Una idea tonta, loca, descarada, ¡lo que queráis! Se me ocurrió anoche por mi insomnio T-T que me puse a ver la MTV y salió la canción Party Rock de Lmfao, fui imaginando, y... ¡ahhh! xD Quería mucho escribir esto. No es de mis fics cursis, de hecho, creo que es el primer fic no cursi ni romántico que hago, pero es en parte porque quiero que veáis que puedo escribir algo distinto y que sé ver las cosas de otro modo totalmente diferente (la otra parte es pura inspiración)

CAPÍTULO 1

"Tú y yo no vamos a ser como ellos quieran, no vamos a ponerles nuestro cuerpo en bandeja. Vamos a hacérselo difícil, y a sentirnos libres de una vez!"

Aparentemente cuando Kazemaru y Midorikawa veían esos traseros pasar por delante de sus ojos, solo se quedaban mirando sin hacer ningún comentario: ellos eran los chicos raritos y medio frikis, y ellas, las chicas intelectuales y estudiosas, y por lo tanto, ellos no debían decirles nada, y ellas no debían esperar ningún piropo o cosa parecida. A Haruna eso, de momento, le traía sin cuidado, aunque Ulvida le expresaba últimamente muy a menudo, que para ella no era lo mismo.

-Piénsalo, Haru-chan, ¡las dos tenemos un cuerpo de modelo de lencería! -la oji azul se puso un poco de rímel para realzar sus ya bien dotadas pestañas- Y sin embargo, vestimos como monjitas, ¿y por qué? ¿Eh? -la de gafas rojas la miró, cerrando los ojos pacientemente, y le contestó:

-Bueno, porque quedamos en que antes de todo estaban nuestros estudios, y -la miró, por encima de las lentes, que ahora estaban en la punta de la nariz- no deberíamos rendirnos ahora, lo estamos haciendo muy bien -el tono de la oji miel sonaba tranquilo y dulce, mientras se lavaba las manos en el lavabo de mujeres.

-Oh, sí, tan maravillosamente que siento que voy a explotar -comentó Reina, sarcástica, al tiempo que intentaba sacarle algo de provecho al último botón de su camisa- ¡Joder! Haruna, ¿sabes que últimamente mi peor pesadilla es morir virgen? ¡Yo no quiero seguir siendo una niñita! Estoy harta de que los chicos de segundo pasen a nuestro lado y ni nos miren, ¡harta! ¡Yo tengo mucho que ofrecer! -finalmente, desistió, el botón estaba demasiado arriba como para mostrar algo más que lo debido para una chica buena.

La otra suspiró.

-Lo sé, lo sé, es difícil cumplir todas las normas, pero ¿qué pensabas, que iba a ser tan fácil? Vamos, Ulvi-chan, elige...

-¿Entre echar un polvo sobre una mesa e hincar los codos sobre una polvorienta mesa? Porque suena casi igual, pero es completamente diferente -guardaba el maquillaje en su mochila, y la cerró-. Y yo he dejado de preferir lo segundo -la peli azul cogió su mochila y salió del baño, dispuesta a escaparse de clase para ir a casa. Si la castigaban, se escaparía también. Solo quería ser libre de una vez, y ya no podía esperar más a que Haruna también decidiera serlo.

-¡Ulvida! -la llamó esta, preocupada. Su amiga estaba muy rara desde que empezó el curso. Llevaba todo un año quejándose de que estaba aburrida de los libros, cuando ellas dos, uña y carne, habían jurado que seguirían el mismo camino, y que se apoyarían la una a la otra. Y ahora, la dejaba allí tirada, con dos horas seguidas de asqueroso latín por delante. Pues no, ¡qué diablos! Ella la seguiría.

Midorikawa Ryuuji había sido siempre el gracioso de la clase. Abría la boca y todo el mundo se preparaba para reírse, porque por lo general, era lo que a él le complacía, tenerlos a todos comiendo de su mano con sus chistes y sus tonterías. A eso estaba acostumbrado, y esa era la etiqueta que tenía desde que entró en el instituto, con 12 añitos. Ahora, cuatro años más tarde, seguía exactamente igual, y aunque solía caer bastante bien a la gente, nadie se tomaba muy en serio su opinión. Eso era lo único malo de ser el payaso de clase. Por esto, y por su infantil aspecto, fue seguramente por lo que cuando le preguntó a su compañera Ulvida adónde iba, esta se giró y le dedicó una mirada de desprecio que, según sus esquemas, no era normal en ella. Se quedó algo confuso, viendo como Haruna tampoco le hacía caso a Kazemaru, que le había preguntado por qué corría tan rápido.

-¿Y a estas qué les ha dado? –el peli verde arrugó la nariz- Que yo recuerde, antes nos hablaban.

-Habrás hecho algo, Midorikawa, no me extrañaría.

-¿Yo? ¿Y tú, qué? La protegida de Superman te ha dado en las narices largándose.

-¿Es que tienes que decirlo todo así? –se molestó el oji marrón.

-¿Así, cómo? Digo tan solo la verdad.

-Ya. Anda, cállate un rato y vamos a comer…

En una tienda de ropa de verdad, como ahora Ulvida llamaba a la ropa que prefería ponerse, con pronunciados escotes, que no dejaban mucho a la imaginación, y minifaldas tan cortas que Haruna se sorprendía de que cupiera en ellas, estaban las dos amigas, haciendo sus compras. La oji azul escogió un montón de ropa de verdad, delirio que hizo estremecer a la tarjeta de crédito de sus padres, y se fueron a casa de la oji miel a probarse todo.

-Eso te queda bien –comentó Otonashi, en un momento dado. Ulvida la miró, con cara de horror.

-¿Qué dices? ¡Me hace gorda! –la peli azul oscura resopló.

-¿Gorda, tú? ¡Por favor!

-Que no, que no, tiene que quedarme perfecto –Haruna puso los ojos en blanco, agotada de oír lo mismo una y otra vez aquel día.

-Lo que tú digas… -minutos más tarde, salió con un top y unos shorts, las dos prendas muy sexys.

-¿Y qué me dices de esto?

-Bueno… algo informal para salir, está bien.

-¡No! Esto es ropa para ir a clase. De salir de fiesta ya nos ocuparemos otro día. Oh, Haru-chan, ojalá nos invitaran a una de esas fiestas de segundo… -babeó la peli azul, para después cortar su fantasía, con unos ojos enojados- Pero esos bobos no se darán cuenta de lo que valemos si no se lo ponemos delante de las narices. Así que tú, querida amiga… mañana irás al instituto con esto –señaló una falda demasiado corta y una camiseta aceptable, ¡pero la maldita falda seguía siendo una exageración! Se iba a resfriar si salía con eso. O la confundirían con una prostituta, que es peor.

-¡Ah, no! Tú puedes hacer el idiota todo lo que te dé la gana, pero yo no pienso pasar por esa vergüenza.

Ulvida la miró, confusa.

-Pero… si no… a ti no te invitarán, y yo quiero que tú vengas conmigo –puso cara de pena.

-u.u trae –accedió la periodista- no sé cómo consigues siempre lo que te propones…

-Bueno, practico mucho con mis padres –sonrió, separando la ropa que quería de la que no, y metiéndola en bolsas distintas. La de gafas rojas meneó la cabeza, preocupada. ¿Por qué su amiga de repente estaba así?

El viernes ocho de mayo, en nuestro instituto, Endo y Midorikawa, los más despistados del curso y probablemente del mundo entero, se tomaban un café para estar más despiertos. La razón del peli café era que aquella mañana, nada más cruzar la puerta del instituto, se había tropezado y rodó escaleras abajo. Así que, para evitar más chichones, se tomó esa bebida milagrosa. La razón de Midorikawa… ah, él simplemente era un adicto a la cafeína, algo que podría explicar por qué nunca se estaba quieto, y no se podía quedar más de diez minutos callado.

Charlaban sobre… no sé, sobre lo que hablen uno que se va cayendo por las esquinas y un adicto al café.

-Pues yo creo que la que más buena está, de clase, es… es… madre… -miró más allá de su compañero, a quien estaba en esos momentos entrando con elegancia por la puerta.

-¿Tu madre? Eso no vale, no va a clase –replicó Endo. Ryuuji negó con la cabeza y señaló a la puerta, por donde las inocentes Haruna y Ulvida acababan de entrar. El oji marrón escupió el café- Ostias…

Todo el mundo las miraba. Parecían salidas de un club de stripteases, aparte de que llevaban kilos de maquillaje. La hermana pequeña de Kido había sido presionada, pero la otra peli azul lo hacía voluntariamente, sin ninguna vergüenza y sonriendo a todo el mundo, dejándoles embobados. Su amiga iba detrás, agachando la cabeza y sintiéndose una fresca, algo que no era.

Esa vez, Midorikawa no se pudo resistir.

Agarró del brazo a Haruna, ya que no estaba muy seguro de poder con el humor de la otra.

-¡Eh! ¿Cuánto cobras por una noche? –risas a su alrededor, y una mano dándole una merecida colleja. Se dio la vuelta y vio a la mayor de las dos, mirándole enfadada- ¿Y tú? –él sonrió, aún sabiendo que se la iba a cargar, porque era así de inteligente, el chaval.

-Escucha, cariño, no creo que nadie pasara contigo ni media tarde, así que cierra la boca y vuelve a ponerte el chupete –cogió de la muñeca a su amiga, que observaba todo en silencio, y se la llevó, orgullosa de sus palabras.

Por su lado, el peli verde la siguió con la mirada, viendo cómo un chico la paraba más adelante y los dos empezaban a reírse estúpidamente. Endo se acercó, ya se había tomado su café y estaba receptivo al fin.

-Te ha dejado mal, ¿eh?

-Nunca me había hablado así.

-¿Y te parece raro, después de eso? –preguntaba Kazemaru, que acababa de llegar y lo ha visto todo. Ryuuji le sonrió.

-Tío, ¿las has visto? Tienen pinta de putones, y sin exagerar. ¿Cómo iba a resistirme? ¿Acaso no me conoces?

-Te conozco, y sé que Ulvida te asusta.

-¡No me asusta! Le tengo respeto. Bueno, pero es que hoy, con esa ropa, jajaja…

-En fin, tú mismo. ¿Cómo está Goenji? ¿Sabéis algo de él? –preguntó el peli azul. Hacía días que el peli crema no venía a clases, además, no cogía el teléfono y en su casa no había nadie. Los otros dos negaron con la cabeza.

-Qué va –dijo Endo- Algo muy fuerte le tiene que haber pasado para no dar señales de vida.

-De hecho, anoche llamé a su móvil y le dejé un mensaje en el contestador que decía que tengo a su periquito, y que si quería volver a verlo con vida, tenía que ir al parque de al lado de su casa a las once de la noche –hizo una pausa, expectante-. No apareció –dijo al fin. Kaze y Endo le miraban con una gotita en su nuca, después, siguieron una conversación de personas normales.

Acabé, y espero que os haya gustado, de no ser así lo siento, sé que no es mi manera habitual de escribir.

Y ahora, ¿me dejáis un humilde review? ^^