Musa
"Define: relación"
— ¡No te atrevas a morderme!
Me erguí y ella me pegó en las manos para que le soltara la cintura, así lo hice y me quedó mirando muy seria. Enseguida supe que le sucedía algo, estaba más enojada que de costumbre, desde hacia unas semanas que me soportaba menos y cancelaba a última hora nuestras salidas. Traté que no me afectara su hipersensibilidad y contaba hasta diez o veinte para evitarme cualquier pelea innecesaria, cosa que casi nunca me funcionaba. Al menos lo intentaba.
—No me mires así, sabes que tengo la piel muy sensible. —dijo más calmada, casi sintiéndose culpable. No le duró mucho tiempo, estalló casi instantáneamente. — ¡No soporto usar chaleco en pleno verano! Y tendré que hacerlo si me dejas marcado el cuello.
—Está bien. —le contesté casi en un susurro y me acerqué a ella nuevamente, poniéndole mis manos sobre sus caderas. Ino me miró como si no se esperara mi actitud, quizás pensaría que me enojaría por gritarme, y se quedó tiesa hasta que traté de besarla. Recibí otra bofetada, sólo que esta vez iba dirigido directo a mi rostro.
Me limité a quedarme en la posición que me encontraba antes del golpe y traté de enfriar la cabeza mientras ella se escabullía por debajo de mi cuerpo. Cuando me recuperé de la impresión me volteé a mirarla, se estaba amarrando el delantal de la florería que momentos antes yo mismo se lo había desatado y caminaba hacia una esquina del vivero. Siguió trabajando en sus arreglos florales como si nada hubiese pasado y me ignoró completamente.
— ¿Para qué fue eso? —le pregunté contrariado cuando recuperé el habla y comprendí que no me hablaría más. Ella suspiró molesta y se dio vuelta hacia mi dirección con ambas manos sobre su cintura, con el entrecejo bastante fruncido.
Aún no terminaba de conocer a la rubia. Unas semanas atrás cuando comenzábamos a interaccionar más de lo que hicimos en toda la academia, parecía ser una persona normal incluso agradable. Ahora no era más que una gruñona, se pasaría tardes enteras gritándome y cambiaba de humor con bastante frecuencia. Era una completa loca.
—No puedo creer que todavía preguntes por qué, Kiba. —dijo y no pude evitar poner los ojos en blanco, en realidad no sabía lo que había hecho, si es que lo había hecho. Suspiré cansado y levanté mi chaqueta del suelo, caminando a la salida del vivero.
—Volveré cuando se te pase lo tonta.
Escuché que daba un grito a boca cerrada y supuse que improvisaría un proyectil: un jarro, una bola de abono o unas tijeras, cualquier cosa que le quedaban a la mano, y que más de alguna vez la rubia me había lanzado en la cabeza pero que para mi suerte, nunca daban en el blanco.
Salí del vivero y me encontré en la parte delantera de la florería, la tienda. El padre de la loca estaba justo entrando y me saludó con una mano, mirando a Akamaru que se encontraba a un lado de la entrada de la florería esperándome.
—Pensé que estarías aquí cuando vi a Akamaru. —me dijo para luego preguntarme inocente. — ¿Cuánto más demoraran en terminar su misión?
Lo miré sin muchos ánimos y me guardé las manos en los bolsillos. La supuesta misión la había inventado Ino para que no sospecharan de nosotros cuando nos juntábamos, no era que se avergonzara de mí, tampoco era que no me gustara la idea de hacer cosas a escondidas con Ino. A esas alturas me daban ganas de terminar con la famosa misión de una vez por todas.
—No lo sé, depende de Ino. —dije y me fui.
Esperé toda la tarde por alguna señal de Ino, una llamada o una visita, pero como lo había predicho, nada de eso ocurrió. Salí a caminar por la aldea antes de que oscureciera por completo para que Akamaru estirara sus piernas y quizás, tranquilizarme y olvidar a la rubia, pero ella no me iba a dar ese privilegio y se me apareció apenas pasaron cinco minutos desde que había salido de mi casa. Claro que ella no estaba allí para buscarme, estaba simplemente comprando en una verdulería ambulante a un lado de la calle. Quise ignorarla pero mis piernas se movieron hasta dejarme justo detrás de la rubia, ofensivamente cerca.
— ¿Te calmaste ahora, Ino? —le dije desde una esquina y Akamaru ladró en forma de saludo cuando ella se volteó asustada. Llevaba una mano en su pecho como si quisiera evitar que saliera latiendo hacia fuera. Una vez que se tranquilizó y reconoció mi cara en la penumbra, su rostro se normalizó y se mostró indiferente.
—Parece que no vas a cambiar nunca. —me dijo y se volteó otra vez para ignorarme fingiendo estar eligiendo unas naranjas, palpándolas y luego oliéndolas, para después dejarlas en su lugar nuevamente. Por eso sé que estaba fingiendo. — ¿Hace cuánto estabas ahí parado mirándome?
—Ino, para. —dije al borde de la desesperación, ella se dio la vuelta otra vez y me miró sorprendida. Dejó la bolsa a un lado y se cruzó de brazos, ella tenía una facilidad para sacar de quicio a cualquiera. Realmente me molesta cuando me ignoran y estoy seguro de que ella estaba al tanto de eso. — ¿Por qué haces esto?
— ¿Hacer qué?
—No eras así. Eras divertida y cariñosa. Ahora eres…—comencé mas calmado de lo que en realidad estaba. Desde que había empezado a hablar me fui acercando a ella e Ino me escuchaba atentamente con los ojos bien abiertos, no creo que le haya agradado escuchar lo que dije. —…aterradora.
Frunció los labios y trató de dejarme ahí solo, como ya la conozco lo suficiente como para saber que trataría de evadir la situación, me aproximé lo suficiente como para extender los brazos hasta tocar la pared e impedir que se fuera. Ino se pegó a la pared como para evitar el contacto con mi cuerpo y miró hacia los alrededores para ver si había gente mirándonos.
—Kiba, puede vernos alguien. —dijo en un hilito y le sonreí. Me pareció que se asustó un poco pero le resté importancia, por lo menos había dejado de actuar arrogantemente.
— ¿Qué es lo que te ocurre? —le pregunté y ella se encogió de hombros. Se quedó muda y miró hacia otro lado, le insistí con la pregunta e Ino se aclaró la garganta.
—Déjame ir antes de que venga alguien o gritaré. —dijo y la miré tontamente, como si esperara a que lo hiciera. Por supuesto, nunca pensé que lo haría hasta que llenó exageradamente de aire sus pulmones y dejó que un grito atronador se escuchara por toda la calle antes que yo le tapara la boca con una mano para tratar de hacerla callar. Fue tan agudo que Akamaru comenzó a aullar y la gente prontamente se aproximó a nosotros para ver lo que le pasaba a la rubia.
Luego me mordió la palma de la mano para que la retirara y ella salió caminando como si nada, un par de señoras se le acercaron para preguntarle si estaba bien y la florista con un ademán de manos me dio a entender que les decía que estaba bien. Simplemente aterradora.
La gente se quedó un rato cerca de mí para asegurarse de que no era un psicópata y luego de un tiempo los perdí sin mayores problemas, por lo que partí nuevamente en busca de la rubia demente. No fue tan difícil por que ella caminaba lento y siempre seguía las mismas calles.
Caminé rápido para hasta alcanzarla y me pegué a su oído para decirle: —Eres diabólica, ¿lo sabías?
Como lo esperé, Ino se sobresaltó y puso mala cara enseguida. Estaba tan harto que ni siquiera pretendí sonreírle, de hecho, curvé los labios pero mis cejas estaban fruncidas. Ella comenzó a reírse. Al fin, después de muchos días con la Ino pérfida, pude reconocer a la antigua Ino, la agradable.
—Ahora, podrías ser amable y decirme, por favor, qué es lo que te sucede. —supliqué cansado y ella calló eternamente.
—No quiero hablar de eso. Déjame tranquila. —dijo calmada y sonreí un poco, di un par de zancadas y la adelanté para poder pararme delante de ella. —Kiba, no. —Ino trató de quitarme del camino pero no encontró palabras y suspiró mirando hacia otro lado. Se abrazó a si misma como si tuviera frío.
La tomé de los hombros y la miré hasta que me correspondió con la vista. Ino estaba haciendo una mueca casi imperceptible que había descubierto cuando recién comenzamos a salir, su labio inferior estaba ligeramente hacia fuera, era de incomodidad y molestia. Ni siquiera yo sabía por qué la molestaba tanto, no teníamos nada serio ni tampoco éramos amigos.
—Entonces si hay algo que te molesta. —le insistí y ella apretó los puños. Supe que quiso negarlo todo y me eché a reír, la florista me miró desconcertada.
—No entiendo por qué quieres saberlo.
— ¿Acaso no es obvio? Me asustas, me gustabas como eras antes. —dije y no terminé de asimilar lo que le había dicho, ella tampoco salió de su impresión enseguida y me miraba como si no estuviese respirando. Me encogí de hombros y la solté, pero eso no significó que ella se marchara, es más, se quedó mirándome largos instantes antes de reaccionar cuando Akamaru nos ladró, moviendo su cola de lado a lado.
Suspiré y el can se me acercó para que le acariciara la cabeza. Ino se llevó una mano a la cara y ocultó su sonrisa. Traté de no mostrarme incómodo pero no evitó que ella soltara una carcajada.
—Te gusto. —dijo como divertida y puso sus manos sobre las caderas. Se me acercó demasiado como para molestarme y me miró directamente a los ojos.
—No dije eso. De hecho, esto no es la razón de la conversación.
— No, estoy segura que lo escuché claramente pero Kiba…—dijo. —Lo siento si te confundí pero como tú mismo dijiste, lo nuestro no es serio. —luego se dio la vuelta para marcharse, vi su coleta platinada flamear en el aire y me entraron las ganas de agarrarle del pelo para impedir que se fuera pero eso quedó sólo como un pensamiento. Luego de unos segundos lo comprendí, todo se me aclaraba como por arte de magia y me dio la tentación de carcajadas que no reprimí. Ino se quedó tiesa y tornó su cuerpo lentamente hacia mí.
—Ahora lo entiendo. —comencé y pude ver que ella se asustó un poco, la había descubierto. —Es por eso que estás así, Ino.
Ella quería algo serio.
Ino estaba haciendo clases en la academia desde que había ascendido al segundo rango, impartía un par de clases de espionaje básico y le pagaban el sueldo mínimo. Sé que a ella no le hacen mucha gracia los niños, por lo que sé que trabajar en la academia no era de su interés y se iba rauda cada vez que sus clases terminaban. Como no quise dejarla tranquila después de mi gran descubrimiento, la esperé fuera de la academia a las dos en punto, dejé a Akamaru en casa para evitarme algún inconveniente. Ella había adquirido la costumbre de asustarse cada vez que me veía, sin haberlo acordado antes, y miraba hacia todos lados buscando otra persona que me saludara y le diera a entender que no la había ido a ver a ella. Sonreí ante su conducta y me le acerqué dando grandes zancadas.
—Tú otra vez. —me dijo como cansada pero asumí que sería la mañana ocupada la que la había agotado. Llevaba un bolso encima del hombro y un par de libros en los brazos.
— ¿Feliz de verme? —pregunté al aire, pues ella no se molestó en responderme, y se limitó a seguir caminando en línea recta. Como estaba cansada me las ingenié para sacarle el bolso y los libros sin perturbarla demasiado y para mi sorpresa no opuso resistencia. Estaba tan silenciosa que me empecé a sentir incómodo. Luego dije, ignorando completamente lo que había pasado la noche anterior, por que así ella accedería más rápido y se molestaría menos. O al menos, eso pensé. —Podríamos ir al vivero ahora.
No supe cuando se había dado vuelta sobre los tobillos y me miró severamente, estaba haciendo una mueca y su cara se volvió un tono más rosado.
—Ah, no. Lo estuve pensando y creo que lo mejor para ambos es que seamos sólo amigos. —dijo bastante modulado y se dio la vuelta, para -sorpresa- seguir caminando.
Me quedé parado unos instantes, molesto. No precisamente por que ella quería transformar nuestra relación en algo que nunca habíamos sido, sino por que ya no tendría el derecho de entrar al vivero con ella cuando la tienda estaba sola. La florista me llamó, yo tenía sus cosas.
—Vamos, Kiba, no te quedes ahí parado.
—Lo siento, creo que no escuché bien. —comencé y me acerqué nuevamente a ella pero esta vez, me paré muy cerca de ella. Ino balbuceó algo, miró un par de veces hacia los lados y para su desgracia, llamó la atención del gordito de su equipo. Chôji se nos acercó lentamente e Ino corrió a su encuentro, supe enseguida que quería deshacerse de mí y de la evidencia pero, más llevado por la situación que la razón, esperé al momento correcto.
—Chôji, es agradable verte por aquí. —comenzó la rubia y le dio un efusivo abrazo, por supuesto el gordito no se sentiría cómodo con su inusual actuar y me miró expectante mientras tomaba mi lugar justo detrás de la mentalista, bastante cerca de su cuerpo. Sentí sus ojos celestes mirándome de soslayo y se estremeció.
—Sí, Chôji, es bueno verte. —dije y le extendí una mano. El Akimichi se limpió una mano de la grasa de las frituras que comía en la tela del pantalón y me dio un fuerte apretón de manos. Creí que Ino temblaba de rabia y me reí un poco, Chôji llevó su vista hacia mí y puso una mueca.
—Es raro esto…—comenzó. —Creo que nunca los había visto juntos antes. ¿Los han asignado a una misión?
Predije que Ino empezaría a relatar la mentira que le decía a su padre y me quise adelantar. La empujé un poco para que se volviera a regañarme y comencé a hablar mientras se desconcentraba.
—No, de hecho, acabo de buscarla a la academia. ¿Sabías que está impartiendo clases? —dije sonriente y Chôji asintió como contrariado, creo que estaba sospechando. Quise sonar paternal y creo que así lo hice.
Cuando Ino pensó que no iría más lejos, le puse una mano en el hombro con mi brazo rodeándole la espalda. El gordito tragó saliva y se rascó una sien, visiblemente confundido; quizás Ino no tenía la mejor cara del mundo y estoy seguro de que nunca me había visto comportarme así con alguien, especialmente como la rubia.
Sentí que el codo de la florista me pegó en el abdomen y me fui ligeramente hacia atrás por precaución, traté de reírme para que el gordito no tomara en cuenta el golpe y estrujé un poco el hombro de Ino.
— ¿Qué haces aquí? Pensé que irías a comer con Shikamaru ahora. —dijo la rubia como buscando conversación para quitarme protagonismo. El gordito suspiró.
—Allá voy, la verdad es que estoy un poco atrasado. —dijo sin mucha importancia y sacó otra fritura, y se la llevó a la boca. Ino se lo quedó mirando como perdida y al parecer no le ocurrió otra cosa para deshacerse de mí.
—Perfecto, así podemos ir todos juntos. —propuse e Ino se volteó lentamente para mirarme bastante indignada, sabía que yo seguiría molestándola de la misma manera pero esta vez, con mucha más gente observándonos. Chôji pareció pensarlo unos instantes y luego sonrió ampliamente.
—Sería estupendo hablar con alguien, Shikamaru no dice mucho que digamos.
Ino se quedó muda en cuanto se ubicó en su asiento, a un lado de mí, y se limitó a mirar por la ventana mientras esperábamos a que la mesera tomara la orden. El Nara suspiró cansado y se echó en la mesa sobre sus brazos, observó a la rubia unos momentos y luego, a nosotros.
— ¿Cuál es su problema? —preguntó de la nada Shikamaru interrumpiendo nuestra conversación y dirigimos la vista hacia donde el Nara delataba a la florista. Ella enseguida se sintió observada y nos preguntó lo que hacíamos, a lo que el estratega respondió reiterando su pregunta. — ¿Cuál es tu problema?
—No sé a lo que te refieres. —dijo Ino y me miró con desconfianza, como si se estuviera preparando para mi nueva molestia. Le respondí con una sonrisa silenciosa, lo que le dio tiempo a la mesera para aparecer. La chica del perfume barato atendió sin mucha sorpresa las porciones del Akimichi y medio a entender que ellos siempre concurrían a ese lugar, el ambiente se había normalizado e Ino comenzaba a regañar a Chôji por su dieta y terminaron la discusión con una promesa al aire de que, al menos, el Akimichi reduciría la cantidad de sal en sus comidas. Ino apenas pidió una ensalada, argumentando que no tenía hambre y silenció nuevamente. Comencé a desesperar, si ella no hablaba, el estar ahí perdería sentido y también mi interés.
Cuando Chôji comenzó a hablar con el estratega de algo sobre un reporte de la mañana, aproveché que la guardia de Ino estaba baja y pasé una mano sobre la suya, esa mano que reposaba sobre su almohadón fuera de la vista de sus compañeros de equipo. Ella se sobresaltó y me dio una rápida palmada sobre los dedos. Me reí suavemente y la florista se encolerizó.
— ¡Deja ya tus idioteces! —exclamó en un hilito de voz y tanto el gordito como el Nara la miraron extrañados. Shikamaru me apuntó con un dedo y nos analizó con detenimiento, alargando una m como única respuesta. Ino sudó en frío y esperó que el estratega dictara su sentencia pero Chôji intervino, tomando la palabra.
—No le tomes importancia, llevan actuando raro desde antes que llegáramos. —confesó el gordito y me pareció que era muy inocente, de hecho, ni siquiera pienso que haya sospechado de algo antes. Shikamaru chasqueó la lengua y dirigió su atención a la ventana, suspirando después.
—Que problemático. —dijo y el Akimichi sonrió ampliamente. Ino se relajó de repente y jugó con su ensalada, moviendo una aceituna de un lado a otro.
La comida se alargó demasiado y pronto todos se quedaron en un mutismo excesivo, comencé a aburrirme y ni siquiera me preocupaba de que los demás se dieran cuenta de ello, nunca le decían algo a Shikamaru. Bostecé y me apoyé sobre un brazo, Ino se aclaró la garganta y la miré sin mucho interés, ella estaba regañando sólo con un semblante severo y sus pupilas emigraron hacia sus compañeros. Los miré indiferente, no es que fuera mal educado, era solamente que estaba terriblemente aburrido.
Me acomodé sobre el almohadón y me eché hacia atrás esperando a que terminaran de comer, observé a Ino de reojo y la vi mientras tomaba agua, Chôji dijo algo que le hizo gracia y ella comenzó a reír y sonreí. Miré hacia otro lado y me encontré con que el estratega me analizaba con sus ojos claramente rasgados, como si estuviera descifrándome. Alargó otra m y siguió comiendo.
Él era bastante extraño y traté de pasar su actitud por alto, buscando en el lugar algo que entretuviera y para mi sorpresa, Naruto y Sakura entraban al local. Me deslicé lentamente hacia Ino, tratando de que no se diera cuenta ella ni tampoco el estratega y esperé a que los del otro equipo se dieran cuenta de nuestra presencia y tomaran asiento en nuestra mesa.
— ¿Qué estás haciendo? —me cuestionó en un susurro y me pellizcó una costilla para que me alejara, naturalmente me quejé y llamé la atención de los demás, ellos callaron esperando las respuestas pertinentes de nosotros y ella sonrió, aun no quitaba sus uñas de mi costado. —Lo que pasa es que Kiba comió demasiado, ¿verdad? —sentí un nuevo pellizco y no me quedó más remedio que asentir. Me acaricié las costillas adoloridas y me acerqué al oído de Ino.
—Deberías dejar de maltratarme. —dije suavemente para que no me escucharan. —Podrían enterarse de algo, ¿sabes?
No necesitaba fingir para que el resto de su equipo notara que estábamos ocultando algo, más aún si nos veían hablando en secreto y yo pretendía que estaba diciéndole algo lindo en vez de una amenaza. Claramente comenzábamos a crear un aura de incomodidad en la mesa y, Chôji y Shikamaru procuraban no mirarnos, restarnos importancia, ya que era seguro que ninguno de ellos comprendería lo que nos sucedía.
—Ellos no son tontos, sabrán que estás molestándome y ¿sabes por qué? No eres capaz de hacer las cosas en serio. —me respondió curvando sus labios. Ahora estaba notando que estaba demasiado enfadada conmigo por haberle dicho lo que le dije, me eché para atrás y la miré con curiosidad. Amplió su sonrisa, pobrecita, aún no se daba cuenta que lo único que estaba logrando es que creyeran más en lo que me había propuesto. Pensé en lo que estaría pasando por la cabeza del estratega y el gordito, Ino me susurraba cosas al oído mientras me sonreía y por supuesto, yo también sonreía. — ¿Qué es lo que encuentras tan gracioso?
Me encogí de hombros y me reí. La florista pareció molestarse por que me reía de ella y de pronto pasó algo que ni yo me lo esperaba. ¿Te ha pasado alguna vez que sientes que el mundo conspira contra ti y la gente alrededor se calla de repente para escuchar atentamente lo que no quieres que nadie más escuche? Bueno, algo así le pasó a Ino: — ¡No te burles de mí! No fui yo la que te hizo pensar que quería algo contigo y ahora me vienes con que no quieres nada serio, me usaste.
Oh, Dios. Miré hacia atrás y vi que, además de Chôji y Shikamaru, Sakura y Naruto se encontraban al pie de la mesa como si estuvieran esperando a que nosotros nos corriéramos, cediéndoles los asientos libres. Todos ellos hasta yo, estábamos sorprendidos y cuando Ino se dio cuenta de su error, se tapó la cara con una mano como molesta. Me quedé quieto y predije que me llegarían muchos golpes después de esto.
Luego escuchamos una risa más bien tonta y miré al rubio, éste trato de calmarse antes de hablar. —No puedo creerlo, ¿estás saliendo con Ino? —dijo agobiado por la risa que parecía pronto transformarse en un ataque.
Casi nadie tocó el tema después de que Sakura mandó a callar al rubio pero aún así Ino se sintió incómoda el resto de la comida y pidió permiso, mientras se paraba para retirarse del local. Tampoco me atreví a decirle algo o seguir molestándola y ella no me miró ni pidió sus cosas cuando se fue. La seguí con la mirada hasta que desapareció en la entrada, fue ahí cuando todos se me abalanzaron y me observaron con interrogantes en los ojos.
— ¿Es cierto que estás saliendo con Ino? —me preguntó la médico y la quedé mirando sin alguna expresión en la cara. Ella se echo para atrás con extrañeza y reiteró la pregunta. Suspiré.
—Lo siento, tengo cosas que hacer. —dije y me levante de la mesa, tomando las cosas de la rubia, me dirigí a la florería. Me sentí extraño, como culpable aunque Ino era la que tenía la responsabilidad por como había terminado todo.
Cuando entré a la tienda, vi que Ino estaba poniendo el delantal de la florería para comenzar a trabajar y apenas escuchó que la campana de la entrada sonaba, se dio vuelta para ver a su cliente, claro que no lo encontró y en cambio, me vio a mí. Le dediqué una sonrisa disminuida y ella frunció el ceño y comenzó a caminar al vivero para ignorarme, era obvio que no me iba a quedar ahí pues conocía bastante bien el vivero y la seguí. Una vez entré la encontré a un lado de una fuente con los brazos cruzados.
— ¿Ahora estás contento? —me preguntó y me encogí de hombros, no era mi intención que se sintiera mal ni nada, así dejaba de ser divertido molestarla.
—No esperaba que reaccionaras así, Ino. —dije y me acerqué a ella para devolverle sus cosas pero Ino extendió una mano y me dio a entender que no quería que me aproximara más. Luego rodeó la fuente y se sentó sobre unas cajas, apoyando sus codos sobre las piernas se sostuvo la cabeza con las manos. —Ahora no sé que haré cuando me pregunten por el escándalo de hoy.
Pensé rápidamente y sonreí ampliamente, caminé hacia ella y cuando no tuve resistencia de parte de ella, tomé asiento a un lado de la florista. —Yo sé lo que podrías hacer. —dije y ella me miró como no entendiéndome. — Podrías dejar la tontería de ser sólo amigos. Después de todo, era esto lo que querías, ¿no es así? Tener algo serio.
Nota: Espero que haya sido de su agrado, luego se sabrá el rumbo que tomará la historia. Les haré un adelanto: será un modelo típico que trataré de manejar con originalidad :)
¡Importante! Recuerden desconectar el pc cuando terminen de leer fics ;D hay que ahorrar energía.
RP.
