"Trece Cielos."

Por B.B. Asmodeus.


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Fandom: Star Wars, Jedi Apprentice & Clone Wars (en toda presentación).

Resumen: Después de la Guerras Clónicas y de destruir a Darth Sidious, los escasos Maestros sobrevivientes luchan por reconstruir el Consejo de los Jedis, renovando sus reglas y tradiciones. Buscando por nuevos Iniciados alrededor de la Galaxia, Obi-Wan Kenobi encuentra a su destino personificado en Luke Lars.

Reto: Esta historia ya no puede cumplir con los requisitos establecidos para el Reto #1 del foro "Que la Fuerza te Acompañe", sin embargo, quiero dejar en claro que fue por la influencia de dicho foro que me regresó la inspiración. Así que, le doy crédito a quien le pertenece :). Gracias. En especial a Nessarose Black, la administradora.

Categoría: PG-13 por ahora. Pre-Slash. Het. Realidad Alterna (extremadamente). Romance, Acción/Aventura, Espionaje, Humor, Angst, Misterio.

Protagonistas/Parejas: Luke "Lars" Skywalker. Obi-Wan Kenobi. Qui-Gon Jinn. Padmé "Naberrie" Amidala. Leia "Organa" Skywalker. Eventual Obi-Wan/Qui-Gon y Luke/Han. Menciones de un pasado Padmé/Anakin.

(¡) Notas Importantes (¡):

i. Este fic es una reconstrucción de otro fic previo que tenía abandonado, "Kalimotxo." Ha sido modificado y moldeado con ideas nuevas, así como una trama rotundamente diferente.

ii. He hecho de las líneas del tiempo lo que se me ha dado la gana. Imaginen un universo alterno donde Anakin no fue "El Elegido," nacido una década anterior al tiempo establecido en "Episodio I." Obi-Wan y él son, más o menos, de la misma edad. También imaginen un universo alterno donde Obi-Wan no fue Padawan de Qui-Gon, y Anakin no fue Padawan de Obi-Wan. Imaginen que Luke (y Leia) nacieron justo en los inicios de las Guerras Clónicas, las cuales duraron diecisiete años. Este fic comienza, justamente, a tres años posteriores al final de la Guerra Clon, donde la Galaxia se encuentra en una transición de reconstrucción.

iii. He tomado prestado muchos elementos de la cultura Maya para la realización de este fic. El mismo título de este fic hace referencia a la concepción Maya que establece que existen 13 cielos, siendo la Tierra la última de éstas.

Disclaimer: Por último, Star Wars no me pertenece.


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Estaré esperando aquí

Por los próximos 100 años

Si todo deberá terminar esta noche

Sabré que valió la pena luchar

Y estaremos aquí, de pie

Por los próximos 100 años.

-Bon Jovi.

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13.

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Era una historia trágica la que envolvía el renovado estilo de vida del Planeta Oxlahun. Donde antes había existido lealtad indestructible, ahora era reservaba cuidadosamente. Donde antes su fe había sido su prioridad sobre sus propias vidas, ahora su religión se dividía poco a poco. En pocos años, se desvanecería completamente. Luke no podía culparlos, los ciudadanos habían entregado, y dedicado, sus metas a preservar y honorar su religión, representada en manos del sacerdote Xanatos DuCrion. En recompensa sólo habían obtenido sangre derramada, injustamente.

Sólo habían recibido una Guerra, del que todos habían querido escapar.

Luke había ignorado los detalles de la traición de Xanatos hacia su pueblo, hasta ahora. Hasta que el planeta Oxlahun se había convertido en su primera misión solitaria, como Caballero Jedi. Los reportes que su Maestro, y el Consejo le habían proveído, habían revelado más a fondo el impacto de la Guerra sobre la economía y seguridad de Oxlahun, a través de los siete años que habían contribuido, de los diecisiete en los que los Separatistas habían declarado la Guerra a los servidores de la Republica.

Sin embargo, ahora, la Guerra se había acabo. Se había convertido en historia. Nada más. La paz había estado perdurando por la Galaxia, ya por cerca de tres años y la cifra seguiría creciendo, sin importar las consecuencias. No paz sería corrompida, mientras los Jedis siguieran de pie.

Saber cuántas formas de vida habían sido esclavas de la angustia, no podía evitar despertar un poco de culpa en Luke, recordando como su vida en Tatooine había sido de lo más normal, siendo un simple y vulgar planeta de Hutts, olvidado por Jedis, Guerras y Siths. Su vida había sido el perfecto caparazón, casi aburrida, hasta el día en que su abuela Shmi había sido invitada a Naboo, después del tan esperado final a los ataques Separatistas.

Había sido un chico mundano, hasta que Luke Lars, de simples y mediocres diecisiete años, había conocido al Ex-General Jedi Obi-Wan Kenobi, para posteriormente convertirse en su inseparable aprendiz.

Había aprendido tantas cosas desde entonces, sin embargo. Luke hizo comunión con la Fuerza con una profunda inhalación, deshaciéndose de su culpa, con una llamada de serenidad a su mente. Desde que Obi-Wan lo había reclutado, Luke había brindado ayuda de la manera en que siempre había deseado. Había viajado a planetas, había conocidos a personas de diferentes especies, dolores y esperanzas. Luke había ofrecido su propio granito de arena, en la gran reconstrucción del Senado, y de la nueva Orden de los Jedis. Él mismo había sido parte del cambio, demostrando que las reglas debían ser re-escritas, y que enseñanzas debían evolucionar a una Nueva Era. Que no importaba la edad, para ser elegido por la Fuerza.

Luke no había sido el primer ejemplo, pero si había sido parte de los principiantes. No había sido fácil, pero para ello había contado con el apoyo incondicional de Obi-Wan. Ahora, Luke había cumplido su sueño. Era un Caballero, de pies a cabeza, tras sólo tres años como Aprendiz. Ciertamente, Luke estaba orgulloso de ello.

No mucho, claro, porque Luke admitía ser escaso con su ego. Obi-Wan le había aconsejado mantenerlo así. Demasiado orgullo, era peligroso para un Jedi.

La noche ya había caído, cuando la nave de Luke había aterrizado en la capital de Oxlahun, por primera vez. De inmediato había sido recibido por el embajador, llamado Per'se La-Bill, y el Maestro Mace Windu, quien tras cumplir con saludos de protocolo lo había guiado hasta el nuevo Templo, para mostrarle la habitación que sería su hogar por los siguientes seis meses.

"Wow." Había sido lo primero salido de sus labios, al ver la asombrosa vista del Templo, desde su transportador. Sí, claro, le había echado vistazos a los planos de la construcción de éste y de los otros nuevos Templos, pero nunca había sabido del toque final. Oxlahun era un planeta de sabor tropical, sabanas rodeando gran parte del planeta, con excepción de la capital y los tres pueblos cercanos. Fresco de noche, cálido de día. Sus cuatro lunas resplandeciendo como cuatro tonos del arco iris: amarillo, naranja, azul y púrpura. El Palacio Real se encontraba cerca del Templo, como el Senado del Consejo Jedi, en Coruscant. Dos aliados necesitando, y nutriéndose, uno del otro. Simbiosis en acción.

Mace Windu había parecido leer sus pensamientos. "La distancia no fue discutida, sino decidida en un parpadeo, sin quejas en contra. A pesar de las diferencias existentes entre el Rey Agu'Lis Ziz, y el representante del territorio Uaxak, Kazis'Lis Nan, ambas partes parecieron encontrar territorio en común, respecto a nuestra estancia en este planeta. Las negociaciones fueron rápidas, y tienes al Maestro Jinn para agradecérselo. Nadie pudo ser más empático a la causa de angustia de Agu'Lis y de Kazis'Lis, que él. Ganó su confianza en un santiamén."

Luke había frotado su mentón, reconociendo aquel nombre. "Pensé que había sido el maestro Yoda, el encargado de las negociaciones iniciales."

"Oficialmente." Una curva de la boca de Mace Windu se había elevado unos milímetros. "Qui-Gon, raramente, toma crédito de sus logros. Aunque, paradójicamente, sí toma crédito de los errores que no le incumbe atribuirse."

"Creo que mi Maestro me contó algo al respecto… Sobre el origen de Xanatos DuCrion, quiero decir."

"Hm. Ésos dos." Un bufido había escapado de la nariz del otro Jedi. "A veces, Kenobi y Jinn me recuerdan a dos coyotes, circulándose uno al otro, a través de los dos extremos de la Galaxia." Una pausa, luego el Maestro Windu había hecho un mueca. "Tal vez, puede que uno de éstos días, por fin hagan colisión."

Luke no había tenido idea de qué responder a aquello. Así que se había mantenido con la boca cerrada. Cansado, había obedecido las sugerencias de Windu, dirigiéndose directamente a su habitación asignada, con la certeza de que tendría el día siguiente, y muchos días más, para merodear en plan de turista por el Templo y la capital.

Después de la Guerra, Oxlahun se había separado en dos bandos: Uaxak, siendo los pueblos más alejados de la civilización. Habían sido criados allí desde el principio de su existencia. Eran tribus acostumbradas a vivir en la selvas de Oxlahun, lejos de la política, y siguiendo su propio estilo de vida. Por su parte, Uak, el otro bando, era territorio dominado por el Rey Agu'Lis Ziz. Consistía en (obviamente) la capital K'Lis y los dos pueblos más cercanos, A'Lis y D'Lis. El tercer, y más lejano pueblo, era de dónde provenía el representante del bando Uaxak. La disputa que involucraban a todos ellos… bueno, esa era la razón de la visita de Luke Lars. Su misión era convencer a ambos bandos de firmar un acuerdo de paz, entre ambos territorios. Luke tenía que convencerlos de llegar a una solución, que satisficiera al planeta entero.

No, para ser su primera misión, no era una fácil.

"¡Xanatos nos traicionó a todos! ¿Cómo puede ser, que quieran seguir practicando la religión que nos llevó a la vil perdición?"

"¡Nuestra religión ha existido desde milenios antes de que Xanatos DuCrion, tan siquiera, naciera! Sí, ese sacerdote nos manipuló fácilmente pero, ¡esa no es justificación para darle la espalda a nuestras creencias! El Asa'Lis nos ha guiado desde el inicio de nuestra existencia—Te guio a ti, Agu'Lis, hasta donde te encuentras hoy. Sin el Asa'Lis—"

"—¡Este mundo nunca hubiera sido destruido y ultrajado por Lord Sidious! Aquella religión nos cegó, nos debilitó, nos convirtió en completos estúpidos—"

"No culpes el Asa'Lis por los errores de tu gente."

Eso calló cualquier respuesta que hubiera salido del Rey. Luke Lars contó, lentamente, hasta diez.

Esta era la junta para la que había madrugado.

Y estaba destinada a causarle una de las más horrorosas jaquecas, jamás existentes. De reojo, Luke también apreció los intentos de Mace Windu, por no romper su cordura, ante las infantiles riñas. Ambos bandos tenían puntos válidos, Luke lo admitía. Pero, les costaba tanto aceptarlos mutuamente, y hacer algo (útil) con ellos.

Bueno, para eso el Jedi estaba aquí, ¿no?

Luke aclaró su garganta. Eso bastó para captar la atención de los miembros. "Rey Agu'Lis Ziz y Representante Kazis'Lis Nan, ambos defienden sus ideas con sabiduría. Su majestad, tiene la razón al señalar que la Religión Asa'Lis fue la principal causante de su caída y de la invasión de Grupos Separatistas guiados por Lord Sidious. Sin embargo, la religión se puede culpar hasta cierto punto. Cada uno de ustedes cuenta con una mente propia. Fueron capaces de hacer sus propias decisiones, y guardar sus propias ideas. Trágicamente, esas decisiones no fueron las correctas, pero nadie es perfecto. No estamos aquí para juzgarnos unos a otros. No fueron estúpidos. Fueron abusados. Justo como otros pueblos, que existen dentro de millones de otras culturas, alrededor de esta Galaxia. Deben dejar ir el pasado, y pensar que hacer con esta segunda oportunidad que se les ha dado. Dejen de pelear, la Guerra ha terminado. Se los pido, por el bienestar de tus habitantes."

Silencio.

Luke aceptó el vaso con agua, ofrecido por el Maestro Windu. El hombre no estaba exactamente sonriendo, pero algo parecido a aprobación, brillaba en su mirada. Ambos esperaron, pacientes, para que el significado del discurso diera su efecto.

El Rey lucía algo pálido, su ceño fruncido. Estaba sentado rígidamente, mientras que el Representante Kazis'Lis Nan, parecía sentirse culpable por todo lo salido de su boca.

Ambos eran muy jóvenes para la carga que sus hombros soportaban, pero lamentablemente eran los más preparados de todo el planeta Oxlahun, elegidos delicadamente entre millones. La raza Oxlahun era similar a una humana, sólo con la excepción de sus facciones limitarse a ser morenas. No otra diversidad. Muchas especulaciones existían con respecto a las facultades psíquicas, que se decían los Oxlahunes poseían. Nada había sido nunca confirmado concretamente, y para opinión de Luke, el Rey indicaba no poseer habilidades extrasensoriales, o esta reunión hubiera acabado desde horas antes.

Por lo poco que Luke había investigado, la apariencia física de la raza era distinguida más rápidamente por sus cabellos—que siempre eran y serían—negros azabaches. Lo mismo se podía decir de sus ojos, con algunos casos especiales de ojos violetas, o hasta azules, como zafiros. La textura de sus cabellos variaba entre lacio y volátil, o grueso ondulado, casi tridimensional. Era una raza muy hermosa, Luke tenía que admitir. Hermosa en exterior e interior.

Antes de las Guerras y la traición de su sacerdote Xanatos DuCrion, su religión había sido alabada, respetada y hasta envidiada. La naturaleza de sus fabulosas selvas siempre les había robado el aliento a los Jedis, que a través de los años, habían visitado, nunca antes sintiéndose tan conectados con la Fuerza Viviente como en este planeta. Luke tenía la certeza, que el Templo de esta región, sería uno de los mejores.

Bastaba sólo recalcar la presencia del Maestro Windu, a mando de éste.

Luke se preguntaba, en ocasiones, sobre cuándo su propio Maestro sería asignado a cargo de uno de los Templos. Aunque a algunos todavía les faltaba tiempo para estar listos, Luke sabía de al menos cinco, incluidos el de Naboo y el de Alderaan, que esperaban ansiosos por alguien para dirigirlos, prudentemente. Hasta ahora, Luke no había conocido a un Jedi tan devoto como Obi-Wan Kenobi. Devoto a su trabajo, a sus creencias, a su misión… y en especial, a sus seres queridos. El Maestro Jedi era perfecto para el papel de mentor.

"Admito que usted también habla con sabiduría, Caballero Jedi." La admisión del Rey lo convirtió en el foco de atención. Luke compartió una mirada fija con el soberado, no mostrando cualquier pista de intimidación. Luego, el Rey trasladó su concentración a su derecha, donde el Representante Kazis'Lis Nan esperaba. "También admito que gran parte de mis victorias fueron logradas con ayuda del Asa'Lis. Pero… Representante Kazis'Lis Nan, los tiempos han cambiado. Debemos—El planeta Oxlahun debe evolucionar, en todos los aspectos." El Rey guardó silencio, su mano encontrando el camino a su mentón. El hombre suspiró. "Está bien… Me rindo… Aceptaré la religión de vuelta, pero sólo si su bando se somete a modificaciones, que debemos de aplicar a la Doctrina del Asa'Lis. Algunas lecciones deben ser, eh, no eliminadas—"

"Pero, corregidas." El Representante terminó la frase, una satisfecha sonrisa partiendo su rostro, como la luz regresando a las penumbras de Oxlahun. Luke sonrió por sus adentros, el alivio casi elevándolo a los cielos. "Acepto, con la condición de ser cada párrafo de la Doctrina revisado con extremo cuidado, entre ambos bandos, tomando las decisiones juntos de qué debe ser oprimido, y qué no."

Mace Windu recargó sus codos en la mesa de conferencias. "Muy bien, entonces. Si ambos lados, por fin, han decidido trabajar juntos, sugiero que el siguiente paso sea firmar el acuerdo de Paz."

El Rey y el Representante compartieron una larga mirada en silencio, para luego voltear a ver a Windu y Lars. Como Obi-Wan solía decir, Luke tuvo un mal presentimiento. "Haremos eso, pero primero se debe efectuar un Ritual que le dé finalidad a este horrible capítulo de nuestra historia." Kazis'Lis Nan respondió.

Oh, no. Rituales. Su Maestro le había advertido sobre ellos.

"¿Ritual? ¿Qué clase de ritual?" Luke cuestionó de inmediato, su máscara de estoicismo Jedi sufriendo una baja. No le agradó sentirse en la oscuridad de la conversación. Algo estaba siendo ocultado, por ambos lados. Algo clave dentro de esta disputa. Hasta Mace Windu lucía perturbado por el cambio de planes.

"Caballero Lars, rogamos por su paciencia y por su confianza. El Representante y yo nos encargaremos de los arreglos—"

"Esperen un segundo, no hay tiempo para juegos, o rituales especiales—"

"Este Ritual es lejos de ser un juego, con todo el respeto, Maestro Windu." El Rey se puso de pie, observando a ambos Jedis por debajo de su nariz puntiaguda. "El Planeta necesita dejar el pasado atrás, como usted nos ha aconsejado, para eso les rogamos su apoyo. Al terminar con esta tradición, tienen nuestra palabra de firmar el Acuerdo de Paz entre Uaxak y Uak."

¿Qué otra opción tenía Luke, más que aceptar?

Suspirando con derrota, Lars jaló parte de sus mechones laterales, recordando todas aquellas anécdotas de Kenobi, que podrían serle de utilidad. "Sólo díganme una cosa: este ritual… ¿no involucra orgías, verdad?"


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Tres Años Antes: Planeta Naboo.

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"¿Está perdido, joven?"

Deliciosas ráfagas de calor entraron por la ventana, danzando alegremente, por haber sido bienvenidas. Todo había estado bañado en penumbras, cuando el muchacho curioso había entrado por las puertas. Puertas que, según rumores de la servidumbre, tenían más de cinco años siendo prohibidas de abrirse. Cierto olor a humedad le había recibido, acompañado de otro aroma especial. Un aroma extinto por estos alrededores de la Galaxia: el aroma a Libros.

No datapads o holovids. Libros de verdad, hechos con hojas de papel, con cubiertas de diferentes pieles, algunas especiales, otras no.

"¿Joven Luke?"

El chillido impaciente de la Doncella causó un movimiento brusco en la palma de Luke, su dedo índice siendo rozado por la delgada esquina de una de las páginas. El chico mordió su labio inferior, mientras inspeccionaba un hilo de sangre descubriendo su camino hacia la superficie. Tal vez la guerra hubiera sido ganada, más fácil, cortando cabezas con estas cosas…

Un risita proveniente de la Doncella, le hizo darse cuenta que acababa de darle vida en voz alta, a sus pensamientos. Luke dejó caer el libro, atrayendo su dedo herido a sus labios. Después de un par de horas de haber sido la Biblioteca refrescada, el olor ya no era tan intenso, sólo una fina capa de fragancia. Luke, casi, lo extrañaba.

"No, estoy bien… Mm. Padmé, ¿verdad?"

La damisela asintió, el gorro de su túnica Real cayendo un poco hacia adelante. Luke sonrió, sabiendo que la Doncella había sido asignada a vigilarlo, sin él necesariamente tener que saberlo. A Luke más le valía pulir los modales, que tan estrictamente, le habían sido enseñados por su abuela. "Bueno, sólo exploraba y encontré esta vieja biblioteca. Me disculpo si fue un acto de vandalismo para tus ojos, o los de la Reina—"

"No se preocupe. Es cierto que ésta ala del Palacio, fue cerrada desde que las Guerras Clónicas comenzaron. Pero, ya todo ha terminado. No hay razón para seguir escondiendo este lugar en las tinieblas. La educación de nuestro pueblo pronto volverá a necesitar de estos escritos, para usarlas de base."

Luke guio sus pasos alrededor del estante que había magnetizado su atención, regresando el libro a su lugar de origen. "Me alegra escuchar eso, sería una verdadera lástima olvidarse de este lugar."

"… ¿Señor Luke?"

"¿Si?"

"Tengo órdenes de Shmi Lars para llevarlo al comedor. La cena será pronto servida."

Luke volvió a sonreír, esta vez el gesto proviniendo directamente de su corazón. Su estómago gruñó, adicionalmente, expresando su agradecimiento. Vaya, ¡ahí iban sus modales! Luke deseó por que el suelo se abriera, y se lo tragara por completo, sus mejillas colorándose con venganza. Padmé, sin embargo, rio de nuevo. El brillo gentil en su mirada sedujo a Luke, para no bajar su mirada al suelo, víctima a su cómica humillación.

Esta mujer le parecía, extrañamente, conocida… Pero, Luke dudaba que Padmé, alguna vez, hubiera visitado Tatooine. Se desprendía una suavidad de la Doncella, que Luke no podía ubicar bajo la aspereza de los desiertos de su planeta natal.

"Sígame, por favor. Lo llevaré al Comedor, justo a tiempo." Padmé re-abrió los portones con una sorpresiva ímpetu, demostrando que no era una simple encargada del maquillaje de la Reina. Luke le echó un último vistazo a la Biblioteca antes de seguirla, un nostálgico suspiro escapando de sus labios. Los hechos, que drásticamente habían cambiado su vida en las últimas horas, todavía estando frescas en su memoria.

Toda esta situación –todavía- se sentía como un sueño. De todos los lugares a los que Luke se había imaginado vivir en un futuro, el Palacio Real de Naboo ni siquiera había sido imaginado en su lista. ¡Oh, vaya que no!

Con cada paso, se fue alejando más del único lugar que le había estado ofreciendo paz a su mente. Ahora, su incertidumbre regresaba con insistencia. Luke sintió un nudo en su garganta, observando las faldas de satín de Padmé danzar, con el movimiento de sus caderas.

Luke suspiró.

No le gustaban las intrigas.

No le gustaba sentirse fuera de lugar, sin tener el panorama completo de una situación. Sin embargo, Luke estaba consciente de que estaba siendo engañado, inadvertidamente o no, por el último miembro de la única familia que Luke había conocido. Y eso lo dejaba sin la capacidad de confiar totalmente en alguien, en todo el maldito planeta. Luke aún permanecía en perpetua incredulidad, ante la excusa que su abuela le había ofrecido. Aquella historia, ¿sobre cómo una prima lejana de Shmi Lars, había averiguado de su estancia en Tatooine, y como la buena samaritana que era, le había ofrecido venirse a vivir a Naboo, prometiéndole una mejor vida? Sonaba a cuento fantástico. Y si la historia, por sí sola, no fuera tan perfecta ya, la prima de su abuela había resultado, ser nada más y nada menos, que una Doncella del Palacio Real. ¡Oh, pero que oportuno!

Luke… estaba renuente a creerse toda esa fábula. Había razones—razones verdaderas—sobre su súbito traslado, y Shmi las estaba ocultado. ¿Por qué? Luke no tenía idea.

Aunque, Luke sí tenía que admitirlo: existía gran parecido entre Shmi y Padmé. Quizás el vínculo de sangre entre ésas dos, no era tanto producto de farsas. Ambas eran dueñas de gentiles sonrisas, y miradas dignas de confianza. El par tenía el don de discreción hecho un arte. Y, a nivel estético, pesar de la diferencia de edad, ambas eran rivales en belleza.

Ambas, también, tenían ciertos rasgos manipuladores en sus personalidades. Luke las había detectado sin mucho problema.

Ambas, solían quedarse mirando a Luke fijamente, con una profunda tristeza, cuando creían que él no prestaba atención.

El sonido de copas siendo resonadas, de tenedores y cuchillos en contacto con las vajillas, hizo tremendo eco por toda la habitación. El atardecer se reflejaba en el mármol del piso, tan bellamente, que te robaba el aliento. Risas desprendiéndose con alivio, al por fin saber que la paz había sido reconquistada por la Galaxia, servían para calmar el palpitar del pecho de Luke, quien no estaba acostumbrado a cenar con tanta gente. Mucho menos con políticos, y miembros de la Realeza.

Shmi tomó su mano, brevemente, bajo la mesa. Como era su costumbre, ofreciendo apoyo en silencio, pero sin interrumpir su plática con la Reina. Parecían llevarse muy bien. Luke tomó una profunda bocanada de aire, preparándose para interactuar con todos aquellos extraños. Le permitió a sus ojos viajar por los diversos ocupantes del banquete. El Senador Organa fue el primero capturado por su mirada. Luke sonrió, automáticamente. El hombre había acompañado a la Reina, cuando ésta les había dado la bienvenida a su abuela y a él, poco después de su nave haber aterrizado en Naboo. El Senador había actuado con expresión seria durante el encuentro, pero había ofrecido una sonrisa solamente dedicada a Luke, cuando Shmi y Amidala se habían aventurado más al frente de ambos, en el camino al Palacio.

"Si necesitas ayuda, siéntete libre de preguntarme cualquier cosa." Le había asegurado, con una voz serena y tan paternal, que Luke nunca había conocido en su vida, previamente. Aturdido, Luke había asentido, completamente, hambriento por ese apoyo masculino, que se le había prometido.

Antes que el Senador se diera cuenta de estar siendo vigilado, Luke cambió su atención a la mesa arreglada lejos de la suya. Era la reservada para las Doncellas de la Reina. Luke se sintió confundido, al buscar la silueta de Padmé, y no encontrarla por ningún lado…

… De repente, tan rápido como había llegado su apetito, éste lo abandonó.

Se preguntó si era posible irse del banquete, en estos momentos. ¿Se consideraría grosero? Probablemente. Luke corrió una de sus manos por sus cabellos, por alguna razón desconocida, su corazón susurrándole que saliera del lugar—sin importar las consecuencias. Una intangible presencia, en su mente, comenzó a balbucear con urgencia. Le repitió que no pertenecía entre esta gente, entre estas personas, entre esta tribu.

Luke no pertenecía, ni siquiera, a lado de su abuela. Ya no.

Como sí sus ruegos por escapar hubieran sido escuchados, la Reina Amidala pidió su atención con un delicado movimiento de su mano. "¿Pasa algo malo, joven Lars?" Su cuestión fue sutil, obviamente, no deseando atraer atención innecesaria de los demás invitados.

Luke sonrió, apenado. "Lo siento, su alteza. Pero, parece que me siento más cansado por el viaje de lo que imaginé."

La Reina asintió. "No se diga más. Es libre de dirigirse a su habitación a descansar, si lo desea."

Luke trató de no mostrar, tan cínicamente, su alivio. Sospechaba que estaba fallando. "Se lo agradezco, su alteza." Se levantó, lentamente. Presionó el hombro de su abuela en despedida, y se marchó, sin mirar atrás. Los guardias le dieron el paso sin preámbulos, y en instantes, Luke se encontró completamente solo en medio del oscuro pasillo, libre de las ansiedades que lo había obligado a huir.

"… ¿Ahora qué?" La verdad, no estaba cansado. Luke cerró sus ojos, respirando profundo. Estaba conmocionado. Estaba confundido. Su mundo había sido batido. Ya no tenía idea de lo que iba a hacer, o si sus metas eran las mismas. Sí, estaba contento con las nuevas posibilidades presentadas frente a él, pero entonces, ¿por qué su corazón le afirmaba, con decepción, que entre ellas no se encontraba lo que Luke en realidad deseaba?

¿Dónde encontraría lo que deseaba?

Luke parpadeó, saliendo del trance, que al parecer lo había guiado de regreso a la Biblioteca. Su entrecejo se frunció, una sensación electrizante recorriendo su cuerpo. Una sensación fantasma que le contaba sobre algo nuevo, e inesperado. Algo… Alguien. Alguien lo estaba esperando, detrás de aquellas puertas semi-abiertas.

Alguien, ¿qué le mostraría lo que tanto necesitaba saber…?

Lo primero que divisó al entrar, fue una bota. Luke se adentró más, y se dio cuenta que la bota descansaba sobre el escritorio, que Luke hacía poco, había estado usando. Una pila de libros en el piso le impidió el paso, y tras armarse de valor, por fin levantó su mirada hacia el invasor de su nuevo santuario.

Si ojos pudieran sonreír, los luceros cobaltos frente a él, lo habrían estado haciendo. Rostro pálido pero, brillando a la luz de las lámparas, como una luna recién descubierta entre la noche. Manos entrelazadas yacían en un regazo de vestimentas crema. Cabellos rojizos, peculiarmente mezclados, con mechones dorados que Luke nunca antes había visto en otro ser humano—Aunque, bueno, en Tatooine no había existido mucha población humana.

Se escuchó una garganta, carraspeando sutilmente.

Como era ya su maldición, Luke sintió la temperatura subir en su rostro de inmediato, percatándose que había estado observando a su compañía, indiscriminadamente, por el transcurso de los últimos minutos. Abrió su boca para disculparse…

"Tú debes ser Luke."

Oh.

Que voz.

Con cuatro frases, Luke pudo valorar su candidez. Su generosidad. Y con un acento, que parecía coincidir a la perfección, con todo los demás elementos consumando la naturaleza de aquel hombre.

"Sí, señor."

El hombre misterioso asintió, con una sonrisa contagiosa. Los primeros rasgos de una barba adornaban su mentón, y las alturas de sus mejillas. "Ah."

El sujeto se puso de pie y Luke sintió su mentón tocar el suelo, sus ojos queriendo salirle de su rostro. Luke conocía ese tipo de ropas, ese uniforme, que sólo ciertos individuos tenían el privilegio de—

"Eres un Jedi."

La respuesta se manifestó por medio de una ceja levantada. "Posees buenos instintos, Luke."

Luke se sintió un poco acorralado ante el cumplido. Durante su infancia había escuchado muchas historias sobre las hazañas de los Caballeros Jedis. Unas buenas, otras malas, y otras que lo habían dejado en algunas noches, sin dormir. Y ahora, tenía a un Jedi enfrente, viviente, respirando, atrozmente humano y vulnerable—Wow. Luke sufrió dificultades para procesar lo que le estaba sucediendo.

"Calma, calma, jovencito." Donando otra onza de miel en su tenor, el extraño elevó sus palmas en señal de paz. "Estás a segundos de comenzar a hiperventilar, ¿cierto? No merezco tanta emoción, créeme. Respira profundo."

"Lo siento, es que no sé—No tenía idea que encontraría la Biblioteca ocupada. No fue mi intención interrumpirlo, Señor Jedi."

"No lo hiciste, así que no hay lugar para disculparse." La nariz del Caballero se retorció como una de aquellas ardillas que Luke había conocido en los jardines del palacio. "Y nada de Señor Jedi. Obi-Wan basta."

Obi-Wan.

Los susurros retornaron.

Obi-WanObi-WanObi-Wan—comenzaron su balada mágica, de nueva cuenta. Luke sobó su frente, abrumado. Confundido, y con muy poca paciencia. ¿Qué diantres estaba ocurriendo? Era como… como… una fuerza. Una fuerza tomando control de sus pensamientos, de su percepción, de sus sentimientos.

Una Fuerza, que lo jalaba a la órbita de este hombre. Obi-Wan.

"Sé que lo que estás sintiendo."

Luke bufó por su nariz. "Lo dudo."

"Hablo en serio." Su mirada clara se entrelazó con la de Luke, enganchándolo con su intensidad. "Tan siquiera hace un par de días me encontraba a dos planetas de distancia de aquí. Pero, lo que tú estás percibiendo—esta soga que te está deslizando a un rumbo desconocido—También está atado a mí, Luke. Es lo que me ha traído a Naboo, a toda prisa. Es lo que me indicó que esperara aquí." Había un resplandor de desesperación en la expresión del Jedi. Conforme su confesión fue compartida, la distancia entre los había estado disminuyendo. Luke no tenía otra alternativa, más que enfocar su atención en Obi-Wan. En el mensaje oculto de sus ojos claros. "Que esperara por ti."

"Es por usted que terminé de camino de regreso a la biblioteca." Luke llegó a su propia conclusión. "Pero, ¿cómo puede ser posible? Esta soga, de la que habla—"

"Es la Fuerza." Una sonrisa fue añadida en la corrección. "Es llamada la Fuerza, Luke. Es la energía que nos hace Jedis."

Un cosquilleo le erizó la piel a Luke. Estiró sus manos, separando sus dedos, para examinarlos con sus propios ojos críticos. Ahora que parecía ser nombrada, la sensación extraña—Fuerza—Parecía vibrar, para hacerse conocer. "La… siento."

Obi-Wan inclinó su mentón en complicidad, sus propios ojos haciendo una inspección de las palmas bronceadas. "Eres un fuerte recipiente de ella. Hazme un favor, Luke."

Luke parpadeó. Titubeó por un momento. "¿Qué clase de favor?"

La cabeza de Obi-Wan se sacudió ligeramente, para librarse de su fleco caído. Más que aparentar ofensa, el Jedi emanó humor, ante el reto impuesto. "Haremos un pequeño ejercicio. Te ayudará a comprender lo que la Fuerza trata de comunicarte. No te lastimaré, te lo prometo. Cierra tus ojos."

-Bueno, ¿qué más da? Lo que quiero son respuestas. Luke suspiró. Dejó que sus párpados cayeran, colocando su confianza en el instructor. Un sonido satisfecho pudo ser oído de la boca del Jedi, ante su cooperación.

El silencio se estiró.

Luego, Luke sintió, más que escuchar, la voz del Jedi al roce de su oído. "Excelente. Ahora, Luke, quiero que te relajes. Respira hondo y mantén el aire por cuatro segundos, ¿está bien?"

Terciopelo. De eso, era en lo que la voz de Obi-Wan, consistía. Era convincente, pero apacible. Aristocrática. Exótica. Sabia. Radicalmente diferente al Senador Organa. Obi-Wan era luz neta. Luke esperaba no terminar quemado por ella. "No, no. Estás divagando, Luke. Olvídate de mí, de que estoy aquí. Hazlo otra vez y no pienses en nada. Abre los ojos de tu alma."

Respirar. De acuerdo.

Inhalar.

1. 2.

3. 4.

Exhalar.

"Bien hasta ahí. Ahora, imagina un círculo. Brillante. Del tamaño que desees."

Un círculo, tan grande como la pelota con la que Luke solía jugar cuando era niño. Justamente del tamaño de su mano. Primero lució en su mente plana, y sin vida. Después la cambió de color, un tono verde comenzando a brillar, como el Jedi había dicho. No fue hasta que Luke sintió una gota de sudor acariciar la punta de su nariz, que se dio cuenta de que tan alta la temperatura se había convertido.

"No te desconcentres... Respira, Luke. ¿Cómo se siente ese círculo?"

¿Sentir? Pero, sí. Ahora que lo mencionaba, Luke comenzó a percibir algo de la figura. Concentrándose más, Luke engrandeció el círculo, con la idea de acercarlo más a su presencia. El verde destellante iluminaba centímetro a centímetro, cada rincón de su mente inexplorado, hasta que el color fue lo único en su territorio de conciencia. Luke se sintió, entonces, liviano. Como nunca antes en su vida. Y… triste. No sabía por qué. Pero, allí estaba. Pulsando con su propio palpitar. Era una tristeza intensa. Solitaria. Como si hubiera perdido una parte de su alma. Se sentía incompleto—Fue entonces, que el verde de la esfera abstracta comenzó a estremecerse, a realizar un sonido similar al de motores. Motores que Luke había arreglado en el pasado, para los transportadores de su abuela, tantas veces.

Sólo que este zumbido resultó ser más suave, más relajante, y Luke fue hipnotizado. Sintió como si tal sonido, lo conociera de toda su vida.

Repentinamente, fue expulsado. De su propia mente. Así de simple.

Luke abrió sus ojos, sus fuerzas yéndose como fugas, exprimidas de su cuerpo. Y vagamente, Luke pensó en que ojalá el piso tuviera alfombra.

Nunca tocó el suelo.

Alguien lo había alcanzado en su descenso, y era muy cálido. Y triste. Incompleto. Estaba acariciando sus cabellos, susurrando rezos que Luke no entendía. Abrió sus ojos de nuevo—¿Cuándo los había cerrado?—y Obi-Wan Kenobi le recibió. Justo ahí, rodeándolo con su brazo. Sonriéndole.

-Esperen un minuto. "Kenobi—¿Cómo sé qué el resto de tu nombre es Kenobi?" Y que Obi-Wan no era solamente un Jedi, sino un Ex-General. Y que había presenciado tantas muertes durante las Guerras Clónicas, tanto de sus compatriotas así como de inocentes, que el hombre había estado resignado, a vivir el resto de su existencia, solo.

O por lo menos, eso había pensado, hasta que había sido traído a Naboo. Antes de que conociera a Luke Lars.

El semblante sereno y dichoso de Obi-Wan Kenobi no cambió, con excepción de su voz, la cual adoptó un tono más firme. Solemne. "Porque es la voluntad de la Fuerza, Padawan."


[+]+[+]+[+]


Luke maldijo con su influencia de Hutt, casi inconscientemente, al caer al piso por quinta ocasión. El casco rodó cerca de sus piernas, el mango de su lighsaber todavía en su puño.

"Otra vez." Llegó la orden, también, por quinta ocasión.

Obi-Wan no le permitió a su humor manifestarse, al presenciar los ojos de su aprendiz girar con impaciencia, y sus labios dibujarse en un puchero. Había aprendido que Luke estaba muy sintonizado con el lenguaje corporal de su Maestro, y eso era hacer trampa, en la bitácora de Obi-Wan. Precisamente en ese momento, sabiendo que sus trucos no estaban surgiendo efecto, Luke no perdió más tiempo y cubrió su cabeza con el viejo casco de piloto, vencido.

"Concéntrate, Luke. Recuerda lo que te dije... siente la Fuerza guiar tus sentidos."

Luke asintió, o eso creyó Obi-Wan. No era muy claro con el gran casco.

Silencio, con excepción del zumbido de la espada láser encendida en las manos del adolescente, fue lo que reinó el área por los próximos minutos. El droide esférico, usado en entrenamientos, atacó a Luke dos veces con su láser, en el lapso de quince minutos. Para la sorpresa de Obi-Wan, Luke logró esquivar el segundo y tercer ataque. Para el quinto y sexto ataque, el cuerpo de Luke pareció reaccionar por su cuenta, danzando un tango para el cual había nacido realizar. Los ojos de Obi-Wan se hechizaron con el aura que comenzó a rodear la silueta de Luke. No disimilar a halos, compuesto puramente de energía—las energías de la Fuerza, alimentándolo. Con una concentración, que Obi-Wan sólo había presenciado en el Maestro Yoda, en ocasiones especiales.

Tan profundo en su trance estaba el Maestro, que no fue hasta que sintió los dedos de Luke tomando su brazo, que el peso del mundo real se sentó en sus hombros de nuevo. "¡Lo logré, Obi-Wan! ¡Lo sentí!.. ¡Pude manipular la Fuerza por mi cuenta!" Anunció el joven, con una vehemencia que no dejaba lugar para dudas. Obi-Wan, finalmente, se dio permiso para sonreír, y para también dejar un poco de orgullo, llenar su corazón.

"Sabía que lo lograrías, Luke." Por primera vez en años, sus impulsos ganaron la batalla con su disciplina. Una de las manos de Obi-Wan revolvió aquellos mechones rubios, en un sencillo gesto de afecto. La sonrisa de su Padawan creció aún más, mientras limpiaba el sudor de su frente con su manga.

Obi-Wan frunció su ceño. "Déjame ver esas quemaduras... ¿duelen todavía?"

"Nah… fueron sólo rasguños." Luke respondió, observando a Obi-Wan inspeccionar ambos de sus brazos con gentiles, y cuidadosos, palpes.

"Mmm, de todas maneras, ve a tomarte una ducha, y después llámame para desinfectarlas con un poco de bacta, ¿está bien?"

"Sí, Maestro." Luke asintió, regresando su lighsaber a su lugar de origen. Procedió a acomodar el droide, y el casco, en la banca de la arena construida hacía unos días, por el propio Obi-Wan. Con una última sonrisa, Luke se marchó, todavía extasiado con su más nuevo logro.

"Y satisfecho, tú también sentirte, deberías."

Obi-Wan cerró sus ojos, al escuchar la voz a sus espaldas. Alivio llegó a su ser, como una fresca ráfaga de viento. De repente, ya no se sintió tan a la deriva entre medio de toda esta locura. "¡Maestro! ¿Se puede saber qué hace aquí?" Al voltear, ambos maestros se apresuraron, para encontrarse a la mitad de camino. El jardín era inmenso.

"¡Mmmhp! Feliz de verme, ¿tú no estás?"

"¡Claro que sí! Maestro, sabe que sí. Es sólo que me sorprende que esté visitando Naboo. Creí que estaba de tour por el otro lado de la Galaxia—"

"Preocuparte mucho, tu hacerlo. Dudar de mis decisiones, debes aprender a no hacerlo... A otro Maestro tú recordarme."

"Lo lamento, Maestro Yoda. Sabe que nunca es mi intención ser irritable. Me viene de manera natural." Obi-Wan se dejó caer en el pasto, cruzando sus piernas. Un profundo suspiro salió de su boca. Al escucharlo, Yoda hizo una mueca de disgusto, y desaprobación.

"Esperar mucho de ti mismo, debes dejar de hacer. Ni con todo el doble trabajo que obligues a tu persona realizar, más Iniciados tu encontrarás. ¡Paciencia, Maestro Kenobi, paciencia! Con calma, el rumbo de las cosas debe ir. Aún, si más Fuerza-Sensitivos descubrir, con tantos Maestros nosotros, ya no contar. Concentrarnos, en los que en nuestras manos por el momento, están."

Obi-Wan recargó sus codos en sus muslos, su rostro pálido escondiéndose en las palmas de sus manos. Fue el turno de Yoda para suspirar, y bajar sus orejas. Esperó con paciencia, leal a su lección, sin duda, hasta que la sabiduría de sus consejos hiciera verdadero efecto en el Jedi frente a él.

"Gracias, Maestro. Por venir. Por tratar de clavar sensatez en mí, a regaños." Obi-Wan acarició su barba, pensativo. "Como en los viejos tiempos, ¿cierto? Sin embargo, es tan duro… Y nunca en mi vida había tenido un Padawan. Nunca imaginé que este momento llegaría en mi trayectoria como Jedi."

"Solo, en esta difícil misión, no lo estás. Nunca lo estarás."

Obi-Wan levantó su rostro, el significado de tal promesa, calando hondo en su alma. "Gracias." Repitió, su voz adaptando sincera gratitud. La Fuerza pareció exhalar, en adición, relajándose alrededor de los Maestros. Sus miradas se conectaron durante una pauta, sentimientos y pensamientos intercambiándose, sin la necesidad de hablar. Finalmente, Yoda sonrió.

"Y bien, ¿dónde tu nuevo aprendiz estar?"

Obi-Wan colocó sus manos detrás de sí, y dejó su cuerpo caer hacia atrás, libremente. "Luke se encuentra aseándose, después de otra lección bien aprendida. Su progreso es… impresionante. Su manejo de la Fuerza, cada vez, es más notorio. Algo extraordinario, si se pone a pensar que ésta es tan sólo la segunda semana como Padawan."

Yoda asintió lentamente, procesando la información. "Leia Organa, recién convertida en Dama Jedi fue, hace tres días."

"¿Organa? Ah, la hija de Bail. Mmm, era aprendiz del Maestro… Jinn, ¿cierto?" A pesar del tinte casual que Obi-Wan inyectó, su memoria fue eficaz en localizar a Qui-Gon Jinn en su radar. No había manera que uno lograra olvidar al Maestro que te había rechazado por primera vez. Posteriormente, durante los tiempos de guerra, Jinn y él habían cruzado caminos en una docena de misiones, pero siempre habían mantenido su distancia. Su pasado agridulce nunca había sido mencionado. Habían trabajado bien juntos, pero les había costado en un inicio, sincronizarse. Obi-Wan Kenobi resultaba ser demasiado recto, para los gustos de Qui-Gon Jinn.

"Así es. Palo de tal astilla, ese par ser, oh sí. Leia de inmediato a Alderaan, ser mandada, a unirse a la Misión con el Maestro Casy As-Nani. Yo, en mi camino a Oxlahun, estar también. Noticias de existir Fuerza-sensitivos en ese planeta, llegaron al Consejo. Mi ayuda, Mace Windu necesitar."

"Esas sí, que son buenas noticias. Hablando de ese lugar, ¿cómo van las negociaciones para la construcción del tercer Templo allí? Nunca he visitado ese planeta, pero he leído que sus creencias religiosas son muy estrictas, y que pocos de sus habitantes se han unido a la Orden para servir como Jedis."

"Cambiar muchos aspectos, la Guerra, alrededor de la Galaxia ser causante. Buscar por la orientación del Consejo, ahora ellos lo hacen, ansiosos. Ser tomados por sorpresa, ellos no desean que se repita. Ciegos por sus religiones por décadas, ellos un precio alto pagaron con los ataques de los Separatistas, guiados por la misma mano de su más alabado Sacerdote. Reforzar la seguridad, ellos buscan, con la ayuda de la Nueva Orden."

Obi-Wan analizó la reciente revelación con curiosidad, rascando su mentón. Qui-Gon parecía un fantasma entre la conversación, puesto que Yoda y Obi-Wan estaban al tanto de la identidad del "alabado Sacerdote" en cuestión. La caída a la oscuridad de Xanatos DuCrion había sido un golpe duro para el Maestro Jinn, después de todo. Las repercusiones de tal perdida habían involucrado el destino de Obi-Wan, en cierta manera. Todos conocían la historia trágica. Los vellos de los brazos de Obi-Wan se erizaron, con tan sólo recordar aquellos tiempos. Durante la Guerra, sólo desesperanza había triunfado en sus corazones. Sus lados más horrendos, habían sido conocidos para todos, sin excepción. Jedi, Sith, humano o no.

"¿Maestro Kenobi?"

"¿Si?"

"Ser dicho de sus orígenes, ¿Luke Lars ha sido?"

Kenobi liberó un frustrante sonido de su garganta. "He tratado de convencer a Padmé, créame, pero nada cambia su opinión—"

"Ver las razones a favor, la Reina pronto reconocerá. Dejar de presionar, debemos. Por ahora. Gran avance ha sido ya, aceptar la estancia de tu Padawan, tan cerca de su persona."

Obi-Wan asintió, lentamente. Con Padmé, uno tenía que elegir sus batallas. Ella también había sido endurecida con la Guerra. Ser madre durante los inicios de la Rebelión, solamente había asegurado sus convicciones. Lo que había hecho, lo había hecho con la solemne creencia de que había sido por el bien de Luke. "Bien. Entonces, ¿cuánto tiempo se quedará en Naboo, Maestro?" Cada momento con Yoda era inolvidable para Obi-Wan. Su compañía siempre lo dejaba con una nueva lección en el final, sin importar que tan experimentado Kenobi fuera ya.

"¡Hmmp! Tan desesperado de deshacerte de mí, ¡lo estás!"

"¡Sólo preguntaba!"


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"¿Obi-Wan?"

"¿Mn?"

"¿Puedo preguntarte algo?"

"Lo acabas de hacer, Luke."

"Err. Está bien…"

"Pregunta, Luke. No tienes que temerme."

"… ¿Cómo fue que terminó siendo un Jedi?"

Obi-Wan levantó sus ojos de la pantalla de su holopad. "Fui reclutado desde muy joven."

"Pero, ¿cómo supo que ser Jedi era lo que deseaba ser? ¿Qué acaso, reclutar a personas tan jóvenes, no les roba de su consentimiento? ¿No les cancela su derecho de decidir su propio destino?"

Obi-Wan apagó rotundamente su holopad. Este debate tenía más potencial de ser interesante. "Si no hubiera deseado ser un Jedi, cuando hubiera cumplido mi mayoría de edad, hubiera simplemente dicho No, gracias. Tienes esa libertad, Luke. Nadie te obliga."

"¿Qué hay de las personas… que caen al Lado Oscuro?"

Obi-Wan se encogió de hombros. "Sigue siendo su decisión. El primer paso para convertirse en un Sith, es sucumbir a tus más profundos miedos."

Luke giró su cuchara dentro de su sopa, distraído. "¿Los Jedi no deben temer?"

"Deben temer. Deben experimentar emociones, no dejarse ser gobernadas por ellas. Uno de los más grandes errores en la Doctrina de la Vieja Orden dictaba que cualquier emoción debía ser purgada por completo. Pero, eso no era correcto. Somos seres vivos, y tenemos derecho a sentir lo que se nos dé la gana. Hubo… muchas pérdidas al Lado Oscuro, debido a esa regla tan estricta. En época de Guerra, muchos más sentimientos negativos te seducen. Aprendimos de la manera más dura, que debíamos permitirnos experimentar todo sentimiento. Es el punto medio entre sentir—y actuar en consecuencia a ese sentimiento—lo que nos separa de los Sith."

"Fuiste tentado, ¿alguna vez, Obi-Wan?"

Fue una pregunta directa. Y lo tomó por sorpresa. Antes de responder, Obi-Wan se dedicó a servirle más té a su aprendiz, a pesar de estar consciente de que Luke no era muy fanático de la bebida.

"Sí… Una ocasión."

La manzana de Adán de su Padawan rebotó. "Oh."

"No soy perfecto, Luke. Y no espero perfección de ti, tampoco."

El chico asintió. "¿Cómo… Cómo fue que estuviste tentado?"

Por un instante la explosión de los recuerdos se volvió a denotar en la mente de Obi-Wan. Los gritos, la sangre, el olor a muerte. El zumbido de una lightsaber, actuando como verdugo. La sensación claustrofóbica de estar sumergido en un mundo subterráneo, sin salida. "Perdí a un gran amigo. Garen Muln. Murió en mis brazos."

"Demonios, Obi-Wan." Luke exclamó con incredulidad, sus ojos engrandecidos. "Pudiste haberme dicho que me callara."

"No, no. No hay problema." Obi-Wan batió una mano al aire. "Se siente el tiempo adecuado para compartir esto contigo. No hay nada que ocultar." Era hora de dejar libre el fantasma de Garen. Su amigo no hubiera apreciado ser guardado en su empolvada mente, de todas formas. "Era un magnifico piloto."

Ajá. Palabra mágica. Las orejas de Luke casi dieron volteretas. "¿Un piloto?"

"De un Delta-7, si mal no recuerdo."

"¿De un Jedi Starfighter?" Luke golpeó la mesa con inminente elación. Obi-Wan roló sus ojos.

"Sí, sí. Eso creo. No le presto mucha atención a todas esas cajas de metal voladoras. Cuidado con tu sopa."

"Maestro, un Caza Jedi no es ninguna caja metálica voladora." Más que ofendido, Luke lució terriblemente decepcionado con el poco conocimiento de Obi-Wan. "No entiendo, ¿por qué detesta tanto volar?"

"Por la misma razón que no me agradan los políticos."

"Es buen amigo del Senador Organa."

"Es una excepción, muy aislada. Le debo mi vida. Sería muy descortés de mi parte negarle mis saludos, de ahora en adelante, ¿no crees?"

"Si usted lo dice… Entonces, ¿qué sucedió con Garen Muln?"

"A decir verdad, fue algo muy inesperado. Estábamos en Coruscant, ni siquiera fuera del planeta." Ni siquiera habíamos estado en el Templo. Obi-Wan todavía no podía sacudir los estremecimientos, con el sólo recuerdo del desastroso día. "Salimos esa tarde, a ver una exposición de arte—Hubo un ataque terrorista de los Separatistas en el área. El edifico en el que nos encontrábamos fue víctima de explosivos. Estuvimos… un largo tiempo bajo los escombros, esperando por rescate. Desafortunadamente, hubo un gran enfrenamiento entre los Jedis socorriéndonos y los… terroristas. La ayuda tardó bastante en llegar."

Tanto abatimiento no pertenecía en la cara de su Padawan. En ocasiones, Luke era demasiado empático. "Lo siento mucho, Obi-Wan."

Obi-Wan sonrió. Aceptó las condolencias con una inclinación de su mentón. Luego, frunció su ceño. Había estado tan traumatizado por la experiencia de ver la vida dejar el cuerpo de Garen, que no había inspeccionada, más cuidadosamente, sus recuerdos de aquel día. "… Qué curioso."

"¿Qué cosa?"

"…Eh. Acabo de recordar algo. Sobre cuando, finalmente, arribó la ayuda al Museo."

"¿Oh?"

"Maestro Jinn. Él fue de los primeros. Fue uno de mis rescatistas." Interesante. Parecía que Obi-Wan le debía un agradecimiento, bastante retrasado, al hombre. -Oh, pero que prospecto tan emocionante. "… Y otro Caballero Jedi. No recuerdo su nombre. Creo que ni siquiera lo otorgó, entre tanta conmoción. Ellos dos fueron los que me sacaron. El Caballero conocía a Garen, puesto que era un piloto, como él. Supongo que eran camaradas. Él fue quien… me convenció de soltar su cuerpo." Aquel misterioso Caballero no había sido muy fino con sus tácticas. Había lucido estresado, su expresión siempre áspera. Sin embargo, cuando le había hablado a Obi-Wan, a través de la grieta en el escombro, su voz había exprimido algo de compasión de su ser. Había sido un muchacho de uniforme oscuro, resaltando entre tanta blancura. Tal vez, rubio. Quizás no. Obi-Wan no podía evocar tanto detalle.

Aunque, algo singular sobre su socorrista, Obi-Wan sí podía conmemorar.

Una prótesis.

El recuerdo de una prótesis, funcionando como una de las manos de su rescatista. Estaba seguro de ello, simplemente, porque Obi-Wan la había estrechado, para poder salir de su cueva mortífera. Obi-Wan había sentido aquella palma fría y metálica. –Me pregunto, si habrá sobrevivido la Guerra. El ataque de Coruscant había marcado apenas los inicios de la guerrilla, y posteriormente, Obi-Wan no se había vuelto a encontrar con el Caballero Sin Nombre. Las probabilidades de que siguiera con vida ahora, eran muy bajas.

"¿Qué hay del otro Jedi que te ayudó? ¿Jinn, dijiste?"

"Sí. Qui-Gon Jinn. Es… uno de los Maestros más célebres de la Orden Jedi. Eventualmente, te darás cuenta de su importancia por medio de tus estudios."

"Fue salvado por una celebridad, ¿entonces, Maestro?"

Obi-Wan abofeteó, juguetonamente, un brazo extendido del muchacho. "Si conocieras a Qui-Gon Jinn, no considerarías su presencia con tan buena luz."

"¿Por qué? Acaba de decir que—"

"A un nivel más personal, el Maestro Jinn no es… muy receptivo."

"Es un ogro."

No estando dispuesto a profundizar la plática, Obi-Wan encendió de nuevo su holopad. "Termina tu sopa, Padawan. Si quieres averiguar más sobre Jinn utiliza otros recursos, menos sesgados, que mi propio punto de vista."

Los hombros de Luke ascendieron y descendieron con aire casual. "Tal vez lo haga."

-Buena suerte con eso, Padawan. Obi-Wan rio por dentro. –Yoda no te dejará investigar, si no lo cree prudente para la imagen de su aprendiz preferido. Nunca había existido razón para sentir resentimiento por el alto grado de aprecio, que Yoda guardaba por Qui-Gon. Había sido un honor que Obi-Wan había sido el siguiente en el legado del Maestro Yoda, pero no era un secreto que el troll solía actuar algo sobre-protector cuando se trataba de Jinn.

Obi-Wan aclaró su garganta. "¿Y tú, Luke? ¿Por qué crees que debes ser un Jedi?"

"Ah. Em…" Con una cucharada de sopa todavía en su boca, Luke se apresuró a tapar sus labios con una servilleta. Obi-Wan esperó por su reincorporación, ojos clavados en las estadísticas de su holopad. "Supongo que… porque es a lo más que me he sentido conectado."

Obi-Wan hizo un sonido musitante, para indicar que lo escuchaba.

"Toda mi vida, he sentido que mi futuro no era Tatooine. Sin embargo, en ese entonces, era claro que no tendría otra alternativa más que crear mi futuro allí. Tendría que ayudar a mi abuela, casarme y tener una familia, como un simple granjero. Pero, a veces… algunas noches, algo—cómo una voz ajena a mí—me insistía en que estaba destinado a grandes logros, más allá de mi imaginación. Usualmente esa vocecita me hacía enojar, más que nada. Me frustraba, porque mi razón me insistía lo contrario."

/No hay nada malo con tener una vida normal, Luke. Tranquila. Mundana./

Luke todavía no se acostumbrada al uso de su vínculo mental, y su minúsculo salto al escucharlo, fue prueba suficiente. Se congeló por un momento, incierto. Pero, Luke no se dejó gobernar por la incertidumbre. /Aburrida./

/Eso también./

/¿Esto significa que es hora de mi clase de escudos imaginarios?/ Luke no podría escucharse más miserable si aún hiciera un mayor esfuerzo.

/Tan intuitivo, mi Padawan./ Cáustico, fue el tono de voz de Obi-Wan, extrayendo una fugaz sonrisa de su aprendiz. /Y no son imaginarios. Son constructos de tu mente que otorgan protección a tus pensamientos. Gimotea todo lo que quieras ahora, pero después, cuando quieras tener privacidad, me lo agradecerás./

El calor que arrasó con las mejillas bronceadas de Luke le dio a Obi-Wan una idea de lo que el chico asoció con la palabra privacidad. Excelente. Si tener una vida sexual era incentivo útil para avanzar en estas lecciones, Obi-Wan lo aprovecharía. /Durante tus misiones como Caballero, te encontrarás en situaciones donde será necesario bloquearte mentalmente de la situación, Luke. Desde la posibilidad de tortura física… a la posibilidad de ser obligado a ingerir sustancias estimulantes a favor de las costumbres de otras culturas—Este hecho nunca cambiará: al dominar tu habilidad con tus escudos, podrás bloquear tus facultades cognoscitivas de tus instintos más básicos. Y de esa forma, encontrarás la clave de tu supervivencia, durante varias situaciones desagradables…/


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Actualidad.

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Esta situación, era más que desagradable. Por más que Obi-Wan lo había querido preparar, ninguna lección se podía comparar con la realidad.

"¿Qué está sucediendo?" El mal presentimiento había, súbitamente, evolucionado a una completa ola de peligro, en el momento que los guardias reales habían atravesado los portones del Santuario. Luke había comenzado a tener dificultades para respirar, en el instante que sus ojos habían divisado la figura siendo acarreada a la fuerza, jaloneando por libertad en los brazos de sus captores. "Pensé que esto era una ritual."

"Lo es." El Rey dijo, grave. Aunque, con un profundo placer rebosando de sus ojos violetas. Luke buscó por el apoyo del Maestro Windu, pero hasta él estaba dando la impresión de sentirse conmocionado. Sus ojos oscuros estaban clavados en la persona recién llegada. "Es un ritual de purificación."

Oh no. Luke había leído sobre ésos. "Se refiere… a un sacrificio."

El silencio opresivo le respondió.

La figura—¿prisionero? ¿esclavo?—fue destapada de su cabeza. Cabellos pajosos fueron revelados. Sucios. Largos, más allá de sus hombros. Probablemente cobrizos, en un pasado fuera de la cautividad. Era un cuerpo masculino. Apenas vestido con un camisón deshilado y percudido, y con un par de pantalones rotos. Sus pies estaban desnudos. Y sus tobillos marcados con quemaduras de soga.

Poseía solamente una mano hecha de hueso, envuelta de carne humana. La izquierda.

El brazo derecho consistía en metal. En rechinante—funcional como cualquier otro brazo—y frío, metal. Un brazo prostético.

"No puede ser."

Luke se dirigió a Windu, a la deriva de la expectativa, al escuchar la vehemente oración. El otro Jedi lo ignoró, toda su atención puntualizada en el misterioso sacrificio humano. "No puede ser."

"Es la última mancha de sangre que pertenece al Legado de Xanatos DuCrion. Y esta noche será limpiada de nuestra historia."

"¿Qué han hecho con él?" Windu giró su cuerpo hacia el Rey y el Representante, una nueva determinación endureciendo su porte. La tensión pareció asfixiar el ambiente. Automáticamente, la mano de Luke viajó al mango de su lighsaber, preparándose para lo inesperado. "Déjenme ver su cuello." Les ladró a los guardias, inyectando cada octavo de intimidación Jedi, a su alcance.

Surgió efecto. Sin primero verificar con el Rey, uno de los guardias destapó la nuca del prisionero cabizbajo, tomando un puño de cabellos bruscamente, para hacerlos a un lado.

Luke inhaló con sorpresa, ante lo que vio. Un collarín bloqueador de la Fuerza.

Luke había leído sobre aquellos artefactos, principalmente utilizados por Siths como medio de tortura. Su funcionamiento todavía era algo no claramente comprendido, inclusive con la experiencia de su Maestro y la Máscara siendo compartida a la base datos.

Pero, si este hombre estaba siendo activamente bloqueado de la Fuerza, ¿acaso eso significaba…?

El mismo Mace Windu se hincó ante el sujeto desahuciado. Con una gentileza que jamás se hubiera imaginado provenir del impávido hombre, el Maestro Jedi sujetó un mentón vestido de barba desaliñada, levantando el rostro del cautivo frente a todos los presentes.

Involuntariamente, Luke comenzó a caminar hacia el par, hipnotizado por los rojizos ojos verdes que parpadeaban desorientados, cegados ante la atención de Windu sobre su ser.

"¿Qué planean hacer con él?" Mace cuestionó, entre dientes empujando sus palabras. Nunca despegó su mirada del hombre desconocido.

"Debe ser ejecutado." Kazis'Lis deliberó, casi salivando la sentencia.

"¿Ante cual cargo?" Luke prosiguió, pausando al justo roce con las espaldas del Maestro Windu. "¿Qué fue lo que hizo? ¿Cuál es su crimen?"

"Traición. Era considerado la mano derecha de Xanatos, su más fiel aliado…" Un tono más repugnante tomó posesión de la voz del Rey. "… algunos dicen que hasta más que eso."

"No podemos permitir que sangre se vuelva a derramar en Oxlahun." Windu llegó a la conclusión, dejando caer el rostro del presunto criminal. Luke no perdió de vista, la tenue caricia de su pulgar moreno recorriendo una mejilla áspera con vello facial. No hubo duda alguna, entonces, para Luke. Mace Windu conocía a este individuo. Y a un nivel muy personal. "Va en contra de nuestro código Jedi, Rey Agu'Lis y Representante Kazis'Lis."

Por supuesto, que el soberano no se conformaría con tal justificación. Explotó con una llamarada de vociferaciones. "¿Qué hay de nuestro código? ¡Necesitamos purgarnos de lo que quede de la influencia de Xanatos!"

"Y lo haremos." La quijada de Windu tronó, ante la enorme presión que se le estaba aplicando. Se levantó del piso del mausoleo, intercalando su dura mirada con ambos líderes de Oxlahun, para callarlos de una vez por todas. "Sin embargo, es uno de los nuestros, así que cae en nuestros hombros, responsabilizarnos de las acciones del Caballero Anakin Skywalker."


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Continuará.

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NdA/Referencias:

i. ¡Chan-chan-chan-cháaaan! ¿Qué les pareció? ¿Intrigante? ¿Revoltoso? Me encantaría conocer sus opiniones al respecto, porque este fic me tomó por sorpresa. No esperaba continuarlo, mucho menos re-bautizarlo. Pero, henos aquí. Recuerdo que en la historia original, Anakin ni siquiera hacía acto de presencia. Era completamente ignorado. Sin embargo, al ponerme a meditar sobre los retos del Foro Que la Fuerza te Acompañe, la idea me vino: ¿Y si Anakin no hubiera sido el Elegido, qué hubiera sido entonces? Exploraré este aspecto. Algunas cosas cambiarían, pero otras no tanto (sólo pregúntenle a Padmé –guiño pícaro-). Debido a que, seguramente, no podrá ser terminado para la fecha límite de los retos, no incluyo este fic "oficialmente" al listado. Además, ya sobrepasó el límite de palabras también. Es un monstruo.

ii. Sobre el Tono 13 de la cosmología Maya: indica que algo inesperado está por llegar, algo que puede cambiar dramáticamente el curso de tu vida. Trece es el rayo del movimiento universal.

(+) Si les gusta esta historia, dejen review, por favor. ¡Son el mejor aliento para mi imaginación hiperactiva! :)