FIC
Un Ángel Enamorado
Por Mayra Exitosa
- Qué bonitas, ¿Son de verdad?
- Si, ¿Quieres que te lleve en mis brazos?
- Siiiiiiiii, siiii, siiii, me encantaría
La pequeña se aferraba a su pecho, escondía su rostro y lloraba, mientras Albert suspiraba tratando de tranquilizarla y que ya no pensara en el trayecto a su nuevo hogar.
- ¿Te sientes Mejor? Caminaba entre las nubes y veía que no respondía solo asentía, la bajaba lentamente y viendo su hermoso rostro agregaba - Ya no hay dolor, todo aquí es paz y tranquilidad, verás a tus familiares y a muchos niños como tú.
- Pero extrañaré a mi mami y… a Chuck y… a la abuela y…
- Aquí están otros que también te esperan, tu abuelo no ha dejado de invitar a todos para darte la bienvenida, le aviso a los hermanos de tu padre y hasta un par de primitos también están aquí.
- No quiero que me vean sin cabello, mejor me espero un poco, a que crezca de nuevo. Albert sonreía y pasando su mano por su cabecita le respondía,
- Pero si tus cabellos son hermosos, además ya es más largo que cuando te lo cortaron por completo, ¿quieres verte en un espejo? Albert sacaba de su bolsillo al verla asentir incrédula, porque ella ya sentía su cabellera y la tocaba con sus manitas
- Gracias. Me hubiera gustado mucho, despedirme de mi abuela, no quiero que Chuck se quede solo, la abuela ya no puede cuidarlo.
- Tu mami lo hará, además ellas estarán bien, prometo hacerme cargo de ellas, Rose.
- Gracias, ángel mío, yo confíe mucho en ti, no perdí las esperanzas en ningún momento, sabía que tenía que venir, pero quise aguantarme más, para estar con ellas, éramos las tres mosqueteras, nosotras nos divertíamos mucho, ya no tenía que ir a clases y mi abuela cocina delicioso, deberías ir a tomar chocolate con ella.
- Lo hare, te prometo que estaré tomando chocolate con ella. Ahora mira… allá está tu familia esperando,
- ¿También mi Papá?
- No, el no está aquí, el todavía está en la tierra, pero, si se porta bien, vendrá algún día a verte.
- De acuerdo. Gracias, también por mi cabello, es más bonito que el que tenía… tu mano, es mágica, lo sentí cuando me lo decías, vi uno de esos en la televisión, pero deben ser muy caros porque solo salen en las caricaturas y el tuyo es real.
Albert soltaba una carcajada emocionada, echando su cabeza hacia atrás, ambos compartían ese momento que jamás podría olvidar, la pequeña había sufrido por dos años de cáncer, cuando estimaban solo seis meses de vida, ella lucho demasiado, llegando a sobrevivir dos años, eso lo valoraban todos los que la esperaron, Albert más, porque así compartió mucho tiempo con los humanos, descubriendo cosas hermosas, hoy al ver a Rose, pensaba que extrañaría a su madre y a su abuela, eran encantadoras, oraban muy seguido y eso era como sentir dentro de su ser renovarse en felicidad y amor, porque eso es lo que hacen las personas la orar. Renuevan a los ángeles que las rodean sin poder verlos. Con su hermosa mirada, veía como la pequeña caminaba hacia un lugar entre nubes, a lo lejos habían personas esperando su llegada, como nos esperan a todos para ser recibidos al llegar al cielo.
Albert giraba y escuchaba a dos de sus compañeros, comentando sobre el caso de un niño que declaraba ver a los ángeles, este se interesaba y al escuchar su nombre, se quedaba estático. No podía creerlo, el pequeño Jeremías, lo describía perfectamente, de inmediato se unía a la conversación al saberse descubierto
- ¿Cómo hizo eso? ¿Cómo sabe que estoy ahí?
- Vamos Albert, lo más probables es que… pronto este aquí.
- ¡No! Su padre lo ama, es lo único que tiene ahora, confía ciegamente en Dios, ora junto a él, no puede…
- Si puede, lo sabes, su voluntad es nuestra guía, no te rebeles ante él.
- No lo hago, es solo que… Jeremy es el motivo de vivir de George. Ese niño es quien hace crecer su fe, hace que todo a su alrededor cobre sentido, sus oraciones son tan perfectas y tan hermosas, cuando lo hace…
- Lo sabemos, Albert. George es… un gran hombre.
- Dios quiere lo mejor para todos sus hijos, no puede ser cierto que Jeremy tenga que dejarlo, es un chico sano, fuerte y lleno de vida.
- Vamos Albert. Cálmate y ve al otro lado del mundo, allá donde siempre te sientes tranquilo…
- Ahora menos que nunca puedo irme, si George va a perder a Jeremías, lo mejor es estar a su lado.
El tiempo paso muy pronto, Jeremías corría por las nubes, Albert lo veía con seriedad, no podía olvidar a George, verlo llorar fue desgarrador, aun para él siendo un Ángel, ver a George destrozando y aventando todo a su paso, trato de calmarlo oraba en su oído, lo abrazaba, pero nada funcionaba, George estaba sumergido en el dolor de perder a su único hijo, al nacer había perdido a su esposa y ahora estaba solo, sin un ser que lo animara a continuar. Para Albert ver correr al pequeño después de ser atropellado lo tranquilizaba, deseaba poder regalarle esas imágenes a George de alguna manera, que supiera que su hijo estaba muy feliz, preguntaba por su madre y ella apenas se dio cuenta, en vez de sonreír por saber que su pequeño llegaba, se desmoronaba al pensar en el hombre que amaba, y que ahora estaba solo.
- ¿Jeremy, mi amor?
- ¡Mamá!
- Porque no te fijaste al cruzar la calle, Papito estaba llorando, no podías venir aun, el te necesitaba mucho mi cielo, mucho.
- Lo siento mamá, deseaba verte.
- Yo te veía todo el tiempo, mi George esta solo ahora, quisiera abrazarlo, quisiera estar a su lado, tú eras lo que más me hacía feliz, porque todos tus abrazos se los daba yo a través de ti.
En ese momento Albert comprendía porque Jeremy lo veía desde antes, su madre iba a través de él y lo abrazaba, como lo había hecho, ¡Cómo!
- Nataniel, necesito tu consejo
- Dime Albert, en que deseas que te aconseje, amigo.
- Quiero vivir en la tierra.
- Eso es imposible, ningún ángel puede ser humano, jamás.
- Lo sé, pero deseo pedir un tiempo en la tierra, deseo aprender más.
- Un ángel aprende más al estar cerca de los humanos, Albert, no requieres estar todo el tiempo ahí, podrías dejarte ir…
- ¿Dejarme ir? ¿Cómo es eso?
- Supe que un ángel se perdió, fue a un lugar donde no había oraciones, despareció y no lo volvimos a ver. Después varios comentaron que… lo vieron como humano.
- ¿Cómo humano? ¿De carne y hueso?
- Si, te imaginas, que feo debe ser, sentir todo eso, esa falta de amor, de nuestra paz, de todo por lo que estamos hechos.
- ¡Eso es fascinante! Quiero pasar por eso.
- ¡Albert! Sentirías todo el dolor y la desesperación a la que no estamos acostumbrados, nosotros quitamos todo eso, es horrible, el humano tiene la capacidad de soportar lo que Dios le mande, pero un ángel no.
- Pero sería humano. Podría abrazar y decirles lo que deben hacer.
- No te escucharán te juzgarían loco, como lo hacen con los profetas que van a la tierra, ellos creen que solo fueron profetas cuando Jesús estaba allá, no saben que entre todos hay humanos que llevan paz y mensajes, que solo ellos deben hacer, para que puedan sentir a Dios.
- Los convenceré, seré la paz que necesita, ya veras, ahora hablare con…
- ¡No! ¡Estás loco! Ve a África, allá donde te gusta ir, descansa y ve con quienes te sientes mejor, pero no hagas esa locura.
- No es una locura, los ángeles no hacemos eso, solo hacemos el bien para la tierra y mejoramos los enlaces a través de la oración, dejamos que los humanos sientan a Dios a través de nosotros y vemos el amor como ellos no lo ven.
- ¿Albert? Creo que necesitas descanso, estos últimos viajes te han afectado un poco…
Albert sonreía y se iba dejando a su compañero asustado e incrédulo, de inmediato se desparecía Nataniel y se aparecía de nuevo en un lugar lleno de paz, junto a un hombre vestido de blanco con gorrito en la cabeza, quien oraba y salían lagrimas de sus ojos al terminar de orar. Ahí el tomaba paz, daba su amor y tranquilidad a quien había orado con tanta fe por el mundo.
Mientras Albert buscaba entre los humanos del cielo al ángel que había sido humano, sin encontrar respuestas.
En la tierra, Candy viajaba de Europa a ver a un pariente, que había perdido a su hijo y ella era su sobrina, viajaba con varias clemencias del clima, tratando de ver cómo llegar a Chicago, con su Tío George, quien no la esperaba ya que pensaba que Candy había fallecido después de que su hermana sufrió un infarto cuando manejaba. El no había podido ir a despedirla porque en ese momento el también perdió a su esposa y nacía su bebe, solo mando dinero para que se hicieran cargo de todo, sin darse cuenta que había dejado a su sobrina lejos de él.
Candy tomaba su equipaje en el aeropuerto y se trasladaba en un taxi, cuando por la nieve, este derrapaba y ella se salvaba por varios ángeles que la rodeaban. Estaban a cargo de la seguridad de la joven médico desde Europa la estaban acompañando, era quien daría a su tío esperanzas y los ángeles motivados por la sorpresa de su regreso, hacían de todo con tal de volver a reunir a George con Candy.
- Raphael, no dejes que le pase nada al chofer.
- Ya estoy a cargo, manejare el taxi, tu cuida que ella este bien.
- No he hecho otra cosa, desde que salimos de Inglaterra.
Candy se tallaba los ojos, escuchaba voces que no sabía de dónde venían, veía al chofer del taxi con los ojos cerrados y manejando, esta se asustaba y lo despertaba, logrando que el relajado chofer que sentía a Raphael dentro de él, se despertara y tomara el volante.
- Ya estamos cerca, señorita, discúlpeme, pero el hielo es muy peligroso, debieron limpiar las calles...
- No se duerma señor, le daré un té caliente cuando lleguemos a casa de mi tío George. Mientras los ángeles sonreían por la amabilidad de Candy.
CONTINUARA
Gracias por sus comentarios, pronto continuaremos con los fics,
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
