¡Todos bienvenidos! Como siempre, un gusto presentarme por estos lados.
Seré concisa: La imagen no es de mi propiedad, sino de Royal. Segundo; los derechos de personajes a Kishimoto.
Aya, ya te lo dije antes. Será un regalo. Léelo todo está vez ja ja
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HASTA QUE EL RELOJ MARQUE EL ADIÓS
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Hay personas destinadas a amarse, pero no por eso a estar juntas.
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- ¿Cuándo volverás?
- No lo sé.
- ¿…Vas a llamarme?
- Si, todos los días Hanabi.
Una joven de dieciséis años se abrazó a su hermana mayor con angustia. En respuesta sólo obtuvo un protector abrazo.
- No importa lo que escuches de mí, tú debes recordarme como siempre he sido, ¿De acuerdo?
- Si, Hinata. Lo prometo.
El motor del vehículo próximo a ellas las distrajo. Hinata miró a su hermana y le besó la mejilla, acariciándole el pelo con suavidad.
- Neji te dará mi nuevo número. Jamás dudes en llamarme para lo que sea – pidió ella con una melancólica sonrisa, comenzando a alejarse – cuídate, Hanabi.
- Tu también Hinata. Te quiero.
- Y yo a ti, hermana.
Hinata se subió de copiloto en el auto sin despegar la mirada triste de Hanabi. Sólo cuando el vehículo se puso en marcha y comenzó a alejarse de la chica, Hinata se permitió llorar.
- Yo me encargaré de ella. Ya no llores.
- Lo siento, Neji… no lo puedo evitar – se excusó ella, secándose los ojos. Miró a su primo y apreció lo concentrado que iba conduciendo.
- El departamento es bastante amplio y te quedará cerca de un supermercado, ¿Cuándo tienes el vuelo?
- En dos meses más – contestó Hinata en un susurro. Iba mirando por la ventana las cientos de luces que decoraban las calles – Gracias, Neji.
- No es nada, Hinata.
Él condujo a una velocidad elevada y en rotundo silencio, y únicamente se detuvo por completo cuando un alto edificio apareció frente a él. Se estacionó con destreza y se bajó del auto al igual que su prima, quien miraba el lugar con un asombro palpable.
- Neji, esto cuesta un montón… te dije que no gastaras tanto – le dijo, mirándolo preocupada. Él sólo le sonrió.
- Es mi dinero y yo sé como lo gasto. Además, una vez que tú dejes el país yo me vendré a vivir aquí.
- Ya veo…
Neji guió a Hinata hasta el elevador mientras cargaba la mayor parte de las cosas de ella, y juntos subieron hasta el piso número trece. Hinata estaba fascinada con la esplendida vista que entregaba el ascensor. Prácticamente podía ver la ciudad a través de él.
- Llegamos – dijo Neji al momento que las puertas del ascensor se abrían – Este será tu nuevo hogar, Hinata.
- Oh, por Dios.
Los hermosos ojos grises de la joven abrieron con asombro ante el bello departamento que se presentaba ante ella. Con solo haber visto la sala de estar Hinata comprendió que su primo no deparó en gastos a la hora de comprarlo. Era divino.
- Valió su precio en oro – comentó el muchacho mientras dejaba algunos bolsos de Hinata en el suelo – Iré por el resto de tus cosas. Tú espérame aquí.
- De acuerdo…
No bien Neji subió otra vez al ascensor, Hinata comenzó a inspección el lugar. Entró al dormitorio y lo encontró bien equipado al igual que el baño y la cocina. Había dos habitaciones completamente vacías, pero aparte de eso lo demás estaba impecable, casi como si ya hubieran habitado ahí antes, aunque no era así.
Cuando su primo volvió le explicó lo básico a Hinata, dándole un nuevo celular para que se comunicara.
- Sólo hay dos números registrados; el mío y el de Hanabi. No nos llames a menos que sea urgente, Hinata. Podrían registrar y rastrear las llamadas y encontrarte, así que no te arriesgues.
- Si, está bien – contestó ella con pesar. No podría comunicarse con su hermana como había prometido.
Neji le prometió visitarla una vez a la semana para no levantar sospechas, y que se encargaría de cuidar a Hanabi también. Hinata le agradeció entre lágrimas y lo despidió en la puerta del departamento. Una vez que la cerró tras sí, Hinata se dejó caer al suelo. Las luces apagadas de su nuevo hogar le permitían ver toda la ciudad a través de los enormes ventanales a lo largo del departamento. Para ella se parecía a una casa de cristal.
Comenzó a ordenar sus cosas y a limpiar lo que fuera necesario. Una vez que terminó se fue a ver algo en la televisión y la apagó pocos minutos después. A las cuatro y media de la madrugada no daban buenos programas para su pesar.
Nunca lo había hecho antes, pero descubrió que era reconfortante tomar un baño de tina en la mitad de la noche con la puerta abierta. No tenía que preocuparse de que alguien entrara de sorpresa o que la molestaran. Era delicioso. Se colocó una camiseta que le quedaba como vestido y anduvo por la casa una vez más, decidiendo irse a dormir una vez que el sol salió para alumbrar un nuevo día.
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- ¡Vamos Naruto, andando!
- ¡E-Espera Sakura-chan!
Naruto apenas podía mantenerse en pie con los fuertes jalones que le daba su mejor amiga. Sakura era muy terca y necia como para acceder a ir más despacio, ya que después de todo fue ella misma fue quien tuvo que esperar al vago idiota que tenía de amigo por cerca de veinte minutos.
-No podemos retrasarnos más, Naruto – le reprendió la chica – Cuando llamé al vendedor me dijo que estuviéramos ahí a mas tardar las once o iba a mostrarle el departamento a otras personas, ¿No quieres que pasé eso, verdad Naruto?
Él chico miró la maldad en el bonito rostro de Sakura y no puso más resistencia alguna.
Desde ya una semana Sakura se encargaba de buscarle un lugar donde vivir, pues ahora que tenía intenciones de vivir junto con su novia, Naruto no podía quedarse más en el departamento que compartía con Sakura y Sasuke, otro amigo de ambos.
Si Naruto no se equivocaba, este era el décimo cuarto lugar que iba a revisar junto con la chica.
- Es un poco más caro de lo que tú querías – le dijo Sakura, caminando más lentamente junto con él – pero te queda cerca de la universidad y hay de todo en los alrededores.
- ¿Cómo es' ttebayo?
Sakura miró con confianza a Naruto, sonriéndole.
- Es un departamento absolutamente nuevo. El edificio acaba de ser inaugurado y se está vendiendo como pan caliente.
- ¿Nuevo? ¿Eso no lo hará más costoso, Sakura-chan?
- En teoría – respondió ella, deteniéndose – Mira, llegamos.
Naruto miró el lugar que Sakura le mostraba y no pudo evitar sorprenderse.
- Estoy seguro que no puedo pagar esto' ttebayo…
- No dejes que te impresione por fuera. Ven, nos están esperando dentro.
Sakura tomó de la mano a Naruto y juntos se adentraron en el lujoso recinto. En el vestíbulo se encontraban varias personas, pero eso no detuvo a los dos jóvenes, quienes se acercaron al mostrador.
- Hola, buenos días – saludó Sakura a la recepcionista.
- Buenos días.
Naruto observaba el ostentoso lugar sin escuchar lo que Sakura hablaba con la recepcionista, gravando en su memoria cada una de las valiosas pinturas y las destellantes luces a los costados de los muros. Era un lugar digno para su novia, no había duda, pero no estaba seguro de que él pudiera encajar ahí.
- Todo listo, Naruto – le habló Sakura, despabilándolo – Ahora mismo nos van a enseñar un par de departamentos. ¿Te gusta el lugar?
- Es increíble' ttebayo…
- Sí, estoy segura que a Shion le va a gustar.
Los dos amigos fueron guiados por un vendedor a través los pasillos e instalaciones al igual que algunas cuantas personas. Les mostraron la piscina, el sauna y el gimnasio, y a cada paso Naruto iba temiendo de los ceros que se acumulaban en la cuenta por pagar.
- Creo que se te fue la mano – le susurró Naruto a la chica.
- Quizás un poco – le contestó ella en otro susurro, mirándolo angustiada.
El encargado de enseñarles todo guió al grupo hasta uno de los departamentos, sin dejar de hablar.
- La mayoría de los departamentos tiene la misma infraestructura y disposición de dormitorios y habitaciones – relataba el guía – hasta el momento solo se han vendido tres de los veintiséis lugares disponibles, pero muchas personas ya han asegurado sus cupos, así que solo quedan cuatro departamentos más a la venta.
Apenas Sakura y Naruto ingresaron al lugar casi desfallecen por lo maravilloso que era. Tenía vista a la ciudad y parte de la costa, estaba amueblado con mobiliarios elegantes y de buena calidad y la comodidad que brindaba era casi palpable.
Recorrieron los tres dormitorios, los dos baños y la cocina-comedor con los ojos bien abiertos, casi sin pestañear Al final de toda la muestra, el vendedor señaló la cifra a pagar por el lugar – mencionando que ese era el departamento más económico de los que seguía a la venta – y Sakura sintió que el monto la había dado un golpe en el estómago y se había reído en su cara. Miró a las otras personas y apreció lo desacordes y entristecidos que estaban, pero Naruto estaba sereno y tranquilo.
- Mejor vámonos antes de que nos cobren por mirar – Sakura tomó a Naruto por la manga de la camiseta que él llevaba puesta y le dio un jalón, pero Naruto no se movió - ¿No me escuchaste?
- No es tan caro como pensé' ttebayo… lo quiero.
- ¡¿Qué?!
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Hinata terminó de comerse la última galleta que quedaba en el envoltorio, y suspiró al darse cuenta de que no le quedaba nada más por hacer. Despertó poco después de las once y se vistió con flojera. No tenía ganas de cocinar, así que se comió el tentempié que Neji había dejado en una alacena mientras miraba un matinal por la televisión. Estaba aburrida, y mucho. Hace una semana atrás, en su otra vida, ella estaba jugando en el computador sin complicaciones, pero ahora solo le quedaba mirar la pantalla con gente que no dejaba de hablar. Decidió salir de compras temprano para no engordar más en el sillón de cuero negro de Neji, tomando su cartera y unas gafas de sol junto con las llaves del departamento.
Ni siquiera había abierto la puerta cuando se dio cuenta que ella ya no podía salir así nada más de ahí, no ahora que era buscada por decenas de personas. Fue hasta su nuevo dormitorio y abrió una maleta de color morado, y de ella sacó varias cosas; entre ella una peluca y un set de maquillaje completamente nuevo. Cuando volvió a mirarse en el espejo tuvo que esforzarse para reconocer lo que alguna vez fue Hinata Hyuga, ya que con esa peluca castaña y los lentes de contacto negros apenas podía encontrarse a sí misma.
"Será sólo mientras estoy fuera", se dijo con pesar. Le gustaba ir por la calle sin tener que disfrazarse, pero no tenía muchas opciones en realidad. Se subió al ascensor y en el reflejo de uno de los cristales intentó arreglarse el ondeado cabello castaño que caía por su espalda. El ascensor se detuvo en el piso siguiente, y Hinata por inercia se puso los lentes de sol, dándole la espalda a la entrada del aparato. Aún la puerta no se abría y ella ya escuchaba potentes voces del otro lado, las cuales aumentaron cuando cinco personas se subieron al ascensor. Hinata estaba nerviosa, ¿Qué tal si la habían encontrado? ¿Se la llevarían así nada más? Cerró los ojos y aguantó la respiración mientras las puertas se cerraban, rogando que nada le pasara.
- ¿Estás seguro de esto? El precio es como para morirse – comentó una chica a las espaldas de Hinata, quien reconoció la voz y casi le dio un infarto.
- Sí, estoy seguro… además hacen un descuento del veinte por ciento si pago al contado. Estoy convencido que mis padres me ayudarán' ttebayo…
- Aún así Naruto… eres un estudiante nada más.
- Todo está bien, Sakura-chan. Tengo mis razones.
¿Sakura?
¿Sakura Haruno?
Hinata miró por sobre su hombro y observó con incredibilidad a la joven detrás suyo. El largo cabello rosado y los grandes ojos verdes eran inconfundibles, al igual que la delicada voz. Hinata quiso llorar al ver a su amiga a tan solo centímetros de ella, le parecía inverosímil tenerla tan lejos y tan cerca al mismo tiempo.
Ambas se conocieron en la universidad un día ordinario. Ella había ido a comprar un café y en la barra de pedidos se encontró con la bella pelirrosa, quien era molestada por un grupo de chicos de la escuela le leyes. Hinata miraba asombrada que la vivaz muchacha les respondiera con astucia y se negara a todas las propuestas indecentes que ellos le ofrecían, dejándolos muy molestos. Hinata los conocía, después de todo ella estudiaba leyes, y sin darse cuenta se encontró a sí misma metida en medio de ese embrollo. Finalmente los chicos se fueron después de ver que era Hinata Hyuga con quien se metían, la única fémina de la universidad con la que nadie debía relacionarse si no querían terminar muertos.
Desde ese día Sakura y Hinata se habían hecho amigas. Dos años habían pasado ya.
Hinata perdió el contacto con la pelirrosa cuando los problemas en su casa se desataron, dejando de hablarse por un mes. Si Sakura la reconocía es posible que se metiera en problemas, y eso era algo que Hinata no podía permitir.
Las puertas se abrieron nuevamente en el piso cinco, y otras tres personas subieron. El ascensor estaba completamente lleno.
Hinata sintió que alguien se le pegaba a la espalda y con tristeza reconoció la voz de Sakura disculpándose. El chico que iba con la pelirrosa también quedó al lado de ella, ambos apoyados contra el cristal del elevador.
- Este lugar está por colapsar' ttebayo…
Hinata pensó que le hablaba a ella, pero miró al chico y se dio cuenta que él miraba despreocupadamente el techo. Era bastante alto y fortachón, con el cabello rubio esparcido desordenadamente por el rostro. Sakura volvió a conversar con él y de esa forma llegaron al primer piso, sin que nadie se diera cuenta que Hinata estaba ahí.
La gente comenzó a bajar y Sakura finalmente salió, dejando a Naruto y a unos cuantos más adentro. Hinata pensó en salir y huir tan pronto pudiera, pero cuando iba a dar un paso fuera se vio detenida por el voluptuoso cuerpo del chico que andaba con Sakura.
- Adelante, pasa – le dijo Hinata en voz baja. La pelirrosa no estaba lo suficiente mente cerca como para oírla.
- No, pasa tu primero' ttebayo – contestó él, sujetando la puerta del ascensor para permitirle el paso.
Esa fue la primera vez que Hinata vio unos ojos tan hermosos. Él le sonreía mostrando todos los dientes y formando hoyuelos en sus mejillas, achinando los azulados diamantes que tenía por ojos.
Ella salió al mismo tiempo que Sakura pasaba a su lado. Ella se sintió como en las películas; como cuando el tiempo va más lento y ves en perspectiva por sobre tu hombro a quien pasa cerca de ti. Sin poder evitarlo, Hinata se detuvo.
- ¿Qué estás esperando, Naruto? – le preguntó Sakura al chico, quien salía del ascensor y le daba alcance a la pelirrosa.
- Lo siento, Sakura-chan – le dijo él mientras se sacudía el cabello con una sonrisa zorruna. Desvió la mirada de su amiga y vio a la muchacha del elevador – Hey, tú – llamó él a la recién despabilada Hinata.
Ella vio con espanto como él y Sakura se acercaban hasta donde se encontraba. Era muy tarde para huir. Diablos.
- No te vi durante el recorrido' ttebayo – habló él, ajeno al nerviosismo que acomplejada a la muchacha – disculpa que lo pregunte, ¿Pero vives aquí?
Hinata se sintió desnuda a la mirada de todos; como si no llevara peluca o gafas de sol.
- S-Si… me mudé ayer – contestó, intentando cambiar su tono de voz un poco.
- ¡Qué bueno! – chilló él emocionado. Sakura se disculpó por el entusiasmo que mostraba Naruto.
- Por favor no te espantes – pidió ella – Es ruidoso, pero es buen chico.
Hinata no pudo impedir la sonrisa en sus labios al ver a la misma Sakura de siempre. Era como si el tiempo nunca hubiera pasado sobre ellas.
- Me llamo Sakura, y este es Naruto – presentó la pelirrosa mientras extendía su mano y la estrechaba con la de Hinata – Un gusto.
- Igualmente – dijo Hinata, dándose cuenta de que no podía decirles su nombre. Su mente se desenfrenó buscando alguno que pudiera utilizar – Yo… yo me llamo H-Hina.
- ¿Hina? – repitió Sakura y Hinata se sintió el ser humano más estúpido del planeta – pues encantada de conocerte, Hina-san.
- También me alegra conocerte, Hina-chan. Espero que podamos ser buenos vecinos.
Hinata miró la bronceada mano que Naruto le extendía y analizó lo que él decía, ¿Vecinos? ¿Él se estaba mudando ahí? Con lentitud y suavidad Hinata puso su blanquecina mano entre los dedos grandes de él. Jamás en la vida había sentido semejante calidez.
Naruto recibió la mano que la chica le extendía y sintió que cada uno de los vellos de su cuerpo de erizaban. Quiso ver más allá de las gafas oscuras que ella llevaba puestas, pero no lo consiguió. Sakura, quien miraba en silencio la escena, se quedó sorprendida al ver a ambos sujetando sus manos.
Hinata separó su mano de la de él y se despidió con prisa de ambos. Escuchó que Naruto la llamaba en la distancia, pero no se detuvo, y una vez que estuvo fuera del edificio sintió que su aturdimiento iba en descenso.
¿Qué había sido eso? ¿Tanto le asustaba que Sakura la descubriera que se atontó? Dio un largo suspiro y se encaminó a la acera de la calle, pensando en el camino al centro lo que acababa de ocurrir.
Naruto… ¿Quién era ese chico? Hinata se sorprendió al sentir una sonrisa en sus labios. ¿Qué diablos le pasaba?
Fue hasta las tiendas y entró con el firme recuerdo de esos ojos azul zafiro.
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- Vaya, parece que no me oyó' ttebayo…
- Quizás Hina-san iba con prisa, Naruto – le comentó Sakura, mirando por donde la muchacha había salido.
Ambos fueron hasta la recepción del edificio y se sentaron en una de las elegantes butacas del lugar. Sakura descaradamente se sacó los altos zapatos que llevaba puestos y se masajeó los pies mientras Naruto echaba la cabeza hacia atrás en el sofá.
- Naruto… este lugar brilla de lo caro que es, ¿Por qué no quieres ver otras partes? Estoy segura que Shion comprenderá.
- No es eso, Sakura-chan – contestó él mientras se enderezaba. Estaba un poco distraído por la chica que acababa de conocer, pero ahora estaba bien.
- ¿Entonces? Diablos, los pies me están matando.
- Es esto.
Naruto se sentó muy cerca de Sakura y sacó una cajita roja de su bolsillo. Naruto disfrutó al ver la sorpresa en las facciones de su amiga. Abrió la caja y los ojos de Sakura se iluminaron al ver el precioso anillo dentro de ella.
- ¿Crees que le guste' ttebayo?
- Naruto, esto es precioso, ¿Puedo? – Naruto le permitió tomarlo y Sakura con extremo cuidado lo puso frente a sus ojos – Dime por favor que te costó menos que el departamento.
Naruto rió mientras veía a Sakura colocarse la sortija y luego devolverla a la cajita roja.
- Sí, he ahorrado todo un año para comprarlo. Debí llevarte a ti a comprarlo conmigo y no al Teme.
- ¿A Sasuke-kun? ¿Por qué lo llevaste a él y no a mí? – preguntó Sakura con una mueca en el labio inferior.
- Tú estabas en exámenes la semana pasada y de verdad tenía ganas de comprarlo' ttebayo. Si te sirve de algo, Sasuke estaba tan aburrido que me golpeó.
- Típico.
Sakura, Sasuke y Naruto eran amigos desde la escuela y terminaron viviendo juntos a pesar de las cosas que se comentaban sobre los tres. Muchos pensaban que Sakura era novia de ambos y otros tantos inventaban rumores peores, pero lo cierto es que la pelirrosa vivía con ambos porque ella quería y a los otros dos no les molestaba su presencia, en especial puesto que ella se encargaba de cocinar para los tres. Y ahora que Naruto se iba, Sakura iba a vivir sola con Sasuke.
- Oye, Naruto… Aún eres muy joven, digo, sólo tienes veintiún años, ¿De verdad quieres casarte?
- Admito que eso es algo que me tenía inseguro, pero estoy enamorado de ella' ttebayo – contestó él, ofreciéndole una mano a Sakura para ponerse en marcha de regreso a su casa.
- Créeme, eso lo sé – comentó ella – no por nada llevan siendo pareja por cinco años.
- Mañana estamos de aniversario. Se lo pediré cuando estemos juntos.
Sakura le sonrió a su amigo. Estaba feliz por él, pero algo dentro de ella no dejaba de hacerla sentir inquieta, y ese algo tenía que ver con el compromiso de ambos.
¿Era así como debían ir las cosas?
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Hinata regresó a su departamento junto con el conserje del edificio. Ambos llevaban cajas pesadas en sus manos y cargaban con ellas a duras penas, en especial el hombre, quien cargaba más de ellas.
- Aquí dejaré sus cosas, señorita – dijo el gentil hombre y Hinata intentó recompensarle por sus servicios, pero él se negó – No se preocupe. Tenga usted un buen día.
- Muchísimas gracias.
Hinata gastó bastante dinero en ese ostentoso computador, pero tenía ganas de tenerlo hacia ya mucho tiempo. Antes de abandonar su casa, Hinata juntó cantidades exuberantes de dinero, llevando una maleta con varios millones en billetes. Neji le dijo que tuviera un mucho cuidado con semejante cantidad de efectivo, y por eso ahora el dinero estaba guardado en la caja fuerte ubicada en la cocina. Nadie sospecharía de un cuadro con frutas, ¿O sí?
Instaló el equipo y preparó unos fideos mientras se analizaba el disco duro del nuevo computador. Encendió el televisor y disfrutó mucho esa sensación de poder hacer las cosas por su cuenta, esa independencia que había obtenido a costa de su primo y su hermana. Cantaba una de las canciones que pasaban en una propaganda y después se puso a ver el noticiero nacional. No les prestaba mucha atención, pero lograba ocupar su mente escuchando las voces de los periodistas.
Se dedicó a jugar en el computador una vez listo y luego a revisar paginas que le gustaban, mas terminó una vez pasada las seis y se dio cuenta de que estaría dando vueltas alrededor del departamento para apaciguar su aburrimiento hasta que anocheciera. Pocos minutos después de quitarse los lentes de contacto y la peluca castaña, la llamó Neji.
- ¿Cómo estas, Hinata? – preguntó en un susurro. Hinata supuso que alguien estaba cerca de él.
- Estoy bien; algo aburrida, pero bien a fin de cuentas.
- La gente lista no se aburre – la molestó Neji con la voz más elevada.
- No seas malo – contestó Hinata, haciendo un berrinche - ¿Cómo están tu y Hanabi?
- Nadie se ha dado cuenta de algo todavía, así que estamos bien. ¿Quieres hablar con ella?
- ¿Puedo? – Hinata se entusiasmo.
- Sólo un momento. Te paso con ella; está a mi lado.
- Gracias Neji. Te adoro.
- Cuídate, Hinata… - pidió el chico, y Hinata pudo oír la voz de su hermana del otro lado.
- ¿Hanabi, eres tú?
- ¿Hermana? ¡Vaya, al fin te escucho!
Hinata y Hanabi hablaron rápidamente de lo más relevante, siendo presionadas por Neji mientras conversaban. Hanabi comprendió que no podrían hablar seguido y con la promesa de volver a verse ambas cortaron la llamada.
Hinata se tumbó en el sofá, poniendo música de fondo desde el televisor, y con la cabeza repleta de ideas pasadas y futuras, ¿Qué iba a ser de ella ahora? Ya nunca podría volver a su casa y tampoco podría seguir viviendo a la sombra de lo que alguna vez fue Hinata Hyuga. Con cálidas lágrimas cayendo por su mejilla aceptó su decisión.
Ella renunciaba a ser quién siempre fue.
No sería más una Hyuga.
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Sakura esperaba sentada en el sillón amarillo de la sala con una ansiedad poco usual. Sasuke la miraba desde la cocina con interés. Desde que Naruto le había dicho que iba a comprometerse, ella no había pegado ojo, y las tazas de café surtían efecto cuando menos se lo esperaba la gente. Para Sasuke esos dos últimos días habían sido eternos con Sakura en todas partes.
- Si tanto deseas verlo entonces llámalo.
- No puedo hacer eso, Sasuke-kun – dijo la nerviosa chica mientras soltaba un suspiro - ¿Qué tal si aún no se lo dice y lo arruino?
- Hm, es un riego.
Sasuke se sentó a su lado y encendió el televisor, deteniéndose en una serie que le gustaba. Usualmente Sakura y Naruto la veían junto a él, pero como el rubio estaba ocupado pidiéndole matrimonio a su novia, esa noche tan sólo estaban él y Sakura.
- Mejor traigo unas bebidas – dijo finalmente Sakura al darse cuenta que el comerse las uñas no iba a servir en nada.
- Para mí con hielo, Sakura.
- Si, si, si… eso ya lo sé Sasuke-kun. ¿Llevaste las papitas?
- Aquí están.
Se sentaron y juntos se pusieron a ver la dichosa serie, olvidándose gradualmente de Naruto y su situación. Estaban a pocos minutos de que terminara el programa cuando ambos escucharon que la llanura de la puerta era manipulada.
Él único aparte de ellos que tenía llave era Naruto.
- ¡Ay Dios! – chilló Sakura, emocionada y nerviosa - ¿Qué le decimos, Sasuke-kun?
- Qué se yo – respondió Sasuke. Sakura se había levantado tan rápido del sillón que lo tomó desprevenido.
Los dos sintieron que la puerta se abría y se quedaron estáticos mirando la entrada. Sasuke bufó y se metió las manos a los bolsillos, quedándose pegado a la espalda de Sakura, y ella por otra parte se llevó las uñas a la boca otra vez.
Naruto cerró la puerta tras sí y guió la vista hacia el televisor, ya que al estar toda la habitación con las lámparas apagadas el radiante aparato capturó su vista. O bueno, lo hizo hasta que se topó con los brillantes ojos verdes de Sakura. Le echó un ojo a Sasuke detrás de la pelirrosa y no evitó sonreír.
- ¿Y…? – preguntó Sakura al rubio. Aunque ya más o menos sabía la respuesta, quería oírla salir de su rubio amigo.
- Dijo que sí' ttebayo.
Sakura se le abalanzó y Naruto giró con ella sin parar de reír. Incluso se le escaparon unas lágrimas a ambos. Sasuke chocó puños con él y le sonrió de esa manera que sólo él sabía; ladeando los labios hacia la derecha.
- Antes de mostrarle el anillo ella empezó a decir sin parar que sí' ttebayo.
- ¿Y le gustó? – preguntó Sakura. Los tres estaban sentados en el sofá.
- Si… o eso creo.
- Bueno, un peso menos – comentó Sasuke, terminando de beber una cerveza fría - ¿Qué va a pasar con el departamento, Dobe?
Naruto sonrió más de ser posible.
- Mi papá me va a ayudar con eso hasta que me gradúe. Una vez que esté trabajando saldaremos cuentas' ttebayo.
- ¡Estoy tan feliz por ti, Naruto tonto!
Sakura se sentó sobre él y apoyó sus cortas y blanquecinas piernas sobre Sasuke, quien ni se inmutó por el arrebato de alegría de la chica.
- Me has ayudado un montón, Sakura-chan, y eso por eso que me siento incómodo pidiéndote algo más.
- Una vez que te has subido al barco no te puedes bajar, cuéntame, ¿De qué se trata ahora?
- Pues… es algo que necesito de ti y del Teme.
- ¿De mí? – Sasuke no se había sentido particularmente interesado en eso hasta que se escuchó nombrado.
- Si… me gustaría que ambos fueran mis testigos' ttebayo, ¿Será demasiado, Sakura-chan?
Sakura ahogó un gemido y parpadeó varias veces para no romper en llanto: - Nunca será suficiente. Claro que sí, Naruto… seré tu testigo.
Naruto se emocionó al escuchar las palabras de Sakura, y con una sonrisa miró a Sasuke, su mejor amigo.
- ¿Una última penuria a mi lado, Teme?
- Hm, eres un imbécil.
Sasuke le palmeó el hombro y se levantó del sillón. Le sonrió mientras se dirigía a su dormitorio y con eso Naruto entendió que sus amigos iban a quedarse con él hasta el final.
- Oe, Teme…
- ¿Qué quieres ahora? – le gruñó Sasuke, sujetando el pomo de su puerta.
- Es que se me olvidó decirte una cosita' ttebayo…
El tono burlón del rubio no le hizo gracia alguna a Sasuke, quien asomó sus dos ojos negros desde el muro. Sakura rió delicadamente al saber lo que Naruto pediría.
- ¿Me ayudas a mudarme al departamento el sábado?
Sasuke bufó sonoramente.
Al diablo su amistad.
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Eso sería por esta oportunidad :)
Sé que no viene a la situación, pero estoy auspiciando mis otros fics. Si a alguien le gustó lo que escribí aquí, lo invito a revisar mis otros trabajos. Si a alguien le gusta "Los juegos del hambre", entonces cuento que estoy haciendo una adaptación propia y es un fic que recién saqué.
Como sea, hasta el próximo :D
Adiosín Bombín.
PD: respondo reviews ante cualquier duda :)
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20 Febrero 2013
2:00 am
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