En la sala de monitores la poca luz que había la emanaba el ordenador que había en la pared de la derecha. El resto de la habitación estaba llena de unos compensadores de datos que estaban ordenados y alineados a lo largo de la sala.

En la silla del monitor se encontraba un muchacho azabache que usaba el ordenador mientras que mantenía su semblante serio. Lo más extraño era que este chico ni siquiera le hacía falta tener las manos en el teclado para hacer que funcionase el ordenador. El chico poseía un potente pelo negro, un aspecto serio pero juvenil acompañado de la heterocromía de un ojo derecho que era de color azul a pesar de que el párpado y el pómulo creaban una cicatriz en forma de una línea perfecta.

-Entonces ella no puede salir por atrás, porque él está ahí. Después se va al baño y ahí se enciende un cigarrillo.-Se podían ir los pasos y la voz de un hombre que cada vez se hacían más fuertes hasta que el pelinegro notó que estaban justo detrás de él.-Pero entonces se da cuenta de que su jefa está en el cubículo de al lado, así que Mandy tira el cigarrillo al váter y zas…¡Empieza a arder todo!

Las risas de aquellos dos hombres inundaron la sala de ordenadores. De repente se pararon en seco y fue en ese momento en el que el muchacho supo que le habían visto.

-¿Qué coño estás haciendo?-Gritó uno de los guardias mientras que apuntaba al chico con una pistola.

-Eh, calma chicos. He venido porque la central quiere que haga un test de intrusión en vuestro sistema. Buen trabajo chicos. ¡Prueba superada!-Habló el azabache manteniendo toda la calma posible.

Los guardias estaban un poco más relajados porque el adolescente parecía que solo estaba haciendo su trabajo, pero había una cosa que no tenía sentido. ¿Cómo se supone que vas a hacer un test de intrusión para una empresa que se dedica a crear sistemas informáticos para detectarlos?

-¡Eh! ¡EH!-Gritaron esta vez los dos hombres mientras desenfundaban sus armas.

El muchacho se limitó a voltearse un momento. Lo que sucedió después apenas puede ser explicado con palabras: Sin saber cómo toda la sala quedó a oscuras y lo único que se pudo oír los ruidos de dolor de unas personas. Después, completo silencio. Cuando las luces volvieron se pudo ver de nuevo al chico que iba vestido con ropa negra y a los dos guardias tirados en el suelo totalmente noqueados.

-Ross sabrá que he estado aquí, me largo.-Empezó a hablar solo el chico mientras se abría paso por la zona. A cada paso que daba el muchacho, las puertas automática y demás terminales se iban encendiendo por sí solas para poder ayudar al joven a salir de aquel lugar.-Tenía muchas esperanzas puestas en Ross al presentarme. Me encandiló el maldito discurso de ventas. Sabía que haríamos algo revolucionario, pero esto estaba roto desde antes que Stark y el capitán se enfrentaran. Ahora es muy tarde y el gobierno nos tiene a todos los superhumanos con las manos atadas.-Terminó de hablar el muchacho hasta que llegó a lo que parecía ser un despacho de la planta superior. Totalmente cerrado. Puertas cerradas con llaves y persianas a prueba de balas tapando las salidas que daban las ventanas del sitio.-Muy bien de momento estoy aquí seguro, pero tendré que encontrar una vulnerabilidad ya.

El muchacho cerró su ojo izquierdo y el azul del otro volvió a aparecer. El azabache permaneció así durante unos dos minutos con su cuerpo completamente erguido y recto, tal como si fuera una estatua. Pero lo más inquietante era la manera en la que su iris azulada y resplandeciente giraba en torno a su globo ocular de una manera un tanto bizarra que lo hacía parecer como un pez en el agua. Un pez intentando salir a la superficie.

En cuanto el chico volvió a tener sus dos ojos abiertos. Unas persianas de acero que estaban bajadas se subieron por sí solas. O al menso eso parecía...

-Se acabó lo que se daba. Hora de irse.-Sin embargo, nada de eso iba a ser tan sencillo. En cuanto el chico se iba a dar la vuelta, una fuerte explosión hizo que la ventana se rompiera y el muchacho se pusiera a cubierto al momento en que pudo oír el sonido de unas armas disparándose.-Joder. ¿Todo este jaleo solo por mí?- Las cartas ya estaban sobre la mesa, aquella era la única salida, había que hacerse. El azabache no perdió un segundo por lo que agarró su Glock 17 y salió por la ventana hacia el balcón con cierta rapidez y cuidado por el sonido de las balas, aprovechó esos pocos segundos para poder eliminar a dos tiradores que le tenían flanqueado. Fue entonces cuando lo podía oír, era el sonido del cercanías.-Dios bendiga al horario de los trenes neoyorquinos.-En un instante de confusión en el tiroteo, Joel subió a un tren en marcha que no parecía tener mucha velocidad para poder agarrarse. El chico se asustó un poco debido al sonido de varias balas que le silbaron los oídos.

Y no solo por eso, se trató de un salto único y con demasiados riesgos. El azabache debió ponerse a cubierto en el mismo momento en que sus pies se posaron temblorosos sobre el techo del tren.

Cuando por fin parecía que todo se había calmado, Joel se tranquilizó y se aseguró de que no le seguían. Al chaval le hicieron falta unos minutos para que el el viento le golpeara un poco la cara y de esa manera que su pulso se relajara y su adrenalina cesara. En cuanto el tren paró en la estación más cercana, el pelinegro aprovechó para bajarse del techo e intentar mezclarse con el resto de la multitud. Ya estando en el centro de Manhattan, el joven agarró su móvil y marcó un número. Ya era hora de informarle Steve de su situación.

-Joel, ¿qué pasa?-Preguntó el antiguo líder de los Vengadores desde el otro lado de la línea.

-Steve. Solo quiero informarle de que he terminado.

-Ya iba siendo hora, hijo. ¿Tienes un plan de huida?

-He introducido un rastro falso en el sistema de Ross. En las próximas dos semanas, a usted y a la señorita Romanoff les van a ver aparecer por Wichita…Amarillo…Tucson. Desaparecerán del mapa en algún punto de México.

-Mientras que nosotros vamos en la dirección opuesta…

-Sé que usted tiene un billete solo de ida desde Miami. Si las cosas se calman, me pondré en contacto contigo, pero…

-Lo entiendo perfectamente. Tú cuídate, Joel. Y esta vez haz el favor de no meterte en líos.

El azabache no tuvo la oportunidad de despedirse del ahora no capitán ya que el rubio ya había colgado desde el otro lado de la línea. Tendría muchas cosas que hacer ahora que era un fugitivo buscado por la ONU, sería mejor no molestarle.

El chico no tardó más de una hora en llegar a un bloque de apartamentos. Una vez que abrió el portal, cogió el ascensor y en un momento ya estuvo en lo que parecía ser un apartamento oscuro y sin vida. A causa de la hora que era, todas las luces del lugar ya estaban apagadas.

-No serás bonito, ni acogedor, y está claro que no eres un hogar, pero estuviste ahí cuando más te necesite.-Dijo el pelinegro mientras se sentaba en una silla y una serie de tres pantallas se encendían.-Por la mañana tengo que quemar estos discos duros. Nunca tuve que usarlas. Supongo que es mejor ser un paranoico frustrado que uno muerto.

Las pantallas se apagaron y el adolescente se levantó para abrirse paso entre la oscuridad del sitio. Joel ya se había abierto paso hacia una pequeña cama en donde se desplomó aún con la ropa puesta. Si un hubiera sido por la luz de la calle, no se habría podido apreciar la cabellera negra y perfectamente peinada que acompañaba a una esbelta figura femenina desnuda de piel morena que se movía entre las sábanas.

-Has vuelto. Te echaba de menos.-Dijo la mujer en un tono juguetón mientras buscaba los labios del muchacho para poder besarlo.-En cinco horas tengo que irme. ¿Qué te parece si hacemos algo interesante?

Antes de comerlo ni beberlo, Joel tenía encima de él el cuerpo de una hermosa mujer de tez tostaba y labios esbeltos con las facciones de la cara de una diosa y unos ojos de un color esmeralda. Aquella fémina atacó inmediatamente el cuello del chico.

-¿Cuánto tiempo estarás fuera esta vez?-Preguntó el chico con cierta frialdad a lo que ella paró el movimiento de su lengua.

-Dos semanas y media. Puede que más. Es por eso que necesito muy en falta lo que solo tú puedes darme.

-¿Y no prefieres mejor ver un par de películas, Diana?-Preguntó el chico con algo de tímidez.

La pelirroja le miró con una mirada que no reflejaba burla, sino melancolía. Melancolía porque los dos sabían cómo terminaba esa conversación. Como siempre terminaba.

Joel obedeció a quien antaño fue su maestra, tutora y amiga, siendo ahora algo parecido a su amante u otra cosa más simple. El pelinegro no habló ni se movió, simplemente se limitó a que la hermosa Diana la desnudara con cierta maestría a la hora de desabrochar la ropa debido a toda la "practica" que había adquirido con el tiempo. Era una mujer hermosa, si. Pero la relación que ellos dos tenían se parecía más a la de una tragedia que a la de un romance. Hubo ocasiones en las que los dos se llegaban a unir durante estas sesiones de sexo, pero ahora…Ahora esto era un simple intercambio de fluidos entre dos personas que ni siquiera sabían cómo definir su relación.

Joel obedeció a su amante y siguió cada orden que le dio durante el coito. Lo último que hizo el joven fue acabar en el interior de la preciosa mujer para que después ella se tirara sobre la cama con una sonrisa lasciva mientras que el joven se recuperaba del inmenso ejercicio que había tenido su cuerpo en las últimas horas. Al menos uno de ellos había disfrutado aquello.

Más tarde los dos se fueron a lavar para que la pelirroja pudiese tener una media hora más de disfrute sexual. Se secaron, se vistieron y a las siete de la mañana Diana se dispuso a despedirse de Joel con un beso francés y un "Te quiero" con alegría. El azabache se quedó solo en aquel apartamento mientras que observaba cómo el sol salía por el horizonte. Él solo.

Otro día en la vida de Joel Ackerman.

…..

En una luminosa habitación se encontraba una jovencita mirando la televisión. Esta chica parecía tener una edad similar a los diecisiete años, ojos castaños al igual que su pelo, piel en un tono adecuado. Tenía caracteres que le hacían ver muy atractiva y tenía un físico muy bueno para su corta edad. Lo único que habría que reprocharle era el no tener ese sedoso pelo más largo y tenerlo cortado de forma que pareciese que una vez había existido una cola de caballo.

La muchacha se encontraba viendo la televisión mientras que sostenía con inquietud entre sus manos una tarjeta que ya estaba raída por el tiempo que señalizaba el dibujo negro de un águila que estaba rodeado por un círculo. Las noticia de veían de ser muy interesantes pues la castaña no se veía muy distraída que digamos.

"Se lo puedo asegurar por completo. Nuestro gobierno no tiene ningún tipo de conexión con estos criminales que se han dignado a escupir a los acuerdos que han sido aprobados por ciento veinte países. Hasta ahora lo único que sabemos de esta organización es que uno de los sublíderes es el criminal conocido como Steven G. Rogers. No duden en que no tardará en caer sobre él y sus colaboradores todo el peso de la ley. Veremos entonces si están más abiertos a negociar."

"Secretario Ross, ¿qué hay del Capitán America? ¿Qué ha sido de él desde que terminó la Guerra Civil Superhumana?"

"Lo siento, señorita. Pero eso es información clasificada. Ahora, sino les importa, tengo que irme."

La adolescente reacciono de inmediato al oír. Tan rápido como un rayo, cambió el vial de el televisor para poner una partida con una IA de Mortal Kombat y agarró un mando para ponerse a jugar.

En la habitación entró una mujer que debía rondar los cuarenta años con las mismas características físicas que la chica solo que ella tenía un cabello más largo y con un castaño más oscuro.

-¡Hola, mamá!-Saludó la chica con alegría a su madre.

-Hola, Elisa. ¿Qué estabas haciendo?-Preguntó la mujer mayor mientras que se acercaba a su hija.

-Nada en especial. Aquí, jugando un poco a Mortal Kombat.-Dijo Eli sin conocimiento de que su personaje dentro del juego había sido derrotado con un fatality por parte del npc contra el que estaba jugando.

La mujer miró que sobre la cama estaba aquella tarjeta que su hija llevaba guardando desde hace mucho tiempo. Sin consultarlo, la madre cogió el mando de la televisión y puso las noticias que su hija había estado viendo previamente.

-¿Y estás segura que no estabas viendo esto?-Preguntó la mujer a Eli mientras que ella no respondía y seguía observando lo que decían sobre los héroes que sí habían accedido al acta de registro.-Vas a unirte a ellos, ¿cierto?

La muchacha se levantó y empezó a girar sus brazo para demostrar su robustez. Aquel miembro poseía una dureza bastante rara. Bastante inusual.

-Bueno, fuiste tú la que me dijo a mí que lo que necesitaba de verdad era pasar más tiempo fuera de casa, ¿no?

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He decidido reescribir este capítulo debido a que recientemente he pensado en la visión equivocada que a lo mejor podía dar con el comienzo de la historia ya que he podido comprobar que mucha gente dejaba de leer la historia tras el primer capítulo por el enfoque que tal vez creíais que le estaba dando al proyecto. Por eso pido perdón y he decido reescribir partes de ello que tal vez podían dar una mala primera impresión. Al mismo tiempo pienso reescribir otras cosas dentro de la historia para que al final todo consiga concordar.

Un saludo y gracias por leerme.