D. Gray-Man no es de mi propiedad.

Este trabajo pertenece a la autora liketolaugh, quien amablemente me dio permiso para traducir su fic al español. ¡Espero que les guste!

Título: Sincronización.

Autora: liketolaugh.

Rating: T

Parejas: Ninguna.

Géneros: Amistad/Familia.

Advertencias: Ligero AU.

Traductora: Chessie Walker Noah-Friki.


A Allen no le agradaban los humanos.

A Allen nunca le habían gustado los humanos, y eso…no había cambiado, en realidad, independientemente de la impresión que le complacía dar.

Ciertamente, había individuos que eran de su agrado. Mana, sobre todo. Y su Maestro, por más que le gustaba pretender lo contrario—un hombre irritante era.

Pero en general, a Allen le disgustaban los humanos. Pensaba que eran crueles, fríos y complicados; y, si no, era complejo estar alrededor de ellos.

Por supuesto, eso no significaba que no tenía amigo alguno.


Un escalofrío recorrió su cuerpo.

?!

Un débil gimoteo escapó de su garganta, y, lentamente, alzó su temblorosa mano derecha para rozar los vendajes sobre el lado izquierdo de su rostro. Parpadeó, y su visión se volvió más nítida.

Una mano, fría y gentil, agarró su muñeca y la apartó de su rostro. Allen parpadeó nuevamente, tragó saliva, y observó a su dueño.

?

Brillantes ojos verdes se encontraron con los suyos, preocupados. Al lado de Allen, sujetando su muñeca suavemente, había un muchacho pecoso con una arreglada cabellera anaranjada rojiza, quizás alrededor de los catorce años. Llevaba una chaqueta oliva abierta por sobre una camisa marrón tierra, pantalones color caqui y guantes blancos. Mientras lo examinaba, el muchacho cambió su agarre para poder aferrar su mano, entrelazando sus dedos con los de Allen.

Preocupación.

—¿B-Bufón Coronado?—susurró Allen. Su voz era silenciosa, casi inaudible, y se quebró gravemente en algún lugar en el medio. Sin embargo, Bufón Coronado sonrió, cálido y aliviado.

Alivio. Felicidad.

Allen no podía obligarse a sí mismo a sonreírle de regreso; las lágrimas resplandecían en su ojo al descubierto, y cuando habló nuevamente, su voz fue aguda y miserable.

—Lo siento.

La sonrisa de Bufón Coronado se desvaneció, y su expresión se tornó solemne. Disculpa. Alzó su mano libre, y con ella limpió suavemente las lágrimas derramándose. Arrepentimiento. Disculpa.

La respiración de Allen se detuvo e inclinó su cabeza hacia las caricias, temblando ligeramente, su memoria luchando para trabajar—¿Q-Qué sucedió?—preguntó. ¿Por qué su garganta dolía tanto?

El rostro del otro se convirtió en una máscara impasible, lo cual habría inquietado más a Allen de no ser porque era normal para Bufón Coronado. Imágenes, fugaces pero vívidas, destellaron detrás de los ojos de Allen.

Allen, catatónico. Y luego, Allen, junto a la lápida, sangrando, Bufón Coronado incapaz de obtener su atención. Un hombre con una melena roja, recogiéndolo del suelo y cargándolo. Una anciana vendando su rostro. Esperando.

La cara de Allen se desplomó ligeramente, y escondió su rostro entre sus rodillas. —Oh—susurró. Entonces Mana...realmente había asesinado a Mana. Mana estaba muerto de verdad. Y nada de eso había sido un sueño, un espantoso sueño, así que Mana...

Bufón Coronado apretó su mano. Confortación.

La respiración de Allen se obstruyó nuevamente, y sintió que el otro se movía para envolverlo en sus brazos, cálido, gentil y amoroso. Comenzó a llorar, en sollozos silenciosos y miserables.

Lo sentía tanto, lo sentía mucho, demasiado, Mana...

Bufón Coronado lo abrazó y lo consoló en tonos tenues, familiares y gentiles, balanceándolo como si fuera un pequeño niño otra vez.

Bufón Coronado había estado allí para él hasta donde llegaba su memoria. Nadie más podía verlo, pero a Allen nunca le importó. Nunca le había importado, ni siquiera, la extraña manera que tenía el otro para comunicarse—no mejor, ni peor, pero diferente, y compleja de comprender. No obstante, valía la pena. Valía la pena saber lo que Bufón Coronado le quería decir, lo que tenía la intención de comunicar a través de aquellos sentimientos, imágenes e impresiones.

Y luego, con Mana, valió la pena aprender palabras nuevamente. Para saber lo que Mana decía.

Allen lloró por un largo tiempo. Pero nadie podía sollozar para siempre, y finalmente, se movió y se sentó, limpiando sus ojos, aún resollando.

Fue en ese momento que la puerta se abrió, y Allen alzó su mirada, las lágrimás aún secándose en su rostro, para encontrarse al hombre pelirrojo del cementerio, su espalda a la vista mientras cerraba la puerta.

El hombre se volvió, y sus ojos, apáticos y con una pizca de algo ilegible, convergieron con los del niño.

Él casi saltó, sus ojos abriéndose en sorpresa, y Allen ladeó su cabeza para observarlo: su cabello largo, su cola de caballo, su máscara blanca como un hueso.

—¿Quién eres?—susurró finalmente, la aspereza de su garganta audible en su voz.

El hombre dio un paso al frente, y el niño se percató de otro hombre detrás de él, con una melena castaña larga y desarreglada, hombros anchos y ojos verdes brillantes como los de Bufón Coronado. Llevaba vaqueros y una camisa blanca, con unas robustas botas marrones.

—General Cross Marian—respondió el hombre por fin, avanzando a zancadas para dejarse caer en la silla al lado de la cama de Allen, cruzando sus brazos y reclinándose casualmente. Todas las señales de sorpresa se habían esfumado de sus ojos—Ya es hora de que te recompongas, chico.

El hombre castaño siguió a Cross en silencio y se plantó detrás de él, estudiando a Allen con atención, su rostro fruncido ligeramente. Cross lo ignoró.

—Necesito hablar contigo acerca de lo que sucedió en el cementerio—continuó Cross, encendiendo un cigarrillo—¿Cuánto entendiste?

Allen tragó saliva. Se encogió de hombros. —¿Qué es un akuma?—repentinamente, la mano de Bufón Coronado se sintió pesada en su hombro. Los ojos del hombre castaño se afilaron.

—Nada de ello, entonces—murmuró Cross, luciendo medianamente incómodo.

El niño se encogió de hombros nuevamente y miró por encima del hombro de Cross al otro hombre. El pelirrojo arrugó su frente, siguiendo la mirada de Allen, y luego frunció su ceño en confusión. —¿Qué?

—¿Quién eres?—preguntó al hombre castaño, su voz silenciosa.

Cross se volvió hacia él bruscamente, y esa extraña emoción se introdujo otra vez en sus ojos—preocupación, Allen se percató con un poco de consternación propia. —Chico...

Los ojos del otro hombre también se alumbraron con sorpresa, y luego una sonrisa, pequeña y un poco forzada, se presentó en su rostro. Bufón Coronado le sonrió con suficiencia, sus ojos verdes vagamente divertidos.

Justicia. El rostro del verdugo. Las puertas del Cielo y el Infierno. Un corazón contra una pluma, un rayo, la mano del Destino.

Allen sopesó por un corto momento, y después preguntó: —¿Juicio?

Los ojos de Cross se abrieron.

La sonrisa de Juicio se amplió y asintió, luciendo casi...impresionado.

—Puedes ver Inocencia—exhaló Cross, y no se podía recobrar el asombro genuino que había en su voz. Allen ladeó su cabeza, y miró hacia Bufón Coronado de manera inquisitiva.

—¿Inocencia?—cuestionó al otro muchacho.

Y Bufón Coronado sonrió.


[Nota de la traductora: He traducido los nombres de las Inocencias a propósito, por cuestiones de coherencia en el fic. Como se puede observar, Allen infiere sus nombres a través de las imágenes que ellas (?) le transmiten; no son exactamente nombres propios porque se deben a objetos o símbolos, así que lo más lógico es que se mantengan en el idioma que Allen habla, que en este caso es español. Así que bueno, quería aclarar eso. ¡Nos vemos en el próximo capítulo!]