Disclaimer: One Piece no me pertenece, es de Eiichiro Oda. La historia sí es mía.
Aviso: Slice of life.
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Luffy corre por el Sunny como todos los días. Tropieza con Zoro, lanza a Usopp fuera del barco sin darse cuenta, arrolla los inventos de Franky y de paso roba un poco de comida de la cocina. Nami lo mira desde la ventana de su habitación, observa el largo cabello que ya le cubre la nuca, y toma las tijeras que usa para cortar papel de su escritorio. Todos saben que tienen un tiempo para respirar tranquilos cuando Nami le grita a su capitán ordenándole que vaya con ella. Luffy acude al llamado, como un cachorro hiperactivo y se sienta luego de que la pelirroja lo tire sobre un banco debajo de uno de los árboles de mandarina.
—Ya es hora de cortarte el cabello. Y más te vale quedarte quieto, o quedará disparejo.
Los mechones negros van cayendo sobre una manta que Nami ha puesto debajo de ellos. El tiempo pasa tranquilo con el Sunny meciéndose sobre las olas, y el atardecer naranja les colorea la piel cuando la mujer termina su labor. Luffy se ha quedado dormido amodorrado por los dedos de Nami corriendo sobre su cabeza, que pueden ser gentiles especialmente cuando cuenta billetes y cuando pasa las tijeras sobre el cabello de Luffy.
Asegurándose que nadie les mira, le da un pequeño beso en la frente y luego lo despierta de un coscorrón.
—¡Listo! Te ves mucho mejor así.
—¿Ya has terminado? ¡Gracias, Nami! —grita Luffy antes de volver a correr por su barco.
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