¡BIENVENIDOS!

Es maravilloso escuchar un TE AMO ¿Cierto? Pero, si tienes que escoger entre ésta frase o una acción que te demuestre dicho sentimiento ¿Qué preferirías?

DECLAIMER: Harry Potter y su mundo son propiedad de J.K. Rowling.

RECUERDEN: Las imágenes de TODAS mis historias están en mi perfil. No olviden mirar la de este DraMione.

¡AVISO IMPORTANTE!: Ésta historia está siendo editada. Pretendo corregir errores de ortografía y unas que otras cosillas. La trama no cambiará.

Espero que les guste...


"...Un TE AMO dicho en el momento indicado puede ser relevante hasta crucial en la continuidad de una relación; sin embargo, un gesto o una acción pueden pesar más, pueden llegar a tener mayor valor que miles TE AMO y eso Hermione Granger, finalmente, lo descubrirá..."


Capítulo I

Ilusamente enamorada

Afuera el sol comenzaba a esconderse para cederle el paso al único satélite natural de la tierra, la maravillosa luna que esa noche parecía venir con lluvia, ya que la fuerte brisa que impactaba en las ventanillas de la torre de Gryffindor era muestra de ello; así que seguramente estudiantes iban y venían por los pasillos del Colegio buscando un solo rumbo, sus Salas Comunes para refugiarse del frío que hacía, al menos. Hace poco menos de una hora yo debí hacer lo mismo y ahora estaba aquí, sentada en una de las mesas redondas de mi Sala Común junto a mis dos mejores amigos, Ronald Weasley y Harry Potter quienes leían una y otra vez un párrafo que yo misma les había obligado leer hasta que lo comprendieran por si solos.

Muchos Leones habían decidido, al parecer, pasar tiempo en aquel lugar donde no dejaban de conversar unos con otros sentados en los muebles rojos cerca de la chimenea. Dejé de mirar a mis amigos y compañeros de Casa en general para posar mis ojos en el fuego que con vigor salía de la chimenea en forma de llamas, en donde el rojo y el amarillo se unían de tal manera que formaban al más sensual de los naranjas.

Justamente, el calor que provenía de aquel lugar mantenía mi cuerpo cálido y eso se sentía bien, aunque ninguna calidez se comparaba a la que solo él podía transmitirme.

Inevitablemente una sutil sonrisa se comenzaba a asomar en mis labios.

Hace menos de una hora, a pesar de frío que pude sentir afuera del Castillo, había compartido grandes momentos con el que se había robado mi corazón en su totalidad. Cerré los ojos dejando que el recuerdo del calor que sus brazos me inyectaban alrededor de mi cuerpo me aliviara por dentro. Estaba feliz, él me hacía feliz, pero no podía ocultar el dolor que sentía tras saber que todo esto dentro de mi debía mantenerlo precisamente allí y tan solo sacarlo a luz cuando a escondidas no encontrábamos.

Todo tenía que ser así. Teníamos que aprovechar la oscuridad, los minutos entre clase, la distracción de mis amigos y los suyos... Tenía que ser así, no había de otra. Mis labios se abrieron dejando que un suspiro doloroso saliera de ellos, mientras que mis ojos volvieron a fijarse en las flamantes llamas de la chimenea.

¿Por qué teníamos que estar envueltos por tantos prejuicios? ¿Por qué darle tanta importancia al qué dirán de nuestros amigos, de todos? ¿Por qué nos impedían amarnos con libertar? ¿Acaso lo que sentíamos era un pecado?

No, o tal vez sí de acuerdo quién responda a aquella última pregunta.

No importa. Eso realmente no debe importarme, lo que sí tiene un significado valioso para mi es el amor que nos profesamos, así debía ser ¿O no? Eso bastaba, para mi era suficiente.

Me odia, lo odio, eso es lo que muchos piensan.

Sé que nadie podía imaginarse que justamente yo, Hermione Granger, tenía un amorío con él, ni mucho menos que entre todas él me haya escogido precisamente a mi. La sociedad que nos rodea supone que somos enemigos, nacimos para serlo, según ellos.

La sonrisa en mis labios se hizo más notoria, lo sabía.

Si tan solo supieran que las miradas y frases de odio que nos dirigimos solo son reproducidas cuando hay gente a nuestro alrededor, para así poder cuidar esto que no sé cómo llamar, ¿Amor? ¿Noviazgo? ¿O solo era una aventura? No, más peso tiene la primera conjetura, puedo sentirlo dentro de mi, puedo notarlo cuando aun teniéndome que insultar por las circunstancias en sus claros ojos veo un sentimiento distinto y puro que me hace sentir viva. Me hace volar entre las nubes.

¿Acaso aquello podía ser posible? ¿Será que sí se puede volar sin escobas y hechizos?

Debido a todo lo que he leído y lo que de por sí ya sé, sé que la respuesta a aquello es no, pero aunque parezca insólito cuando estoy con él puedo volar y lo que más me sorprende es que me gusta, me gusta mucho y eso que le temo a las alturas.

No entiendo como nunca antes había descubierto lo que tan solo poco más de una semana había hallado a mi alrededor, era como si mis ojos ahora vieran con mayor claridad. Nunca antes me había maravillado tanto el sonido que del bosque provenía, o el de las llamas al chocar entre ellas. Sentía como si pudiese permanecer viva tan solo cantando, bailando, sonriendo... ¿A qué se debía todo eso?

¿Cómo era posible que sintiera que una mirada podía llegar a transformarse en un abrazo? ¿Cómo podía disfrutar tanto del silencio al estar a su lado y a la vez de su voz cuando conversábamos de temas que nos interesaban en común? ¿Cómo las clases podían llegar a bajar un escalón en la escalera de mis prioridades al estar junto a él y al mismo tiempo tener mucho peso cuando él me proponía estudiar juntos?

Sin duda, esto que sentía era nuevo y por sobre todas las cosas, no quería dejar de experimentarlo.

Descubrí hace poco más de una semana, que él me conoce más que yo misma, más que ninguna otra persona; y yo, realmente, me he esforzado para conocerle, para descubrir ese misterio que siempre lo ha envuelto y poco a poco he descubierto detalles en él, cosas que al recordarlas me hacen sonreír como ahora. Esa forma en la que toma mi mano como si con ello quisiera protegerme, la manera en que me besa siempre cautelosa evitando que me asuste. Él sabe que es algo nuevo para mi, pero a pesar de que hay cosas que poco a poco he ido descubriendo y las he ido guardando dentro de mi, ese no sé qué en sus ojos sigo sin comprender qué puede significar, es como si deseara decirme algo y las palabras no salieran de él.

Todo comenzó hace un mes atrás, con una fuerte discusión, obviamente...

FLASH-BACK

A pesar de estar en época de exámenes la Biblioteca se mantenía desierta y no sabía a ciencia cierta si aquello me gustaba o no; es decir, tener el lugar solo para mi es magnifico, pero pensar que el resto de Hogwarts prefería estudiar un día antes de la prueba me deprime tanto que de forma involuntaria un profundo suspiro salió de mis labios.

¿Por qué le restaban tanta importancia a su formación académica ¿Por qué mis amigos también estaban dentro de ese conjunto de chicos holgazanes?

En silencio me acerqué a la estantería en donde estaba segura se encontraban ordenados los libros de Historia de la magia, lo cuales precisamente necesitaba para basar mis resúmenes que, sabía muy bien, tan solo tendría que releer un día antes del examen para sentirme totalmente preparada.

Pasé mi dedo indice por los diferentes títulos y no pudiendo decidir por uno solo tomé tres. Giré y justo frente a mi estaba una mesada, coloqué mi mochila sobre la superficie de madera y los libros también. Hurgué en uno de los bolsillos de mi túnica hasta hallar una coleta con la que sujeté mis cabello muy alto.

Finalmente tomé asiento.

Saqué un rollo de pergamino de mi mochila, dos plumas que siempre llevaba conmigo por precaución, un tintero casi nuevo de tinta negra y otro con roja para resaltar las ideas principales y subtitulos.

Sonreí mirando a mi alrededor, todo estaba muy tranquilo, al parecer aquella mañana de estudios sería bastante productiva.

— Tanta ceremonia para estudiar, que patética te ves Granger.

Aquella fría y engreída voz me sobresaltó de tal manera que mi corazón comenzó a bombear sangre aceleradamente. Cerré los ojos tratando de compasar mi respiración y escuché una risa muy cerca de mi, volví a abrirlos y los fijé aun sorprendida en el lugar de donde había provenido todo aquello.

Y allí estaba él, apoyando su espalda en uno de los estantes mientras mantenía sus brazos cruzados a altura de su pecho. El nudo de su corbata estaba flojo, su camisa fuera del pantalón y su cabello algo despeinado.

— ¡Malfoy! — Exclamé mirándole con rabia — ¿Qué haces aquí?

— ¿Y eso a ti qué te importa? — Caminó hasta la estantería frente a mi, tomó un libro al azar y lo ojeó.

— ¡Por supuesto que no me importa! Vete ya, has roto por completo mi concentración — Susurré al final abriendo uno de los tomos que había elegido.

Rió.

— Realmente eres patética, solo tu eres capaz de preferir estar rodeada de libros un domingo en la mañana en vez de hacer cualquier otra cosa productiva — Escupió sentándose en la silla frente a mi.

Levanté los ojos de la página que intentaba leer, pero simplemente no lograba hacerlo con tanto ruido.

— ¿Qué? ¿Has dicho que soy patética porque estoy en la Biblioteca un domingo? — Inquirí incrédula.

— Así es.

Me levanté de mi asiento de un solo tirón y lo miré fijamente con un odio que me sorprendió.

— ¡ENTONCES TU ERES IGUAL O AUN MÁS PATÉTICO QUE YO! — Le grité.

En un abrir y cerrar de ojos el blondo estaba a mi lado, me tomó del brazo con fuerza obligándome así a retroceder pasos hasta golpearme la espalda con una de las estanterías.

— ¡NUNCA VUELVAS A INSULTARME, INSUFRIBLE SABELOTODO! — El dolor en mi brazo incrementó, pero no dije nada, tan solo apreté mis labios con fuerza al sentirle cerca.

— ¡TU NUNCA VUELVAS A MOLESTARME, HURÓN ENGREÍDO! ¡ SUÉLTAME! — Forcejé con todo mi ser para sacármelo de encima, pero era más fuerte que yo.

— ¡CÁLLATE!

— ¡Dije que me soltarás! — Grité otra vez deseando que alguien entrara en el lugar y nos escuchara.

Coloqué mis manos en su pecho y lo empujé varias veces, pero con aquello lo que conseguía era que él se acercara más dificultando que el aire entrara por mi nariz y saliera por el mismo lugar. La presión que hacia con su cuerpo comenzaba a lastimarme, podía sentir la madera de la estantería clavarse en mi espalda.

— ¡Yo dije que te callaras! — Volvió a ordenar tomando mis manos por las muñecas para luego colocarlas con fuerza a los lados de mi cabeza.

— ¡Déjame!

Mis ojos comenzaron a arder por la rabia e impotencia que sentía, así que los cerré con fuerza. Odiaba que fuera más fuerte que yo, pero aun así no dejaba de moverme tratando de alejarlo.

Siempre habíamos discutido, pero aquello no parecía acabar ni bajar su intensidad. Ninguno quería ceder.

Repentinamente, el Slytherin gimió de dolor y se alejó.

— ¡Eso fue para que comprendieras de una vez por todas que no te conviene meterte conmigo! — Exclamé encolerizada, mientras le miraba tomar con los ojos cerrados con fuerza sus partes mas débiles, como si con aquello pudiese disminuir el dolor que le produjo mi rodillazo.

Aquella era mi oportunidad de escapar y la aprovecharía.

Corrí sin mirar atrás. Sentía mi corazón latir en mi pecho con tal intensidad que coloqué una mano justo en donde podía sentirlo, como si con aquello pudiese calmar su acelerado movimiento. Ya no escuchaba sus gemidos y sin saber porqué aquello me asustó.

Sentí un brazo envolver mi cintura sin una pizca de amabilidad.

— ¡NO!

Tomó mi cuello con una de sus manos mientras con la otra paralizaba los puños que quería que impactaran justo en su rostro. Retrocedí paso a paso hasta quedar nuevamente entre una estantería y su cuerpo.

Mi cabeza chocó con fuerza sobre una hilera de libros y su mano en mi cuello se cerraba de apoco logrando que mis ojos se llenaran de una lágrimas furiosas y rebeldes que querían salir de ellos en cualquier momento al sentir tal humillación.

— Me lastimas... — Le informé como pude al sentir que en cualquier momento me desmayaría por la falta de oxigeno.

Sus ojos me miraba con una intensidad que dolía y sus labios estabas contraídos en una mueca de odio que logró que me estremeciera. No dijo ni hizo nada, tan solo mantuvo su mano en mi cuello.

Por más que traté de evitarlo una lágrima se escapó de la comisura de mis ojos y él miró como ésta se deslizaba por mi mejilla, pasaba mi mandíbula y se perdía finalmente en su mano. En se momento, me soltó como si hubiese descubierto en ese instante lo que estaba haciéndome.

Tomé mi cuello con ambas manos al sentirlo libre. Llené mis pulmones de aire una y otra vez mientras una tos seca dificultaba toda aquella tarea.

Aquella era la primera vez que Draco Malfoy me había dañado físicamente.

Cuando sentí que todo dentro de mi comenzaba a calmarse pasé mis manos por mi rostro esfumando así los rastros húmedos de mis mejillas, justo en ese instante me obligué a alzar la vista y mis ojos se clavaron en los suyos intentando así trasmitirle de forma silenciosa el odio que sentía por lo que me había hecho, pero me sentía débil, humillada y sobre todas las cosas muy maltratada.

También fue la primera vez en la que vi como Draco Malfoy ocultaba sus ojos bajando la cabeza frente a mi.

Un silencio se extendió entre ambos, quería irme, pero aunque suene extraño algo dentro de mi me decía que lo mejor era esperar.

— ¿Por qué todo contigo tiene que ser tan difícil? — Aquella pregunta llegó a mis oídos apenas como un murmullo. Finalmente me miró — ¿Por qué?

— No, por favor... — Susurré nerviosa al mirar como se acercaba otra vez.

Sus ojos permanecían fijos en mi, pero no parecían los mismo de hacía unos minutos. Preferí cerrar con fuerza lo míos, no quería verle. Volví a sentir su cuerpo apretándome contra la estantería, pero esta vez no me hice daño. No actuaba con fuerza y eso me sorprendió tanto que lo miré.

Estaba tan cerca de mi que sentí por un momento como su nariz chocaba con la mía y nuestros alientos se mezclaban formando uno solo.

— No me lastimes, por favor... — Le pedí con suavidad, aunque lo que realmente quería era amenazarlo, pero no pude.

Cerró sus ojos y comenzó a negar bajando la cabeza.

Permanecimos así unos cuantos minutos, yo no sabía que más decir para alejarlo de mi y él solo estaba allí, estático. Sus manos caían pos sus costados, tan solo estaba frente a mi impidiendo así que me marchara, pero extrañamente yo no quería irme. No quería dejar se sentir el calor de su cuerpo.

Volvió a mirarme.

Continuó guardando silencio, solo levantó una mano y cerré los ojos con fuerza esperando el golpe, pero lo que sentí hizo que los volviera a abrir sorprendida.

Él estaba acariciando mi mejilla con cariño.

No sé cómo, ni mucho menos preciso el segundo en que lo hizo, pero la distancia entre ambos se había esfumado. Depositó sus labios sobre los míos y mis ojos se abrieron de par en par por la impresión.

Solo fue un roce que no tuvo respuestas.

Me miró finalmente y notó mi extrañeza. Poco a poco comenzó a alejarse dejando su olor a menta sobre mi uniforme y sobre todo, en mi labios; los dedos de mi mano derecha se depositaron justo sobre ellos mirando salir con rapidez por la puerta de la Biblioteca al que los había tocado por primera vez.

Durante toda esa semana Draco Malfoy no salió de mi cabeza, por ese mismo motivo tuve que unirme al resto de la población estudiantil de Hogwarts...

Estudié un día antes para el examen de Historia de la magia.

FIN DEL FLASH-BACK

— ¡No puedo! — Exclamó Harry sacándome de mis reflexiones bruscamente.

— ¡Yo menos! — Estuvo de acuerdo mi otro amigo.

Borré la sonrisa que en mis labios se había pintado antes de que la pudieran ver.

— Bueno, ahora les pregunto... ¿¡Quién les mandó a estar tan pendiente del Quidditch y no sé que más cosas triviales antes que sus estudios?!

— ¡Hermione! ¿Acaso no lo entiendes? El partido decisivo contra Slytherin se acerca, debemos prepararnos para vencerlos si queremos quedarnos con la Copa.

— Harry tiene razón.

— Está bien, puedo comprender eso, pero no el hecho de que no sepan distribuir su tiempo. Además Harry, sé que estás en el mejor momento de tu relación con Ginny y que aparte las sesiones de Oclumancia con el Profesor Snape te consumen, pero por eso mismo me enfurezco, así como tienes tiempo para todo eso y estás tan pendiente de la fecha del partido debes prestar más atención de tus deberes y a la fecha límite para entregarlo, como este ensayo de Pociones por ejemplo — Señalé los pergaminos frente a los chicos — Tienes que reconocer Harry que, debes organizar mejor tu tiempo, y tu... — Fijé mis ojos en mi pelirrojo amigo — ¿Se puede saber qué cosas más importantes tienes que hacer antes que tus deberes? ¿Ah?

— Luna — Susurró con altivez y orgullo mientras sonreía dichoso.

Eso me molestó aun más.

— ¿Luna? — Reí de forma mordaz — ¡¿Cómo qué Luna, Ronald?! Justamente ella, tu novia, platicó conmigo en el desayuno sobre sus deberes los cuales me informó estaban totalmente listos. Si ella puede aun compartiendo buena parte de su día contigo, ¿Por qué tu no?

— Ella lo puede lograr porque posee una inteligencia increíble como la tuya y pues yo no puedo decir lo mismo...

— Ese es un buen punto — Se burló Harry y nuestro amigo en común lo fulminó con la mirada.

— Honestamente, no le veo el chiste al asunto — Dije secamente tomando ambos pergaminos, comencé a revisar el de Harry — A ver... a ver... no, no Harry, esto está mal — Apunté el párrafo para que se deshiciera luego de él — Eso debería ir aquí y no aquí, y si subes éste la coherencia del ensayo sería mucho mejor. Por favor, antes de dormir has la correcciones — Harry asintió en silencio tomando su ensayo para comenzar a trabajar en él. Tomé ahora el de Ronald el cual tenía ciertas tachaduras y gotas de tinta por los bordes. Resoplé sin decir nada, tan solo comencé a leer — Pero,... ¿Qué es esto? — Escuché como uno de mis amigos dejaba salir una carcajada mientras el otro tragaba saliva sonoramente — Ronald... — Lo miré con cierto fastidio al saber que mi ceño estaba fruncido por su culpa — Me puedes explicar, ¿Por qué hablas de Luna Lovegood en tu ensayo de Pociones? — Volví a mirar el pergamino que parecía una especie de... — ¡¿Poema?! ¿¡TODO ESTE TIEMPO HAS ESTADO ESCRIBIENDO ESTE POEMA?! — Me levanté molesta mientras lanzaba el pergamino a la mesa — ¡¿POR QUÉ NO HAS COMENZADO A HACER EL ENSAYO?! — Observé a Ronald sin poder ocultar ni una pizca de mi enfado y él tan solo permanecía tan rojo como su cabello esquivando mi mirada — ¡HABLA!

— Es que, Hermione yo... No sé cómo explicarte, yo...

— Mira Ron... — Pasé las manos por mis ojos cansados para luego fijarlos en los celestes de mi amigo — Sé muy bien que haces siempre todo esto porque finalmente yo te ayudo, pero no, ¡Hoy no! — Me giré dispuesta a subir las escaleras que daba a las habitaciones de las chicas, pero antes de poner un pies en el primer escalón volví a mirarlo descubriendo que sus ojos apagados seguían fijos en mi — Te daré un consejo que no me estás pidiendo, apresúrate con tu ensayo porque si no lo has notado la noche se está acabando y a primera hora de mañana tienes que rendir cuentas al Profesor de Pociones, el cual es, por cierto, con el que menos te llevas. ¡ADIÓS!

Ahora sí, subí rápidamente las escaleras y azoté la puerta con fuerza al entrar en la habitación compartida.

¿¡Cómo es posible que puedan enfurecerme tanto así!?

Me dejé caer de espaldas en mi cama y cerré lo ojos tratando de controlar mi humor. Realmente necesitaba calmarme y mi mente puso frente a mi una imagen del que se había convertido en el amor de mi vida, sabiendo que aquello serviría como bálsamo para aligerar toda la situación.

Respiré profundamente y dejé que mi mente viajara por los recuerdos atesorados en mi corazón, exactamente por lo vivido una horas antes...

FLASH-BACK

Mis pies se movían a toda velocidad sobre el césped sin poder evitar mirar cada segundo hacía atrás, comprobando así que nadie me siguiera y que los estudiantes a mi alrededor tan concentrados en sus propios asuntos no se fijaran en mi. Afirmé el agarré de los libros que sujetaba contra mi pecho sintiendo tras mi espalda el peso de mi mochila...

Me hacía sentir muy mal fingir, a parte de porque no lo hacía con convicción, pues porque tenía que hacerlo frente a las personas que me habían regalado parte de su corazón, así como ellos tenían lugares importantes en el mio. Pero debía hacerlo, debía tomar mis cosas y fingir que iba a la Biblioteca para evitar un bombardeo de preguntas que no estaba segura podría responder.

Si alguien me hubiese dicho tiempo atrás que mentiría para poder estar con el que para aquel entonces consideraba mi enemigo, estoy segura que me hubiese reído en su cara sin poder creerlo.

Pero, sí, allí estaba yo atravesando el jardín del Colegio repleto de estudiantes que después de almorzar habían decidido ir allí o simplemente, prefirieron pasar su tarde libre en aquel lugar, aprovechando el sol esplendoroso que disminuía el frío que se había sentido en aquella época.

Volví a mirar hacía atrás recordando la simple, corta y enigmática carta que él me había enviado solo una hora antes, la cual decía:

A las 3:00pm en el sitio de siempre

DM

Nada más.

A veces me sorprendía y me aterraba de igual forma lo que sentía dentro de mi tan solo al leer algo con su fina caligrafía, la cual ya podría reconocer en cualquier parte sin necesidad de mirar su firma. Me asombraba además como mi corazón reaccionaba no solo al estar frente a él, sino al mirarlo de reojo en clases, en la Biblioteca o al leer una de sus escuetas notas.

Ya no había tiempo que perder.

Obligué a mis pies a moverse con mayor velocidad mientras justamente me dirigía a ese lugar, a nuestro lugar oculto a orillas del Lago del Calamar Gigante. Nada ni nadie me detuvo hasta llegar a donde quería.

Antes de adentrarme entre los arboles volví a mirar hacia atrás comprobando que nadie estuviera interesado en lo que hacía, sintiéndome segura llegué a mi distinto.

Mis pies se detuvieron al verle sentado en las raíces de un árbol contemplado el lago frente a él con aquel semblante tan sereno. Al instante notó mi presencia.

No dije nada, ni él tampoco, solo caminé hasta sentarme a su lado.

— Hola — Fue lo primero que dijo aquella tarde acompañado de la más cálida sonrisa.

— Hola — Le sonreí sintiendo un cosquilleo en mi estomago al solo ver tan de cerca sus ojos claros.

Permanecimos en silencio un rato más. Él volvió a fijar su atención en el lago y yo hice lo mismo sin saber que más hacer, estando con él mis movimientos siempre eran dudosos y eso a pesar de no gustarme me producía cierta gracia. Solo él tenía aquel efecto sobre mi.

Repentinamente tomó una de mis manos entre las suyas, dejando que la otra sostuviera los libros que al rato coloqué sobre el gramoso suelo junto a la mochila.

Nuevamente un silencio se había extendido entre ambos, tan solo él acariciaba mi mano hasta finalmente entrelazar sus dedos con los míos. Eso se sentía tan bien.

— Necesito decirte algo, pero realmente no sé como comenzar.

Lo miré con cautela y descubrí que su mirada seguía fija al frente, en el lago.

¿Qué podía ser tan difícil decirme que no sabía cómo hacerlo o lo que era peor, no podía verme a la cara?

Su perfil me hizo contemplar cierta angustia en él, hasta pesadumbre.

Evité por todos los medios que el doloroso suspiro que quería salir de mis labios lo hiciera y aun sintiendo un escozor doloroso en mis ojos intenté mantenerme lo más serena posible.

Aquella reacción en él podía significar solo una cosa y aunque me doliera quería ayudarle a acabar con su suplicio de una vez. Llené mis pulmones de aire y hablé, mirando directamente hacia su perfil.

— No es necesario que me lo digas. En serio, yo puedo entenderte, tu tendrás tus razones para que esto acabe, por mi no hay problema... — Intenté decirlo con tranquilidad, como si no importara, pero cada palabras salió con rapidez una tras otra esfumando cualquier claridad en ellas mientras que la punzada en mi pecho producía más lágrimas que en mis ojos se conglomeraban.

— ¿De qué hablas? — Inquirió extrañado mirándome finalmente.

Desvié mis ojos al lago. Ahora, sin duda alguna la desconcertada era yo. Instantáneamente mis ojos se secaron y el dolor en mi pecho cesó. A los segundos, volví a mirarle.

— Olvídalo, entonces ¿Qué es eso que me quieres decir? — Clavé mis ojos en los suyos y al terminar él dejó de mirarme para escrutar nuestras manos unidas.

Suspiró.

— Es que,... bueno yo... Hermione, es solo que...

Coloqué mi mano libre en su barbilla y le obligué a mirarme mientras mis dedos se movían con suavidad sobre su piel para trasmitirle todo el cariño y ternura que sentía en ese momento por su actitud, por lo que intentaba decirme...

— Draco, ya hemos hablado de este tema antes, no es necesario que lo digas, en serio. Comprendo que tan solo hace una semana y media ambos pudimos sincerarnos con lo referente a nuestros sentimientos, es por esto que sé que tal vez se te dificulta pronunciar las palabras que salen de mi corazón sin problema cada vez que estoy junto a ti. Te amo Draco, por eso créeme, yo esperaré porque deseo un sincero y honesto te quiero a uno que debas proferir porque vez que la situación lo amerita — Le sonreí con afecto.

No dijo nada más. Tan solo sus manos dejaron a la mía sola para posarse en ambos lados de mi cara. Cerré los ojos al sentir sus caricias, en ese momento me expresaba su delicadeza lo que sus palabras no podían.

Sentí como la distancia entre los dos segundo a segundo se iba perdiendo hasta que finalmente él posos sus labios sobre los míos para saborearlos con suavidad. Sus besos, sin duda alguna, se habían vuelto uno de mis más grandes anhelos teniéndolo o no cerca de mi.

¿Cómo hacía para saber tan maravillosamente bien?

Al parecer, ya para este momento la menta era mi olor y sabor preferido sobre toda la faz de la tierra.

FIN DEL FLASH-BACK

— Draco... — Suspiré con una sonrisa mientras mi mano se posaba en mi labios.

— ¿Qué has dicho? — Inquirió una confundida Parvati que recién entraba a la habitación — ¿Dijiste Draco?

Mis ojos se abrieron de par en par y mi mano a toda velocidad se posó en mi pecho. Por Dios, ¿Qué hago ahora?

Me senté en la cama aparentando tranquilidad y fijé mis ojos en la chica frente a mi que parecía estar esperando una respuesta. Sentí una rabia invadir mi cuerpo.

¿Por qué todo tenía que ser así? ¿Por qué simplemente no podía mencionar el nombre de mi amado sin causar revuelo?

¡Quería enfrentarme al mundo por él! Comenzando por gritarle que SÍ a la Gryffindor, pero sabía que no era lo correcto. No aun.

— ¡¿QUE?! ¡¿Parvati, cómo te atreves si quiera a insinuar que de mi boca salió el nombre de ese idiota, orgullo y engreído de Malfoy?! ¡Por Merlín! ¿En qué estabas pensando al suponer algo así? ¿Me crees capaz de rebajarme a tanto? — Solamente quería fingir estar furiosa, pero no había necesidad de mentir, lo estaba y mucho. Me levanté y caminé hasta pararme frente a ella — Para tu información estaba pensando en la asignación del Profesor Snape, el cual nos pidió hacer una poción y necesito piel de DRAGÓN. ¿Comprendes? Era a eso a lo que estaba haciendo referencia — Enfaticé.

— Lo siento, Hermione. No quería ponerte así.

— No te preocupes — Bajé la guardia al mirar la vergüenza que sentía mi compañera reflejada en sus ojos — Discúlpame tu, hablar de ese chico me saca de mis casillas, sabes que no lo soporto — Mentí.

— Lo sé — Sonrió asintiendo — ¡Ah! Por cierto, Ronald te está llamando como loco desde las escaleras. Ha intentando de todo para subir hasta aquí, se le ve desesperado — Me informó caminado a la parte del cuarto en donde se encontraban sus cosas.

Suspiré pasando mis manos por mis ojos.

Al parecer esta sería una noche larga.

— Gracias, Parvati — Susurré antes de salir de la habitación.

— Hermione, por favor... — Lloriqueó mi pelirrojo amigo sin darme oportunidad si quiera de comenzar a decender por las escaleras — En serio, si no me ayudas sabes muy bien que saldré mal en Pociones y necesito esa nota para aprobar...

— Ahora dime tu, ¿Cuándo has salido bien? — Le pregunté al estar frente a él.

— Yo le hice la misma pregunta — Rió Harry aun en la Sala Común.

— ¡Cállate! En vez de ayudarme me hundes y te haces llamar mi amigo...

— Pero Ron, es que tu también...

— ¡YA! ¡YA PAREN!... Está bien, te voy a ayudar. Escúchame bien, ayudar, con esto no quiero decir que te voy a hacer el ensayo — Comenzó a asentir rápidamente mientras una sonrisa se asomaba por sus labios — ¿Dónde está el libro sobre la poción Multijugos?

— ¿Ah?

Harry Potter volvió a reír y lo miré molesta.

— Él no tiene ningún libro, Hermione. Nuestro amigo pensó que podía fijarse de tu ensayo, ya que muy tarde comprendió que Snape nos dio pociones distintas a todos para trabajar.

Cerré los ojos con fuerza no pudiendo soportar tanta desfachatez. Respiré una y otra vez tratando de calmar los deseos que sentía de golpear a Ronald para que bajara de una vez por todas de esa nube en la que se encontraba desde que salía con Luna.

Tenía que resignarme, él no iba a cambiar nunca.

Logré abrir los ojos más tranquila.

— Está bien. Tu quédate aquí, espero que al volver no esté rondando ese poema cerca de mi otra vez, porque te juro Ronald Weasley que ¡lo hago pedazos! — Al decir aquello el mencionado guardó con nerviosismo algo en su bolsillo — ¡Y tu! — Miré ahora a Harry el cual dejó de reír bruscamente — ¿¡Terminaste tu ensayo?! — asintió con cautela — Entonces sube a tu habitación... ¡Ya!

— Sí, señora — Murmuró de forma simpática mientras hacia una reverencia militar, tomaba sus cosas y se perdía por las escaleras.

— Yo ya vuelvo, Ron.

— ¿No prefieres que vaya yo?

— Ni loca, seguramente terminarás desviándote a la Sala Común de Ravenclaw y sabes bien que estas no son horas para andar por allí... ¿Ves las cosas que me haces hacer? — Le censuré y él solo guardó silencio algo apenado.

Con otro suspiró pesado salí de la Sala Común sabiendo que no tenía escusas para andar por ahí a tales horas y el retrato de la Señora Gorda me lo recordó cuando dije la contraseña que la abría.

Recorrí los pasillos fríos, desiertos y ligeramente envueltos por la oscuridad de la noche que sabía me llevarían hasta la Biblioteca. Caminaba sin mirar atrás ni mucho menos a los lados, sentía dentro de mi esa punzada de temor por las consecuencias que sabía muy bien me traería el solo hecho de que alguien me descubriera.

Di gracias a los cielos cuando estuve frente a mi destino, pero cuando me dispuse a entrar escuché unas claras pisadas acercándose a donde estaba, así que me pegué lo más que pude a la pared más alejada de las ventanas, manteniéndome oculta por la negrura de la noche que no era capaz de iluminar la luna.

Cerré los ojos y tragué saliva nerviosa.

Al instante escuché como el sonido de las pisadas se alejaban una vez pasaron frente a mi. Algo curiosa asomé mi cabeza hasta divisar dos sombras alargadas que llamaron mi atención seriamente al perderse en el cruce cerca de la Biblioteca.

Un deseo idiota había crecido dentro de mi.

Sin saber en qué momento lo había decidido y por qué seguí el camino que habían recorrido las dos sombras. Dejé atrás la Biblioteca y crucé por el pasillo en donde se extendía una hilera de salones que generalmente eran en donde se impartían las clases de las asignaturas extra académicas.

— Esto está mal — Susurré refiriéndome a mis propias acciones mientras me detenía.

Realmente, sea lo que sea que tenía pensado hacer antes estaba muy mal y lo sabía, así que me giré dispuesta a entrar en la Biblioteca, tomar el libro y refugiarme en mi Sala Común.

Si embargo, volví a detenerme.

Esto no podía estar pasándome a mi. No a mi.

Escuché la arrastrada voz de Argus Filch acercarse hacía donde estaba mientras le hablaba a su querida gata. Ahora si ya no tenía escapatoria, di media vuelta y corrí en dirección hacia las sombras que se habían perdido por el cruce que daba hacia el pasillo contiguo.

Me oculté justo en la esquina antes de cruzar, temerosa de que tanto las sombras como el conserje y su gata me descubrieran.

¡No puede ser que todo esto me esté pasando por culpa de Ron!

Dejé de respirar cuando miré a la estúpida Sra. Norris olfatear el lugar en el que me encontraba. Estaba perdida. Cerré los ojos con fuerza deseando con todo mi ser que nadie notara el descubrimiento de la gata.

— ¿Has hallado algún impertinente estudiante fuera de su habitación a esta hora? — Inquirió el conserje con una voz extremadamente dulce al escuchar el ronroneo de su animal.

Éste era mi fin. El desaliñado hombre se acercaba a mi...

— Filch — Alguien lo llamó logrando que parara en seco — Deberías vigilar otro pasillo, en este no hay nadie más que mi hijo y yo. Está demás decirte que tenemos un permiso exclusivo del Director para conversar... a solas — Enfatizó la voz que sospeché provenía de uno de los salones desocupados.

Abrí los ojos sorprendida por la intervención.

Vi como a regañadientes el hombre cerca de mi le hizo señas a su gata y se alejó poco a poco por el mismo pasillo por el cual había venido, mientras con su candelabro viejo iluminaba buena parte del lugar.

Honestamente, no sabía si estar agradecida o no con la voz potente que había hablado hacía solo minutos, ya que me parecía bastante familiar. Me mantuve estática guardando silencio unos segundos más hasta que escuché los pasos provenientes del hombre al entrar al aula otra vez. Aquella había sido la voz de una de las sombras.

El chirrido de una puerta vieja resonó en el silencioso pasillo.

Ese era el momento justo que debía aprovechar para correr hasta mi Sala Común, pero en vez de eso preferí respirar y cortar la distancia que me separaba del salón en donde se habían escabullido las sombras evitando hacer ruido.

La puerta estaba cerrada.

Sentía dentro de mi, aparte de curiosidad, una adrenalina que me causó terror al motivarme a envolver con mi mano la perilla de la puerta que giré lentamente.

Cuando escuché el ligero sonido que me daba a entender que ya había abierto la puerta, la empujé con mis dedos solo los milímetros necesarios que me permitían ver con cierta dificultad las personas dentro y oírlas también.

No puedo creer que esté haciendo esto. Realmente, no me reconozco.

Tragué saliva sintiéndome mal por espiar una conversación que a mi no me inmiscuía o eso creía yo...


CONTINUARÁ...