Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.
Nota: El titulo de esta historia es creacion de mi amiga Stormaw. Muchas gracias por tu ayuda y apoyarme nuevamente con este nuevo fic.
La Mentira de Candy
CAPITULO I
Una noche inolvidable
A sus veinte años Candy White es una joven luchadora, que ha sabido salir adelante a pesar de no tener familia. Ella se ha criado en un hogar de niños en Michigan, donde ha sido muy feliz, al cuidado de dos generosas mujeres que le han brindado cariño y protección. Sin embargo Candy con el dolor de su corazón tomó la decisión de marcharse del hogar, ya tenía la edad suficiente para hacerlo y dos motivos muy importantes que impulsaron aún más su decisión. Una de ellas era poder entrar a estudiar enfermería, desde niña soñaba con ser enfermera y para poder lograr ese sueño tenía que mudarse a Chicago. Pero el otro motivo y el más importante era encontrar a su hermana Annie, a la que dejó de ver desde niña, cuando Annie fue adoptada por una familia de dinero. Desde entonces no ha vuelto a saber nada más de ella, y su gran anhelo es algún dia volverla a ver.
Una tarde de primavera Candy llegó a la ciudad de Chicago, sin mucho dinero en los bolsillos, pero con una gran cantidad de sueños en su corazón. Gracias a una de las educadoras del hogar la señorita Pony, Candy llegó a la casa de la abuela Martha, que la acogió con mucho cariño, junto con su nieta Patty, que se ha trasformado en una gran amiga para la rubia. En poco tiempo Candy encontró un trabajo en una heladería y se escribió en un instituto público para entrar a estudiar enfermería.
Se sentía realmente dichosa de poder ir logrando sus sueños, pero todavía le faltaba el que el tanto deseaba, localizar a su hermana Annie. Tiempo que tenía buscaba por guías telefónicas, periódicos y revistas a la familia que la había adoptado, los Britter. Era lo único que sabía de ellos, sin embargo no descansaría hasta dar con su paradero. Era una chica con mucha fuerza y optimismo que estaba segura que obtendría todo lo que quería.
—Candy mira te traje un rico jugo y un pedazo de pastel –le dijo su amiga Patty.
—Gracias Patty, no te debiste molestar –dijo Candy que ya estaba sintiendo un poco de hambre.
—Amiga te has pasado toda la tarde buscando a la familia que adopto a tu hermana.
—No voy a descansar hasta encontrarlos.
—Debiste haber sufrido mucho cuando te separaron de ella.
—Sí, fue muy doloroso –comentó con melancolía –Pero bueno, no quiero ponerme triste, hay que seguir buscando.
—Déjame ayudarte, si los Britter son de dinero tienen que salir en las páginas sociales –dijo Patty tomando una revista que comenzó a observar -Mira aquí sale el guapísimo de William Albert Andrew.
Candy le quito la revista a su amiga y vio la fotografía de uno de los hombres más ricos del país.
—Vaya, si es guapísimo –comentó sorprendida, ya que era la primera vez que veía a un hombre que le podía quitar el aliento a cualquier mujer –¿Quién es?
—Es un conocido hombre de negocios, dueño de muchas empresas en el país y el extranjero. Imagínate la gran cantidad de admiradoras que tiene.
—Me imagino que muchas, ese hombre es todo un príncipe –suspiró Candy –¿Patty tú crees que él pueda conocer a los Britter?
—Con lo influyente que es debe conocer a muchas familias de dinero. Te diste cuenta lo que dice debajo de la fotografía.
—¿Que dice…?
—Que mañana en la noche se realizara una fiesta por el aniversario de sus empresas.
—¿Patty piensas que lo Britter pueden asistir a esa fiesta? –le preguntó Candy expectante.
—Yo creo que sí, siempre las familias más importantes de Chicago asisten a todos esos eventos.
—¡Entonces tengo que ir!
—Pero no tienes invitación, sin invitación no te dejaran entrar.
—No te preocupe, yo me las arreglos para que me dejen entrar –dijo Candy guiñándole un ojo.
—¿Y tienes un vestido indicado para asistir?
—¡Un vestido!
—Sí, sino vistes debidamente menos te van a dejar entrar.
—Oh amiga que problema, no tengo ninguno. Creo que no podre asistir a esa fiesta –comentó Candy con tristeza.
—Claro que podrás asistir –le dijo la abuela Martha desde el lumbrar de la puerta de la habitación de la rubia.
Ambas chicas la miraron sorprendidas.
—Abuela estabas aquí –le dijo Patty observándola a través de sus anteojos.
—Sí y aunque no se debe escuchar conversaciones ajenas, esta vez hice bien porque yo voy ayudar a que Candy vaya a esa fiesta.
—¿Cómo abuela…?
—Ya lo sabrán…-contestó la anciana con una risita.
…
Al dia siguiente cerca de las ocho de la noche comenzaron a llegar los primeros invitados, para asistir a la fiesta de aniversario de las empresas Andrew. Era el aniversario número 50, desde que el padre de William Andrew había inaugurado su primera empresa, con mucho éxito, por lo que años después se convirtió en una de las empresas más grandes del país.
Vestido con un elegante traje color negro, William Albert Andrew recibía a sus invitados con la cortesía de siempre. Era un hombre muy atractivo y con una inteligencia que encantaba a todos lo que lo conocían. De su familia habían asistido sus dos sobrinos Stear y Archie Cornwell en representación de sus padres que estaban de viaje. Su tía Elroy se había ausentado por problemas de salud. En la inauguración también se encontraban los Legan socios de William Andrew. Ellos habían llegado con su hijo Neil un bueno para nada y su hija Elisa Legan, una joven caprichosa que está obsesionada con conquistar al joven millonario.
—William te felicito por el aniversario de tus empresas, ha sido un gran logro mantenerla todos estos años –le comentó Elisa bebiendo un sorbo de champaña con coquetería.
—Gracias Elisa –contestó él sin darle mucha importancia al comentario de la joven.
—William, después podríamos salir a celebrar algún lado.
—Me encantaría Elisa, pero mañana tengo que levantarme temprano. Mi agenda está completamente ocupada.
—Entiendo –dijo la joven haciendo una mueca de desagrado.
—Elisa permiso, tengo que atender a unos invitados –dijo Albert caminando hacia otro lugar de la fiesta.
Llegó hasta donde estaban sus sobrinos Stear y Archie Cornwell, ambos muchachos muy guapos y agradables.
—Tio estabas con la melosa de Elisa –le dijo Stear.
—Sí, no la soporto…
—Qué alivio, no la quiero como tía, sería peor que la tía abuela –comentó Archie divertido.
—Jajajaja de eso no me cabe duda. Elisa está muy lejos de ser la mujer de mi vida.
—¿Y cómo sería esa mujer, tio? –le preguntó Stear.
—No lo sé…tiene que ser una joven diferente a las que he conocido.
—Tiene que ser una como mi novia Annie, que es una chica muy especial –comentó Archie dando un suspiro.
—Hablando de tu novia, ahí viene con sus padres –le dijo Stear dándole un codazo.
—Pero si Annie está de viaje.
—Entonces acaba de llegar.
Archie desvió su mirada hacia la entrada donde se estaba realizando la fiesta, cuando vio a su novia Annie Britter, a la que no veía hace varios meses, desde que ella se fue de viaje con sus padres.
—Permiso, voy a saludar a mi novia…
Archie llegó hasta su novia, donde le dio un fuerte abrazo de bienvenida.
—¡Annie mi amor! ¿Cuándo llegaste?
—Esta mañana…
—¿Por qué no me lo dijiste cuando hablamos por teléfono?
—Es que era una sorpresa –le sonrió ella –Te extrañe tanto.
—Mi hija no hallaba la hora de regresar para estar contigo Archie –le comentó la madre de Annie.
—Disculpen señores Britter, no los he saludado -se disculpó Archie.
—No te preocupes muchacho, sabemos lo mucho que tienes que haber extrañado a nuestra hija –le dijo el señor Britter.
—Sí, mucho…
—¿Archie me invitas a tomar un jugo? –le propuso Annie -Tengo tantas cosas que contarte.
—Claro amor…Señor Britter me llevo a su hija un momento.
—Ve tranquilo, sé que la cuidaras bien.
Archie le tomó la mano a Annie y la condujo a otro lugar del salón, para estar asolas con ella.
—Querido no crees que Archie es el hombre ideal para nuestra hija –le comentó la señora Britter –Es uno de los mejores partidos de Chicago.
—Si, además que me beneficiaria mucho emparentarme con los Cornwell y los Andrew, todo querrían contratar mis servicios de abogado.
—Lo que me preocupa que Archie se llegue a enterar que Annie es adoptada.
—Eso no tiene por qué ocurrir si nosotros no decimos la verdad de nuestra hija –dijo el señor Britte, bebiendo una copa de champaña que le ofreció un mozo.
—¿Y si ella lo hace…?
—Hay que impedírselo, eso puede arruinar su futuro. Imagínate, Archie despreciaría a Annie.
—¡Oh no lo quiero ni pensar! –exclamó la señora Britter afligida - Con lo enamorada que está de Archie no resistiría que él la despreciara.
—Vez que hay que mantener la boca cerrada.
—Querido, se te olvida que Annie tiene una hermana.
—No se me ha olvidado, pero a estas alturas esa muchacha debe vivir en otro lugar, apuesto que ni si acuerda que tuvo una hermana. Y si algún dia se le ocurriera aparecer hay que impedirle que se acerque a Annie. Eso tenemos que tenerlo muy claro.
…
En ese momento Candy llegó a la fiesta de los Andrew, vestida como una reina. Con un vestido dorado, largo y descotado en la espalda, acompañado de unos finos zapatos y un juego de pulsera y collar de oro. Estaba convertida en otra mujer y gracias a la abuela Martha, que había tenido la gentileza de ayudarla, convirtiéndose en su hada madrina de esa noche.
Flashback.
Ese mismo dia que la abuela Martha encontró a su nieta Patty platicando con Candy sobre aquella fiesta. Llevó a las dos jovencitas a su habitación, donde abrió un baúl y saco una tela dorada de buena calidad, también saco un joyero que tenía un juego de collar y pulsera de oro.
—¿Abuela de donde sacaste esta tela y joyas? –le preguntó Patty mirándola sorprendida.
—Es lo único que me quedó cuando mis padres tenían una buena posición social.
—¿Usted fue de dinero abuela Martha? –le preguntó Candy mirándola atenta con sus ojos verdes.
—Sí, mis padres eran ricos. Me crie en una hermosa residencia en Florida con muchas comodidades y sirvientes, pero después mi padre hiso malos negocios y nos quedamos en la ruina –les contó la abuela con cierta emoción –De esos tiempos esto fue lo único que me quedo, esta tela dorada y estas joyas que fueron un regalo de mis padres.
—Qué triste haber perdido todo.
—Sí, fue muy triste Candy, pero después salimos a delante, claro nunca volvimos a tener la misma posición.
—Abuela no recordaba esa historia…-dijo Patty.
—Hace mucho tiempo que te la conté –le recordó - Lo bueno que esta tela le servirá a Candy para que se haga un hermoso vestido y usara estas joyas, así podrá asistir a esa fiesta.
—Oh abuela Martha nunca voy a olvidar lo que está haciendo por mí –le dijo la rubia dándole un fuerte abrazo.
—Es un placer ayudarte, para que encuentres a tu hermana.
—Es lo que más deseo en esta vida, volver a ver a Annie –expresó Candy con sus ojos iluminados -Ahora me van a faltar unos zapatos.
—Yo te puedo prestar los zapatos –dijo Patty –Son los que use en la fiesta de mi graduación, son de buena calidad, me costaron un ojo de la cara.
—Gracias amiga.
—Candy que te parece si buscamos en mi computadora algunos diseños, para tener una idea de cómo hacer el vestido –le sugirió Patty
—Es una buena idea amiga. Con ese vestido y joyas voy a parecer una verdadera millonaria.
Las tres se echaron a reír.
Fin del flashback.
Se sentía nerviosa por encontrarse en un lugar que no tenía nada que ver con ella y sobre todo porque no tenía invitación, así que algo convincente se le tenía que ocurrir para salir del paso. A como diera lugar tenía que entrar a esa fiesta, algo le decía en su corazón que la familia de su hermana se encontraba ahí, así que esa oportunidad no la podía desperdiciar.
Se acomodó un poco el vestido y dando un suspiro caminó hasta la entrada, donde se encontraba un guardia que estaba pidiendo las invitaciones.
—¿Señorita su invitación? –le preguntó mirándola serio.
Ella tragó seco antes de responder.
—¡Mi invitación!
—Sí, su invitación…
—Bueno…lo que pasa… que mi invitación se me quedo en mi casa.
—Lo siento señorita, pero sin invitación no la puedo dejar entrar.
—Y no podría hacer una excepción, sabe adentro me esperan unos amigos y…
—Ya le dije que no puedo…-la interrumpió el guardia con molestia –Y no siga insistiendo, sino tendré que sacarla a la fuerza.
—¡Usted es un grosero! –protestó Candy furiosa –Yo no estoy haciendo nada malo para que me saque de esa manera.
—¿Que está pasando? –preguntó una voz masculina al escuchar la discusión.
Candy se volteo encontrándose con la presencia del mismísimo William Albert Andrew. Ese mismo hombre que había conocido en una revista y que la había dejado muy impresionada.
—¡Usted! –exclamó asombrada de verlo.
El la miró con una leve sonrisa, preguntándose quien era esa joven tan bella, que lo observaba de una manera muy especial.
—¿Quién es usted, señorita…?
—Es una intrusa señor Andrew, quiere entrar a la fiesta sin invitación –respondió el guardia.
—¿En serio no tiene invitación? –le preguntó a ella.
—Si… no tengo, tuve un olvido y se me quedo en mi casa, pero si no puedo entrar no importa. Es mejor que me vaya.
Ella dio un paso para marcharse, cuando Albert le tomó el brazo, provocando en la joven un escalofrío por todo su cuerpo.
—De ninguna manera, usted no se va perder la fiesta.
—¿Me está hablando en serio, señor Andrew? –le preguntó sintiendo sus piernas templar.
Él le sonrió.
—¿Veo que me conoce?
—Sí, lo he visto en algunas revistas sociales.
—Y ya que me conoce me gustaría conocerla a usted. ¿Cuál es su nombre?
—Candice.
—Qué bello nombre…
—Gracias…
—¿Entramos a la fiesta? –le dijo ofreciéndole su brazo.
—¿Con usted…?
—Sí, digamos que es mi invitada especial.
Candy sintiendo que estaba viviendo un bello sueño, le tomó el brazo al hombre más atractivo que había visto en su vida. Junto a el entró a un lujoso salón, donde se estaba realizando la fiesta. En ese instante varios fotógrafos comenzaron a sacarle fotos al millonario, preguntándose quien era la preciosura que lo estaba acompañando. No era novedad que William Andrew siempre andaba acompañado de hermosas mujeres, pero esta era la más bella de todas.
Por otro lado todos los presentes también estaban intrigados, queriendo saber quién era la nueva conquista del empresario, en especial Elisa Legan que se sintió furiosa de verlo al lado de esa misteriosa mujer.
—¿Quién será esa estúpida que llegó con William? –se preguntó bebiendo champaña.
—Otra que se te adelantó en conquistarlo hermanita –dijo su hermano Niel en tono de burla.
—¡Cállate idiota! William Andrew va ser mío, ni esa ni ninguna otra me lo va quitar.
—Jajajaja hermanita, deja de soñar, el jamás se va fijar en ti.
—Eso está por verse, yo siempre consigo lo que quiero.
Albert acerco a Candy a una mesa, donde tomó una copa de champaña para ella y otra para él.
—Champaña –le dijo pasándole la copa.
—Es…que…yo no bebo.
—Pero puede hacer una excepción, esta es una ocasión especial. ¿No le parece?
—¡Oh claro que es especial! –exclamó pensando que era la noche más especial de toda su vida.
—Entonces hacemos un brinde.
—Por supuesto –contestó Candy bebiendo un sorbo de champaña –Esta muy bella su fiesta.
—Gracias. Estamos celebrando el aniversario de las empresas que fundó mi padre.
—Debió haber sido un hombre muy inteligente y trabajólico para lograr todo lo que tienen.
—Claro que lo era, yo aprendí muchas cosas de él.
—Me imagino, usted es un hombre muy capaz.
—De verdad lo cree…
—Si…por algo se ha hecho muy conocido.
—Quisiera no serlo tanto –sonrió Albert –Pero no hablemos solo de mí. ¿Dígame usted es de Chicago?
—He…no…soy de Nueva York –contestó mintiendo.
—¿Y qué está haciendo en Chicago?
—Visitando a una amiga…
—¿Y por qué no vino con su amiga…?
—Ella… va llegar más tarde…
—Entiendo…
En una banda de muchos músicos comenzó a tocar.
—Me encanta esta música –expresó Albert –¿Bailamos?
—¿Bailar con usted?
—Sí, me haría el honor, señorita…
Ella asistió con la cabeza y se fue con él a la pista de baile donde se pusieron a bailar, al ritmo de un jazz muy romántico.
Albert la acerco a su cuerpo y le coloco una de sus manos en la cintura de ella, mientras que Candy le coloco la suya en el hombro de él. Ambos en silencio comenzaron a bailar, dejándose llevar por la música, que los tenia completamente conectados.
—¿Qué le parece este jazz? –le preguntó Albert en el oído de ella.
—Es el más maravilloso que he escuchado en mi vida –contestó Candy con un suspiro.
—¿En serio nunca lo había escuchado?
—No…¿Cómo se llama?
—Se llama… 'My One and Only Love'
—Nunca lo voy a olvidar.
Sus miradas se mesclaron en ese instante con mucha emoción.
Elisa no aguantó más y caminó hasta ellos.
—Cariño no me vas a presentar a tu amiga –le dijo echándole una fulminada mirada a Candy.
—Por supuesto Elisa, te presento a la señorita Candice.
—Gusto en conocerte, Candice.
—Lo mismo digo señorita –contestó la rubia incomoda.
—Me imagino que William te habrá dicho que yo soy su novia.
—¡Su novia!
—Si…
—Elisa tu sabes que eso es mentira –le reclamó Albert.
—Pero cariño, ya es tiempo que todos sepan que somos novios –le dijo abrazándolo por el cuello con coquetería.
—Permiso, es mejor que me vaya –dijo Candy saliendo del salón.
Elisa se rio.
—Qué joven tan mal educada, irse de esa manera,
—¡Ya Elisa! –la aparto de él –Deja esta farsa, entiende que tú nunca serás mi novia.
El millonario rápidamente se puso a seguir a la rubia, rogando poder encontrarla. Aquella chica le había causado una gran atracción, que no podía dejar que se fuera de esa manera.
...
Candy llegó hasta una gran piscina, que estaba iluminada con luces de distintos colores. Sin darse cuenta justo al otro lado de la piscina se encontraba su hermana Annie, que estaba besándose con su novio Archie, sin embargo no la pudo reconocer. Sintiendo un poco de frio floto sus brazos, mientras que con su mirada buscaba la salida de aquel lugar.
—Tengo que irme de aquí –dijo dando unos pasos, cuando una mano fuerte le tomó el brazo.
—No se vaya –le dijo una voz que reconoció de inmediato.
—Tengo que irme, señor Andrew…
—Es mentira lo que dijo Elisa, ella no es mi novia.
—No tiene por qué darme explicaciones, es lo más normal que tenga una novia.
—Es que no lo es…Elisa jamás podría ser mi novia, no me gustan las mujeres como ella.
—¿Y cómo le gustan?
—Como tú –le contestó acariciándole una mejilla, para poco a poco a comenzar a besar esos labios que moría por hacer suyos.
Candy sentía que se le cortaba la respiración, cerró sus ojos y comenzó a disfrutar de aquellos labios tan apasionados, pero al mismo tiempo tan tiernos, que le estaban tocando lo más profundo de su corazón.
El colocó una de sus manos en la espalda de la rubia, y ella lo abrazo por el cuello olvidándose de todo. Estaba pérdida en aquel beso, un beso tan maravilloso que no quería que no terminara nunca.
Por otro lado William Albert Andrew, el prestigioso millonario parecía un adolecente, cautivado por una misteriosa chica que lo tenía completamente enloquecido. No sabía lo que realmente le estaba ocurriendo, era la primera vez que una mujer lo hacía sentir así, tan vulnerable, sintiéndose hasta un tonto por caer en los encantos de una rubia que acababa de conocer.
Sin embargo era lo que menos importaba en ese instante, donde ambos viajaban entre las nubes, sumergidos en esos besos que los estaba haciendo perder la razón.
—¡William! –se escuchó la voz de un hombre alto de bigote.
Ambos sobresaltados rompieron el beso.
—Tengo que irme –dijo Candy sin dejar de mirar los ojos del hombre que la había besado por primera vez.
—No, no dejare que te vayas….-la retuvo tomándole la muñeca.
—Lo siento, pero tengo que irme…
Candy se soltó de él y se marchó, sin darse cuenta se le cayó la pulsera que tenía en la muñeca derecha.
Albert se dio cuenta de eso y la recogió con una de sus manos. Mostrando una amplia sonrisa pensó, que aquella joya le serviría para volverla a ver.
Continuará…
Hola lindas chicas.
Aqui les dejo un nuevo fic de nuestros queridos rubios. Es de epoca actual y va ser una historia muy romantica, espero que les guste este primer capitulo y me den su opinion.
Mil besos para todas ustedes y muchas bendiciones.
