FIC

Touch Down Al Corazón

Por Mayra Exitosa

Reto Lectora Soñadora

Vivimos realidades que no esperábamos, dejamos en espera sueños que no llevamos a la realidad. Dejamos para mañana una oportunidad que era del día de ayer y simplemente esperamos que nos caiga del cielo, el éxito, la gloria y la paz. Pero no hacemos nada, cuando se trata de amor.

Una joven lectora me pidió escribir una historia, y otras muchas han sido escritas gracias al apoyo desinteresado de chicas que quieren continuar leyendo para imaginar, al conversar conmigo, al hacerme sentir que puedo concederle algo de lo que sueña. Muchas personas me dicen, termina un fic, pero cuantas realmente ayudan a que se logre uno. Cuantas realmente comentan cada que leen animando a que continúen escribiendo, así es como muchas escritoras han abandonado la posibilidad, dejando a quienes leen, la tarea de seguir… soñando.

No pedimos que escribas, pedimos que hagas algo por tus sueños y al hacerlo, todo, totalmente todo, funciona como un ciclo que avanza gracias al poder llevar acabo aquello que deseabas en el fondo de tu corazón y que no le hacía daño a nadie, por el contrario, le hace bien a la humanidad.

"Te deseo que tu tesis, la termines exitosamente mi bella amiga lectora."

"Deseo de corazón que encuentres un equipo para continuar escribiendo, mi valiosa amiga escritora"

"Anhelo con mi sincero aprecio abrazarte algún día, amiga mía"

Touch Down Al Corazón

Por Mayra Exitosa

El amor no se sabía cuándo había nacido, solo se sentía y no lo había reconocido, hasta aquella noche que ella estaba triste y la joven que le coqueteaba desde hace meses, por fin se había acercado a él, provocando en la chiquilla rubia, que bebiera de más. No se ponía alegre, como muchas chicas al beber, esta vez estaba triste, derrotada, y al notarlo se separaba de la exuberante porrista que deseaba pasar la noche más emocionante de su vida con el jugador estrella de la mejor universidad de Chicago.

Por fin ella lo explicaba todo, y él al escucharla se sentía en el cielo. Porque hasta ahora sabía que ambos se querían, por qué.

Seis meses antes…

Albert iría a la Universidad de Chicago, fue seleccionado para una beca completa con el deporte que desempeñaba desde que estaba en sus estudios básicos. La mejor amiga de su hermano, Candy una chica que siempre lo observaba a la distancia, le provocaba dar su mejor esfuerzo, era una pequeña dinámica, llena de alegría y muy estudiosa. Ella siempre lo miraba sentada desde las gradas, no había partido que no fuera, acompañada siempre de su mejor amigo, Anthony. Casualmente el único hermano de la super estrella de futbol americano, él era tranquilo, no jugaba ningún deporte, le gustaba la astronomía, la biología, ciencias de la salud y por mucho tiempo parecía que sería el futuro doctor de la familia, al estar con su amiga Candy, el daba información que obtenía de ella o que ambos deseaban.

Anthony era menor que su hermano por dos años, su valioso hermano se iba a la Universidad becado con buenos promedios. Mientras que Anthony todavía cursaba la preparatoria junto a Candy, aun así, cada partido ambos estaban en las gradas, no faltaban, siempre apoyándolo aún la distancia de sus colegios, ambos estaban gritando y apoyando a Albert Andrew, el mariscal de campo. El quarterback era el jugador más popular, de la liga universitaria. No solo por dar los mejores pases a través de sus valioso brazos largos y certeros, sino por esa agilidad para correr con el balón cuando menos lo esperaban dando en muchas ocasiones los más sorpresivos touch down.

Candy era su fan número uno, nadie lo sabía, solo ella guardaba en su habitación fotos, recortes y todo cuanto fuera de Albert, era alto, muy alto, era fuerte, muy fuerte, era atractivo, demasiado para su propio bien y sobre todo… era mayor que ella. Pero, aun así, era soñar todas las ocasiones que podía, en una mirada directa, en una sonrisa, en algo que le daba a ella una razón de pasarse varios días, volando en su interior imaginándolo cerca, que la fuera a dejar a su casa, que salieran juntos a caminar. Pero no, el único que estaba con ella, era su hermano, Anthony, quien fungía como su mejor amigo, estaban en clases juntos, estudiaban de manera grupal, y aunque no había una atracción, reconocía el parecido que había entre ambos hermanos.

- Candy, habrá juego y ¿adivina quién va a ir?

- Tu amigo Archie.

- No, la chica más hermosa de toda la preparatoria.

- ¡Oh Dios! Anthony, mereces algo mejor que ella.

- Candy, nunca lo entiendes, ella es… la chica de mis sueños, siendo mi mejor amiga, querrías lo mejor para mí, y ella lo es, Candy, lo es.

- Tienes razón, y la llevará su hermano o su novio.

- ¡Candy!

- Vamos Anthony, es su novio, esta todo el tiempo con ella, no se separa de su lado, es un hecho que hay algo entre ellos.

- Lo mismo pensarían de nosotros y no es así. Tu eres la mejor amiga de toda mi vida, y no por eso, estamos destinados a ser pareja. Ella es mi chica ideal, lo sabes.

- Si. Por supuesto que lo sé. Investigaré con quien irá, y por supuesto que no faltaremos al partido de tu hermano, estoy segura de que será grandioso.

- Ah sí, ya no es sorpresa. El siempre gana. Comentaba sin mucho ánimo Anthony al saber que Albert era ante los ojos de Candy, el hombre más genial del mundo, pero no quería que su hermano lo supiera, imaginarse a Candy con él, era como que también eso le robara, no solo ser el triunfador, ahora también el pretendiente de su mejor amiga, eso nunca. Candy le respondía sacándolo de sus pensamientos,

- No siempre, pero da su mejor esfuerzo, además… ¡Es tu hermano!

- Si, y no vamos a faltar, ya lo sé.

Candy sabía que Anthony no le decía nada a su hermano de que ella lo admiraba, y se lo agradecía, no quería que Albert sintiera que era una chiquilla fanática enamoradiza como todas las demás chicas que estaban tras él. Así que siempre se mantenía a distancia. Pero cerca de su hermano, ella siempre podía estar enterada de todo, en cuanto su madre mencionará una llamada, un comentario, algo sobre él. Ella lo escuchaba, estaba al pendiente de su calendario de juegos y sabía contra quienes iban y donde se llevaría a cabo el partido. Gracias a la madre de Anthony, en ocasiones los acompañaba y podían ir a los partidos lejos de casa. Quedándose en la misma habitación que ella. Y siendo amiga de… Anthony.

Para Albert ser el mariscal de campo no era su única meta, aunque estaba siempre en el ojo de los coach de mayor rango. Estudiaba y no bajaba sus calificaciones, se desempeñaba en administración de negocios internacionales, ya que su padre había dejado todo en sus y cuando se graduara tendría que tomar las responsabilidades de ser el hijo mayor, sin embargo, actualmente, su madre tenía ese trabajo con varios administradores y ella era quien fungía en la toma de decisiones, con el hombre que era su mano derecha, el señor Johnson, al cual le debían la tranquilidad después del triste fallecimiento de su padre.

Solo había algo más que lo motivaba que ver a su madre apoyándolo y era ella, la pequeña niña pecosa que iba todos los días a casa, primero la veía como una hermanita a la cual proteger junto a su hermano Anthony, después ella crecía siendo la más veloz en las carreras de velocidad y superando a todas las chicas de su edad, aun siendo la más bajita y delicada, tenía un encanto singular, sus pecas y su sonrisa, le fascinaba cada que le tocaba verla en casa, estudiando junto a su hermano.

Ahora ya era una señorita, se maquillaba y se le escondían sus pecas, su cuerpo se había desarrollado donde más atractiva se podía ver, parecía haber entrado a una computadora de belleza y que seleccionaran de ella, los mejores atributos, aun con todas las porristas, Candy era la chica que hacía que todo tomara vuelo, incluyéndolo a él. Pues solo verla en las gradas le daba la seguridad de que, si perdía, la vería triste, pero si ganaba, saltaría, gritaría y lo miraría como solo ella sabía hacerlo, con ese mirar verde y brillante, como si le gustara, como si hubiera una conexión entre ambos, cuando coincidían al verse.

No podía acercarse a ella, pues su hermano se sentía menos por todavía ser menor y no ser el popular de la preparatoria, por el contrario, era estudioso y aun no se desarrollaba por completo, tenía su cuerpo aun sin estirarse y sabía que pronto lo haría, pero los frenos dentales, el corte de cabello descuidado y esa forma de estar soñando todo el tiempo, en vez de ingresar a algún equipo deportivo, hacer algo para que la chica que le llamaba la atención le hiciera caso.

- Mamá deberías hablar con Anthony, que ingresara algún equipo, aunque no fuera americano, podría jugar cualquier cosa que lo ayudara a formar parte de un equipo y se desarrollara más.

- Lo he intentado, pero tendré que hablar con Candy, ella está en el equipo de atletismo y tu hermano se quedó en el ajedrez.

- ¡No me digas eso! Dile a Candy que se lo lleve a atletismo, estoy seguro de que lo convencerá.

- Hablare con ella. Gracias por preocuparte por él, Candy saldrá dos semanas a las olimpiadas juveniles. Creo que Anthony no podrá ir con ella, hablaré con él y lo tratare de convencer.

- ¡Suerte!

Albert cortaba la llamada y buscaba las olimpiadas juveniles de atletismo, quería estar al pendiente de ella, si iba a correr, él quería estar en las gradas, como ella lo hacía en sus partidos. Quería apoyarla, pero no podía ir con facilidad a todos lados, sin encontrarse con chicas o con compañeros que deseaban conversar con él o tomarse una selfie, o mil cosas que siempre le aparecían cuando deseaba hacer algo por su cuenta. Tendría que ser muy listo.

Anthony por su parte preparaba su salida al partido para el fin de semana, su super chica iría con su hermano y ese engreído que no la dejaba ni a sol ni a sombra. Katy era una chica delgada, de rostro esculpido, maquillaje impecable y siempre llamaba la atención de los chicos que la rodeaban, era la más popular de la preparatoria y estaba saliendo con el chico popular de un año mayor que ella, harían una obra estudiantil y ahora estudiaban sus papeles continuamente reuniéndose en la cafetería o cada que salían de clases p en horas libres. El joven Terrance Grandchester lucía atractivo para todas, no era el mejor jugador, pero tenía un cuerpo atlético, pertenecía al grupo de teatro, al de debates y en sus ratos libres su pasatiempo era la equitación. Donde sus padres poseían caballerizas rentadas particulares para sus corceles. Aunque ahora estaba con Katy, había una chica que le robo el corazón desde que entró a la preparatoria, pero esta chica era una nerd que no lo miraba, siempre estaba enterrada en sus libros y jugaba atletismo, mostrando unas piernas veloces y estéticas.

Si tan solo pudiera hablarle, acercarse a ella, pero la chica no se despegaba del rubio que parecía su sombra y posiblemente su novio. Llegaban juntos, comían juntos, salían juntos. No los había visto besarse o abrazarse, pero se enfurecía de solo imaginarlo que se escondieran para hacerlo, así en muchas ocasiones los vigilaba a distancia, pero no daban muestras de nada.

El partido llegaba y al verla en las gradas, él sonreía. Estaba ahí, como siempre, puntual. Su radiante sonrisa, su brillante mirada, y la emoción que le trasmitía cada que lo observaba a la distancia. Las primeras dos partes el partido se había puesto reñido, lo habían tacleado de manera continua y estaba bastante incomodo, pues al regresar a la banca, notaba su sufrimiento y eso le hacía sentir mal, la quería con una sonrisa, como la había visto al llegar. El coach estaba enfadado, no estaban cubriéndolo bien y eso era notorio, el equipo requería un estirón de orejas y el igual, porque su pequeña no iba a terminar triste esa tarde, viniendo desde lejos a verlo ganar. Incomodo, tomaba la decisión y si no lo cubrían él se volvería más ágil, pero definitivamente tenían que anotar.

Al salir y girar a verla, otra vez estaba su sonrisa, animándolo para que lo diera todo, y eso haría. La patada inicial se daba y el corría hasta ir por el balón, quedando en la mejor posición, entraba el otro equipo defensivo y volvía a tocar otra vez el. Ahí estaba la jugada perfecta, si no estaba seguro de que tomaran el balón, mejor sería llevarlo hasta anotar. Y se iba saltando con sus largas piernas, con toda la velocidad como ella lo era, su pequeña veloz, ahí estaba el para alcanzarla. Ahora iría por todo, llegaba haciendo touch down y caían tras él varios en el intento de alcanzarlo, saltaban varios pañuelos y castigos. Pero el logro lo alentaba, de inmediato lo revisaban y al girar a verla su rostro era de preocupación, estaba triste por él, si debía ser por él, porque habían anotado, pero le habían caído encima.

Se levantaba de la camilla, sobándose los golpes, dando movimiento de si mismo y al hacer una mirada de reojo, ahí estaba tomándose ambas manos, y sonriendo como siempre. Eso era lo que necesitaba, verla sonreír.

CONTINUARA…


RETO LECTORA SOÑADORA

HISTORIAS DE ALBERT Y CANDY

Historia creada sin fines de lucro, fic reto Julio 2018, deseando sea de su agrado, gracias por sus comentarios

Un abrazo a la distancia

Mayra Exitosa