Siete drabbles para contar una pequeña historia sobre una noche triste y oscura, sobre una persona que se niega a dejar de soñar…

Paseando entre sombras

Su aroma la envuelve por completo. Penetra por la nariz en cada respiración contenida y todo su cuerpo, cada rincón de su alma, se llena de él. Menta, hierba, lluvia, nubes, tierra mojada, abrillantador para la escoba… Toda una fragancia de contrastes y matices que nunca había sentido. Hasta hoy.

Las sombras se hacen infinitas sobre los largos y tristes pasillos. Un débil lumos ilumina sus pasos entre los milenarios cuadros y armaduras, y la oscuridad se aparta por unos instantes. Respira con suavidad. Vigilante, despierta. Mira de reojo el mapa que lleva en la mano. Nadie. Sólo ella y dos puntos en esa sala del castillo. La visita cada año, y siempre por el mismo motivo. Él.

Pero hoy es distinto. Todo es distinto. Hasta la oscuridad que la envuelve, el pasillo que se alarga hasta ahogarla, el miedo que siente en su alma, incluso ella. Todo ha cambiado deprisa, en un instante. Se ha dado cuenta en la cama, entre las horas de insomnio y las sabanas que se enredaban a su cuerpo.

Vuelve allí. Al único lugar que tiene sentido estar en esos momentos, al único lugar que quiere estar, al único lugar que tiene miedo de llegar. Allí es donde va, a su lado. A él. Siempre él.

Con su capa, la que todo lo esconde, recubriendo su cuerpo, acariciándola y envolviéndola con su aroma. Con el mapa que sólo se muestra si "tus intenciones no son buenas" en la mano. Así va caminando entre los corredores del antiguo castillo, caminando mientras los relojes duermen porque esas son horas prohibidas. Merodear, eso es lo que esta haciendo.

Lo que a él le gustaría hacer.

Sentirse libre. Andar descubriendo, descubriendo al andar. Cuando todo el mundo duerme y ningún ojo mira, cuando sólo era él y nadie más. Cuando era un niño que soñaba, y vivía sus sueños porque todo era un sueño. Y ella había aprendido debajo de esa capa. Más que en cualquier libro. Porque "Hogwarts, una historia" se había escrito entre sus hilos, entre su aroma. Se había empezado a escribir el día que abrió un compartimiento y se encontró con sus dos ojos verdes llenos de inocencia.

Pero nunca más sería así. Hoy todo había cambiado, hasta el merodear había dejado de ser un sueño de libertad para convertirse en un intento de sobrevivir. De seguir andando, aunque el camino ya no esté delante de tus ojos.

Andando pasos de nostalgia, dejando huellas de sueños y recuerdos, y sombras de aventuras a sus espaldas. Avanzaba hacía un destino incierto con el corazón estrujado por el miedo, por la falta de respuestas, por la falta de un futuro.

En eso se diferenciaba la vida de ayer y la vida de hoy.

Ahora paseaba entre sombras.