Hola gente, aquí subiendo Born Romance. En primera quisiera aclarar que las fecahs de actualización de este fanfic serán muy variadas, pues quisiera darñe prioridad a Unión. En segunda quisiera decir que la historia fue inspirada en una película que ví más o menos desde la mitad creo (no estoy segura, mis padres ya la estaban viendo desde hacía rato cuando llegué) y me gustó bastante por la historia de cada pareja y la forma en la que las tres se relacionan. Después de averiguar en el horario de MGM, supe que su nombre en inglés era Born Romance y decidí ponerlo, el título en español, que no era la traducción literal, era algo, no sé, común. Otro punto es que, cuando digo que la historia fue inspirada en esa película, me refiero que muchos detalles de la base serán usados, pero no todos, he cambiado bastantes cosas a mi conveniencia, además que no soy de buena memoria.

Bueno, sin más, aquí el primer capítulo para que me digan qué tal está.

Disclaimer: Hetalia le pertenece a Hidekaz Himaruya y Born Romance a sus respectivos dueños (a mí me da flojera averiguar). Escribo sin fines de lucro, en serio, ¿Quién pagaría por leer algo como esto?


Capítulo 1 - Encuentros

— ¡Está yendo hacia tu lado, repito, va hacia tu lado!—

Era el momento. Su víctima pasaría frente a él en unos segundos. Preparó el cloroformo y el pañuelo. En menos de lo que esperaba, una silueta se formó en la esquina y pasó casi corriendo. Con la velocidad que había adquirido en años, colocó el pañuelo alrededor de su boca y en segundos el cuerpo cayó inerte en sus brazos. Iba a proseguir a quitarle la billetera, pero algo en el cuerpo llamó la atención. El chico que tenía en brazos era más pequeño y delgado, pero su vista se fijó casi instintivamente a su cabello marrón oscuro, de donde sobresalía un rulito curioso.

— ¡Hey, Antonio! ¿Lo tienes? ¡Vámonos! —su compañero de robos lo distrajo de sus pensamientos.

—Sí… ¡Sí! ¡Ahora voy! —Sacó la billetera, extrajo todo el dinero que había y de pasada leyó la identificación: "Lovino Vargas, 19 años". Lo acomodó lo mejor que pudo en el oscuro callejón y corrió hacia el otro individuo para retirarse de ahí.

— ¿Y cuánto fue? Oye… ¡Antonio! —el chico se había distraído nuevamente.

— ¿Qué? ¡Ah! 300 libras, toma tu mitad —entregado el dinero y llegado a una esquina, ambos se despidieron y fueron a sus casas. Antonio caminó hasta una parada de bus para dirigirse a casa. Cuando ya estaba sentado, cerró sus ojos verdes y se permitió pensar un poco en su víctima de aquella noche. Qué rulo tan extraño. Y aquel nombre…No recordaba haber oído uno así ahí en Londres ni en su país natal, España; sonaba más bien italiano. Aunque siempre desmayaba a sus víctimas así (no le gustaba usar violencia ni nada), no pudo evitar sentir cierta preocupación por Lovino, ¿se encontraría bien? ¿Habría pasado ya el efecto del cloroformo?

Bajó del bus y caminó una cuadra más hasta llegar a su casa. Al subir hacia su habitación, echó una ojeada al cuarto de su padre, se encontraba durmiendo destapado y con la TV encendida. Apagó el aparato y arropó a su progenitor. Llegó a su habitación y se durmió apenas sintió la cama.


La víctima de la noche. Una joven de piel y cabellos morenos que no había dejado de coquetearle desde que había llegado al lugar. Miró su reloj, eran pasadas la medianoche. Se acercó a la joven y le susurró unas cuantas palabras al oído. A los 30 minutos ya se encontraban en su casa, en medio de gemidos y jadeos.

Al terminar, no pudo evitar quedarse despierto un rato más que su pareja de turno. Sus ojos violetas brillaban en la oscuridad mientras pensaba que el sexo ya no era lo mismo. Antes le hacía sentir mejor, pero al parecer había perdido su magia. En fin. Suspiró y se colocó los pantalones para luego salir de ahí. Tenía ganas de caminar, además, no le gustaba quedarse a dormir en casa ajena.

Sin querer, terminó en una especie de discoteca, no estaba seguro si lo era. Entró para comprobar y resultó ser una donde tocaban sala, o eso creía por el ritmo y el idioma en el que la escuchaba. El tipo de la puerta le dejó entrar sin problemas y en la pista pudo ver diversas parejas, ya sea de distinto o el mismo género, bailando de forma muy animada. Al otro lado, logró visualizar un bar en el que habían más personas, ya sea tomando o conversando. Miró nuevamente su reloj, casi las 2 de la mañana. Tal vez podría coquetearle a alguien y quedar para otro día…

Se acercó al lugar esquivando los cuerpos calientes de la pista y se sentó en una de las bancas del bar—Whiskey doble, por favor —pidió al Barman. Mientras este asentía y se disponía a preparar el pedido, Francis observó el antro por si había algo que le interesase.

Entonces lo vio. A 5 o 6 personas de distancia estaba un chico de cabellos rubios y algo ondeados en las puntas. Sostenía lo que parecía ser una Pantera Rosa y tenía los ojos lilas sobre su acompañante, otro chico de más o menos su edad, de cabellos marrones y anteojos.

Sonrió de forma algo presumida y tomó al joven como presa fácil. El Barman le entregó su bebida y se levantó con esta en la mano izquierda. Se acercó y, sólo cuando estuvo a menos de medio metro, ambos chicos notaron su presencia.

Bonne nuit, ¿Podría tener el honor de acompañar a tan hermosos jóvenes? —Sonrisa seductora, mirada penetrante, ya lo tenía.

—No—dijo sin más el muchacho y volteó a seguir hablando con el de lentes. Esto dejó boquiabierto al francés. ¿Cómo es que alguien le había rechazado? Definitivamente aquel rubio le había entendido mal.

—Tal vez, no me oíste, beau, pero…

—Claro que te entendí, quieres ligarnos, pues hablo por ambos cuando digo que no—le cortó—conozco a los tipos como tú y la verdad que no me interesan —tanto él como su acompañante le quedaron viendo como diciendo "esfúmate", pero la impresión fue tan grande que no notó el detalle.

—Mejor vámonos, Matthew, este tipo no va a dejar de molestar. Además, ya es demasiado tarde—habló un poco fuerte el de lentes.

—Tienes razón Rode—dijo el rubio dándole una pequeña sonrisa de disculpa. Una última mirada de molestia y se retiraron.

La animada música aún sonaba y el vaso casi lleno estaba a medio alzar cuando ambos chicos salieron. Sentía algo extraño en el estómago y un sabor amargo en la boca.

Rechazo. Habían dañado su orgullo.

Reaccionó a los minutos, pagó su bebida a un sonriente barman y salió del lugar. Sólo cuando estaba recostado en su cama pensó mejor.

Le habían rechazado a él. A Él, Francis Bonnefoy. El mayor conquistador del lugar, por no decir de todo Londres. ¿Cómo era ello posible? Ese chico (Matthew, recordó) se las iba a pagar. Iba a hacer hasta lo imposible, pero ese chico iba a caer.


—El avión acaba de aterrizar, por favor pasajeros, bajen de forma ordenada. También se les pide…

Tomó su pequeña maleta y se la colocó en el hombro. Estaba emocionado y nervioso a la vez, esperaba ese momento y al mismo tiempo deseaba que se retrasara. Casi de un salto, bajó del avión, asustando un poco al niño que iba delante suyo. Realizó el trámite necesario, recogió su guitarra en la cinta de maletas y, ya afuera, le habló a su pequeño pollo que piaba alegremente en su jaula.

—Bien, Gilbird—le habló al pollito, sobresaltando la pareja que pasaba al lado—el grandioso yo llegó a Londres, ahora sólo falta averiguar dónde vive exactamente Rode— Tuvo que tomar varios taxis, porque la mayoría de los conductores lo confundían con un vago, les extrañaba su cabello blanco y ojos rojos o simplemente porque creían que hablar con un pollo no era normal. No fue sino hasta que un taxi rojo brillante paró que pudo sentarse.

—¡Ah~, por fin!—suspiró al cerrar la puerta y colocar al animal a su lado.

—Ve~, buenas tardes señor, ¿a dónde lo llevo?—preguntó el chofer pelirrojo de gorra negra. Gilbert le leyó una dirección, no tan seguro de que sea correcta—Mmm, esa calle se encuentra algo lejos—comentó. Al cabo de unos minutos inició una conversación—Y dígame señor, ¿viene por turismo o se muda aquí?

—En primera llámame Gilbert, pareces ser menor que yo—corrigió sonriendo, pero al segundo se puso algo triste—en cuanto a lo de tu pregunta, no estoy seguro de cuánto estaré aquí…

—¿Puedo preguntar por qué?

—Pues ya lo hiciste—trató de bromear—lo que pasa es que hace 8 años yo…me iba a casar…me iba a casar con un chico en Austria, pero…una semana antes yo me sentí nervioso…y terminé con él…

—¿Y ahora le está yendo a buscar?—preguntó tras unos minutos de silencio.

—Estoy siguiendo la última pista que tengo de él, a partir de ahí le buscaré, y cuando le encuentre—dijo algo más emocionado—¡no le dejaré ir!

—¡Ve~, ese es el espíritu!—le animó el chofer. Al cabo de 1 hora, el taxista frenó frente a un edificio celeste de aspecto algo olvidado—Señor, hemos llegado—anunció

—Ya veo—respondió mientras se colocaba la cartera al hombro, su guitarra en la espalda y con la mano izquierda tomaba la jaula de Gilbird para luego bajarse y pagarle—muchas gracias.

—De nada, que tenga suerte señor—deseó el pelirrojo antes de marcharse.

Ya estando completamente solo, Gilbert tocó la puerta. Unos minutos de espera y fue atendido por una anciana regordeta de rostro amable que parecía ser la arrendadora.

—¿Sí?

—Disculpe, ¿Aquí vive Roderich Edelstein?

—¿Roderich?—trató de hacer memoria, arrugando más su rostro.

—De cabello marrón, ojos violetas, lentes, tiene un lunar aquí—señaló el lugar—parece un señorito, de mi edad, le gusta tocar el piano…

—¡Ah, sí, Roderich! Sí lo recuerdo, muy amable chico. Andaba muy triste cuando recién alquiló su habitación—la vieja se acercó como confiándole un secreto a Gilbert—oí que un desgraciado le dejó antes de casarse…

—Ah…sí...qué clase de persona hace eso—concordó nerviosamente

—Cierto, cierto—movió la cabeza negativamente—siendo tan bueno, me tocaba el piano casi todas las tardes, lástima que se mudó…

—¿Se mudó?—reaccionó el peliblanco

—Sí—afirmó—¿Por qué preguntabas por él?

—Ehm…soy un amigo, y…le estaba buscando, hace mucho que no le veo y sus padres me dieron esta dirección, así que…—balbuceó tratando de parecer honesto. La anciana le observó un momento y luego sonrió.

—Está bien, espérame un momento—entró nuevamente al edificio y minutos después salió con un papel en mano—se mudó hace 3 años, pero no me dio ninguna dirección. Esta—señaló entregándole el papel— es la dirección de una discoteca a la que él iba casi siempre.

—¿Discoteca?

—Sí, una de música latina, creo. Bueno, es lo único que te puedo dar, ojalá lo encuentres.

—Sí—contestó aún mirando la dirección—gracias señora.

—De nada, hijo—se despidió y cerró la puerta tras de sí.

Dio unos pasos y sacó su billetera, no tenía mucho dinero. Siguió caminando en busca de alguien a quien preguntar sobre la dirección, no quería gastar más dinero en taxis. Sólo esperaba que la dichosa discoteca estuviera cerca.


Olvidé mencionar que la historia se dará en Londres, la mayoría de ellas en una discoteca de salsa llamada "Latin Point" (Sí, lo sé, tengo taaaanta imaginación).

Ojalá esté en algo, díganme si les parece interesante.

Se despide prometiendo actualizar pronto,

Lis.