NOTAS DE LA AUTORA:

Quizá deba decirles primero, que éste es una continuación de un fic anterior que escribí también de HYD (Se llamaba "Un nuevo comienzo: Para siempre"). Sí no lo han leído, no pasa nada; pueden seguir disfrutando de este sin problemas.

Decidí crear este fic, debido a que un par de personitas me pidieron capítulos extras para el anterior. Pero como el otro me gustaba tal y como había quedado la ultima escena, pues acá les traigo la continuación... y al igual, también está basado en la película del dorama japones (Hana Yori Dango: Final). Pero pueden imaginarse los rostros de Jun e Inoue, o los personajes del anime.

Espero les guste :3.


"Acoplándose."

Tsukushi entró al vestíbulo de la gran mansión Doumyouji, sintiéndose algo acalorada. Tsukasa entró también, dejo el equipaje en el suelo y cerró el gran portón: también se le veía abrumado.

– ¿Cómo has podido soportar esto, hasta ahora? – le preguntó la chica.

– Llevo años siendo tan guapo y famoso. Es algo normal – respondió, con una sonrisa de prepotencia – Es parte de lo que tendrás que soportar, al ser mi mujer. Ya lo sabías.

Ella suspiró. Desde que habían aterrizado el jet y salido del aeropuerto privado Doumyouji, habían sido acosados por la prensa, que al parecer ya se había enterado de que habían "escapado" luego de su intima ceremonia de matrimonio; y cómo ahora se sentían ofendidos por no haber podido ser participes de sus momentos como recién casados, al parecer ahora los acosarían insistentemente.

– Al menos hemos podido disfrutar, estando solos en aquel Ryokan.

– Ja. ¡Así que si lo has disfrutado! – dijo él con un dejo de orgullo en la voz.

– ¿Qué cosas dices? – preguntó Tsukushi, nerviosa.

Él se acercó lentamente a ella y le rodeo la cintura con las manos – No me dijiste, si te había gustado lo que pasó allá – sonrió con picardía.

– ¿Justo ahora lo recuerdas? No es momento de hablar de ello – Ella apartó la mirada, mientras sentía como su rostro se enrojecía – Además, creo que fue más que obvio lo que sentí.

– Ha, así que es eso… – él también enrojeció.

– Debemos… debemos quitar el equipaje del paso – dijo ella mientras lo trataba de apartar a empujones, tratando así de cambiar el tema. En cambio, él le sujeto el mentón y la beso.

– Aún podemos disfrutar – sus labios temblaban y estaba nervioso – Incluso ahora, estamos solos – Tsukushi trató de protestar, pero en cuánto sus labios se unieron sus esfuerzos mermaron. Quizá…

Justo en ese momento, escucharon un par de pasos bajando la escalera. Ambos giraron el rostro sorprendidos, como dos niños al ser descubiertos en una travesura.

– Madre. Buenas tardes – dijeron al unisono, mientras hacían una reverencia.

Kaede Doumyouji iba bajando las escaleras con el porte majestuoso de siempre, seguida de su secretario. Al verlos, la mujer sonrío y se acercó a ellos – Veo que finalmente han regresado. Espero que lo hayan disfrutado – sonrió con su típica sonrisa de lado, pero esta vez en una mueca de fraternidad.

– Si, gracias. Hemos pensado que quedarnos más tiempo allá, era abusar demasiado – respondió la chica, educadamente.

– Me alegro – luego miró a su hijo – No estaba planeado que regresaras tan pronto, así que no es necesario que te presentes aún en la empresa. Tendrán tiempo para instalarse apropiadamente.

– Gracias, madre – dijo Doumyouji, y Tsukushi sonrió. No había duda que la relación entre ellos había mejorado mucho: Él ya no la llamaba "vieja bruja".

– Ahora, si me disculpan; debo arreglar unos asuntos ahora mismo – y avanzó hasta la puerta.

Los recién casados se quedaron solos en el vestíbulo de nuevo; entonces, Tsukushi se apresuró a avanzar hacia una de las maletas y la tomó, para evitar que la escena de hace un instante se repitiera.

– Oh. Llevemos esto a mi habitación por ahora – dijo él, tomando también parte del equipaje.

Ambos avanzaron por los pasillos de la gran mansión, hasta llegar a la familiar habitación. Luego, dejaron las maletas en una esquina y él se tumbó en la cama – ¿No estás cansada por el viaje?

– No, aún no es tiempo de holgazanear. Quizá deberíamos… – movió las manos, tratando de encontrar en que ocuparse – … desempacar las cosas.

– Bah. Ya le pediré a una de las empleadas que lo haga.

Tsukushi vaciló un poco, y finalmente fue su organismo el que le dio la respuesta.

Doumyouji sonrió al escuchar el estomago de ella, protestar por el hambre – Quizá debamos ir a comer primero – se puso en pie y tomo de la mano a su esposa, para luego arrastrarla fuera de la habitación.

Al cabo de un par de horas ella estaba sentada en el sillón de la habitación, leyendo una revista, con él recostado sobre sus piernas; Tsukasa iba durmiéndose gradualmente, cómodo ante el contacto con el cuerpo suave de ella.

Ya todo estaba en orden. El equipaje de ellos ya estaba organizado en el enorme vestidor, y la habitación había sido decorada con distintos floreros: se notaba que habían tratado de amenizar más, para darle calidez a los recién casados.

– Oye, Tsukushi – dijo él con voz pastosa por estar adormilado – He estado pensando que quizá podríamos vivir en un sitio más amplio.

– ¡Pero si esto ya es enorme! – respondió ella, dejando a un lado la revista.

– Yo quiero que estés cómoda; quiero hacerte feliz – dijo él, espabilado por su repentino grito.

– Para mí es suficiente estar en esta habitación gigantesca. Además, mientras tú estés conmigo, no importa el sitio, yo seré feliz.

Él sonrió y ella se agachó para plantarle un suave beso en los labios.

De pronto, alguien tocó la puerta de la habitación y ésta se abrió, dando paso al resto de miembros del F4.

– ¡Bueeeenas noches! – saludo Soujiro con sorna, al encontrarlos en tan íntima situación. Los otros dos chicos rieron.

– ¿Qué es lo que quieren? – preguntó Tsukasa, molesto por la interrupción.

– Escuchamos que ya habían regresado y hemos venido a ver cómo estaban – dijo Akira.

– Además, pensamos que cómo regresaron tan pronto, quizá el viaje de bodas no había funcionado – Soujiró sonrió al decir esto – Pero al encontrarlos tan a gusto, con Tsukushi instalada cómodamente aquí y tan juntitos. Pienso que ya no debo preocuparme por ti… ¿Así que ya te has convertido en un hombre? ¿Usaron el regalo que les dejamos en el equipaje?

– ¡Nishikado-san! – exclamó Tsukushi, nerviosa. Y recordó de pronto las prendas diminutas de encaje que aún ahora estaban guardadas en la maleta que venían; por lo que se sonrojó y agachó la vista.

– Deberías dejarlos en paz – dijo en voz baja Rui, acercándose a Tsukushi, para luego sonreírle.

Por su parte, Tsukasa se levantó violentamente del sofá y comenzó a dar vueltas alrededor de la habitación, ansioso – ¡Es obvio que soy un hombre! Ya no tienes de que preocuparte por mí, Soujiro… – dijo, tratando de ocultar el temblor en su voz – No era ni siquiera necesario aquellas cosas; es evidente que ella se vuelve loca por mí.

– Serás imbécil – le soltó Tsukushi, poniéndose en pie también – ¡No tienes porque ir por ahí, diciendo esas cosas tan embarazosas!

Sus 3 amigos, se echaron a reír, provocando que los recién casados se callaran y sonrojaran aún más, de ser posible.

– ¿No han pensado en ampliar el linaje Doumyouji? – preguntó Soujiro repentinamente, luego de estar conversando todos un rato.

– ¿Ampliar el pelaje? – preguntó Tsukasa, confundido.

– No Tsukasa; me refería a que si han pensado en si tendrán hijos en el futuro.

Tsukushi enmudeció de inmediato; desde lo que había sucedido entre ellos, aquella noche, no había pensado en ello… ¿Querría Tsukasa tener hijos?

Ninguno dio una respuesta; y Rui atinó a cambiar el tema en ese momento…

Tsukushi despertó repentinamente y tardó unos segundos en darse cuenta de dónde estaba. Miro alrededor, reconociendo a oscuras la habitación en la mansión Doumyouji; sintió el cuerpo de su esposo recostado en la cama, a un lado suyo. Suspiró.

Había estado soñando de nuevo, con días pasados. Esta vez había visto en sueños, la primera noche que paso en la habitación de Doumyouji, estando ya casados.

– Mmm… ¿Qué pasa? – le preguntó Tsukasa con voz somnolienta, despertándose por sentir el movimiento de ella.

– No, nada – respondió ella entre susurros – Vuelve a dormir.

– Duérmete ya, tú también – dijo él, rodeándole el cuerpo con los brazos.

Ella se acurrucó entre sus brazos y cerró los ojos; amaba sentir el contacto con el cuerpo de él, y el olor que sólo le pertenecía.

Ya no había prensa que los acosara insistentemente; y el F4 había dejado de incomodarlos con sus preguntas.

Suspiró complacida, y volvió a quedarse dormida al cabo de un par de minutos.


Pues acá está. Se los dedico a Patricia Bustos y a Damila-MoonNight, quiénes dijeron les hubiera gustado leer más de esta pareja.

A todos, ¿Qué les ha parecido?

Y no sean malos y déjenme un review. Sólo pasan a leer y uno no sabe si les dejé un mal sabor de boca o no. Todo comentario o crítica, será bien aceptado :D

Y pues hasta el próximo capitulo. Espero sigan la historia y pasen a leer el siguiente :3