Para refrescar un poco la memoria, les comento que este fanfic lo hice hace dos años. Empezó como un loco proyecto y luego fue tomando una forma más extraña. Lo borré cuando saqué toda la información de mi vieja cuenta. Finalmente, decidí resubirlo, capítulo a capítulo hasta llegar al final. Sé que debo el último de Leeds, les puedo asegurar que está en camino. Mientras tanto, es una versión remasterizada, si permiten llamarlo así, del viejo fanfic. Tiene varias escenas ampliadas, agregué un poco más de realismo y obviamente, hay más descripción. Cambié un par de cosas.

Espero que les guste este trabajo.

Recuerden: Es un AU y sobrenatural, así que tendrán mucho para divertirse.

¡Disfruten de la lectura!


Disclaimer: PMMM NO es mío. Es de un señores nipones que trabajaron para $HAFT.


I-DOLL! *

Just keep the music high!

CAPÍTULO UNO

Comenzó su carrera de la mano de su mejor amiga, Madoka. Sus aspectos inocentes y dulces fueron rentables para el capitalismo japonés y rápidamente escalaron en listas de los charts de Oricon. Todos las amaban y como jóvenes que eran, debían ajustarse a los cánones enfermizos orientales que tenían sobre las Idols. Esto significaba que no podían comentar sobre su vida privada, pareja, desamores... En definitiva, tenían totalmente prohibido ser personas comunes, no podían dar tan mal ejemplo para la sociedad atenta. Lo sabían desde el momento que firmaron el contrato y debían ajustarse a esto, si no querían ser expulsadas.

Pero, junto a Madoka, Sayaka se sentía segura, lo suficiente como para rebelarse al sistema y luchar por reivindicar el lugar femenino, en contra de ser un objeto sexual utópico.

Por eso, era de conocimiento público que ella salía con Kyousuke Kamijou desde muy pequeños; una relación envidiable que arrancaba suspiros a muchas jovencitas. Sin pensarlo, la insubordinación significó un nuevo enfoque del mercadeo; donde las mujeres Idols podían tener una vida casi normal, a excepción de esa fama que lograba ahogar a más de una. Sin embargo, siempre los fantasmas de la red estaban al acecho, buscando sus computadoras y otros dispositivos privados, para exponer situaciones personales y avergonzarlas socialmente. No sabía por qué, pero parecía que aquellos hackers, en vez de hacer algo productivo, lo único que les importaba era vender al mejor postor fotografías o videos suyos donde mantenían relaciones sexuales o estaban desnudas. Ese comercio no sólo se daba en Japón, sino que era un virus que se había desperdigado por todo el mundo.

Sin embargo, ante la gran negativa de Sayaka de convertirse en objeto de mofa y ridiculez, Sayaka se mantuvo firme, muy férrea a la idea de hacer pública casi toda su vida social. De hecho, no es que gozara de una gran vida privada, pero lo hacía para evitar ciertos resentimientos y cartas de odio de los fans. De paso, había armado toda una red de protección informática de las jóvenes Idols, para mantener su privacidad en casi un secreto de Estado.

Sus colegas, se lo agradecían.

-¿Lista, Sayaka-chan? –Madoka sonrió y su mejor amiga asintió, con toda la confianza del mundo. Esa niña siempre le daba las fuerzas suficientes cuando había una gran cantidad de público interesado. A pesar de que llevaban varios años haciendo lo mismo una y otra vez, participaban en algunas series de anime y se dedicaban a sacar seis o siete discos por año, los conciertos en vivo la ponían muy nerviosa. Tenía miedo de caminar con esos zapatos altos de plataforma, de que el vestido se le enganchara con algún reborde del escenario o que se le torciera el tobillo y cayera de bruces. Tal era el miedo que estuvo un par de semanas en un centro psicológico para tratar un problema de ansiedad que esto le provocaba.

El show fue un éxito apenas se levantó el telón y las luces las enfocaron; como siempre. Las canciones fluyeron, el público respondió enérgico. Los ensayos no habían sido absolutamente en vano. De hecho, esta felicidad que se propagaba por el pecho de Sayaka, también se transportó al resto de la banda y en Madoka. Ahora que habían concluido, luego de tantos bis que habían hecho de su tema más exitoso, Madoka festejaba con un delicioso té y masitas; Sayaka con agua mineral. Era un milagro que la primera jamás lograra engordar un gramo y su yan viviera a dieta moderada. Después de todo, había que mantener una figura y la empresa había sido bastante estricta. No cedió ni un poco sobre esto, por más que Sayaka se rebelara más de una vez. Si engordaba un gramo más, sería despedida y era una decisión final. Sin embargo, sabía por otras personas, que la dueña de esta empresa no era la que hacía los comunicados. Así que quizás eran sólo comentarios de gente envidiosa y mala que quería verla caer.

Quien más alto sube, más rápido baja.

¿No?

No obstante, transitando un hermoso día de otoño, nada ni nadie la había preparado para el colapso de su propio sistema.

Hacía semanas que veía que Kamijou estaba ausente, supuso que preparaba un concierto. Siempre eran excusas, porque sonaban a eso. Que el horario, que la visita, que los ensayos. A veces iba a su casa para desayunar, estaba un rato con ella y luego se encerraba por horas en su habitación, dejándola con el mayordomo, con cara de idiota, esperando algo más que un frío "buenos días" . Aunque, una mañana, acomodando una de las ropas que estaban fuera de lugar, cayó un estuche con un anillo de diamante de una chaqueta. Luego de eso, no pudo evitar ilusionarse. No hizo mención alguna sobre ese pequeño incidente cuando el chico la increpó preguntando qué hacía en la habitación y dejó en claro que no era su sirvienta. No obstante, no negaba su enorme ansiedad ante el tema. Casi tuvo que requerir de un broncodilatador para no terminar con un ataque de asma.

Madoka estaba al tanto y se unió al paroxismo de los nervios, imaginando una tierna proposición de matrimonio, esa misma tarde, mientras tomaban un café en una cafetería muy exclusiva.

Esa noche, la invitó a cenar y Sayaka se esmeró para estar guapa. Maquillaje, un vestido ajustado de color azul marino, escotado. Tacos lo suficientemente altos para verse coqueta. Un collar de perlas y aros de diamantes. Una delicada pulserita que le había regalado Madoka en un cumpleaños. El perfume más caro que tenía, aproximadamente tres mil dólares la gota, lo había comprado en Dubái, en unas vacaciones de verano. Sacó una selfie para su Instagram, Twitter y Facebook, y apagó el móvil; leería los mensajes de sus fans apenas llegara a casa. Salió de la limusina nerviosa, mientras repasaba la nueva letra que había compuesto para presentar en el estudio de grabación al día siguiente; un tema dedicado al amor de su vida.

Corrigió el maquillaje y sonrió a su reflejo, una vez más.

Las cabezas voltearon para verla, cuando entró al restaurante de lujo. Sonrió a algunos comensales y saludó con la mano, casi en aires de diva que obviamente, era. Encontró en un lugar bastante apartado y privado a Kyousuke. Dejó su bolso de noche y la chaqueta a uno de los mozos del lugar, para que lo llevara a su ropero privado. Lo saludó con cubriendo sus ojos con las manos y dándole un beso en la mejilla, casi escandalizando a las mujeres más refinadas. Él pareció reírse entre dientes, pero le pidió que se comportara como una persona de su edad y no una niña de cinco años. Luego de eso, Sayaka suspiró y fue a la mesa. Al parecer, el chico estaba muy nervioso, por lo cual, respetaría su petición.

En la cena, todo transcurrió normalmente; sacándola en secreto, de quicio.

-¿Cómo te va con el ensayo para el concierto? –Preguntó intentado parecer despreocupada, apoyando su mano en el mentón, con una dulce sonrisa.

-Oh! Canon en D Major sale a la perfección, estoy seguro que a la gente le encantará.

-Me alegro mucho, cielo. –Sayaka volvió a sonreír y acarició los finos dedos de su novio. Él los entrelazó con mucho afecto.

Un silencio se instaló entre ambos y por primera vez en su vida, vio a ese chico débil e indeciso, muy serio y determinado.

-Sayaka –Llamó la atención, seriamente. –Te llamé porque necesito hablar de algo importante.

"Ahí va... ¡Oh dios!"

-Dime, Kamijou-kun...

-Sabes que nuestras carreras están con el viento en popa. –Pareció aventarse, pero luego dudó. Miró a otro lado, sacudió su cabeza. Centró los ojos en los de Sayaka, sonriendo amablemente. –Tú vendes discos a la par que yo, tenemos una buena vida de la que no podemos quejarnos, a pesar de haber sacrificado tanto...

-Eso es por el apoyo mutuo. –Interrumpió, sintiendo cada una de esas palabras, como algo propio.

-Pero no quiero forzar el amor que dejé de sentir por ti. –Para remarcar el dolor de las palabras, el joven acarició la piel de la mano amiga que lo tomaba.

Y, mientras tanto, el mundo colapsó.

Sayaka miró a todos lados, el restaurante entero parecía haber detenido sus conversaciones para escucharlos. Sayaka respiró agitadamente, casi sin poder creer lo que había escuchado. Sacudió la cabeza, intentando pensar que esto era tan sólo una ilusión de sus nervios.

-¿Qué?

-Conocí a alguien, Sayaka, una persona que cambió mi vida. Recuerda nuestras posiciones sociales. No puedo casarme con una New Rich, Idol, objeto sexual; alguien a que el público olvidará en poco tiempo. Mi estatus social debe corresponderse con una persona semejante, sabes que la música clásica es un mundo conservador y muy tradicional. –Su voz de verdad, parecía bastante razonable.

-¿Qu...? –El corazón se rompía poco a poco. Los dedos se congelaron y de pronto, un frío diferente pero intenso que jamás sintió, llegó a su alma.

-Creo que es hora de dejar de vivir en una utopía.

Soltó su mano, casi de forma descortés y la limpió con una servilleta.

-Pero... Mi amor... –La voz apenas salía de sus cuerdas vocales.

-No puedo seguir con esto. Necesito a alguien que esté a mi altura. Tuve que elegir esposa formal, por presión de mi familia.

-...

-Ojalá fuera diferente, de verdad. Lo siento, mi cielo. –Su voz parecía tan sincera e inocente...

-¿A quién elegiste?

Él hizo una pausa y puso una mueca extraña. Sayaka estuvo a punto de decirle que vio un anillo, que creyó que era para ella, pero tan sólo se dedicó a esperar esta respuesta que obviamente sería horrenda. Kyousuke, se aclaró la garganta y prosiguió, clavando la mirada en la de la chica.

-Hitomi Shizuki.

Sayaka estampó con violencia las manos sobre la mesa y más de uno viró la cabeza a sus asuntos cuando ella los miró de forma asesina. El maquillaje estaba a punto de descomponerse puesto que su rostro estaba más desencajado aún, si esto era posible.

-¡¿MI MEJOR AMIGA?!

-Nos estuvimos viendo y concertamos que puedes ser mi amante. –Trató de conciliar, con una voz profunda. El deseo en esos ojos se materializó y Sayaka sintió un remolino de nauseas profundas.

No podía creerlo. Tanto arreglo, tanto misterio, para esta mierda de noticia. Tenía ganas de agarrar ese plato de alubias que tenía la mesa siguiente para aventárselo en la cara. Así que la consideraba una prostituta. ¿A qué mierda estuvo jugando tantos años entonces? ¡Era puro asco lo que sentía, además de la enorme decepción! Un corazón roto puede más que la furia de mil titanes. La joven Idol se levantó y marchó del lugar, casi en silencio. Ahora los comensales empezaron a hablar entre ellos, como siempre que ocurría en una situación de rompimiento. Sayaka clavó la mirada en más de uno, pero ya ni siquiera tenía la fuerza suficiente para jurar odio eterno.

-Señor mozo –Llamó la atención, al pobre joven que apareció de la nada con cinco platos en cada uno de sus brazos. Al tomarlo de los hombros, lo hizo tambalear, perdiendo en absoluto la concentración para mantener el equilibrio... –Necesito un plato de mariscos y mejillones con una ensalada de ave y caviar en la mesa de Kamijou. Además tres botellas de Domaine de la Romanee

-Sí señorita Miki. –Hizo una educada reverencia. Por alguna razón, el jovencito la miró cómplicemente. Quizás leyó el fuego inscripto en los ojos del color del mar.

-Ah! Mejor dicho, que sean tres platos. Todo va a su cuenta, obviamente. Incluya una generosa propina. –Sonrió con una dulzura asesina, logrando que el mozo, en su soledad, carcajeara.

Después de todo ¿Quién podía atesorar a un cretino como Kamijou Kyousuke?

Apenas abandonó el restaurante, se quitó los zapatos, caminó descalza hasta donde se hallaba la limosina. Limpió las lágrimas que se formaron en su rostro, logrando un gran manchón en los ojos. Desgarró parte del escote apretado que tenía el vestido, dejando libre sus pobres oprimidos pechos, donde era posible adivinar parte del encaje delicado del bra. Realmente parecía salir de una película de terror. Sayaka se fue a casa sin hablar con el conductor. El chofer supo que las cosas fueron muy mal para su joven y adorable ama. Por ese motivo, sentía que, a sus sesenta y ocho años de edad, podía llegar a darle un buen consejo para el resto de su vida.

Un corazón roto, es capaz de recuperarse sólo si se tiene la entereza y el amor propio suficiente.

-Si me permite dar un consejo, enfóquese en la carrera musical. Salga de viaje, visite lugares. Busque pasatiempos... Verá cómo poco a poco, las cosas mejorarán... Incluso el final de una relación de seis años, no es la muerte, cariño. –La jovencita sonrió y siguió siendo conducida por el amable y apacible señor, hasta la mansión. Sayaka, silenciosa ahora, estaba en trance.


En los días restantes, sintió que el alma le había sido arrancada del cuerpo. Ella preparaba los recitales, sin pensar en nada, sin ningún tipo de pasión, simplemente miraba las letras de las canciones, afinaba. Seguía las coreografías de los coaches y luego las repetía. Tenía momentos en los que hablaba con Madoka, a veces reía, para anular sentimientos.

La noticia de la separación se esparció como pólvora, nadie podía perderse semejante primicia. La chica que tanto luchó por los derechos femeninos en contra del opresivo y machista sistema; había sido jaqueada por este último. Podría haber sido el hazmerreír en medio Japón pero, sin embargo, las cosas tomaron un curso diferente.

"SAYAKA MIKI, SOLTERA. KYOSUKE KAMIJOU DESPOSA A HITOMI SHIZUKI, SU MEJOR AMIGA"

No había un condenado periódico, hasta el de más mala muerte del país, que no hablara de la sensación del momento.

"¿SERÁ CAPAZ DE SOBREPONERSE A LA RUPTURA?"

Todos le recordaban como un golpe enorme en su cabeza, restregando con saña en su cara, una y otra vez, las pésimas decisiones que había tomado a lo largo de su vida.

"SAYAKA ESTARÍA SUFRIENDO DEPRESIÓN Y ANOREXIA. PLANTEAN LLEVARLA A REHABILITACIÓN Y SUSTITUIRLA POR LA IDOL MAMI"

Ah, mentiras sensacionalistas que, con tal de vender, son capaces de inventar que "La guerra de los mundos" de H. G. Wells, está ocurriendo ahora mismo, mientras ustedes, queridos lectores, se entretienen leyendo esta historia. Pero lamento informarles, que esta pequeña novela no se trata de idioteces mediáticas, no señor. Retomemos el hilo de la situación, si me permiten.

Pese a todas las porquerías que la rondaban, Sayaka ganó más popularidad, Kamijou fue considerado como insolente y abusador. Además de eso, se había descubierto que había tomado ventaja de la relación que llevaba con Sayaka para ganar popularidad. Eso resultaba realmente asqueroso para cualquiera que pudiera verlo tanto de lejos como de cerca. La empresa al notarla tan determinada en olvidar este gran golpe a su amor propio, finalmente, comentó que una señorita ex Idol, llamada Mami Tomoe, entraría en el dúo. No como un reemplazo, sino con un papel casi amalgamador.

La joven mencionada fue el toque maduro, pero pacífico que tanto necesitaban. Se hicieron prontamente amigas, su experiencia previa les fue de gran ayuda. Además, la gran sencillez, a pesar de ser una chica veterana en el negocio musical, era una cálida brisa estival en una isla paradisíaca.

Cada recital, ahora, era festejado en casa de Mami; pero Sayaka estaba aún desconectada de la realidad que tan duramente la golpeó. Los fans le seguían expresando cuánto la amaban por diferentes redes sociales, habían hecho grupos de apoyo, boicoteaban la carrera de Kamijou… Pero nada era suficiente.

No para su desastroso corazón.

-¿No vienes a casa?

-No, hoy no. iré a caminar. Las quiero a todas. –Besó a sus amigas y se marchó prontamente, aunque se estancó previo a firmar unos cuantos autógrafos con una sonrisa que tan perfectamente surgía, resultado de muchísimas clases de actuación. Sus fans le profesaron palabras hermosas de amor y de devoción. Como cada noche.

Madoka respingó y Mami la apretujó.

-Ese maldito nos las pagará. –Susurró la más adulta, consolándola.

-Y Hitomi... No puedo creer que le hiciera algo así a Sayaka-chan...

Mami sonrió, la tomó de los hombros y apoyó sus coronillas, con una sonrisa maternal.

-Eres muy peque para algunas cosas, pero recuerda que el dinero mueve al mundo. Pocos ricos logran su poderío omnipotente de manera honesta. –Besó el inocente rostro. -¿Y si le guardamos una generosa porción de pastel de frutilla y té verde a Saya-chan? –Ofreció ahora, golpeando las palmas de sus manos, con una sonrisa encantadora.

-¡Sí! ¡Será genial! –Madoka se había animado, para alegría de la rubia.

Secretamente, odiaba ver a sus pequeñas aprendices tan tristes. Después de todo, se metió de nuevo en el negocio musical, a pesar de los tantos sinsabores que le dio, para protegerlas de un enorme nido de ratas. Esas víboras que suficiente dolor le habían hecho pasar cuando era famosa.


Sayaka... Ay Sayaka... ¿Qué harás ahora?

Retomando las palabras de Mami, las personas no se hacen ricas sólo porque son buenas samaritanas...

¿Verdad?

Y Sayaka era total conocedora de eso.

La joven Idol caminaba por las calles, apesadumbrada. Arrastraba los pies, confiaba en los focos de luz que iluminaban el camino. Paró en algún momento del recorrido para ir por una máquina expendedora y pidió un refresco bajo en calorías. Los odiaba, pero era eso o agua. Y ya estaba harta de tomar ese líquido sin sabor. Tomó un trago, miró hacia la pared y frunció el entrecejo. Luego suspiró y abrió los labios para decir las primeras palabras sinceras, segura de que nadie la estaría observando.

-Cuando hice el trato, prometiste una vida feliz... Homura.

Una joven sensual, de cabellos negros y ojos rojos, apareció de la nada, sonriente. Se acercó a Sayaka y con sus helados dedos, acarició los labios de la otra adolescente, quien la miró en absoluto disgustada. Sayaka se apartó un poco, cruzándose de brazos.

-Eso mismo hice. Sólo que me enfoco en ti. Además, salvé a Madoka ¿Cuánto más querías? Ah! Y me esforcé muchísimo con la fama del retardado (Con perdón de los retardados) Kamijou. –Fue contando con sus dedos, mientras se hacía de una botella de gaseosa con poderes mágicos.

-No te hagas la idiota. Sabía que no debía fiarme en ti.

Homura Akemi sonrió.

-No confíes en el demonio, mi amor. Por cierto, recuerda que me debes la ración mensual de sexo. –La joven morena besó los labios de la Idol de forma posesiva y se desvaneció. Ese demonio pedía sexo todo el tiempo y jamás había llegado a nada con ella. Sabía que lo hacía para molestarla, pero más que eso, era incomodidad.

-Cretina. –Sayaka se limpió la boca con la manga del vestido, asqueada; a sabiendas de que estaba observándola por ahí y siguió dando tumbos por la calle vacía de personas. De ser más precavida o al menos llevara algún tipo de comunicación consigo misma... Pero hablamos de Sayaka y en situaciones del corazón, tiende a ser muy olvidadiza de sí misma.

-¿A dónde vas, preciosura? –Un helado filo de cuchillo la paralizó.

Sayaka abrió los ojos de par en par, la sangre se le escarchó, al mejor estilo de película de suspense.

-¿Eh? –Sayaka estaba horrorizaba, mientras esta arma se hundió en la suave y delicada carne de su cuello. Sintió un pequeño padecimiento y gimió, intentando desasirse–Su...Suéltame.

-Oh no. No eres más que una prostituta que sólo calienta hombres, como todas las idols. A ver si tanto te harás la defensora de las mujeres, luego de que termine contigo.

"¡Homura, aparece, maldita seas!"

-De verdad, suéltame… No… No…. No sabes lo que haces...

Una mano violó la intimidad del escote y acarició el pequeño busto de la joven. Ella intentaba debatirse al borde de las lágrimas. Quiso aplicar algo de las clases de defensa personal, pero nada fue suficiente. El agarre de ese hombre parecía más una jaula que otra cosa.

-Como pensé: De inocente, no tienes nada. Te lo has buscado, dirán los medios. Eso les pasa por portarse como unas zorras... –La mano de ese hombre finalmente rompió la falda y bajó del todo hasta su entrepierna, debajo de la ropa interior. Sayaka intentó hacer toda la fuerza del mundo, mientras el energúmeno se encargaba de buscar la parte más íntima de su cuerpo para hacerse lugar. Sayaka estaba gritando desesperada, intentando alertar a los vecinos. Un golpe contra su cabeza, fue suficiente como para que aminorara la potencia de sus pulmones y estaba a punto de caerse rendida.

-¡SUELTAME!- Reuniendo fuerzas, volvió a clamar, sin dejar de temblar como una hoja.

Ahora sí, Sayaka se aterrorizó. Estaba enfrentándose a semejante alma podrida, pero no podía alejarse ni un centímetro. Sintió algo duro contra sus glúteos, no podía entender cómo algo tan ruin como esto, podía llegarle a ser excitante. Luego, la humedad. Sayaka intentó apartarse y correr lo que le dieran las piernas. En algún momento del forcejeo, fue arrojada al piso y un peso muerto, salvaje, la irrumpió. Gritó de puro dolor y sentía que por más que lo intentara, esto le era imposible. La fuerza descomunal del hombre, además de que ella no había comido bien, era un catalizador para ejecutar la peor desgracia que podía ocurrirle.

"Mátame Homura, no quiero esto... Por favor"

Cerró los ojos y las lágrimas ahora inundaron su rostro. Con pavor y amargura, sintió sus ropas ser retiradas y la ropa interior cortada con el cuchillo. Pudo percibir cómo le abría las piernas, mientras reía por lo bajo, triunfal y conocedor del gran "premio" que le estaba por dar esa idiota. Sayaka estaba siendo forzada y por más que lo intentara, ese animal del tártaro no dejaba de herir su cuerpo. Sintió un dolor enorme en el muslo derecho, pensó por un momento que le había roto un hueso. Una vez inmovilizada, desnudando la parte inferior de su cuerpo y exponiendo sus genitales a plena luz de las lámparas de mercurio, el desgraciado intentaba dar su golpe de gracia para arruinar el espíritu de la joven. Sayaka apretó los dientes, intentando hacer fuerza para apartarlo, pero ya los brazos no daban más. Además, sentía que algo cálido iba goteando poco a poco contra el concreto. Era su propia sangre, porque provenía de la cabeza.

No podía tener tanta mala suerte.

¿Por qué Homura no se presentaba?

¿Por qué la había abandonado?

El hombre empujó contra su intimidad, logrando que la chica volviera a la carga para moverse y apartarlo de su cuerpo. La abofeteó de una manera tan cruel que logró que su cabeza de nueva cuenta, chocara contra el duro y frío concreto. Apenas tenía fuerzas para defenderse, ahora, el tipo la tenía amenazada con el cuchillo en el cuello.

-Yo que tú... –Una calma voz femenina interrumpió. –Me las tomo de acá.

Un golpe seco sacó al enorme mastodonte de encima y quedó liberada al cabo de unos segundos. Sayaka no tenía fuerzas para incorporarse, apenas podía siquiera moverse. Tenía una contusión muy grande en la cabeza, le costaba respirar. Sentía que su interior ardía, pero ni siquiera había logrado entrar en ella. Sin embargo, el dolor y la deshonra pesaban más que cualquier otra cosa en su pecho. El mundo daba vueltas.

-¿¡Pero qué...!? – El hombre buscó y antes de pensarlo, una daga se clavó en su entrepierna absolutamente desnuda.

Clavó una y otra vez, el objeto punzante en la carde, sin escatimar en misericordia. Un aullido irrumpió la solitaria y estrellada noche. Los vecinos comenzaban a encender las luces y estaban por acercarse un par de caras preocupadas por sus cómodas ventanas. Sin embargo, nadie intentaba interrumpir, abrigados en el calor y la seguridad de su hogar. Mientras tanto, La sangre salió a borbotones, sin detenerse. En medio de grotesco manantial rojizo; Sayaka estaba temblando y en shock, arrinconada. Cubría como podía sus partes íntimas, aovillada contra la máquina expendedora, a la sombra. No sabía quién era esa persona que la había salvado, pero tampoco quería confiarse tanto. Además, si la veían…

-¡TE MATARÉ! ¡HIJA DE PUTA!

La desconocida dio espalda y fue a socorrer psicológicamente a la otra joven.

-No te metas con mi niña. –Susurró otra voz, esta vez muy sensual. Akemi Homura se materializó y eso fue lo último que el violador serial buscado por hordas de policías, vio en su vida. Un animal apareció en medio de la noche, debajo de sus pies y el espíritu podrido de hombre fue engullido con una lascivia totalmente aberrante. Todo esto ocurrió mientras intentaba escaparse desesperadamente. Sólo quedó el saco de huesos en el piso y un enorme charco de sangre. –Por desgracia, tengo que soportar almas como tú en mi Casa. ¡Qué asqueroso…!

-¡VAMOS! –Gritó una niña, de cabello rojizo. Tenía una chaqueta larga en sus manos y la cubrió del todo. Obligó a que se incorporara, con mucha delicadeza y cubrió el cuerpo maltrecho, ensangrentado y desnudo, con mucho cuidado. Luego, tomándola de los hombros, la alzó en sus brazos, para que no siguiera agotándose aún más. -La policía llegará pronto. –Los ojos borgoñas la calmaron con calidez. Las manos gentiles que la ayudaron a vestirse, ahora acariciaban su rostro con mucha delicadeza. Luego, unos dedos exquisitos rozaron el cabello, haciendo un par de mimos. –Te llevaré donde desees.

-Mi...Mi casa...

-No digas nada, yo te cuidaré. –El rojo de la salvadora, se apoderó de sus mejillas y miró a otro lado. – Eh... Perdón mi insolencia, pero... ¿Dónde vives?

Sayaka sentía que sólo decía incoherencias a la pobre chica que la estaba rescatando y que esa desconocida tenía demasiada paciencia como para enojarse.

-No quiero ir a casa.

-Entonces ¿Dónde vamos?

-No... No lo sé...

-Vamos a la estación...

-¡NO!...N...No...

¿Cómo explicaría la misteriosa muerte de ese energúmeno? Además que peligraría la existencia de su salvadora... Que podrían inculparla por haber acuchillado a ese hombre con tanta saña… Ni mencionar el horror que provocaría a Mami y a Madoka...

¿Qué diría Kamijou de todo esto? Demonios. ¿Por qué pensaba en eso ahora mismo?

-Entonces, mi casa. –Interrumpió sus pensamientos y la miró de golpe, sorprendida. Más rojo se sumó a las mejillas y sintió que la temperatura de la noche era fría a comparación de su cuerpo.

-...

-Ol...Olvídalo... N-no dije nada... Fue broma, de verdad, quería hacerte...

-Tu casa está bien. –Interrumpió el pequeño monólogo.

-...Reír... –Quedó mirando a la joven artista un poco sorprendida. - Sí... –Inclinó su cabeza en blanco. – ¿Sí?

-Me salvaste la vida. Es lo menos que puedo hacer. –La miró con gratitud, logrando que su interlocutora explotara en rojo. Por primera vez en casi seis meses de pura depresión, rió de verdad.

-Entonces, eso haré.

-Có... ¿Cómo te llamas?

-Kyoko Sakura. –Sonrió, el colmillo sobresalió con una gracia adorable. –Un gusto. –Silencio. –Vamos a mi casa. Estarás bien, lo prometo. ¿De acuerdo?

Sayaka sonrió y acarició las suaves mejillas. Sintió unos latidos acelerados al tocarla, supuso que no era la única nerviosa de toda esta extraña situación.

Sin embargo, toda la tensión y el horror acumulado, además de los golpes brutales y salvajes que sufrió, terminaron por hacer que la chica cayera rendida en un sueño profundo. Kyoko la arropó aún mejor y caminó las pocas cuadras que quedaban hasta su pequeño departamento. Homura, quien había desaparecido, volviéndose invisible, para darles privacidad; observaba la escena sonriendo pícaramente.

-Ya era hora que se conocieran.

FIN DEL PRIMER CAPÍTULO


Omake

-¿Por qué te tardaste, inútil?

-Estaba limándome las uñas y arreglando mis alitas.

-De verdad, eres un engendro

- ¡Gracias !

-¡LOCA!

-Esto recién empieza, Saya-chan~.

Aclaraciones.

*IDOL son las jovencitas japonesas que se dedican a la industria de comunicación, en todas sus áreas. Son Seiyuu (Actrices de voces), cantantes, bailarinas, modelo, etc.

Hice un juego de palabras entre esto y lo que realmente son, o sea, muñecas del sistema que las pone en una caja de cristal para entretener al público. Traté de hacerlo más realista y no quise cambiar los caracteres originales, para ser fiel a ambas visones del fic...