Atención:

Los personajes de la serie Detective Conan NO me pertenecen. Yo únicamente he dejado volar mi imaginación y los he usado en esta historia.

"Nada de eso importa ahora"

Cap. 1: Días fríos.

Por una calle de Tokio, un 4 de febrero al salir del colegio, Conan y Ai iban caminando hacia casa. Hacía rato que se habían separado de los demás y llevaban un rato callados hasta que Conan rompió el silencio.

-¡Brrr! ¡Qué frío hace!-dijo cerrándose la chaqueta.

-No te quejes tanto, que al menos ya es febrero -sonrió Haibara.

-Ya, pero sigue haciendo frío. ¿Qué tiene que ver el mes?

-Pues que dentro de nada llegará la primavera, y con ella el calorcillo, los pájaros...

-Y antes, San Valentín -dijo Conan de improviso- Un día en el que el amor derrite toda la nieve y acaba con el frío. Espero que este año Ran me haga un rico chocolate...Mi Ran...-suspiró.

-Hay que ver cómo de colado estás por ella, ¿eh, Kudo?

-¿Y qué pasa? Seguro que tú has tenido novio alguna vez, ¿eh? ¿Has tenido alguna vez novio, Haib...?

-¡Bah! -le cortó- A mí eso de los novios no me importa.

-Vamos, que no. Ay, mi querida Ai, eso te pasa por estar todo el día encerrada en el laboratorio.

-El amor no es para mí -farfulló únicamente Ai mientras le daba la espalda adelantándose unos pasos.

-Qué fría eres, hija. El amor es muy bonito. Pero tú no lo entiendes...

"Kudo," -pensó Ai- "yo sí que lo entiendo. Pero no todo es de color rosa, como tú crees. El amor puede hacer sufrir, y mucho. Y le ha dado por hacerme sufrir a mí, ya que no puedo detener mis sentimientos. Kudo...si tú lo supieras..."

-Haibara... ¡Eh, Haibara! -escuchó a Conan en su oído. De repente estaba a su lado- No te habrás enfadado, ¿verdad? ¿Estás llorando? -dijo al ver centellear unas diminutas lágrimas en los ojos de la chica.

-¿Eh? Oh, -reaccionó- no, no, no estoy enfadada.

-¿Y...? -dijo él señalando a sus ojos.

-Oh, esto... -dijo apresurándose a secarse las lágrimas- son del frío, sólo eso.

-Ah... Oye, si te he ofendido o algo con lo de antes...

-No, tranquilo. Cupido aún no me ha visitado -dijo con tono teatral- , pero no me preocupa. Algún día lo hará.

-Sí, seguro. Bueno, yo me voy por allí. ¡Hasta mañana!

-¡Adiós!

Antes de darse cuenta había llegado a la casa del profesor Agasa, su casa desde que había huido de la Organización...

"...y más o menos desde que empecé a sufrir", pensó tristemente. El motivo de todo su sufrimiento era una simple y corta palabra: amor. Esas cuatro letras la traían por el camino de la amargura desde hacía tiempo y la hacía sufrir cada día. A veces el dolor remitía hasta casi no notarlo, pero al poco volvía con más fuerza aún.

"Deja de pensar en eso, Shiho. Así solo sufrirás más", pensó mientras entraba a la casa.

-¡Ya estoy aquí! -avisó al profesor mientras sacudía la cabeza para dejar de pensar en ello.