Reflexiones

La suave brisa acariciaba su rostro y lo invitaba a deleitarse con su floral aroma. Era una hermosa noche en verdad: las estrellas brillaban y la Luna iluminaba todo Rizenbool con su blanquecino resplandor.

Los recuerdos llenaron su mente... Tanto sufrimiento, tanto dolor, tantas muertes... Y sin embargo no se arrepentía de nada...

Lamentaba mucho la pérdida de gente tan maravillosa, no lo negaba, pero simplemente no podía dejar de alegrarse por el desenlace de toda esa caótica trama en la que se había visto envuelto junto con su hermano.

Alphonse... Sólo Dios sabía cuánto lo llenaba de dicha el poder ver esos ojos otra vez, brillando con ilusión, o ese cabello que se arremolinaba con el viento, o el sentir ese calor tan agradable que emanaba de su ser... Su queridísimo Al estaba de vuelta...

Con el corazón latiendo apresuradamente por la emoción, Edward Elric observaba el paisaje nocturno a la vez que pensaba profundamente.

Nada había sido en vano, al final del camino, todo su dolor y sufrimiento habían sido suficiente sacrificio para poner todo en orden.

No, no estaba en lo cierto... Definitivamente habían obtenido más de lo que habían perdido...

Él mismo ahora tenía una familia, algo con lo que en un pasado jamás hubiera soñado. Amaba a Winry y a sus hijos, eran muy felices y unidos. Pero eso no era todo... No... Había mucho más

Al y May parecían tener algo... Veía la felicidad reflejada en el rostro de su hermano... Hohenheim... Él ahora se encontraría con Trisha en algún lugar... Ése bastardo, más le valía cuidar de ella... Hablando de Bastardos... Mustang podía ver nuevamente y la Teniente Hawkeye no se despegaba de su lado... Ling ahora era el emperador de Xing y había trído la paz a todas las familias...

Todo era simplemente perfecto y por ese motivo la Ley de la Equivalencia de Intercambio, su más sólido pilar... Ahora se desmoronaba sin que él protestara por ello... Comparado con todo lo que tenían ahora, su pasado sufrimiento parecía insignificante. Las angustiosas investigaciones, las batallas contra los Homúnculos, todas las heridas y el dolor... ¡No eran nada comparadas con tanta felicidad!

Sin embargo, no podía decir que ellos no habían contribuído en nada para tan espléndido final. Más de una vez se habían superado a sí mismos, y eso debía contar en algo...

-¡Hermano! Tu cena va a enfriarse-

El rubio se volteó

-Ahora voy, Al-

Se puso en marcha con lentitud... Tenía todo el tiempo del mundo, y lo disfrutaría con sus seres queridos... Ahora... Y siempre.