¡Hola señores y señoras! Sí, sé que no debería estar aqui con otra historia, que debería centrarme en "I´m a Cat" pero bueno soy de esas que cuando se inspira y escribe le gusta publicar y publicar. En fin este fic lo hice pensando en alguien especial, que siempre con sus comentarios me saca una sonrisa así que decidí hacerle este pequeño presente que espero que le guste. Aún no decido cuantos capítulos tendrá, ya veremos cuantos me salen.

Dedicado a: Stypamahotom, pues por ser capaz de leer y comentar cada dramione que escribo. Espero que este sea de tu agrado, la idea es algo extraña y retorcida, pero así son mis fics xD.

Advertencia: Pues contiene un lenguaje obsceno, capaz haya algo de OoC y debido al que rating es "M" se agradece que los sensibles a temas sexuales den media vuelta y revisen otros de mis fics. Gracias xD.

Disclaimer: Todo pertenece a J. K. Rowling. Excepto la idea de juntar a esta par y por supuesto la trama.


Cap. I

Su vida era perfecta. Tenía miles de galeones, era uno de los hombres más codiciados del mundo mágico y claro cómo olvidar aquello que lo identificaba en cualquier lugar: su apellido. Porque podía estar en cualquier recóndito sitio del mundo, pero al decir Draco Malfoy todos, y no exageraba, posaban su mirada en él.

Era algo que le agradecía a sus antepasados, a su padre y por supuesto a sí mismo, porque de no ser por él, el apellido se hubiera ido al caño, claro también a Merlín por mantenerlo con vida, y aunque odiaba admitirlo a Potter, por testificar a su favor y sacarle de un gran lío.

Quizás era por ese bendito huérfano, cuatro ojos y tarado que estaba ahí, calándose a un crío de dos años, que a su corta edad creía divertido arrugar su ropa, teniendo ganas de matarlo y suicidarse a la vez por haber ido a la fiesta.

¿Por qué puñeteramente había pensado que sería una buena idea?, vale, debía admitir que tal vez pensar no era lo suyo, posiblemente tanto tiempo rodeado de tarados como Crabbe y Goyle habían hecho mella en él. Después de todos muchas personas aseguraban que las malas compañías siempre dejan huella.

― ¡Oh, basta, Albus! ― es una mujer la que aparta al pequeño monstruo de sí.

Y se lo agradece, muy internamente, pero lo hace.

Ella lo mira y sonríe apenada por la actitud del pequeño. No es su hijo, pero lo siente como tal. Él simplemente hace un gesto, que parece más una mueca, tratando de restarle importancia al asunto. Y se siente estúpido. ¿Cómo ha podido caer tan bajo? ¿Restarle importancia a que el último descendiente Potter casi estropee su ropa? Definitivamente algo realmente malo le ha pasado a su sentido común.

― Lo lamento, Malfoy. ― se disculpa. Como si hubiera sido ella quién había tirado de su ropa hasta arrugarla.

Trata de sonreírle, pero al intentar mover sus labios estos se hacen pesados y sólo logra hacer una mueca, que está muy lejos de ser una sonrisa.

― Descuida. ― una sola palabra. Nunca le ha gustado malgastar su saliva y sin embargo esta vez siente que debió de haber dicho algo más sustancioso.

Se hace un largo silencio. En el que ella evita que el crio haga travesuras y en el que él la observa detenidamente. Es bonita, claro lo es si evita compararla con Daphne, Astoria o alguna otra chica que se halla follado, menos Pansy, de hecho aún no entiende cómo carajos se había acostado con semejante aberración. El color marrón de sus ojos es demasiado común y corriente, sin embargo hay algo en ellos que le gusta, no está muy seguro de qué, pero ese algo lo hipnotiza y atrae muchas veces.

Su cabello es un desastre, aunque ese día se nota el esfuerzo, todos los mechones están recogidos en un moño y sin embargo uno que otro mechón rebelde sobresale por los costados. Su cuerpo no es nada del otro mundo, pero hay algo en esas ligeras curvas, en esas piernas y en esos pequeños senos que le parece curioso, y siendo sincero no le molestaría para nada matar su curiosidad.

Ella no sólo se da cuenta de que él la mira detenidamente, sabe que la está analizando e incluso desnudando, allí frente a todos los invitados y se siente incómoda, pero por primera vez en su vida no sabe que decir o cómo actuar, así que se hace la desentendida y sigue evitando que Albus haga desastres.

― ¿Cómo está el ministro? ― le pregunta. Y se arrepiente. Es la pregunta más estúpida que ha podido formular en su vida.

Aunque tiene una buena razón, quiere hacerle conversación. No es que piense follarsela ni nada por el estilo, sólo que nunca ha sido muy fanático del silencio, prefiere decir una estupidez a mantener ese aire silencioso que comenzaba a espesarse.

― Bien. Justo ahora está en un congreso internacional, está a punto de crear un…― y deja de escucharla, mientras se concentra en el movimiento de sus labios.

Siente que su conciencia comienza a endurecer, escucha una alarma de advertencia, un "¡alerta roja!" retumba en su cabeza, y un fuego abrasador comienza a invadir su cuerpo. Se echa hacia atrás tratando de verse tranquilo, cuando en realidad está totalmente tenso, sí, con todas sus letras.

Es justo en ese incomodo momento que se reprocha por haber asistido a la dichosa fiesta. ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¿Cuándo coño dejaría de asociar todo con sexo? Aunque tenía que ser sincero y admitir que la castaña estaba lo suficientemente buena para un polvo.

¿Estás bien? ¿Te sucede algo? ― Escucha la voz preocupada de la chica. Y a sus oídos parece la voz más sensual del planeta. No sabe si alucina, pero cree escuchar cosas como "follame", "duro", "profundo" y un "¡Oh, sí! ¡Sigue dragón!".

Camina, no mejor dicho: corre hacía el baño. Hubiera preferido alojarse entre las piernas más cercanas, pero además de la castaña no hay material bueno que se merezcan una follada. Tal vez la comadreja menor, pero estaría firmando su sentencia de muerte ante Harry Potter.

Mientras su mano derecha le sirve de amiga, se imagina para qué cosas podría utilizar los labios de la castaña y tan sólo recrearlo en su mente le hace temblar de excitación. Definitivamente esa mañana en que Albus Severus Potter le ha arrugado su ropa, que casi se descubre el despertar de su amigo y que ha observado detenidamente las cualidades de la castaña, ha decidido que follarse a Hermione Granger es una de las cosas que hará esta semana.

Respira agitadamente, mientras acelera el ritmo de su toque, siente el orgasmo pronto a invadirlo y su cuerpo se vuelve espasmos, gruñidos y éxtasis. Es denigrante, realmente denigrante. Se siente un crio de trece años que se corre ante la vista de mujeres desnudas, observadas a través de un pequeño hueco en la pared o por medio de una ventana. Se siente un maldito muggle insatisfecho que se hace una paja gracias a una revista porno. Es denigrante, y estúpido haber llegado a ese extremo por culpa de una empollona.

Se arregla la ropa lo mejor posible, gracias a Albus está echa un desastre, sale del baño con su paso aristocrático y se dirige a la salida de aquel lugar, reprochándose internamente haber ido a la fiesta de cumpleaños del crio de Potter.

Y vuelve a reprocharse por haber aceptado la invitación del cuatro ojos.