que ella había visto al hombre de ojos dorados había decidido que él y su gran herencia serían sólo para ella.

En cuanto llegó a casa avanzó por las habitaciones hasta donde se encontraba su tía, La señora Higurashi y su Madre Tsubaki Ikawa les dijo que había visto a Kagome llorando en el bosque por la muerte de su querido padre, y que su prima en secreto le había comentado que quería alejarse de Japón lo antes posible. La madre de Kagome creyó todo lo que decía su sobrina y ya que estaba todo preparado decidió adelantar el viaje como una sorpresa para Kagome.

Kikyo sonrió triunfante, su prima se iría de su casa e Inuyasha sería suyo así como todo lo que Kagome poseía.

- - - - - - - - -

Tenía los ojos cerrados, estaba sentada en el balcón de su habitación recibiendo los últimos rayos del sol de aquella tarde, le encantaba esa sensación de tranquilidad que le daba estar en ese lugar. Abrió los ojos lentamente y se encontró con el paisaje al cual había aprendido a querer, los edificios se alzaban orgullosos, coloridos, decorados cada uno en estilo distinto pero todos eran bellos, a lo lejos la flamante torre Eiffel se erigía segura y resaltaba sobre todo lo demás, era una estructura de hierro hermosa e impresionante. De pronto una brisa fría comenzó a correr y colarse por entre las hebras de sus rizos azabaches, sintió que su piel perdía el calor pero no le importó, ya que estaba despidiendose del lugar que había sido su hogar durante diez años.

Su atención de pronto se centró en una pequeña caja de metal que traía sobre sus piernas, se sentía tan melancólica que sin querer había comenzado a recordar sucesos pasados de su vida, le sacó la tapa a la caja lentamente y buscó un papel que llevaba diez años junto a ella, el papel ya estaba casi amarillento, y a punto de rasgarse en las marcas donde el papel se doblaba, lo extendió y de inmediato reconoció la caligrafía perfecta de él:

Kagome:

¡Hola! ¿Cómo estás? Yo acabo de llegar al hotel y quise escribirte de inmediato, aún me siento en las nubes luego de nuestra tarde y no sabes cuánto deseo estar allá pronto. Nuestra primera parada es Londres es una ciudad muy grande, algo fría pero maravillosa. Algún día estaremos juntos aquí, recuerdo que me dijiste lo mucho que te gustaría conocerla, asi que tomaré muchas fotos y te contaré todo. Por ahora todo está bien mis padres están felices ya que pronto nos encontraremos con mi medio hermano Sesshomaru, a pesar de que yo no tengo mucha relación con él mi padre desea verlo. En el sobre te envié todas las direcciones y les fechas de los lugares en los que estaré, encargué que estuvieran atentos a tus cartas asi que espero que me escribas porque necesito saber de ti.

Ahora debo irme pero pronto te escribiré. Te extraño Kagome por favor cuídate.

Te amo.

Atte.

Inuyasha Taisho.

Kagome leyó las palabras una y otra vez, la carta estaba fechada hacía diez años atrás y había sido la única recibida. Ya que a los días después junto a su madre había dejado Japón, a pesar de que alcanzó a enviarle a Inuyasha una carta con su nueva dirección en Francia él jamás le había respondido, ella siguió insistiendo durante algunos meses, le envió cientos de cartas pidiéndole perdón pero al parecer Inuyasha no quería saber nada más de ella.

Suspiró al recordar todas las veces que se quedó hasta tarde escribiendo y una lágrima amenazó con rodar por su mejilla, se la secó rapidamente y volvió a guardar la carta de Inuyasha dentro de la caja, negó con la cabeza y susurró.

-Basta Kagome eso pasó hace mucho tiempo.... sólo son sentimientos de niña...-se dijo tal como lo hacía todos los días en que lo recordaba, lo más probable es que aquello que sentían sólo fue una ilusión de adolescentes y nada más, ella ya era toda una mujer y tenía que ser capaz de seguir con su vida y dejar de preguntarse qué era lo que había sucedido con sus cartas. Dentro de la caja también habían otras cartas, éstas eran de su mejor amiga Sango, con quién había mantenido el contacto a pesar de encontrarse tan lejos de Japón. Sango había podido visitarle al menos una vez al año y ahora estaba esperando casada con Miroku, un joven amigo de Inuyasha y quien ella había visto sólo una vez, logrando una pelea que ahora le parecía realmente infantil. Lo que la alegraba era que su amiga era feliz junto a su esposo y ambos esperaban a su primer hijo.

De pronto unos golpes en la puerta llamaron su atención... –Adelante... –dijo alzando la voz desde el balcón, volteando la mirada hacía la puerta, cuando ésta se abrió dio paso a una mujer de unos cuarenta años, su cabello negro estaba sujeto en una cola y su rostro amable le sonrió en cuanto se encontró con el de Kagome.

-Pequeña hemos venido por tus cosas... –le dijo entrando junto a dos hombres, ambos vestidos de overol oscuro que tenía marcado el logotipo de la empresa de mudanza. Kagome se levantó dejando la caja sobre la silla que ocupara en el balcón y le dio las instrucciones a los hombres. Había en el lugar varias cajas que contenían libros, ropa y otras cosas de su habitación, las que serían enviadas en barco junto a las demás pertenencias del departamento hacia Japón. Los hombres tardaron algunos minutos en sacar las cosas del lugar dejando sólo la cama, un escritorio, una silla, un espejo y las maletas de Kagome. Esos objetos serían trasladados después de que la joven abandonara el lugar, la mujer esperó a que los hombres se retiraran para hablar con su joven ama.

-Pequeña llamó tu madre hace algunos minutos, le dije que estabas descansando...-Kagome estaba apoyada en la baranda del balcón, sintiendose algo triste por no hablar con su madre pero en estos momentos se sentía demasiado meláncolica y nerviosa como para ocultárselo a su madre. -¿Cómo está? –le preguntó a quien había sido su niñera y acompañante desde que había nacido.

-Esperando tu llegada, el vuelo está confirmado para las siete de la mañana.

-Entiendo... –dijo Kagome asintiendo con la cabeza, sintiendose de pronto dividida entre dos emociones. Por una parte se sentía triste de abandonar el lugar que había sido su hogar y a las personas que había conocido en esta ciudad, pero también una pequeña parte de ella ansiaba volver a Japón, quería estar con su madre.

En un principio quiso volver, desde que le habían dicho que se marcharían, recordaba claramente lo mucho que había llorado al sentirse lejos de todos los seres queridos que tenía en Japón, sobretodo de él. Luego cuando se había acostumbrado a París su madre le planteó la idea de volver, la hermana de la señora Higurashi no se encontraba con la perfecta salud y necesitaba a su hija y hermana cerca. La desición fue tomada en poco tiempo, siendo la madre de Kagome la primera en viajar ya que ella estaba terminando su post-grado en la universidad de París, por lo que su madre la esperaría en Japón y alistaría todo para la vuelta de su hija. El momento ya había llegado y Kagome no se sentía preparada para volver, por lo que no podía expresar la emoción que no sentía.

-Kagome... –susurró la mujer acercándose a ella –Se que no es fácil dejar a tus amigos aquí, pero tu madre te necesita en Japón..

-Lo sé Midoriko... –le dijo mientras miraba a su niñera y sonreía... –Es que me siento dividida... pero intentaré mejorar mi ánimo –le volvió a sonreír para tranquilizarla. La mujer la abrazó y luego abandonó la habitación, ya que como era la mano derecha de la señora Higurashi estaba a cargo de muchas cosas antes de partir hacia Japón.

Kagome se acercó hacia el espejo y se contempló, ya era una mujer adulta, con una carrera y con toda su vida por delante. Quizo sentirse feliz de volver, pero habían cosas que no quería enfrentar y lamentablemente nadie en su familia entendía, se llevó las manos a los labios y recordó áquel beso, y aquella tarde junto a Inuyasha, cuando cerraba los ojos recordaba claramente la sensación de sus labios y como su corazón latía con fuerza, suspiró derrotada sabía que aún lo tenía en su corazón a pesar del tiempo que había pasado, porque por más que intentara tener un novio ningún hombre de los que había conocido la había besado de esa manera.

Sus ojos amenazaron con dejar caer lágrimas nuevamente, era una tonta lo sabía, sabía que Inuyasha ya no estaba disponible que habían pasado diez años sin saber nada de él y en el fondo de su corazón seguía añorandolo. Se acercó nuevamente hasta el balcón y comó la caja en sus manos, la abrió y buscó en ella, hasta que encontró una postal que tenía una imágen de las ruinas de Grecia la había recibido hacía unos meses y provenía de su prima Kikyo. La volteó cerrando los ojos, sintiendo cómo su corazón se desgarraba al saber el contenido, enfocó sus ojos en la última línea que decía:

¿Puedes creer que me casaré con Inuyasha Taisho?

Finalmente las lágrimas rodaron por sus mejillas, no quería volver a Japón porque tenía que asistir a la boda de su prima con InuYasha, él mismo que le había dicho que la amaba sólo a ella, y el único con quien ella se había sentido feliz.

Continuará...

- - - - - - - - -

Holaaaaa!!!

Aquí les presento este nuevo fic, creo que quedó algo intenso el primer capítulo pero me gustó así... ya que luego de este cap cualquier cosa puede pasar. Espero que esta nueva idea les guste y que me dejen un mensajito.

Nos vemos en el próximo capítulo

Saluditos

Isis.