"Un poco de aire"
Todos dijeron eso como en el más perfecto coro en un soneto, todos le miraban impacientes para que saliera de su hibernación, el jefe no podía demostrarse débil, menos frente a una simple quebré de su relación. Ok no era un simple quiebre, era con la mujer que se había enamorado por primera vez en su vida… la única en toda su vida, a pesar de que era joven sentía que ella era muy importante como para solo dejarla partir como si nada, dejando que se le escape de las manos como si nada.
Así que apenas cuando dijo que se sentía un poco ahogado en casa, todos sus compañeros exclamaron emocionados por salir. Hace dos meses que habían terminado y se había apartado de todo, pocas veces había salido, solo si era realmente urgente, se quedaba en su oficina solo la mayoría del tiempo, meditando cada vez lo que había pasado, lo que había hecho mal pero nada tenía sentido en su cabeza.
Deambularon por las calles en silencio, tratando de pensar que le animaría al jefe pero nada parecía que le animaría en ese momento. Más de una persona se acercaba para ver al jefe Vongola que caminaba tranquilo por la cuidad, tratando de disimular una sonrisa, a sus 22 años ya sabía un poco fingir para los demás, no quería que se preocuparan por él, no era la culpa de las demás personas.
De repente apareció un bar frente a ellos, se veía muy normal para ellos, quizás un trago le quitaría el amargor de la boca, al menos le distraería, entraron en silencio, se acomodaron tranquilos antes de que el peliplata les pidiera algo de beber a todos. El jefe no le gustaba beber todo el tiempo pero una buena cerveza quizás le haría bien, el sonoro ruido de la tapa al salir de la botella le daba cosquilleos en la boca, quizás solo era una creencia estúpida pero una buena cerveza le haría olvidar algunos males.
Dio un largo sorbo y luego dio un suspiro sonoro, todos le miraron sorprendidos, pero tenía razones para querer ahogar su dolor en cerveza, después de todo su pequeña dama que quería tanto le había engañado y lo peor de todo es que aun quería recuperarla
-hey… dicen que toca alguien hoy-dijo el pelinegro tratando de calmar el ambiente
-¡deberíamos pedir algo de comer, al extremo!
-¿quiere algo para comer, decimo?
-cualquier cosa estaría bien-dijo mirando a su compañeros- no pongan caras largas, estamos bien ¿no?
-hay algunas lindas camareras, pidámosle a unas de ellas-dijo el rubio animado
Ninguna le parecía tan linda o tan especial, no por menospreciarlas, pero simplemente no le llamaban la atención para nada, no tenían ese algo que tenía kyoko, simplemente no lo tenían. Siguió ahí, mirando las burbujas moverse en su bebida, al igual que la comida en el plato, se soltó un poco la corbata porque a pesar de haber salido aun necesitaba un poco de aire, pero no quería decepcionar a sus amigos, que con tanto esfuerzo trataban de mantener la velada a flote.
Las luces se apagaron de golpe y un foco se ilumino en el escenario una mujer sobre el escenario, con una leve sonrisa mirándole, no sabía por qué pero le estaba mirando… oh si, de verdad le estaba mirando, aquellos ojos negruzcos de la mujer de cabellera roja le estaba mirando. El castaño se detuvo a mirarla más detenidamente, era una clásica mujer europea, pantalones ajustados, zapatillas gastadas, una camiseta algo ceñida al cuerpo de color blanquecina, el pelo medio ondulado se acomodaba en su hombro, con la piel un poco pálida y el flequillo a punto de tocar sus ojos, con un sombrero cubriendo parte de su cabello, sonrió con sus labios rosa antes de decir
-gracias por venir hoy… esto es para los que tiene el corazón roto… todos de alguna manera, lo tenemos
Comenzó a rasguear con cuidado una guitarra con sus uñas pintadas de celeste, la miro detenidamente, pero su mente exploto cuando la escucho cantar, era una delicada y dulce voz emanando de esa suave boca rosada, modulando ingles con claridad. Era una canción triste, lo sabía, pero no podía entender de todo las palabras que ella decía, solo unas cuantas, era un poco rápido para él. Se quedó mirando, escuchando, todo se había vuelto confuso de cierto modo, sentía que solo estaba con ella, como si solo estuviera tocando para él, le hacía sentir bien, reconfortante de cierta manera, si kyoko era como un día soleado, ella era como la noche más oscura, solo la las estrellas iluminaban.
Se quedó mirándola como si estuviera en una ilusión, reconfortado y estaba seguro que en algún momento soltó una sonrisa, aunque haya sido una leve, pero era lo suficiente
"nadie dijo que sería fácil"
Esa era la única frase que realmente le quedó grabada en su mente y de cierta manera le hacía sentido en su cabeza. Nadie le dijo que sería fácil esto, había sufrido dos meses por amor, era hora de seguir, ya había sido demasiado tiempo, demasiado dejando sus obligaciones de lado, a sus amigos, a la gente que protegía, la familia Vongola contaba con él.
La canción terminaba y los labios de la mujer dejaban de moverse igual que su mano sobre la guitarra. Se detuvo y todos aplaudieron, pero el simplemente no podía moverse, estaba tan impactado por todo… jamás creyó que una simple canción pudiera ayudarle a darse cuenta de todo lo que sucedía, era hora de continuar.
Miro a sus compañeros un poco incrédulos, mientras ellos se quedaron conversando hasta que de la nada dijo
-creo que yo… estoy bien
-¿Cómo?-pregunto el peliplata asombrado
-bueno… quizás no estoy bien ahora, no del todo, pero… lo estaré -sonríe levemente- gracias por ayudarme, a todos
-me alegra que estés bien-dijo el rubio tomándole del hombro- ahora ve y pídele el numero
-¿Qué?-dijeron los demás asombrados
-la veías ¿no?... yo sé que Gokudera si se dio cuenta
-a la chica del escenario –dijo el peliplata- ella ya se va, decimo… puede pedírselo afuera
Todos sus amigos insistieron en que debía salir, dio un suspiro y se fue afuera, a tomar aire aunque sea, miraba para todos lados y no aparecía, los guardianes y el Cavallone salieron y se fueron, tenían que darle un tiempo. Paso una hora y no escucho nada hasta que finalmente escucho un griterío, parecía una discusión sobre dinero, fue cuando la mujer fue empujada por la puerta, cayendo sobre su guitarra rompiendo parte de ella, el dueño le había echado a literalmente a patadas de ahí. El décimo se apresuró a ayudarla, cruzaron miradas y todo parecía callado, el sonido del bullicioso bar parecía lejano, cuando de la nada una cuerda se cortó golpeándole en la mano.
-l-lo siento-dijo ayudándola a levantarse
-descuida-dijo mirando con tristeza la guitarra- oh… era una buena guitarra
-lo lamento, espero puedas conseguir otra
-tengo… pero esta me gustaba
-lamento que se rompiera ¿estás bien?
-sí, solo ese idiota… no querían pagarme, pero no importa… era más por gusto que por dinero
-lo hiciste increíble
-gracias-dijo sonrojada- eres la primera vez que se me acercan a decirlo
-esa canción… me conforto
-¿novia?
-ex novia… pero ya no importa, gracias… hum… ¿me dirías tú nombre?
-Nyssa Di fiore –sonríe- ¿el tuyo?
-Sawada Tsunayoshi… pero Tsuna está bien, Nyssa-san
-eres el jefe Vongola-dijo emocionada- es un placer conocerlo
-el placer es mío… ¿tocas en algún otro lugar?
-si en el bar del centro… los sábados, lo espero entonces… Vongola Decimo-dijo coqueta
-nos veremos Tsuna-dijo contento
