No había explicación para lo que estaba pasando en ese momento o mejor dicho, lo que había pasado. Tenía idea aproximada y muchas lagunas, pero de manera decisiva, todo lo que ahí había pasado, había sido contra su voluntad consiente. Su cuerpo estaba sudado y el dolor en las piernas y la cadera era leve, pero de igual manera presente. Sus brazos, en cambio, se encontraban adormecidos, no había forma en la que él hubiera podido hacer aquello. ¿Acaso era una broma de los demás? No. Descartó esa probabilidad casi tan pronto como llegó a su mente, no era el estilo de cosas que harían Kaminari o Bakugou. Sin embargo cuando intentó moverse, notó al extraño, debajo de las mantas, algo se encontraba respirando sobre él. Sobre su pecho, para especificar.
Sus brazos estaban imposibilitados y al tratar de moverse un ardor increíble en su espalda lo hizo detenerse. Únicamente para no hacer un alboroto empezó a deslizar la manta hacia abajo con los dedos de los pies, poco a poco fue vislumbrando una silueta. Aún estaba oscuro, por lo que no podría decir que era lo que estaba viendo. De igual manera intentó retorcerse ignorando el dolor en la mayoría del cuerpo, fue ahí que esa silueta empezó a moverse y quejarse.
-Mhhhhgg. Es muy temprano, no quiero moverme de aquí Deku-lindo. – dijo una voz femenina que hablaba en ese estado entre la somnolencia y la conciencia típica cuando te despiertan contra tu voluntad. Midoriya palideció, sólo había una chica que le llamaba por ese apodo, todas las demás se referían a él por su nombre. Su cuerpo comenzó a temblar antes de que cualquier palabra pudiera salir de su boca.
- ¿U-Uraraka? – habló de manera nerviosa y su cuerpo comenzó a sudar por esa misma razón.
- Uraraka, Uraraka, Uraraka. Parece que no sabes decir otra cosa. – la voz se encontraba más despierta, incluso parecía escucharse una ligera molestia. Dicha silueta se alzó y las mantas se deslizaron por su cuerpo. – nunca me dijiste quien es ella. ¿Acaso es tu novia? Si lo es, sin duda que es muy feliz. – el cuerpo de Midoriya se paralizo, de alguna manera parecía que su alma había abandonado su cuerpo por algunos segundos. Se había dado cuenta de dos cosas. La primera: Esa chica era una completa extraña para él, pero sin ninguna duda, ella parecía conocerlo demasiado bien. La segunda: Ambos estaban desnudos.
- ¡Qué! ¿Quién eres tú? ¿Por qué estoy esposado? ¿Qué pasó aquí? – Izuku se altero de manera notable, hasta el punto que empezó a forcejear para liberarse de las esposas que lo sujetaban a la cabecera de la cama. Ignoró el dolor de su espalda y el hecho de que su forcejeó había conseguido que esa chica extraña se cayera de la cama dando un golpe estridente contra el suelo.
- Oye esa no es manera de reaccionar cuando una chica linda como yo te hace un cumplido, Deku-lindo. – la chica se levantó del piso y volvió a subir a la cama, pero esta ocasión había decidido sentarse en el pecho de Midoriya. – ¿es esto lo que te molesta? – dijo señalando las esposas que mantenían sus brazos alzados y sujetos a la cama. – sí, a mí tampoco me gustan, no son lindas. En mi casa tengo unas envueltas en peluche, esas serian mejores. Tal vez la próxima. – cuando Midoriya intentó hablar fue callado por un dedo sobre sus labios, mismo que empezó a recorrer su pecho de manera lenta. – pero yo no veo ninguna razón por la que no podamos seguir usando estás un rato más.
- Por favor suéltame. Y-yo no le diré a nadie sobre esto. – Izuku había iniciado a temblar de esa manera tan particular que tenía cuando una chica se acercaba demasiado a su espacio personal, pero en esta situación en especifico desviaba la mirada hacía un costado. El sol comenzaba a salir y los tenues rayos de luz le empezaban a dar una mejor visión de lo que pasaba.
- ¿Por qué estas tan empeñado en que terminemos? Nos hemos estado divirtiendo mucho todo este rato como para acabar ahora. ¿Por qué no quieres mirarme? ¿Tengo algo en la cara? – observó con detenimiento al chico que se encontraba bajo su merced y notó un rápido movimiento de ojos que le dio la respuesta que estaba buscando. Transformo su rostro en una sonrisa perversa y dejó ver claramente unos afilados colmillos más largos de lo habitual, pero sin ser exagerados. – ya entiendo, Deku-lindo, no tienes que pedirlo. Toga sabe lo que quieres – Susurró eso ultimo tan cerca de su victima como la postura se lo permitió y acto seguido extendió su cuerpo sobre el de Izuku para tener un mejor posición al comenzar a besar su cuello. Al principio lo hizo de manera suave y progresivamente una mordida aprecia cada pocos besos.
- E-espera… ¿Qué estas haciendo? D-detente. – Izuku trataba de resistirse tanto como le era posible, retorciéndose y gimiendo, pero, lo que más le desconcertaba era lo mucho que lo estaba disfrutando y que beso a beso se resistía menos. Mientras Toga se encontraba marcando un camino con los labios en cuello y pecho de Deku, sus manos hacían lo propio con el resto del cuerpo. El pobre chico era un indefenso cordero y ella era más que un simple lobo hambriento. Era el inclemente matadero. Toga deslizo su mano hasta la entrepierna de Izuku y se percató inmediatamente de lo que estaba pasando, pero aún no era momento para ese juego, primero jugaría ella. Retomo su posición anterior y esta vez se acerco más a la cara de Deku, pero esta vez, lo quería todo para ella. – ¿qué estas haciendo? – Deku mostro sincero desconcierto cuando se percato que el pubis de Toga estaba directamente frente a su rostro. El sonrojo en su rostro era visible incluso en aquella ligera penumbra, en su mente gritaba pidiendo ayuda para que vinieran a rescatarle.
- Vamos Deku-lindo, sé que quieres que te quite esto, si lo haces bien, Toga te da la llave. – Izuku intercambió miradas con la chica, podía notar ahora con un poco más de luz sus rasgos faciales. Ojos grandes, colmillos prominentes, una nariz pequeña y sus mejillas habían ganado un leve sonrojo. Pero todo ese intercambio de miradas se rompió cuando alguien llamó a la puerta.
- Oye, Midoriya. ¿te encuentras bien? He escuchado ruidos raros desde hace un rato y podría jurar que alguien se pegó duro contra el piso.
- Mine…mhhhggg. Izuku había intentado pedir ayuda a su compañero, Mineta, era una suerte que el pequeño tuviera un sueño liviano, pero adelantándose a cualquier movimiento que él pudiera hacer, Toga calló a Midoriya con lo único que tenía disponible al momento. Un pañuelo rojo que se encontraba en la mesilla junto a la cama.
- No te preocupes Deku-lindo, yo me encargo. – Toga cubrió su cuerpo con la sabana y se encaminó a la puerta, con un andar lento, como si fuera una pasarela y ella una modelo que desfilaba en una túnica blanca para Midoriya. Mientras ella caminaba con esa velocidad pasmosa, Mineta seguía preguntando si Izuku se encontraba bien
- Vamos Midoriya, sé que estas despierto, puedo escucharte caminar. Mineta tenía pegada la oreja a la puerta y aunque escuchaba una voz, no le parecía que fuera la de Izuku, pero escuchar atreves de una puerta tan gruesa no le daba ninguna garantía, podría estar escuchando un discurso en cualquier otro idioma sería igual a lo que creía escuchar ahora. Finalmente los pasos desaparecieron y la puerta se abrió, eso provocó que el concentrado Mineta casi cayera de cara al piso. Al elevar la mirada y ver lo último que esperaría encontrar en el dormitorio de Midoriya, no pudo sino quedarse boquiabierto y aquella impresión no hizo más que crecer cuando volteo y se encontró con su amigo esposado a la cama, cubierto únicamente en su sección media por una manta a punto de caerse al suelo.
- Lo siento amiguito, pero Deku-lindo y yo estamos un poco ocupados. ¿Crees que podrías regresar más tarde? – Mineta se mantuvo algunos segundos mirando a aquella chica rubia con el pelo enmarañado y que usaba una sabana blanca a manera de vestido improvisado.
- No tienen que preocuparse, yo jamás estuve aquí, lamento la interrupción, continúen. Ah, y Midoriya. – Mineta hizo el gesto de cerrar una cremallera en su boca, dejando claro a los presentes que no mencionaría palabra alguna de lo que ahí había visto. El pequeño Mineta se retiro y con él, las esperanzas de salvación de Midoriya se esfumaron.
- ¿En qué estábamos Deku-lindo? – Toga dejó caer la sabana y repitió su lento andar hacía la cama, cuando ahí se encontraba y se acostó junto a Midoriya se quedó contemplando sus ojos verdes un rato que al pobre joven esposado se le hizo inmenso y durante el cual, Toga pareció no parpadear una sola vez.
- ¿Se te pasó el efecto verdad? – Midoriya se quedo confundido por un momento, no sabía a lo que la chica frente a él se refería y no hizo más que devolverle la mirada de inentendimiento. Toga desvió la mirada a la misma mesilla de la que había tomado el pañuelo con el que le había tapado la boca a Izuku y él hizo lo mismo. Sobre aquél buro había un pequeño bote de pastillas vacío y sin tapa. Fue en ese momento que algo conectó dentro del cerebro de Midoriya y pudo recordar más claramente lo que había pasado.
Era el cumpleaños de Kaminari y junto a Kirishima, Aoyama y las chicas, lo convencieron de acompañarles. Habían pasado de un simple bar de universidad a un tugurio y después de ceder a la presión y una competencia de tragos con Kirishima aún se encontraba lo suficiente consiente como para notar que poco a poco sus amigos se habían ido. Sólo él y el chico de pelo rojo se encontraban aun en ese lugar y el pobre de Kirishima se había quedado dormido con la cara en la mesa. Intentar despertarlo fue inútil y decidió que lo mejor que podía hacer era esperar un momento a que su amigo recobrara la conciencia mientras que a él se le pasaba el efecto del alcohol mientras bebía una soda. Y a partir de ahí fue que las cosas se ponían muy turbias. Vagamente recordaba que alguien se le acercaba pidiendo y a partir de ahí todo estaba en blanco total.
-¿Qué fue lo que hiciste? – Midoriya se le quedó viendo directamente a Toga durante unos minutos antes de que ella decidiera responder.
- Te vi desde lejos y me pareciste lindo. Me acerqué porque vi que estabas solo, se me ocurrió usar la misma excusa de siempre, pero cuando llegué contigo no parecías prestarme atención de verdad, únicamente te dedicaste a decirme que me ayudarías a llegar a mi casa cuando tu amigo se despertara. Me molesté y mientras no veías puse una pastilla en tu soda. Cinco minutos después estabas sacándome ahí tomándome de la mano y a la media hora ya estábamos jugando, pero el efecto se pasó y casi te quedabas dormido. Tuve que darte las últimas tres que tenía. Al final fuiste tú quien me dijo que te esposara y me llamaste Uraraka casi todo el tiempo. – Midoriya estaba perplejo, siempre había escuchado esas historias de personas drogando chicas, pero jamás se le pasó por la cabeza que le pudiera llegar a pasar a él. – las pastillas deberían haberte dejado inconsciente. Por eso pensé que estabas en tus cinco sentidos o algo parecido.
- ¿Las pastillas qué? – Midoriya preguntó aún más confundido.
- Debieron haberte dejado inconsciente. Me dedico a esto hace mucho. Casi siempre con hombres mayores. Los drogo y grabo todo el juego, después les pido mucho dinero para no mostrarle el video a sus esposas. – Toga estaba diciendo todo aquello con una tranquilidad sobrenatural, apenas podía creer que le estuviera revelando todo aquello a alguien que seguramente no recordaba su nombre. Sus victimas normalmente tenían tiempo únicamente para beber medio trago antes de que ella llegara y para cuando lo acababan, ya estaban a su merced. Hasta este momento se le ocurrió que si el no había quedado inconsciente con las pastillas, debía ser porque tenía mucho alcohol en la sangre.
- ¿Ibas a hacerme eso a mí? – preguntó Izuku.
- Ya te dije que no, solo me pareciste lindo, pero al principio fuiste muy aburrido. La primera píldora debía dejarte dormido, para irme de ahí no dejarte a tono. Esa era la tarea de la segunda, pero cómo pensé que la primera no te había hecho efecto por el tiempo, te di las otras dos para poder jugar sin problemas y funcionó. – Toga tomó una pequeña llave junto frasco de pastillas y volvió a sentarse en el pecho de Midoriya, sin embargo, en esta ocasión era para liberarlo de sus ataduras. – ¿sabes una cosa? No me arrepiento de haberlo hecho, solo me arrepiento de que no hubieras podido disfrutarlo igual que yo. Sé que piensas mal de mí, pero la droga no te quita razonamiento. Cuando me sacaste de ahí me trajiste aquí sólo para pasar la noche, pero en un momento me fui sobre ti y aceptaste. Iras recordando todo a lo largo del día. – Midoriya se encontraba escuchando atentamente la explicación de Toga y definitivamente podía creerle. Ya hace tiempo sabía que un par de tragos eran suficiente para hacerle cambiar de personalidad, una vez había pasado algo similar con Mei Hatsume y agradecía que la ingeniera fuera discreta y no se lo hubiera contado a nadie, en esa ocasión había sido ella de igual manera la que se había puesto encima de él y con suficiente conciencia para saber lo que estaba pasando, aceptó. – dime ¿todavía está en pie la invitación de pasar la noche aquí? – Izuku miró su reloj de cabecera y marcaba las cinco treinta de la mañana, había leves rayos de sol introduciéndose por la ventana pero no era nada que unas cortinas cerradas no resolvieran.
- Claro, no hay problema. – los ojos de Toga brillaron y procedió a recostarse usando el pecho de Izuku como almohada, justo como lo había estado haciendo algunos minutos atrás cuando se encontraba dormida. Izuku, por su parte, se encontraba mortificado, ya que la rubia no le había permitido explicarle que le cedería su cama para que él pudiera quedarse en su saco de dormir.
- Deku-lindo. – Toga hablo somnolienta.
- ¿Qué sucede? – Izuku respondío saliendo de su trance.
- ¿Puedes abrazarme?
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Nos leemos cuando nos leamos.
