(Mansión Wayne 11:00 pm)

"No quiero perderla."

"Tampoco deseo perderla, pero está es la única forma en que estará segura. Ya viste lo que sucedió está noche, sí nos hubiéramos retrasado sólo unos minutos más ella hubiera muerto."
"Lo sé" dijo la mujer tratando de ocultar las lágrimas de sus ojos, mientras besaba la frente de la pequeña niña que sostenía en sus brazos. El hombre a su lado observó a la niña unos instantes, ella era tan pequeña y hermosa, nunca pensó que una persona pudiera significar tanto para él. La puerta del salón se abrió de imprevisto y un hombre, ya entrado en años y de aspecto elegante se dirigió a ellos.

"Ya es hora señor. Todo está dispuesto para el viaje de la pequeña."

"Gracias Alfred" dijo mientras volteaba hacia la mujer "Diana... debemos dejarla ir"
La mujer soltó un sollozo mientras le entregaba la pequeña, el hombre la abrazo tiernamente y susurrándole al oído le dijo: "Todo estará bien" Entrego a la bebé a los brazos de Alfred y cuando este salió de la habitación sintió como una parte de su corazón se desvanecía. Todas esas noches oscuras patrullando Ciudad Gótica, todas esas amenazas que había detenido y nada de eso había sido suficiente para proteger lo que más le importaba. Volteó a la mujer que estaba sumida en una profunda tristeza, ella sentía lo mismo que él, colocó una mano en su hombro y le aseguro que todo iba estar bien.

(Isla Themyscira 13 años después)

"Alice detente en este instante" las palabras de la Reina Amazona seguramente habían sido escuchadas por toda la isla, sin embargo la niña continuo escalando la gran montaña que tenía al frente.

"Lo siento mi Reina" respondió mientras trataba de alcanzar unas rocas para elevarse más alto "Pero han dudado de mi fortaleza y debo probarles que se equivocan."

Un par de amazonas dejaron escapar un par de carcajadas lo cual hizo que la Reina se molestara aún más. Alice logro llegar hasta una roca lo suficientemente grande para descansar, al sentarse en ella levanto su mirada y pudo observar la entrada a una cueva a unos metros de ahí. Se puso de pie y decidió avanzar hacia ella, cuando la Reina observó que la niña se dirigía a la cueva ordeno al resto de las amazonas que lanzaran sus flechas en señal de advertencia; una de ellas hizo que varios rocas se desprendieran de su lugar lo cual provocó que Alice cayera sin poder aferrarse a nada. Rodó varios metros hasta que su cabeza se encontró con los pies de la Reina, trato de convocar una sonrisa pero la mirada fría de esta la congelo por completo.

"En los últimos años he perdido la paciencia más veces que en todo el pasado milenio. Y siempre es por algo que lleva tú nombre." Dijo la Reina con una mirada que solo mostraba frialdad y enojo.

"Mi Señora..."

"Silencio" respondió bruscamente "Ese no es el comportamiento de una guerrera amazona; no puedes hacer lo que quieras sin afrontar las consecuencias. Debes aprender a ser responsable o nunca lograras nada. ¿Está claro?"

"Si, mi Reina" respondió la chica con la cabeza baja.

"Ahora puedes irte. Ayudaras en los establos el resto de la semana."

"Mi Señora... Esa cueva…"

"No es nada" respondió alterada "No debes acercarte a ella o pasaras el resto del mes en aislamiento."

"De acuerdo, mi Reina"

Se alejó del trono y camino lo más rápido que pudo hacia los establos, no quería que ninguna de las otras novatas se diera cuenta de su castigo o les daría más razones para burlarse de ella. Nunca había logrado entender porque ella era la única a la que molestaban, siempre pensó que era porque no había nacido en la isla como muchas de las otras chicas, la provocaban porque sabían que Alice nunca se rendía cuando trataba de demostrar que era igual de fuerte que todas las demás, aunque fuera la más joven de todas. Creían que era débil solo porque no era de ese lugar y era la más pequeña de todas, pero ella estaba segura de que era tan capaz como muchas de las otras incluso mejor.

Limpiar los establos. Ese era uno de los castigos más humillantes, incluso peor que el aislamiento. Alice lo sabía, había sufrido todos los castigos posibles que se le pudieran dar a una amazona; excepto ser desterrada. Deseaba nunca tener que experimentar eso.

Tomo varios cepillos y se acercó a los caballos, acariciándolos y dándoles comida. Esa era la única parte que le gustaba de estar ahí.

"Se supone que debes limpiar" dijo una voz. Alice se sobresaltó y se alejó de los animales pensando que tal vez era la reina vigilando su castigo. "Tranquila no te delatare". Una mujer alta de cabello largo estaba de pie en la puerta.

"Artemis" dijo Alice con felicidad, "me alegra tanto verte pensé que volverías hasta la próxima semana"

"Era una misión simple. Escuche lo que hiciste dime que le cerraste la boca a las otras chicas"

Una amplia sonrisa se formó en el rostro de Alice, sabía que Artemis la comprendería. Ella siempre estaba de su lado no importaba que, era lo más cercano que tenía a una mejor amiga o hermana mayor o… bueno no importaba era la persona que más le importaba en toda la isla y estaba segura que ella sentía lo mismo.

"Bueno… estuve realmente cerca de llegar hasta la cima. Pero me distraje con una pequeña cueva" la cara de Artemis cambio a una expresión seria en cuanto menciono a la cueva, "entonces la Reina le dijo a las demás que me detuvieran y aquí estoy, cumpliendo castigos de nuevo. ¿Qué hay en la cueva?"

"¿Por qué lo preguntas?"

"Porque todas las novatas tenemos prohibido acercarnos a los lugares más importantes pero sabemos que son; pero la reina me prohíbo acercarme a este aunque me aseguro que no era absolutamente nada" Alice noto como el rostro de Artemis se mostraba confundido como si estuviera decidiendo que clase de respuesta debería darle.

"No es nada. Solo es peligroso subir hasta ese lugar especialmente para alguien tan pequeña como tú", Alice hizo una mueca "es solo una broma; ahora termina de limpiar y mañana te llevare a cabalgar temprano"

Cuando Artemis se fue, Alice pasó el resto del día limpiando todo lo que podía y escondiéndose cada vez que alguna de las otras chicas jóvenes se acercaba. "Sera una larga semana" pensó. Al caer la noche mientras se dirigía a su habitación, Alice no podía dejar de pensar en la cueva; generalmente no le gustaba mucho explorar la isla pero por alguna razón no podía sacarse ese lugar de la mente quizás era por la prohibición de la reina. Tenía la costumbre de siempre ir contra de las reglas, aunque no quisiera hacerlo siempre terminaba rompiendo alguna era como un don natural.

No pudo dormir. Miraba la luna por la ventana, pensando en todo y nada a la vez. Pensó en la Reina, en Artemis y en sus… sus padres, quien quiera que fuesen; desde pequeña le preguntaba a la Reina como había llegado a la isla y ella siempre le respondía "Los Dioses te trajeron", después de varios años con la misma respuesta trato de presionar por la verdad y todas le dijeron, incluso Artemis que solamente importaba donde estaba ahora. Si le importaba pero no podía dejar de pensar en donde había estado antes de donde había venido. La cueva, la cueva… necesitaba ir a la cueva.

Se levantó y se vistió. Iba despacio por los caminos vigilando que nadie la siguiera y nadie la viera, a veces ser pequeña tenía sus ventajas. Tardo un poco en llegar a la base de la montaña estaba oscuro pero por suerte la luna iluminaba la montaña. Comenzó a escalar, con cada movimiento dudaba un poco más ¿Qué pasaría si la descubrieran? ¿Valía la pena pasar un mes aislada solo por esto?… Se detuvo por unos instantes, "al menos en aislamiento no tendré que ver a las demás" se dijo mientras renovaba la marcha. Al llegar a la entrada de la cueva se volteo para observar la luna, a juzgar por su posición era casi media noche, respiro hondo y se adentró en la cueva.