Capitulo Beteado Por Teresa Saravia Serrano,, Beta FFAD www Facebook com / groups / betasffaddiction

BELLA POV

Hace ya ocho años que mi vida había dado un giro irreversible, pasando de ser humana a híbrida y, de vivir con mi padre a viajar por el mundo con un vampiro y un brujo. No me arrepentía de ninguna de mis decisiones y tampoco en lo que se había convertido mi no-vida, aunque de vez en cuando no podía evitar mirar atrás, a mi vida pasada y añorar momentos que ahora me eran imposibles de vivir, como los desayunos con Charlie, los mimos de Renée, las charlas con Jacob o simplemente la presencia de Edward. Este último era a quien más me había dolido perder y, a pesar de haber pasado ya tiempo, esto no había podido borrar el dolor, sólo me obligó a acostumbrarme, a aprender a vivir con ello.

Aún recordaba aquella tarde en La Push, en la que, sin importarme las consecuencias, había saltado de un acantilado de quién sabe cuántos metros de altura. Rememoré cómo el frío viento alborotaba mis cabellos, el sonido de las olas golpear contra la rocosa pared, el tacto húmedo y gélido de las rocas contra mis pies desnudos pero, sobre todo, rememoré la voz de Edward rogándome que no lo hiciera, que me alejara del peligro y viviera mi vida. Obviamente no hice caso alguno y con la adrenalina al máximo salté con los ojos abiertos de par en par viendo como caía, como mi vida humana estaba por llegar a su fin y, sin poder siquiera llegar a tocar el agua, algo duro y sólido impactó contra mi cabeza haciéndome caer en la inconsciencia.

Según Alex y Fabián, quienes ahora eran mis hermanos, me había golpeado con una roca y al perder la consciencia terminé de caer al mar. Allí fue cuando éste desató toda su furia contra mí. Cuando ambos me encontraron, mi corazón latía tan despacio que creyeron que el sacarme era inútil, pero Alex insistió y, por alguna razón, se animó a convertirme salvándome así la vida.

Por suerte, la transformación no me resultó dolorosa ya que Fabián, junto a su magia, me prestó su ayuda. Como efecto secundario del hechizo, la ponzoña no terminó de expandirse por mi cuerpo, dejando órganos vivos y convirtiéndome así en híbrida y…

—¡ENANAAAA! —Escuché un irritante grito a mis espaldas atrayéndome a la realidad.

—¿Qué? —pregunté molesta frunciendo el ceño. ¿Por qué tenía que gritar? Estaba a su lado.

—¿Se pude saber qué tanto piensas? Te vas a fundir las pocas neuronas que te quedan —dijo burlonamente.

—Porque tu no pienses ni utilices lo que sea que tengas en la cabeza no quiere decir que los demás no lo hagamos —le rebatí poniendo los ojos en blanco. Tal vez estaba un poco a la defensiva, pero él se lo buscaba por molestar.

—Porque "estés en tus días" no quiere decir que lo pagues conmigo —me contestó de verdad ofendido y cruzándose en brazos—. Además, ¿se puede saber de dónde sacaste eso? —agregó aún más ofendido y refiriéndose a la ropa que llevaba puesta. Unos jeans un poco anchos y una de esas camisetas unicolor negra.

Rodé los ojos por su exageración, estaba en mi casa, podía utilizar lo que me diera la gana pero, por supuesto, utilizar aquellas prendas para Fabián era más que sacrilegio. Tenía que recordarme buscar amigos normales, aunque no creo que aquel concepto lo entendiera del todo; estaba segura de que ser un brujo malditamente gay obsesionado con las compras y que, además, sabía más de colores y sus combinación que de hechizos, no era algo en lo que se pudiera utilizar la palabra normal, pero claro, yo tampoco entraba en aquella categoría. Ignoré el comentario de "estar en mis días" ya que, lamentablemente, el muy miserable tenía razón y ni siendo parte vampiro me había podido salvar de pasar cuatro jodidos días al mes con el periodo.

—Los compré ayer cuando no mirabas —le confesé encogiéndome de hombros. "Mierda" pensé, ahora vendría el maldito sermón de dos horas sobre la importancia de vestir bien, la moda, que si colores cálidos, que si los fríos y bla bla bla bla… La verdad es que nunca llegaba a escuchar el regaño completo, pero sí me llevaba buena parte, de hecho, muchas veces entraba en desesperación.

—Ok —Se limitó a contestarme frunciendo el ceño. "Ok" ¿Eso era todo lo que iba a responder? ¿Un simple "Ok"? Ante mi mirada atónita se sentó en el sillón no dándole más importancia e ignorándome por completo. Aquella actitud no era normal en él y no sabía si debía preocuparme o asustarme.

—Fabi, ¿estás bien? —le pregunté de pronto preocupada. Fabián no se tomaba tan en calma un tema como la ropa y más si se trataba de mí, siempre trataba de manejar y monitorear todo lo que entraba y salía de mi armario. De vez en cuando podía ser atormentante tanta cosa con la ropa, pero así era mi hermano y aunque la mayoría del tiempo estábamos en desacuerdo y discutiendo, el muy idiota se había metido muy dentro de mí y sin importar que no compartiéramos lazos de sangre era mi hermano y nadie lo podía negar.

—Es sólo que el maldito hechizo no me sale bien —se quejó como niño pequeño, haciendo un puchero gracioso y poniendo ojitos de corderito. Solté una risita divertida, parecía un niño chiquito quejándose por no leer una simple frase. Me acerque a él y me senté a su lado, pasando la mano por su cabello, acariciándolo en un intento de reconfortándolo. A veces me sorprendía la rapidez con la que pasábamos de discutir a hablar tranquilamente.

—¡Ay, pobrecito mi hermanito! —le dije divertida—. ¿Quieres que te ayude? —le pregunté dándole un beso en la mejilla. Él sonrió y recostó su cabeza en mi hombro.

—Podrías acompañarme al parque y practicar con algunos animales —dijo haciendo otro de sus pucheros con el labio inferior sobresaliendo.

—Ok. Vamos, pero volvamos pronto que tengo que alimentar a Floofly —le contesté dirigiéndome a la gran pecera que descansaba en unas de las repisas al lado contrario del sillón. Inmediatamente tomé en brazos a Floofly acunándola en mis brazos.

—¡Aleja esa monstruosidad de mí! —En seguida salió gritando Fabián exagerando, como siempre, y refugiándose por detrás del sillón, utilizándolo como escudo. Rodé los ojos. "¿En serio?" Era sólo una pequeña y linda tarántula.

—No le hagas caso al marica de Fabi, bebé. Él tiene trauma de chiquito y no sabe lo que dice —consolé a mi pequeña mascota acariciándole la cabecita y mandándole miradas asesinas al mentecato de mi hermano.

—Esa cosa no es un bebé… ¡Es un monstruo! —Volvió a gritar histérico mi adorado hermano.

Poniendo los ojos en blanco coloqué a Floofly otra vez en su pecera y me acerqué a mi valiente hermano dispuesta a darle un buen tortazo en esa cabeza hueca que tiene, a ver si se le quitaba lo atontado. Antes de poder siquiera llegar al sillón, Alex hizo acto de presencia en la habitación interrumpiéndonos. Mi ahora hermano favorito frunció el ceño analizando la situación. Fabián se encontraba detrás del mueble aferrándose a el, como si la vida dependiera de ello, con una mueca de horror en el rostro un poco más paranoico e histérico de lo normal. Rodé los ojos por enésima vez en el día, "maldito exagerado" pensé resoplando.

—¿Qué está pasando? —preguntó confuso.

—Es que la enfermita que tengo como hermana, volvió a sacar al maldito monstruo peludo —dijo molesto Fabián todavía detrás del sofá, pero ahora, por lo menos, parecía más tranquilo. Volví a rodar los ojos y puse mi atención en Alex esperando que me apoyará y le dijera a Fabián que su actitud no era más que una bobada pero, como siempre, el universo confabulaba contra mí y en vez de darme la razón miró con asco a Floofly y luego volvió a mí.

—¿No te has deshecho de esa cosa? —me preguntó con cara de horror. "Perfecto" pensé, esto era lo que me faltaba.

—No es una cosa, es un ser vivo que piensa y siente —le recriminé cruzándome de brazos.

—Las arañas no piensan —me contradijo Alex, quien definitivamente había dejado de ser mi favorito.

—Es una tarántula, idiota —le contradije yo más irritada.

—Da lo mismo —dijo ofendido—. Fabián, tú eres brujo, haz desaparecer a esa cosa o por lo menos conviértela en algo menos repugnante —buscó apoyo Alex. Fabián en seguida sonrió maliciosamente y, sin perder tiempo, dijo unas extrañas palabras al mismo tiempo que realizaba unos movimientos con las manos. Cuando estaba a punto de señalar a mi pobre mascota me atravesé esperando que parara, pero en el momento en el que me interpuse, el hechizo, al parecer, ya estaba terminando con Fabián apuntando tres dedos hacia mí.

De pronto todo se volvió negro y una extraña sensación de mareo me invadió, para cuando la vista volvió a mí no habían pasado más de 5 segundos, pero esta vez todo se veía mucho más grande de lo que recordaba.

¿Qué me pasó?... Quise preguntarle a mis hermanos, pero cuando abrí la boca un extraño sonido se escuchó. Sorprendida lo volví a intentar sin éxito pero identificando aquel sonido como un... ¿Maullido? Asustada miré hacia abajo esperando encontrarme con mi cuerpo, pero de inmediato todas mis esperanzas se esfumaron al ver dos pequeñas y peludas patas blancas.

—Creo que mi hechizo de transformación por fin funcionó —Escuché hablar a Fabián con un tono de voz que no supe identificar.

—¡Convertiste a nuestra hermana en un gatito! —gritó Alex con un toque histérico en la voz…

….

Les gusto? Sigo con la historia?

Esta es una idea que se me ocurrió de pronto y pensé en escribirla…esta historia es después de luna nueva y por lo que vieron Edward nunca volvió…. que creen q pase cuando nuestro amado vampiro se encuentre con un tierna gatita blanca?...díganme quieren q la siga