N/A:
13-Dic-2013
Hice algunas modificaciones al fic y cosas asi, gracias por las personas que han leído la historia.
Aclaraciones: Kano y Seto aquí tienen 7 años así que no sean malpensados, el titulo no tiene nada que ver con lemon o algo así (perdón si los decepcione pero no se me ocurría otro titulo) y este es un one-shot.
Advertencias: supongo que tiene errores que yo no veo y shounen-ai (o intento de)
Aventura Nocturna
Era cerca de la medianoche y Kano Shuuya no podía conciliar el sueño, no sabía cuánto tiempo llevaba despierto exactamente, solo podía asegurar que lo suficiente como para ver con claridad las cosas a su alrededor.
Cuando despertó lo primero que noto fue que Seto no estaba a su lado, segundos después había distinguido a Ayano y Kido cerca de él dormidas, abrazadas como cada vez que todos dormían en la misma cama. A él nadie nunca lo había abrazado para dormir, pero tener a Seto cerca lo hacía sentirse menos solo y por lo tanto se había decidido esperar a que regresara de donde fuera que estuviese.
Claro estaba a esas alturas para Kano que Seto no estaba en el baño y por culpa de él se sentía preocupado. Ya no creía ser capaz de dormir hasta ver a Seto a su lado, sin embargo no admitiría nunca que estaba preocupado.
Nunca se había percatado del frío que reinaba en la noche pero en esos momentos sentía que calaba hasta a sus huesos, estaba al borde de tener un ataque de nervios porque escuchaba ruidos extraños y veía sombras que se movían aquí y allá. Por eso cuando escuchó que abrían la puerta de la habitación tuvo que reprimirse para no soltar un suspiro de alivio al ver a Seto por el rabillo del ojo.
Kano cerró los ojos y tranquilizó su respiración lo más que pudo, fingiendo casi a la perfección que estaba dormido. No supo como Seto llegó a su lado sin hacer ruido, pero lo siguiente de lo que fue consciente era que le estaba sacudiendo con suavidad y él abrió los ojos tratando de parecer adormilado, frotándoselos para añadirle credulidad a su actuación.
-¿Qué pasa, Seto?- preguntó en un susurro, mirando a su alrededor como si estuviera desubicado.
-Te quiero enseñar algo, vamos- respondió con sencillez el chico de cabellos negros al tiempo que caminaba hacia la puerta.
Kano frunció el entrecejo, esta vez no era parte de su acto y se ladeo hacia Kido para despertarla.
-No...no despiertes a nadie más, solo quiero que vengas tú- Seto murmuró, mirando el suelo un poco consternado.
Kano arqueó una ceja sin que el otro lo notara, pero decidió no despertar a Kido, después de todo quería ver lo que fuera que Seto le enseñaría, además, se sentía importante. Usualmente él nunca era la primera opción en nada y para nadie.
-Apresúrate, o se darán cuenta- Seto no estaba impaciente, pero no quería que Kano se arrepintiera de ir con él.
Kano miró por última vez a Kido y Ayano, seguían sin soltarse y fue eso lo que lo impulso a irse con Seto, tal vez luego de eso el chico decidía abrazarlo para dormir también.
Kano se bajó de la cama con cautela, evitando mover mucho la cama, cuando por fin sus pies estaban en el suelo Seto esbozó una pequeña sonrisa.
-¿A dónde vamos?- preguntó con curiosidad el rubio, poniéndose los zapatos y su sudadera.
-A una aventura- le respondió un emocionado Seto, aunque lo que recibió de parte de Kano fue una mirada de incredulidad.
-No estarás pensando en llevarme al bosque ¿verdad?- a Kano no le gustaba ningún lugar fuera de la casa en la noche, no es como si fuera a confesar que sentía algo de miedo de todos modos.
La pregunta de Kano no necesitaba ser respondida por lo que Seto se limitó a salir fuera de la habitación en un silencio que parecía eterno, Kano lo seguía de mala gana y con algo de torpeza, aunque su vista se había acostumbrado a la oscuridad dentro de la habitación fuera podía ver poco, Seto cerró la puerta sin hacer ningún ruido.
-Sígueme- Kano no sintió que fuera una orden, más bien una invitación amable.
Trató de seguirlo, pero fue un intento en vano ya que cayó al suelo luego de dar unos pasos. Gracias al cielo no hizo mucho ruido pero Seto le dirigió una mirada de decepción, cosa que desanimó en sobremanera al rubio pero no demostró que le afectara, se levantó con rapidez y frunció los labios.
-No puedo ver nada- le dijo con recelo a Seto- ¿cómo le haces?-.
-Es la costumbre...-respondió Seto acercándose al rubio.
Kano inflo las mejillas frustrado, él también quería ir.
Seto tomó su mano sin decir nada y siguió caminando, Kano no protesto ya que sabía que era para guiarlo. Trato de no quedarse atrás mientras miraba de reojo a Seto, con cierta admiración ¿cómo rayos caminaba con tanta seguridad?
Al llegar a la puerta para salir de la casa Kano casi hubiera jurado que no podrían hacerlo pero Seto siguió caminando y soltó su mano para seguidamente abrir la puerta sin mayor problema.
-¿La dejan sin llave?-preguntó entonces Kano, alarmado.
-No, yo ya la había abierto- le explicó Seto, señalando algo en la pared que Kano supuso que eran las llaves, solo que en la oscuridad no podía ver nada. Fue entonces que Kano se preguntó cuántas veces Seto había salido de noche para tener tanta destreza.
Seto dejó que Kano saliera primero y cerró la puerta tras ellos. Empezaron a caminar de nuevo y Kano suspiró decepcionado al ver que Seto no tomaba su mano, seguramente fue porque la luna y las estrellas lo iluminaban todo y sabía que Kano ya podía ver casi a la perfección.
Seto miraba cada tanto hacia atrás, sintiendo que en cualquier momento los descubrirían, ciertamente él casi siempre salía en las noches, pero nunca había salido con alguien. Casi se sobresaltó cuando Kano lo tomó de la mano, no podía negar que estaba sorprendido pero no dijo nada, no le molestaba en lo absoluto que ese tipo de cosas pasasen y sabía que si hacía un comentario que al otro no le gustara podía herir su orgullo.
Kano no había podido evitarlo, su límite había sido cuando entraron al bosque. Aquellos extraños sonidos le daban escalofríos, incluso hacían que sintiera una adrenalina inexplicable y Seto era el único que estaba con él, además que con él se sentía protegido.
-Puedes escalar ¿cierto?- Seto se detuvo frente a un árbol, luego de caminar lo que Kano denominaba una eternidad.
-Creo- respondió el rubio examinando el grosor del árbol. Incluso él que no sabía mucho de bosques pudo deducir que ese era el tan famoso corazón del bosque.
-Inténtalo, estaré debajo de ti por si te caes- le prometió en un susurro Seto, sonriéndole para animarlo.
Kano no quería soltar la mano de Seto, pero no era como si hubiera tenido otra opción. Se soltó sin más vacilaciones y empezó a escalar el árbol, era más fácil de lo que él había supuesto. Luego de unos segundos sintió a Seto escalando tras él. Kano se sentía nervioso y a causa de eso escalaba más rápido, sin pensarlo mucho, continúo hasta llegar a unas ramas gruesas, ahí se detuvo y se sentó. Seto siguió su ejemplo.
-¿Estás cansado?- Seto no quería quedarse ahí, pero tampoco pretendía sobre esforzar a Kano
-No- murmuró el más pequeño de mala gana.
Seto no dijo nada y reanudó la escala del árbol, Kano estaba renuente a seguirlo pues tenía miedo. Lo siguió por curiosidad y porque no estaba en sus planes quedarse solo. Al alcanzar la copa del árbol soltó un suspiro, ahí encontró a Seto sentando, quien con un gesto lo invitó a sentarse.
-¿Qué me ibas a mostrar?- cuestionó con enojo Kano, sus manos le ardían y estaba seguro que tenía muchos rasguños.
Seto en respuesta señalo el cielo y Kano dirigió su mirada a este. Con asombro contemplo las estrellas, nunca había visto tantas en el cielo y por primera vez le parecían de verdad incontables. Lo que más aprecio fue la luna roja, nunca la había visto de ese color y de alguna manera, lo hizo sentirse normal, como si su poder no funcionara bajo la luz de esta.
-¿Por qué esta de ese color?-pregunto Kano, ladeando su cabeza y aferrándose a la rama en la que estaba sentado.
-No sé...pero era lo que quería enseñarte... ¿Recuerdas hace unos días que me dijiste que querías sentirte normal?...¿no te sientes así cuando la ves?- Seto le sonrío y Kano asintió con un leve sonrojo en las mejillas, nunca se hubiera imaginado que Seto pensaba en él o que se acordaba de algo que él dijera.
-Gracias- mascullo Kano, convencido que lo estaba diciendo en verdad.
Seto asintió y tomo una de las manos de Kano, examinándola y recorriendo con las yemas de sus dedos las heridas y cortes que se había hecho, provocándole a Kano escalofríos.
-Perdón- Seto parecía arrepentido de haberlo hecho escalar para ver la luna y las estrellas.
-No es nada- le aseguro Kano, sonriendo con sinceridad.
Permanecieron más tiempo observando el cielo en un silencio comodo, ya que sentían que no necesitaban decir nada. Solo bajaron del árbol cuando sintieron demasiado frío.
-Creo que ya es tiempo de dormir, regresemos- le indica Seto a Kano, empezando a caminar.
Kano sin embargo lo seguía desganado, sentía que sus párpados pesaban demasiado y podía jurar que sus piernas se habían convertido en piedra.
-No puedo- se quejó adormilado Kano.
-Te llevaré a caballito- Seto no pensaba quedarse en el bosque a pesar de que ya lo había hecho muchas veces, pero no quería que Kano saliera lastimado y tuviera frío...tampoco soportaba la idea de que lo reten por su culpa al llegar a casa.
Kano no se quejó ni se opuso, tenía demasiado sueño como para hacerlo. Se subió con cuidado a la espalda de Seto y rodeo con sus brazos el cuello de él.
Seto lo levanto sin ningún problema y sostuvo las piernas de Kano, emprendiendo el camino de vuelta al orfanato inmediatamente.
-¿Seto?- la voz de Kano no era más que un susurro a esas alturas.
-¿Si?- Seto ladeo la cabeza para observarlo y se encontró con los ojos de Kano casi cerrados.
-Prométeme que volveremos a salir así otra vez- le pidió Kano, apoyando su cabeza entre el hombro y el cuello de Seto.
-Prometido- le dice con suavidad Seto.
Kano sonrío antes de cerrar los ojos. Cuando los abrió de nuevo, en lo primero que pensó fue que todo había sido un sueño, pues noto que estaba en la cama, sin embargo esa preocupación se borró al notar lo brazos de Seto rodeándolo, y se dio cuenta que el devolvía el abrazo.
Pensó en soltarse, pero tenía mucho sueño y el sol aún no había salido. Se acomodó más en el pecho de Seto con una sonrisa traviesa, se sentía demasiado bien y cerró los ojos, se durmió pensando en la promesa que Seto le hizo, esperanzado que no la rompiera.
