Transcurría un día como cualquier otro, perfectos prefectos a los ojos de los demás, pero cuando tocaban las rondas, ¡Ay Merlín!, no existía salvación:

-Granger, quitate, ¿No estás viendo que estoy pasando? -dijo Draco empujando a Hermiones fuera de su camino, tumbandola al suelo

-Estoy cansada de tú forma de ser Malfoy, hazme el favor de calmarte - respondía la castaña

-Me amas, deseas dejar de ser virgen conmigo, desde que me viste has querido eso, tus ojos lo dicen - le dijo Draco con esa sonrisa ladeada característica de él

-Será que has visto eso en tus sueños Malfoy, eres demasiado imprudente - dijo Herms - En vez de ayudar a levantarme como un caballero

-Es uno de mis grandes atributos mojigata - respondio burlonamente el rubio

-Tu no cambiarás nunca Hurón - dijo Herms corriendo

-Regresa acá inmunda -dijo Malfoy corriendo tras ella

-Callate imprudente - respondió la castaña

Ocurría lo mismo cada martes y jueves con las rondas semanales