Aclaraciones.
Combiné algunos detalles de ambas series (Las chicas Superpoderosas y las chicas Superpoderosas Z) para darle sentido a la historia de la banda. Por lo que aquí se encuentran las siguientes aclaraciones.
*Algunos de los miembros poseerán familia. Ya sea creada por mí o tomada de las historias originales.
*La apariencia de la Banda se basa en las chicas Superpoderosas originales, con algunos detalles mejorados para hacerlos más estéticos y agradables. Conforme avancen los capítulos, los aclararé.
*Son verdes porque se tiñeron a sí mismos, no porque posean gangrena.
*Ace y Serpiente ya están en una relación.
Capítulo 1. Después del sexo.
Transcurridos algunos meses después de su última derrota, aquella banda había decidido despojarse de sus patéticas acciones, por lo que tomando cursos extenuantes, todos los integrantes de la pandilla estaban actualizados en cuanto a nivel académico se tratase. Asistían a clases, sin abandonar sus costumbres ciertamente delincuentes. Sin embargo no es que estuviesen intentando ser personas decentes, sino que en sus planes actuales se destacaba uno en el que obviamente necesitarían conocimientos sobre ciencia.
Habían construido un laboratorio en el sótano de un departamento abandonado lejano a la ciudad. En dicha instalación se concentraban en crear algo que quizás nadie habría imaginado; su propia droga. Aquella idea había surgido después de que Ace observase a Serpiente combinar algunos fármacos para tranquilizar a una de las chicas Superpoderosas. A partir de ese momento, los cinco jóvenes ocupaban sus tardes en fabricar inmensas cantidades de aquel polvo verde que vendían a un muy alto precio a los habitantes de Saltadilla. Al no demorar en llegar las ganancias de su producto, Ace decidió que comprarían una bodega la cual habían convertido en su propia guarida secreta y en el nuevo laboratorio. Todo parecía perfecto; la pandilla solía divertirse trabajando con químicos y fármacos, mientras que Ace se encargaba de administrar los ingresos económicos de la banda.
Por las noches cada uno de ellos elegía qué hacer; Billy solía irse a un departamento con Genio, el cual habían adquirido gracias a su nuevo empleo. Dormían, en ocasiones ordenaban comida y molestaban al repartidor de pizzas.
Por su parte Arturo regresaba a su hogar, en el cual se encontraba su dulce progenitora cuidando al resto de sus hijos. Con lo que Ace pagaba a Arturo, él podía encargarse perfectamente de que a su familia no le faltase absolutamente nada, evitando su sufrimiento.
Sin embargo, no todos eran tan apegados a su familia; Serpiente aborrecía pasar las noches en la mansión de su padre al cual había encontrado hace algunos meses, por lo que se quedaba con Ace en aquella guarida. Debido a que Ace no poseía lazos familiares, Serpiente era su única compañía y para ser honesto, la única que necesitaba. En soledad, ambos se entregaban mutuamente a sus deseos más lúbricos, puesto que no era ningún secreto que dichos jóvenes permanecían unidos en un tórrido romance repleto de pasión y lealtad. Sanford había jurado eterna devoción a Ace y éste en agradecimiento le había permitido ingresar a su corazón.
No había secretos entre ambos; poseían el mismo ideal, ideal que Ace había elegido por los dos. Serpiente no poseía ningún problema con ello; su única aspiración era permanecer por siempre con Ace.
Por lo cual, en aquella noche después de haberse entregado a la pasión, ambos jóvenes se encontraban acostados en aquella cama que pertenecía al líder de la Banda. Serpiente se posaba sobre su jefe, mientras que éste le abrazaba por la cintura, estrechando su delgado cuerpo.
—Jefe…— Serpiente pronunció mientras apoyaba su delgado mentón en el pecho de Ace. El líder lo miró con curiosidad.
— ¿Qué sucede?—Ace preguntó acariciando ligeramente los suaves cabellos de su amante. Sanford esbozó una sonrisa traviesa y besó el pecho de su jefe.
— ¿Con quién perdiste la virginidad y qué edad tenías?— Los ojos de Ace se abrieron como platos al escuchar aquella entrometida cuestión. ¿Por qué Serpiente querría saber aquello? ¿No era suficiente saber que por ahora y por siempre Sanford sería el único en su vida?
—Bebé, no tienes por qué saber eso…no seas pervertido— Sanford soltó una ligera carcajada al escuchar las palabras de Ace, quien suspiró ante la insolencia de Serpiente. —Tenía quince, fue con una prostituta que pude comprar después de asaltar a siete ancianitas…— Ace confesó ligeramente avergonzado, no obstante su gesto se trastornó al visualizar el rostro celoso de Serpiente.
—No es justo, jefe. Yo tuve mi primera vez contigo. — Lloriqueó descendiendo de la silueta de Ace, quien sonrió mientras presenciaba los celos de Sanford.
—No te obsesiones con esas cosas. Después de todo ahora eres el único— El líder de la banda se inclinó en dirección a Serpiente, besándole un hombro mientras estrechaba su cadera. Serpiente le dedicó una sonrisa amorosa, abrazándole del cuello mientras depositaba besos dulces en la piel del rostro de su jefe.
Era extraño que fuesen tan cariñosos, puesto que ante el resto de la banda, Ace no paraba de abofetear a Serpiente por cualquier estupidez que comentase. No obstante, después de que Sanford le mencionase lo doloroso que era recibir agresiones, Ace simplemente las fingía. No planeaba herir verdaderamente a su novio.
—En la mañana escuché que las súper tontas van a volver a hacer rondas nocturnas por la ciudad. Empiezan mañana así que…es mejor que nos encerremos en el laboratorio antes de las seis. — Serpiente pronunció mientras volvía a montarse en Ace. El jefe de la pandilla estiró su mano hacia la cómoda, sujetó su cajetilla de cigarrillos y la posó sobre el segmento de la sábana que cubría los glúteos de Serpiente. Después de aquello tomó su típico zippo de as.
—Bueno, no hay problema. Les diré a los demás que lleguen a las cinco. Después de todo siempre terminamos a las diez…— Colocó el cigarrillo en la boca de Serpiente, mientras que él mismo se encargó de encenderlo. Después de aquello, lanzó el zippo y sujetó el tabaco entre sus dedos. —Me gusta que huelas a mí, Serpiente— Señaló apretándole los glúteos mientras se dedicaba a fumar. Sanford esbozó una sonrisa enorme, fundiéndose en el aroma del cigarrillo.
—Tú hueles a colonia y a tabaco, a veces a cocaína y cuando sales siempre llegas con un olor muy fuerte a limoncello y fernet. ¿Te gusta que apeste a eso?— Serpiente bromeó mientras visualizaba fumar a su amante, el cual simplemente sonrió de lado.
—Bueno, en realidad sólo si es por mi culpa. Antes de tocarte desprendes un olor muy fuerte a menta y me gusta cuando fumas. Es adictivo tu olor…— Sanford lamió sus propios labios, estirándose un poco para retirar el cigarrillo de los dedos de Ace. Lo acomodó en su boca y le sonrió con aquel largo tubo entre sus dientes.
—Oye, yo encendí eso. Dámelo…— Ace rió ligeramente admirando la sensual silueta de su colega. Sanford era tan travieso que le fascinaba.
—Ven aquí…— En cuanto Copular comprendió a qué se refería su chico, se inclinó hacia él para recibir el humo entre sus labios. Eran dos jóvenes malos, tan coquetos entre ellos, tan traviesos y adictos al tabaco.
—Me gustas, joder. Eres tan adictivo. — Ace se encargó de apagar ese cigarrillo para enseguida sujetar entre sus manos a su novio; lo apretó con insistencia y lamió su cuello.
Otra vez iban a fundirse en el adictivo sexo que les hacía gozar, que les hacía vivir.
