¡Hola! Aquí algo en lo que he estado trabajando pero que, por motivos personales, no había tenido el tiempo de revisar y publicar. ¡Espero les guste!


TsunSun es una ciudad al sur de China, no hace mucho que fue fundada. En aquel entonces, prometía paz y tranquilidad para los que llegaran a residir en ella, sería la ciudad más segura de toda China, sin embargo, debido a la locación y lo retirada que se encontraba de la capital, fueron pocas las familias que se mudaron con la esperanza de encontrar un hogar. TsunSun es una ciudad situada en la cima de una montaña y fue exactamente por esa razón que se volvió famosa entre los bandidos y asesinos quienes, no pudiendo dejar pasar la oportunidad de poseer un lugar así, se apoderaron de ella. Usaron el miedo y la fuerza para tomar todo cuanto quisieron y luego, cuando los habitantes ya no tenían más que ofrecer, les convirtieron en sus esclavos y les obligaron a trabajar para ellos día y noche. TsunSun había caído en manos de gente sin corazón, pero gracias a un grupo de guerreros que se impusieron ante la injusticia, la ciudad fue liberada de sus opresores.

Hace ya veinte años de eso.

La lluvia inundó las calles bajas de la ciudad haciendo imposible que los habitantes salieran de sus hogares. Pareciera que la lluvia arreciaba a cada segundo amenazando con inundar la ciudad, el clima no mostraba señas de mejorar pronto.

Un encapuchado caminaba por las calles evitando las zonas más inundadas mientras subía la montaña. El cielo pintado de gris por las nubes propiciaba a la ciudad de una atmosfera tétrica, las calles sin asfalto por las que transitaban, llenas de lodo, manchaban la extraña vestimenta que le cubría de pies a cabeza impregnándose del olor a tierra mojada. Caminaba con seguridad, ignorando lo peligroso que es salir con el clima así. Fácilmente se pueden suponer algunas cosas de ese ser con solo verle, dos de ellas son que no es de un residente de la ciudad y que debido a su estatura ridícula, de medio metro o menos, se trata de un crio.

Su lento y corto caminar debido a su tamaño le llevó hasta la cima de la montaña. Se detuvo frente a una humilde casa con un techo frente a la entrada para escapar de la lluvia, se acercó a la puerta, levantó el brazo y golpeó la puerta. Un relámpago se pinto en el cielo seguido de un estruendoso trueno que espantó a algunas avecillas que se resguardaban de la lluvia. El cielo se oscureció de nuevo y el encapuchado golpeó la puerta una vez más.

La puerta se abrió, un leopardo gris, de ya edad avanzada vistiendo un hanfu blanco fue quien atendió la llamada del extraño que tocó la puerta. Sus ojos se veían cansado, sugiriendo que estaba durmiendo hasta hace unos segundos. Observó por un momento al misterioso personaje y luego abrió la boca.

-No tengo idea de quien seas, pero es mala idea viajar bajo esta lluvia- El leopardo se hizo a un lado invitándole a entrar. –Pasa.

El extraño avanzó con decisión y atravesó la puerta. Dentro, el lugar estaba abarrotado de cientos de espadas, lanzas y todo tipo de armas que se pudieran imaginar. Parecía el hogar de un guerrero retirado o quizá de uno que se preparaba para una guerra. El pequeño le siguió por un estrecho corredor y continuó derecho hasta llegar a una habitación más amplia con una ventana, una mesa y dos sillas.

-¿Dónde están mis modales?- Suspiró el leopardo con una sonrisa apenada. –Tome asiento por favor, traeré un poco de té- Y dicho así, abandonó la habitación dejando solo al invitado. Su curiosidad por las armas del lugar era evidente hasta para los ojos de un niño. Caminó hacía la mesa y observó la silla, le quedaba muy alta y solo la miraba como esperando que se inclinara para ayudarle a subir, al no suceder eso, subió a la silla de un brinco y se sentó.

La habitación era muy sencilla, nada de pinturas o arreglos que adornaran la casa salvo por el corredor lleno de armas. Esto es lo que se espera de un guerrero que vive solo y que en su vida no ha sabido hacer otra cosa más que luchar. Sus dedos tamborileaban en la mesa haciendo clara su impaciencia por la demora del anfitrión quien se había tardado en ir por el té.

Minutos luego regresó el leopardo sosteniendo una charola con una tetera y dos tazas y la colocó sobre la mesa. Sirvió té en ambas y le ofreció una al invitado. Ambos tomaron la taza entre sus garras y… nada, ninguno de los dos se movía, pareciera que el tiempo se detuvo solo para ellos mientras que el mundo continuaba en movimiento.

-Anda- Dio un sorbo a la taza rompiendo la atmosfera que se había creado entre los dos. –Solo es té- Sacó entonces un cuchillo que escondía hábilmente en su hanfu y lo lanzó apuntando a la cabeza del pequeño quien, habiendo previsto esto, pateó la mesa haciendo que el cuchillo se clavara en ella y tomó su distancia. Cuando la mesa se estrelló contra la pared, se dio cuenta de que el leopardo ya no se encontraba del otro lado como pensaba. Giró la cabeza a todos lados buscándole pero solo veía armas y más armas.

Rodó en el suelo a toda velocidad esquivando tres lanzas que se incrustaron en donde solía estar de pie. Siguiendo la dirección de donde habían sido arrojados, saltó y lanzó una poderosa patada que partió el techo de la casa en dos. El agua entraba a chorros mientras que el acechado misterioso se mantenía vigilante de su entorno buscando localizar a su atacante.

La presa frente a él y el arma asesina en sus manos. Con movimientos rápidos y sigilosos se escabullía por la habitación sin hacer ni un solo ruido, sin perderle de vista, rodeándole. Era obvio que no se trataba de cualquier guerrero, no debía subestimarlo. Apretando con fuerza la empuñadura de la espada se preparaba para caer sobre su presa esperando rebanarle el cuello.

El clima, ahora evidente para ellos pues la casa quedó desprovista de un techo, seguía empeorando más y más. El encapuchado se dio la vuelta a solo un instante de que la espada arrebatara su vida y con increíble destreza y habilidad sujeta la hoja de la espada con una mano y lanza una patada al rostro del leopardo.

Tal era la sorpresa del leopardo que no pudo protegerse de la patada que el invitado le lanzó a solo un segundo de detener su ataque. Su cuerpo atravesó el muro de la casa y con una voltereta en el aire, logró aterrizar afuera de la casa evitando más daños.

-Que impactotan monstruoso- Alagaba al invitado mostrando una sonrisa. Ya no parecía el mismo leopardo que había abierto la puerta a ese extraño hace poco, no se veía cansado, más bien todo lo contrario, vivo y deseoso de pelear. Su postura cambió entonces a una de combate al notar que la puerta de la casa se abre. Con toda tranquilidad el misterioso encapuchado camina fuera de la casa y se detiene antes de entrar en la lluvia.

-Ven… ¿Tienes miedo de mojarte?- Dijo en tono de burla incitándole a iniciar el combate nuevamente.

El encapuchado saltó desde la entrada de la casa hasta donde el leopardo para luego tomar postura de combate frente a él.

-Es obvio que sabes que soyel último de los guerrerosque liberó la ciudad- Farfulló arrogante intentando golpear al pequeño quien bloqueó su puño con una patada alta. Ambos dieron un salto hacia atrás y entonces el leopardo se impulsó con la caída del salto para clavar sus garras en el pequeño cuerpo del guerrero. – Penosamente…- Sus garras logran rasgar la vestimenta del guerrero y halando con fuerza logra arrebatársela. –Yo no sé quién eres

El pequeño mide su distancia al mismo que su cola se menea de un lado a otro. En la oscuridad y con la lluvia es difícil poder distinguir bien su rostro. Rayas marcadas por todo su cuerpo, su pelaje esponjado por la humedad y vendas alrededor de su pecho como cubriendo una herida reciente. Además viste un pantalón negro, un collar de cadenas y una especie de chaqueta negra rasgada que sostiene solo con sus hombros simulando unas alas de cuervo. Pero lo que sobresalía de todo esto eran sus ojos dorados, profundos ojos dorados deseosos de un combate.

No hay fin para la lluvia que cae ante los dos guerreros que solo intercambian miradas mientras buscan la apertura ideal para atacar. Ambos avanzan y los golpes no se dan a esperar. Crucial es el momento en que uno se descuide para que el otro pueda poner fin al combate.

Cautelosos, no dan a ver una apertura a su rival que obviamente la aprovecharía sin dudar un segundo. El estilo de pelea de los guerreros es muy diferente. Mientras que el leopardo parece tener un estilo sigiloso, con golpes precisos y potentes el pequeño se centra más en patadas con un poder devastador que podrían terminar con el combate al primer impacto. Ambos dignos de ser llamados maestros del combate, intercambian golpes sin poder acertar siquiera uno.

El leopardo mantenía su ataque constante, obligando a retroceder al misterioso que apenas podía leer los movimientos de su atacante mientras se las arreglaba para lanzar una que otra patada. Ambos continuaban con la lucha sin prestar atención a su alrededor, mientras poco a poco el clima empeoraba y la casa se derrumbaba por el daño de hace rato.

El encapuchado se arrodilló esquivando la patada del leopardo que no tuvo oportunidad de evitar ser sujetado por la pierna izquierda y arrojado por los aires hasta la casa. Eso no había logrado dañarle en lo más mínimo pero el misterioso no tuvo tiempo de hacer algo más. El pequeño aguarda el regreso del leopardo que no salía de la casa. Su estancia de combate permanecía constante todo el tiempo, con respiraciones profundas y controladas. La lluvia caía implacable. Un relámpago alumbró la oscura noche y dio inicio al segundo asalto.

De la casa salieron disparadas lanzas una tras otra, parecía una lluvia de lanzas pero logró desviar todas y cada una de ellas con certeras patadas sin dejar pasar ni una sola.

Un grito de guerra anunció el regreso del guerrero en hanfu blanco que sostiene en sus garras dos espadas. –Continuemos.

Era evidente que tenía entrenamiento usando esas espadas, su movimiento era como una danza llena de gracia y estilo pero que no dejaba de ser mortal. Difícil es para el rayado poder esquivarle pero su velocidad es superior siendo este el factor clave de su estilo de lucha. Llegó su momento de atacar. Cuando el leopardo dejó caer la espada con todas sus fuerzas contra el pequeño este la sujetó entre sus garras como lo había hecho antes y haló de ella con mucha fuerza, en el poco tiempo que esta apertura logra ofrecerle fue suficiente para proyectar una poderosa patada en dirección al brazo extendido del leopardo que no tuvo más opción que soltar la espada para evitar el daño y escapar con un gran salto. Al verle caer lejos arrojó la espada a sus espaldas para evitar que pudiera recuperarla con facilidad y sin ponerse en un descuido.

-Eres astuto, de haber acertado me hubieras roto el brazo- Le felicita aplaudiendo dos veces y se lanza de nuevo para continuar el enfrentamiento que ambos desean ganar. – Ya estoy viejo y mi velocidad no es la que solía ser- Sonrió.

La rutina fue la misma pero ahora con una sola espada. Sin embargo el encapuchado no podía descuidarse pues a falta de espada, el leopardo usaba sus afiladas garras de corto alcance para mantenerlo a distancia evitando que pueda acercarse y contraatacar. Sin embargo nuevamente la velocidad superior le brindó una segunda oportunidad y sujetó la otra espada.

ESTA VEZ NO!- Sacudió la espada con fuerza para luego arrojarle al cielo. Era su oportunidad, usaría su técnica favorita. Solo tenía que esperar a que bajara un poco más y lo atravesaría con sus afiladas garras. Miles fueron las víctimas de esta mortal técnica. El pequeño caía sin control debido a la gran altura que alcanzó y la fuerte aceleración por la fuerza de gravedad. Ya podía sentir como sus garras atravesaban su tierna carne, salpicándose de su sangre. Hace mucho que no tenía el placer de matar y estaba ansioso por volver a sentir la emoción. Relamió sus labios y se preparó para atacar pero cuando estaba a punto de perforar el pequeño cuerpo del guerrero, un relámpago le cegó temporalmente. Fue solo un instante pero marcó la diferencia en el combate.

Muay Thai, Flying knee!

Un impacto preciso. Cayendo del cielo, aprovechando la velocidad, su rodilla impactó en el rostro del leopardo y con una fuerza gigantesca lo hizo caer de espaldas de modo que su cabeza quedó enterrada en el suelo sin poder hacer nada para cubrirse del devastador ataque. El estruendo había sido tan fuerte que retumbó por la ciudad y las montañas cercanas superando inclusive al mismo trueno de hace unos segundos.

El leopardo sucumbió ante la técnica del crio. Su garra, que sujetaba la espada, se abrió lentamente soltando el arma que, cayendo al suelo, anunció al ganador.

La sensación aún estaba en todo su cuerpo, el combate había sido espectacular pero muy corto. Su cuerpo temblaba de la emoción contenida que amenazaba con desbordar pero que de alguna forma lograba controlar.

Caminó hacia el leopardo inconsciente y sacó su cabeza del suelo para luego cargarlo sobre su hombro. Es impresionante ver a un crio de esa estatura cargar tanto peso sin ningún problema. Se adentró en lo que ya no podía ser llamado un hogar y caminó con cuidado por los escombros para llegar a una esquina de la casa en donde aún se podían resguardar de la lluvia y apoyando en la pared al guerrero de hanfu blanco se dio la vuelta para marchar su camino fuera de TsunSun.

El clima le despedía de igual forma a como le dio la bienvenida, dejándole como recuerdo de la ciudad solo el aroma a tierra mojada. Al pie de la montaña el guerrero da la vuelta y observa por última vez TsunSun para luego seguir caminando.

La pelea no fue un reto, buscaba luchar con alguien más poderoso, un guerrero de verdad. Hasta ahora no pensaba estar al nivel pero habiendo vencido a tantos grandes maestros y guerreros alrededor de toda china, ya no podía dudar, no tenía el tiempo para eso. Levantó su mano al cielo y cerró el puño con fuerza. –Sigues tú, Guerrero Dragón.