Disclaimer: Naruto, ni ninguno de sus personajes me pertenecen. Si me pertenecen los miembros de la Casa de los Gatos, así como la trama de esta historia y las que la complementen.
NO gano dinero con esto, ni nada por el estilo. De hecho, en estos momentos debería estar estudiando para una prueba de la universidad.
LA CASA DE LOS GATOS
Cap. 01
Todo parecía indicar que este sería otro día normal.
Bueno, todo lo normal que puede ser un día para los habitantes de la Aldea Oculta entre las Hojas, más conocida como Konoha.
Aunque aún era bastante temprano, ya se podía apreciar movimiento en el lugar. Algunas tiendas ya habían abierto, y unos pocos madrugadores recorrían el mercado. Ninjas frescos y despiertos relevaban a sus compañeros, luego de una larga guardia nocturna. Y algunos jóvenes ninjas entrenaban en los campos especiales.
Una joven de cabellos rosados golpeaba una ropa, convirtiéndola en polvo. Con el tiempo, y un arduo entrenamiento, había convertido sus manos en poderosas armas. Pero quería más. Hace ya unos años que había decidido dejar de ser una carga para sus compañeros; por eso estaba ahí, entrenando. Debía ser mejor. Quería ser mejor.
Desde un árbol cercano, un ninja la observa en silencio. Se había levantado temprano, para charlar un poco con su amigo, en su infaltable cita frente a aquella piedra. Pero en el camino la encontró, y se detuvo un momento a verla.
Debía reconocer que el entrenamiento con la Hokage había convertido a la joven en una ninja extraordinaria, aunque aún tenía mucho potencial por explotar. Pero a cambio, parte de su personalidad había quedado atrás.
La extrañaba. Extrañaba esa actitud alegre y algo infantil que tenía antes. Le recordaba demasiado a ella. Quizás por eso tendía a sobreprotegerla en las misiones. Perder a su alumna sería como volver a perderla. Jamás se lo perdonaría.
La joven detuvo su práctica para tomar algo de aire. Mientras descansaba, pudo distinguir una silueta en las afueras del campo de entrenamiento.
Era el tercer día que veía a Ibiki Morino por ese lugar. Su expresión era triste, igual que en los días anteriores. Cargaba un paquete en sus manos, y caminaba lentamente hacia el Bosque Prohibido.
Debía admitir que se sentía curiosa. No sabía mucho de aquel Jônin, pero en esos pocos años en que había compartido con él un par de veces (mayormente, cuando se presentaba frente a la Hokage), nunca había visto esa expresión en su rostro.
Quizás. Sólo quizás, podría dar una vuelta al lugar al cual él iba, más tarde.
Desde su árbol, Kakashi también pudo ver al ninja. Un leve suspiro escapó de sus labios. Si él la extrañaba en esos días, para Ibiki debía ser aún peor.
Quizás, sólo quizás, podría ir a buscarlo para charlar un rato, sobre los viejos tiempos – sobre ella -. Pero antes, tenía una cita pendiente con otro amigo.
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Era increíble, aún después de diez años se podía ver aquella mancha de sangre en aquella roca.
Su sangre.
Diez años era demasiado tiempo. Había extrañado tanto aquella tierra, la aldea, la gente.
Y a él. Sobre todo a él. Lo había extrañado tanto.
¿Seguiría pensando en ella?
Pero no había podido quedarse. No después de aquel enfrentamiento.
Ese día había descubierto que la única forma de vencer a Orochimaru y vengar a su familia era descubriendo su verdadero origen. Su verdadero poder.
Una pequeña figura interrumpió sus pensamientos.
- ¿Alguna noticia? – su voz era opacada por la sonriente máscara.
- Eh… pues, hay un pequeño problema – le contestó el pequeño -. Lo encontramos sólo, lejos de sualdea, pero llego un chicos con ojos rojos… y, pues… ahorita mismo se están dando duro - terminó de decir, tratando de adivinar la expresión de la joven bajo su máscara.
- Llévame allá – fue la fría respuesta que recibió, mientras ella realizaba algunos sellos con sus manos, preparándose para lo que venía.
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Pequeñas luces blancas cruzaron el cielo, justo sobre las durmientes figuras que custodiaban el pequeño santuario.
La primera vez que las había visto creyó que eran una alucinación, pero con el tiempo lo tomó como algo común del lugar. Después de todo, la Casa de los Gatos siempre había sido un lugar extraña.
Ella era extraña.
Volvió a mirar aquella piedra, en donde se encontraban grabados los nombres de todos los que habían nacido en el clan. Junto a ella había otra más pequeña, en donde se podían leer, escritos con letra infantil, dos nombres totalmente ajenos a losgatos.
Su familia adoptiva.
El viento sopló suavemente, dejando caer algunas hojas sobre su cabello. Odiaba su cabello, pero era lo único que le permitía esconder aquellas marcas en su cabeza.
Sonrió, recordando el examen chunin de hacía unos años. Se había rapado para asustar un poco a aquellos chiquillos con su aspecto. Le encantaba ver ese tipo de expresión entre los críos. Haber si así entendía un poco en que clase de mundo se estaban metiendo.
Se ató nuevamente el pañuelo con la insignia de la aldea, y dejó un poco mas de incienso quemándose frente a la piedra.
Hacía unos días había visitado aquella roca escarlata oculta en el Bosque Prohibido, para despedirse del doloroso pasado. Ahora visitaba esta blanquecina roca, para recordar un pasado más dulce.
Aunque ella ya no estaba.
Se alejó del lugar a paso lento, bajo la atenta mirada de unos curiosos ojos verdes.
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Esperó a que estuviese lo suficientemente lejos antes de atreverse a recorrer el lugar.
Le sorprendía que en todos esos años, nunca hubiese sabido de aquel templo. Aunque se veía que hacía años nadie habitaba ahí, no parecía tan abandonado. Quizás el Jônin que recién había abandonado el lugar era la razón de esto.
Se acercó a la roca donde él había estado. Una roca blanca destacaba en el lugar. En ella. Podía leerse claramente "Clan Nekoi".
Tampoco recordaba haber oído nada sobre ese clan.
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Observó con arrogancia el cuerpo a sus pies.
Y el discípulo superó al maestro.
- Y me creías tan estúpido como para cederte mi cuerpo – le dijo al caído sannin – Tú fuiste el verdadero estúpido, al no darte cuenta que sólo te estaba utilizando.
- ¿Y sabes quien te está utilizando a ti, Uchiha? – le preguntó alguien a su espalda. Al voltear pudo ver a una mujer con una extraña máscara cubriendo su rostro.
- ¿Y quién te crees tú para venir a meterte en mis asuntos? – le respondió el joven don fría arrogancia.
- Cachorro, no me pase diez años lejos de mi hogar preparándome para mi venganza, todo para que un crío como tú me la arrebatase de las manos. Así que, como compensación… me apropiaré de tu vida – la joven hablaba con tranquilidad, mientras pequeñas y blanquecinas luces rodeaban su cuerpo.
- Esto debe ser una broma – dijo el muchacho, mientras el rojo teñía sus pupilas -. Tú no eres rival para mí.
- ¿Apuestas?
- Mangekyo Sharingan – el chico sonrió mientras descubría su mejor arma.
- Lindo truco – dijo ella con tranquilidad, sorprendiendo a su oponente – lástima que no funcione conmigo – agregó mientras se quitaba la máscara, dejando ver unos salvajes ojos dorados. Hizo un par de sellos con sus manos, mientras las luces cubrian su cuerpo por completo -. Nekomusume.
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Bien, primer capítulo de mi fic.
Primer cambio visible… pues ya deben haberse dado cuenta. Le puse cabello a Ibiki. No me golpeen, es para el fic.
Del clan Nekoi hablare, obviamente, a medida que avance el fic. Aunque cuando arme mi página podrán ver más.
Tratare de al menos subir un capitulo por semana. Si la universidad me lo permite, tratare de subir con mayor frecuencia.
En fin. Críticas, comentarios, ideas, y cualquier cosa que quieran decirme ya saben lo que deben hacer.
Y si por ahí hay alguien que sepa dibujar bonito (que yo soy un asco) me avisa, que quiero imágenes de los personajes que cree.
C-ya!
