-Ningún personaje me pertenece, ni sus características físicas ni las emocionales. de lo único que soy dueña es de la historia creada para ellos. Aclaro que es OC, cambian algunos acontecimientos que pasaron en el anime, es decir, otro personaje lo llevara acabo, respetare la esencia de los personajes en su totalidad.
Tu voz en mi oscuridad.
Faltaban dedos para contar las veces que ella lo ha humillado o las veces que le ha salvado de problemas que muy seguramente le habrían costado la vida. Orgullo y soberbia, mala combinación si le sumamos un poco de cobardía que ella sabía perfectamente bien él que tenía.
Era bueno en sobajar y hacer sentir mal a los demás al igual que ella fue buena en decirle cuanto le odiaba. ¿la culpaba? En lo más mínimo, él le había dado razones de sobra para que ella lo despreciara. Pero, en todo hay un "pero", y esta vez no sería la excepción; ella era noble y siempre hacia a un lado el pasado y le salvaba de alguna acción o de las venenosas palabras que hicieron irritar a alguien.
Aun recordaba cuando ella se fue de Londres, sintió una punzada de dolor que en aquel entonces pensaba que era por la mancha que generaba al apellido; al paso de los meses se sentía como león enjaulado en el colegio al saber que lo acontecido fue provocado por su hermana lo enfureció a tal grado de retirarle el habla. Si tan solo no se hubiera metido, aun ella seguiría en el colegio y la vería con esa persona, pero al menos sabría lo que hacía y dejaba de hacer. Tiempo después bien o mal los rumores de guerra empezaban a soplar en Europa y como familia acomodada la cabeza del clan declaro retirada hacia lugares seguros, los que tenían que volver lo harían de nueva cuenta hacia estados unidos. Una nueva oportunidad para volverla a ver.
Mas malas noticias y ni rastro de ella, en la casa principal simplemente no se había parado por ahí y lo sabía bien por sus primos quienes le insistían a la tía abuela el que ella viviera con ellos en la mansión. Cada tarde era normal escuchar a la anciana enojarse con los jóvenes por insistir sobre el tema, cuando ella ya les había aclarado que desde que aquella chiquilla volvió de Londres, simplemente no había puesto un pie en esa casa.
Entre días y semanas dando vueltas por chicago, el noto la presencia de una rubia vestida de blanco que caminaba a unos metros delante de él, se parecía mucho a ella ¿podría ser? Decidió seguirla así notando como aquella joven sacaba algo de su bolso y entraba por las enormes puertas de un hospital, la chica se acomodaba lo que distinguió como una cofia y a lo lejos se escuchaban dos voces que el reconocía sorprendiéndole lo que gritaban.
- ¡CANDY!... detente, ¡CANDY! -.
La mencionada giro de golpe al escuchar su nombre, haciendo que él se tuviera que esconder entre unos árboles y arbustos. Un movimiento en falso y los 3 de ahí se percatarían de su presencia.
-Archy! Stear! - la escucho responder el llamado, viéndola correr a los brazos de ellos 2.
Archy fue el primero en abrazarla -oh Candy. Hasta que damos contigo-.
-no has respondido ninguna carta y tampoco vas a la casa cuando te avisamos que ahí estaríamos para verte-. Fue el turno de Stear de enojarse con la rubia.
-lo siento chicos. Mi horario de estudio y practicas no me permite nada de esas cosas, recuerden que estoy internada-. Eran ahora ellos los regañados.
-vaya. Esto es peor que la cárcel de Londres-. Lo dicho por Archy hizo reír a los 3 notando de todos modos como en Candy la sonrisa no era reflejada en su mirada.
Mientras tanto él tomaba nota de lo dicho y los pocos gestos que podía ver.
Ambos chicos querían salir con ella, además de que sería una sorpresa para sus respectivas novias.
-vamos Candy. Algún día debes de tener libre para salir-.
Esta se quedó pensativa, como no queriendo afirmar eso. Hasta que se rindió, también quería salir, aunque eso sería un sinónimo de interrogatorio.
-de acuerdo, Stear. Este domingo es mi día libre, ustedes digan y yo les sigo-…
El escucho lugar y hora del encuentro del próximo domingo. Irlos a espiar no sería nada malo comparado a lo que hacía en el pasado.
El domingo llego y con ello la única posibilidad de saber un poco más de la estadía de la rubia. No se sentía mal hacerlo de este modo, puesto que era el único medio posible ya que ella definitivamente no le aceptaría una invitación a tomar un café y sinceramente si él fuera Candy tampoco aceptaría. En esa cuestión ya había madurado, un poco al menos, reconociendo que sus acciones no eran las correctas, pero eso en el fondo le daba igual ya que no cambiaría ¿para qué? A esas alturas ya daba igual ya que había daños y heridas junto con rencores y distancias que ya estaban delimitadas por todos lo que él alguna vez ofendió y humillo.
Donde escucho que se citarían era un café en el centro de la ciudad, fino, elegante y famoso por sus postres y dulces; justo en los gustos de ella. Conociéndolos los 5 amigos se sentarían en un lugar apartado e íntimo para poder platicar y que este un hombre detrás de un periódico tomando su respectivo café no sería ni parecería una molestia.
Hecho, a los 20 min de él estar esperando escucho las risas de tan peculiar grupo. Para no llevarse con ellos parecería que convivían 24/7 pues su predicción de donde se podrían sentar se cumplió al pie de la letra. Y a ahí la vio de nuevo tan jovial en su vestir, seguramente por insistencia de sus amigas; él quería imaginarse como la paso la rubia desde que dejo Londres, se veía cansada por más que tratase de sonreír. Él había pensado que en el encuentro con sus primos vio mal por la distancia en la que se encontraba, pero lamentaba saber que no era un error, aunque ¿Quién era el para sentirse así, después de como la había lastimado tantas veces? Algo se podría asegurar con mucha convicción que lo que sentía no era por hipocresía.
Las voces de ellos lo sacaron de sus pensamientos.
-vamos Candy, ¿Por qué no fuiste a la mansión al llegar? -.
-como insisten chicos, siempre que nos logramos ver me lo preguntan ¿se imaginan el grito que hubiera pegado la tía abuela al saber que estuve ahí? -. se escuchó suspirar a la rubia.
Su ubicación era perfecta, aun que trajese un periódico que le tapaba además de un peinado distinto podría mirar de reojo lo que pasaba a en la mesa continua, si se acomodaba en la silla podría tenerlos de frente.
-Stear. Le quieres decir que de todos modos la tía abuela se enfadó, pero justamente, por lo contrario, por saber que no piso el lugar-.
Annie y Patty soltaron una risita, la decorosa para lugares públicos. Candy los veía con una ceja alzada por la incredulidad de lo dicho.
-no nos mires así, lo que dice Archie es verdad. Quien la entiende-. Stear, aunque era el mayor y por ende el que más convivio con la tía abuela antes de la llegada de Archie o del mismo Anthony había reacciones en ella que jamás entendería.
-como sea, preferí primero ir con mis madres y después… ver lo de la carrera de enfermera-.
Esa pausa no pasó desapercibida para nadie en la mesa y para nadie de la otra mesa que estaba atento a la plática.
-Candy, nos alegra tanto saber de ti. Ahora definitivamente cada día que tengas de descanso te vendremos a ver-. Patty demostraba cuanto la había extrañado, intuía que había más de lo que Candy quería decir en realidad.
-es verdad Patty. Saldremos, iremos de paseo y compraremos lo que se nos antoje, aunque no quieras-. Fue el turno de Annie, al igual que Patty, ella conocía esa rigidez en el cuerpo de la rubia y sabía perfectamente bien que sacarla del hospital costaría una serie de chantajes siempre y cuando sean necesarios.
Candy suspiro, estaba en relativa tranquila al tener a los chicos ahí, sabía perfectamente que no cometerían sus amigas alguna indiscreción teniéndolos a ellos ahí, ¿no?
-es verdad, tengo nuevos inventos que me gustaría que probaras y…- Stear ya estaba fantaseando con su conejillo de indias.
-yo creo que no hermano, una cosa es que Candy este de enfermera y otra que ella quiera estar de paciente después de uno de tus inventos-. El comentario de Archie hizo reír a los escuchas y hacer esbozar una sonrisa al intruso de la plática.
Por un rato más la plática giro en torno a cómo estaban todos en el hogar de pony, Candy contaba lo que sabía de la última vez que fue y Annie lo que sabía de su reciente visita. La rubia no lo noto, pero la pelinegra lanzaba miradas a los hermanos Cornwell, Archie le negaba con la cabeza hasta que emitió un gemido medianamente oculto por la taza de café que justamente se llevaba a la boca, pero aun así la rubia no registro lo acontecido. Algo o más bien alguien le había lastimado la pierna, obviamente por debajo de la mesa.
-Bueno señoritas-. Interrumpió Stear. -regresamos en unos 20 min, no me acordaba que tengo que comprar algunas cosas-. El chico de antejos peleaba por levantar a su hermano de su lugar hasta que al final este se resignó despidiéndose de este modo de las jóvenes.
Annie espero hasta verlos salir por la puerta. Candy ya no se sentía segura en esa mesa así que empezó a idear un plan que incluía un escape, o eso imaginaba el joven que escuchaba la plática al verla tan ansiosa moviéndose en su lugar.
La pelinegra se quedó mirando a la rubia haciéndola sentir con más ganas de irse -Te calmas Candy, te comportas como si fuera esto un juicio-.
-conociéndote Britter-. Esto lo dijo por debajo el joven escucha, sin llamar la atención.
-Annie, cálmate. Candy, tranquilízate. Solo queríamos platicar a solas contigo, ya sabes que los chicos no entienden luego nuestros temas-. Annie solo segundaba a Patty con un gesto de afirmación que hacía con la cabeza.
-yo tampoco entiendo mucho los temas y soy chica-. Candy se encogió de hombros porque era verdad, los vestidos de lujo los tenía gracias al tío abuelo y claro está todo lo que implicaba vestir con uno de esos. Peinados, ¿para qué? Era enfermera, era lo que menos importaba. ¿fiestas sociales? Ninguna, aunque era una Andrew eso no era sinónimo de vida social al menos no para ella. ¿amor? Mejor pasaba la página con ese tema.
-como sea, no los entiendes, pero los has vivido Candy-. Patty mejor decía algo antes de que Annie corrigiera a su manera a la rubia. La pelinegra se volvió un poco más despierta estando ellas 3 o estando sola con Archie, decía lo que pensaba con la confianza de no ser regañada.
-al grano, solo diré una cosa y espero que nos tengas confianza Candy-. La mencionaba sabía por dónde irían los tiros, ¿Dónde estaban las interrupciones cuando se necesitan? -.
-Grandchester-.
Candy miro de inmediato a la mesa contigua, había escuchado perfectamente lo dicho por Annie, pero también escucho como el comensal sentado ahí tosía fuertemente por atragantarse con su bebida.
-no te hagas la que no me escucho Candy. ¿Qué ha pasado con Terry? -. las dos jóvenes que la cuestionaban tomaron las manos de Candy en señal de apoyo, por las reacciones evasivas que esta mostraba.
La ojiverde regreso la mirada a su mesa, quedando totalmente en silencio. Sus amigas esperarían a que ella reaccionara, antes Annie y Patty hicieron una promesa la cual era que si Candy no decía nada en esa reunión el tema de Terry Grandchester quedaría en el baúl de los recuerdos del San Pablo.
Por otro lado, la osadía de la pelinegra descoloco al joven de la otra mesa. ¿Tocar ese tema sin un preludio? ¿acaso querían matarlo de la impresión mencionando el nombre de ese tipo? Después de estar seguro que su vida no corría peligro después de la escena que protagonizo detrás de su periódico, frunció el ceño moviéndose un poco para ver los rostros de las chicas como efecto se enojó aún más al ver el rostro de ella.
-yo, estuve a punto de verlo cuando llegué a américa-. Mantenía la mirada en la mesa, no quería ver las reacciones de sus amigas. -hasta la fecha me ha sido imposible verle. Terry paso por el hogar de pony ¿saben lo que significa? Cuando yo le contaba de mi lugar favorito sinceramente pensaba que él no le prestaba la atención debida pero como siempre él sabe acallar mis dudas, él fue. Hablo con la señorita pony le dijo algunas cosas, pero nada con certeza me revela donde estaría en estos momentos. Hay veces que recibo correspondencia que él manda al hogar de pony y la Hna María me la manda, pero nada significativo me dice Terry-.
Para cuando acabo de contar las cosas, su mirada ya no se encontraba en la mesa, ella la había enfocado por el ventanal del lugar y se había ido muy lejos donde podía acudir a sus recuerdos cada vez que ella necesitara salir de su realidad. Por otro lado, las chicas se miraban entre sí y después miraban a la rubia, no querían moverse e interrumpir los pensamientos o memorias que seguramente su amiga tendría. El joven que las espiaba necesitaba irse de ahí, no soportaba la mirada de ella, tan anhelante, tan intoxicante, tan suplicante; pero poco podía hacer, ¿no el mismo quería saber que había pasado con ella todo este tiempo? Ahí tiene las respuestas ante su pregunta.
-Candy, lo sentimos mucho-. Patty se levantó abrazar a la rubia.
- ¿Cuándo aprenderás a sacar lo que te hiere y confiar en nosotras? -. esta vez fue turno de Annie en abrazar a su hermana.
-lamentamos mucho la manera en que te hicimos que nos dijeras las cosas…- Patty era interrumpida por la pelinegra. -pero lamentamos mucho más la separación de ustedes-.
Candy solo se abrazaba más a ellas, quería que no dolieran los recuerdos, ni las despedidas, que no dolieran esos recuerdos que deberían de hacerla feliz.
El joven por fin era libre de bajar el periódico que lo ocultaba, ellas estaban demasiado distraídas para reparar en ese detalle. Sus dudas estaban saciadas ya, pero algo le ataba a quedarse y seguir escuchando, un hilo invisible lo ataba a esa chica que tanto le odia. Diviso que se separaban y nuevamente se tuvo que esconder, él no era el rey en la paciencia y en otra época este juego ya le hubiera hartado mandándolo todo muy lejos bien sabía que valió la pena el pequeño sacrificio.
-gracias chicas. yo no es que no haya querido hablar de esto, solo que, tengo otras prioridades en mente. Terry no está y yo tengo que seguir con mi vida, sinceramente no creo que nos volvamos a encontrar-.
Las amigas se quedaron mirando a la enfermera, sorprendiéndoles la rapidez con la que esta vez su amiga había caído derrotada.
-Candy él quería ser actor ¿cierto? -. o eso era lo que recordaba la castaña
-es verdad, Candy. Si él quiere ser actor lo más lógico es que él se encuentre en New York principalmente en Broadway-. Annie apostaba por ello, pero había algo igualmente de difícil.
-de que sirve saber dónde estará, se imaginan cuantas compañías teatrales hay-. Ella también lo había pensado. -no tengo manera de averiguar, no tengo conocidos ahí y en sus cartas dice tan poco-.
-vamos. Si Terry es la mitad de buen actor, como tú misma lo has dicho, no faltara mucho tiempo para verlo en una obra. Padre tiene conocidos ahí, si le pido el favor de investigar y de que le avisen novedades en cartelera no dudes que por ahí estará el nombre de él-.
-como dice Annie, esa es una buena opción. Además, a la abuela Martha le gusta el teatro, así que es seguro que ella se entere de los pormenores en la cartelera teatral. No te olvides que ella conoció a Terry y le tomo cariño-. Patty aún se abochornaba por las ideas y actitudes loca de su abuelita.
-no me ilusionare, pero cualquier notica será bienvenida-. Por fin sonrió la rubia, de igual manera esa sonrisa no calmo a ninguno de los ahí presentes, ni a las chicas ni al joven oyente.
Tal vez para bien o para mal llegaron los primos Cornwell algunas pocas bolsas, a decir verdad, se fueron hacer los tontos por ahí buscando regalos para su prima y también para sus novias. Un rato más y los jóvenes optaron por irse y dijeron a donde se dirigían, pero definitivamente ya era hora, al menos para él, de volver a casa.
Fue una salida de revelaciones importantes. Pero poco podía hacer por ella, además de que jamás aceptaría algo viniendo de él. Todo el camino esos fueron sus pensamientos ¿serviría de algo intentar acercarse a ella? Candy era un alma noble pero no tonta, pensara que se acerca con la intensión de molestarla o dañar. Ni él sabía con qué intensiones se planteaba el acercarse a ella o al menos intentarlo, más con la confirmación de los sentimientos que ella tiene ya por alguien más.
Por fin llego a su hogar, su fastidioso hogar. Soportar a su familia debería merecer un premio, viéndolo de otra manera, soportarlo a él debería ser para que los demás ganaran un premio también. Ni bien pisaba el último escalón de la entrada principal cuando la chillona voz que con la que creció, gritaba su nombre.
- ¡NEAL! ¿Dónde rayos estabas metido? ¿Acaso olvidaste que prometiste acompañarme hacer mis compras? -. vio a su hermana venir por el jardín que rodeaba la edificación. Ella definitivamente no había cambiado nada, autoritaria, mandona, manipuladora, frívola, pretensiosa y por desgracia… igual a él.
-buenas tardes para ti también hermana-.
- ¿lo olvidaste, Neil? -
El castaño suspiro, cada día era lo mismo, girar en torno a la supuesta vida social que su hermana pretendía o hacia creer que tenía. -No Eliza, no lo olvide-.
Eso la hizo enojarse más. -entonces ¿Por qué apareces hasta esas horas? Te dije quería salir a las 10 de la mañana-.
Suspirando enojado y frustrado, Neil lo último que quería era armar una escena en la entrada principal de su casa donde los transeúntes podían verlos y vaya que lo estaban haciendo. Pero la haría enfadar un poco más.
- ¿no es obvio? Si aparezco a estas ahora y además evidentemente se nota que voy llegando, es porque no se me antojaba salir contigo a tardar horas de tienda en tienda, escuchando tus exigencias y enfados cuando yo tenía cosas más importantes que hacer a esas horas-. Listo, ya estaba mentalmente preparado para los próximos 45min de rabietas.
Eliza solo iba abriendo más y más la boca formando una perfecta O conforme su hermano iba diciendo todas esas cosas. ¿Cuándo se había vuelto tan poco manejable su cobarde hermano?
- ¿Cómo te atreves …- ella estuvo a punto de empujarle, pero fue detenida por la voz de su padre a espaldas de ella?
-me gustaría que mis hijos evitaran dar este tipo de espectáculos y más tu Eliza que eres una señorita educada o eso quiero yo creer-. Como hombre educado que era, el Sr Leagan evito una reprimenda mayor, de esas que sus hijos necesitaron desde su más tierna infancia y de las cuales se arrepentida de no haberlas aplicado.
-pero papá, Neil me prometió salir y ve que falta de palabra tiene-.
Tras lo dicho el mencionado puso los ojos en blanco, ahí iba su hermana con el falso timbre de voz de joven dolida por una mentira. Lo peor es que su padre le creería y lo retaría.
-eso escucho y lamento haber entorpecido tu salida hija, pero tu hermano tenía un encargo que hacer en mi nombre-. El hombre mantuvo su postura seria mirando a su hija, mientras divisaba el rostro sorprendido de su hijo.
Neil no salía del asombro, ¿su padre le cubría las espaldas? Generalmente seria su madre, si es que Eliza no estaba en medio para llevarse la atención. Así que esa mentira dicha tan confiadamente por parte de su padre, le sorprendía.
Con cara de fingido entendimiento Eliza no podía contra su padre y más con las sentencias recibidas al volver de Londres. -está bien padre, me gustaría que la próxima vez me avisara para no estar como tonta buscándolo o esperándolo-. Se giro a mirar a su Neil viéndolo con una sonrisa pretenciosa encogiéndose de hombres diciéndole te lo dije.
- ¿Qué pasa querido? - la Sra. Leagan era ahora quien salía por la puerta principal, sorprendiéndole ver a su familia ahí. -oh hija, ¿tan pronto volviste de tus compras? -
Eliza reprimió una serie de palabras solo por estar su padre ahí presente, mientras que Neil aguantaba el tirar una carcajada por el rostro descompuesto de su hermana; desde la llegada de Londres su madre se había desentendido un poco de ellos, cosa que le convenía al menos a él como por ejemplo hoy, que ya no fue obligado a someterse a los caprichos de su madre y hermana.
-No mama, no Sali de comprar aún. Resulta que Neil tenía cosas que hacer, encargos de mi padre-.
-perfecto hija, vamos nosotras entonces. ¿vienen? -. pocas veces esta daba la opción que mencionaba, ambos caballeros dieron un paso hacia atrás por instinto.
-creo que pasare esta vez de la salida, tengo asuntos que hablar con Neil, sobre el banco-. El Sr Leagan era tan fanático de las comprar femeninas como su hijo.
Ambos se encaminaron rumbo al interior de la casa, antes de cualquier otra cosa aconteciera. La relación entre ambos iba mejorando, Neil no dejaba de ser un chico mimado, pero algo que podía ver su padre es que este se iba desprendiendo de esos grilletes que representaban su madre y hermana, ambas eran absorbentes y asfixiantes hasta cierto punto de rayar a algo más. Pese a todo lo veía más desenvuelto e independiente pero igual de solitario. Al menos quería crear ese vínculo, que nuevamente llega tarde, para que haya la confianza que debe de existir entre padre e hijo.
Una vez cerrando la puerta tras ellos, se miraron y sonrieron en señal de simplicidad y antes de que el más joven emitiera palabra alguna, su padre lo interrumpió.
-acompáñame un rato al despacho, prometo no quitarte mucho tiempo-. Sin esperar respuesta avanzo hacia el lugar, firmemente convencido de que su hijo lo seguiría y confirmándolo con el sonido de las pisadas detrás de él.
muchas gracias por tu lectura, espero que este fic sea de tu agrado.
