Después de ese asqueroso disturbio al que Elizabeth había sobrepasado en el salón, lo último que quería es estar alejada de su amado esposo, ella necesitaba respuestas, y no quería esperar más, ni una sola noche más, ni una sola noche más sin que él le acompañara a dormir como esposo que ahora era; ella no se había desposado para estar abandonada, el señor Darcy era el amor de su vida , ¿cómo es que había cambiado tanto en tan poco tiempo?, ¿ sería de la clase de hombre que al casarse perdía interés en la mujer? - ¡basta Elizabeth! - se dijo a sí misma – lo más seguro es que estés muy alterada por el miedo y las sensaciones recién vividas, tu esposo te ama, no puedes dejar que lo que te digan los demás, te afecte,solo tienes que hablar con él.
Al estar de nuevo un poco más tranquila en su habitación recordó de nuevo ese tapiz rojo con negro del castillo, por supuesto que estaba desconcertada, porqué debía sentir miedo, no había ninguna razón, entonces se quedo pensando y sin darse cuenta se quedo dormida.
Negrura ; Elizabeth reconocía ese lúgubre lugar, en su interior lo sabía, una fría sensación recorrió su cuerpo dejándole la piel de gallina, mientras más quería recordar el sudor frio se apoderaba de ella y del desbocado latido de su corazón, un presentimiento le vino al pecho, presionándolo, haciendo que le faltara el aire, algo andaba mal, el alerta la hizo entrar en razón y fue cuando pudo escuchar una voz familiar … un terrible ruido que de momento no reconoció, y esa voz de nuevo le hablaba , pero esta vez a gritos :
¡Corre querida, corre!
De un salto, se sentó en su cama, el pecho no dejaba de dolerle, y su corazón aun sufría esa repentina aceleración, tenía las sabanas pegadas a su cuerpo por el sudor – fue tan real – pensaba , lo único que podía hacer era abrir los ojos muchas veces y tallarlos, para comprobar que estaba despierta, cuando cayó en cuenta que su ventana estaba abierta, y esa sensación de ser vigilada, si la sensación que había vivido en el salón esa misma tarde, regreso a su piel, dejándole el sentir de esa tenaz mirada – magnifico – se burlo de ella misma, para ganar valor – ahora no solo tengo una opresión en el pecho, sino también el peso de una lapida en la espalda – bufo y mientras se decía esto en voz alta, se levantó se puso su bata y se encaminó a cerrar la ventana; no supo como o cuando pero su ventana ya estaba cerrada sin que ella se diera cuenta, aun así siguió su camino a la ventana para asegurarse de que estuviera puesto el seguro. Regreso a su cama, se quito sus zapatos de dormir que hacían juego con su negligé, muy mono con cinta a la cintura y manga larga de una tela muy suave con brocados a la altura del pecho; se retiro la bata que traía para abrigarse y se volvió a meter a la cama de dosel, cuando sintió una ráfaga de aire, fue cuando en verdad entro en pánico al usar su sentido común de que la ventana estaba cerrada, pero en su intento de tranquilizarse culpo al momento en que se quito la bata, pensó que por eso se debió el frio que rozo su piel no por muchos segundos, e intento dormirse de nuevo. No con mucho éxito después de unas pocas horas ella estaba dormida de nuevo.
Al amanecer, alegre de no haber tenido ninguna pesadilla que alterara su sueño de nuevo, Elizabeth se dirigió al comedor, donde muy serio el señor Darcy le esperaba, después de haber dado los buenos días a los lacayos, se sentó y dio los buenos días a su esposo estando una vez frente a él.- Buenos días tenga usted, mi querido señor Darcy – él se limito a darle una mirada y responder con un simple "buenos días". Tras haber pasado ya demasiado tiempo sin él por las noches, eso le vino como un vacio helado en el estomago, haciendo que este se le encogiera. Se sentía desesperada, y muy lejos de su ser amado aunque lo tuviera enfrente sentada a ella, pestaño un par de veces para mantener las lágrimas en sus ojos, limitándose a tomar su desayuno. Al finalizar el desayuno, hizo lo que su padre le había ensañado hacer en tiempos como este; conversar, la comunicación era lo mejor para arreglar las cosas, no podía faltar en su matrimonio, una mala comunicación estaría opacando su relación, su papel como esposa, pero no podía hacerlo, no con la servidumbre escuchando cuanta palabra salía de su boca; aunque para Annie su mucama, no era secreto alguno que el señor no acompañara a la señora por las noches.
– Señor Darcy, ¿sería tan amable de acompañarme a dar un paseo por los alrededores? me vendría bien un poco de aire fresco, además me gustaría conversar con usted
Me temo que me tendrá que disculpar por no cumplir con usted de nuevo, pero no podemos salir, no es seguro, por lo cual, esa conversación tendrá que ser aplazada, ya que nos vamos ahora mismo de aquí. Annie arreglará sus cosas, yo la esperare aquí abajo. En lo que usted termina de empacar iré a revisar que todo esté listo, y checare nuestro carruaje.
¿Pasa algo que me tenga que decir en brevedad?
Todo a su tiempo querida, solo le pediré de favor que no salga si es que no estoy aquí para cuando usted baje, espéreme aquí dentro, aquí estará salva.
Algo no andaba bien ella lo sabía, pero debía ser paciente, subió y se retocó la cara, seguido de ayudar a Annie a poner orden a sus cosas, ella sabía que le esperaba un largo camino, ahí podría llevar a cabo la plática pendiente con su amado esposo.
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