CAPITULO I

** Londres 1592

Acariciando la rubia cabellera que descansaba sobre su pecho, se preguntaba si su padre realmente cumpliría con su palabra, por su bien espera que así fuera, pero después de todo conocía las mañas del Duque y no podía depositar toda su confianza en él. Por ello necesitaba urgentemente un plan, uno que le permitiera realizar su más gran anhelo, casarse con la mujer que amaba.

Al amanecer acataría la primera de muchas órdenes, tal vez en ese viaje encontraría la respuesta que tanto buscaba.

** Villa Ardley

Elroy Marie Ardley, miraba con agrado la escena que presenciaba y se regocijaba al ver el fruto de sus esfuerzos, tres niñas habían llegado a su hogar tras haber perdido de una u otra forma a sus padres, siendo ella la única familiar en común se le entrego su custodia y la ardua tarea de educarlas como era debido. Para su satisfacción una de ellas estaba destinada a ser una Duquesa, mientras que las otras dos tenían un compromiso por demás ventajoso. Toda la dedicación que había puesto en estos años se vería reflejada dentro de unos días, cuando el anuncio de los enlaces se celebrara en la mansión.

Como toda gran matriarca estaba siempre prevenida pero debía ser muy sincera y reconocer que ésta nueva propuesta nunca la hubiera esperado, los motivos eran razonables y más que convenientes para su estirpe pero no debía aceptar, al menos no de inmediato…

Después de unas concesiones adicionales, el pacto se había sellado como cualquier otro de compra y venta.

El día prometía una gran celebración y muchas sorpresas. El recinto era una total algarabía, amos y sirvientes moviéndose por doquier con el fin de perfeccionar cada detalle, el único lugar que contaba con cierta tranquilidad era el asignado para las jóvenes damas quienes tenían un sequito de doncellas para arreglarlas magistralmente y ofrecerles un poco de confort.

Claramente Anne Britter era la más nerviosa, y no era para menos, pues a pesar de que su compromiso se había pactado antes de su nacimiento, de su prometido solo conocía el nombre.

Ataviados con sus mejores galas, los invitados fueron llegando a la morada de la familia Ardley y en cuestión de minutos empezaron a disfrutar de suculentos bocadillos y finos licores, los músicos entonaban melodías escocesas y para disgusto de algunos también inglesas, pronto la amena reunión se convierto en todo un bullicio.

Puntualmente como se había indicado, el primer enlace entre Patricia O´brian y Alister Corwell se había anunciado en un lapso previamente calculado, la pareja pudo gozar de su dicha y recibir las sinceras felicitaciones. Los más allegados sabían que ambos tenían un carácter afín y que estaban profundamente enamorados, no podían más que augurar un feliz matrimonio.

Mientras tanto una expectante rubia caminaba con gran nerviosismo en su habitación a la espera del llamado pero éste parecía que jamás llegaría, cuando las doce campanadas escaparon de su viejo reloj una doncella apareció para indicarle que era su turno. No entendía bien la situación, pues según lo ensayado a esta hora ella debía ser parte de la concurrencia para ser testigo del último anuncio, no parte de este.

Al entrar al salón se dirigió al lugar asignado donde pudo observar los rostros de confusión en sus familiares y conocidos. Pronto entendería el por que.

El joven que estaba frente a ella, era de espalda ancha, nariz aristócrata y de increíbles ojos color azul zafiro… Pero estos hermosos rasgos no le interesaban en lo absoluto, lo único que le importaba es que "él" no era Archie, él no era el amor de su vida.

La noticia fue ovacionada por los presentes, quienes veían con agrado que una joven como ella contrajera un matrimonio tan favorable, pues era bien sabido que La Casa Grandchester mantenía una estrecha relación con ambas coronas.

Así entre aplausos y sin mayores explicaciones, Candice White Ardley era la prometida y futura esposa de Lord Terrence Graham Grandchester y su enlace se llevaría acabo en menos de seis meses.

Sin articular palabra pero reaccionando con total normalidad, Candy fue alejándose de la reunión hasta adentrarse en el despacho privado de su hermano. Tranquilamente se acerco al balcón para poder ver la hermosa vista, sabía que en cuestión de minutos la puerta volvería a abrirse, entonces él aparecería y daría solución a esta encrucijada.

Sigilosamente la perilla fue girando para dar paso a un elegante joven quién pronto recibió en sus brazos a su amada sollozante.

* Calma gatita. –Pronuncio en un susurro.

* ¿Cómo puedes pedirme tal cosa? ¿Acaso estás de acuerdo con lo que han hecho?

* No, claro que no… Pero creo que es lo mejor.

* ¡¿Qué dices?! –Cuestiono incrédula mientras se apartaba horrorizada.

* Candy, yo te amo y se que tu me amas…

* Entonces escapemos, huyamos de este estupido compromiso. –La ilusión en su rostro se podía ver incluso en la aquella obscuridad pero también era visible el semblante decisivo de Archie.

* No Candy, no le puedo hacer esto a Anne y tu tampoco.

* ¿Anne? ¿Te han comprometido con ella y tu simplemente obedeces? No te importa tu felicidad y mucho menos la mía.

* Te equivocas… me duele saberte de otro… pero no tenemos ninguna a alternativa, al menos ninguna honorable. Si aceptara tu locura, serias tachada de…

* ¡No me importa! –Declaro perdiendo todo control.

* ¡Gatita!

* ¡No me importa que me digan perdida! ¡No me importa la deshonra de la familia! Dime Archie ¿Cuál es el propósito de la vida si no eres feliz e ella? –Cuestionaba desesperada. –Archie, Archie, por favor huyamos, esta misma noche si es preciso…

* Lo siento gatita, pero no lo haré… Trata de ser feliz, yo tratare de hacer lo mismo.

* ¡Maldito cobarde!

* ¡Candice!

* Dime a qué le temes más ¿a mi futura familia o a perder la dote de los Britter?

* No puedes juzgarme de esa manera, jamás he dicho o hecho algo que me haga parecer un cobarde o un interesado, y de ser así tu eres las más beneficiada en todo esto. Algún día serás Duquesa.

* Si para ello debo casarme con un estupido inglés, no quiero… O ¿Tratas de decirme que lo haces por mi estatus?

* No, claro que no. Lo hago por que es lo correcto, así lo dispusieron.

* Y quiénes son ellos para disponer de nuestro destino… ¿Quiénes? –Cuestionaba amargamente.

* Lo siento gatita, en verdad lo siento.

Candy sentía desfallecer al escucharle hablar con tal indiferencia y cuando creyó que su adiós estaría sellado con su primer y ultimo beso, éste fue depositado con gran ternura en su frente.

Ahora completamente sola en aquella obscuridad, su llanto se convirtió en una rabieta como pocas y sin poder contener su ira, arrojo el fino espejo de pared que la veía con gran burla.

* El espejo no tiene la culpa de reflejar a una mujer tan pecosa.

* ¡Mi Lord! Yo…

El castaño salio del balcón para verla palidecer al instante y no pudo contener una sonora carcajada ante aquella situación. Tal descaro encendió el enfado aun latente de la rubia, quien pronto olvido sus buenos modales.

* Mi Lord, usted no debería estar aquí. –Reclamo ásperamente.

* Y usted tampoco señorita pecas pero véanos aquí.

* Yo…

Como un felino acorrala a su victima él se aproximo a la rubia hasta topar con pared.

* Así que un "estupido inglés" –Su tono había cambiado drásticamente de sarcástico a seductor.

Confundida con la repentina actitud pero recobrando la sensatez justo a tiempo, logro zafarse hábilmente de aquella bochornosa situación.

* ¡Es usted un atrevido! –Irrumpió ofendida.

* Vaya, vaya, señorita pecas, que hipocresía la suya. Hace un momento estaba dispuesta a ofrecer más que un inofensivo beso y ahora se cubre bajo el manto de la doble moral. Mi único crimen fue tratar de hacerla sentir, digamos, deseada, y no rechazada como claramente ya lo fue.

* ¿Cómo se atreve a decir tal desfachatez?

* Del mismo modo en el que usted propuso una huida… ¿Cómo dijo? ¡Ah si! "Deshonrosa" –Su tono de voz era una clara mofa de lo que había escuchado.

* Es una grosería lo que hizo, no debió de…

* ¿Escuchar la ferviente declaración de amor de mi prometida a otro hombre? –Una mueca de burla y satisfacción se dibujo en sus labios al verla sonrojar. –Pero no se avergüence, disfrute la escena de principio a fin, su actuación fue magistral aunque un poco ensayada.

* ¿Cómo se atreve a decir tal cosa? Todo lo que escuchó es la verdad que dicta mi corazón y mis sentimientos y… y no me avergüenzo de ellos. –Sentencio con ahínco.

* Vamos quite esa cara, que lo único que me provoca es risa.

* ¡¿Risa?!

* Todas sus pecas se mueven y no puedo tomar con seriedad sus palabras.

* Es insufrible ¿lo sabía?

* Sí, lo sé. La cuestión es, si usted sabe lo pecosa que es.

* Sí y me agrada, me agrada mucho. –Decía presuntuosamente.

* No lo dudo y supongo que las colecciona…

* Así es y últimamente estaba pensando en como tener más.

* Y supongo que también estará orgullosa de esta respingada naricita. –Dijo al tocarla con la punta de su dedo.

* Insufrible, es usted en verdad insufrible.

* Pues lamento recordarle que tendrá que soportarme ya que pronto seremos "marido y mujer"

* ¡Eso jamás! ¿Lo entiende? Jamás… Antes monja que casada con usted.

* Créame, usted es todo menos una santa.

Con un bufido de exasperación se alejo lo antes posible de esa habitación pero aun afuera de esta, podía escuchar las carcajadas de Terry.

El resto de la velada transcurrió con normalidad y en ningún momento volvió a ver a aquel engreído, aunque extrañamente lo busco más de una vez con la mirada.

A la mañana siguiente padre e hijo se despedían de la familia Ardley, agradeciendo su hospitalidad y anhelando el próximo encuentro.

En un acto sin procedencia y siendo todos testigos de ello, Terrence no solo beso la mano de su prometida si no tambien se atrevió a besarla en el nacimiento de su boca, para después susurrarle a lo que parecería un intimo secreto.

* Espero que no se "pierda" en estos meses. –Dijo con un sensual guiño.

Sonrojada hasta la punta de la nariz y sin poder responder como quería, sonrío apretando los labios para después asentar con un moviendo de cabeza en señal de despedida.

Yaciendo placidamente sobre su cama pensaba una y otra vez en lo ocurrido, sentía una opresión tremenda al pensar en Archie y en su amor fallido pero no podía dejar de lado su vida futura y en la firme decisión de no aceptarla.

La única manera de deslindarse de esa firme disposición, era aquella donde la tía abuela no podía tener opinión. En aquel lugar ella no tenía ningún poder.