¡Hola! ¿Cómo han estado? Yo espero que bien.

Bueno, he decidido reiniciar mi fic para remendar esos errores presentes en la versión original. Tales como la puntuación, la ortografía, la trama, uso de personajes, descripción, tiempos verbales, etc.

Mis mejoras han sido posibles gracias a la ayuda de dos buenos escritores los cuales son: Acero12 y Siletek. Ellos me han estado ayudando mucho en lo que son los fanfics. Sin ellos, mis mejoras no habrían sido posibles. Si están leyendo esto, simplemente les diré: Muchas gracias.

Espero que la nueva versión sea de su agrado y haya sido posible mejorar esos errores. ¡Disfrútenlo!


No sé qué había pasado. Ojalá supiera que pasó por nuestras mentes en esos instantes. Muchas dudas estuvieron presentes y creo que nunca podré saber una verdadera respuesta. ¿Por qué digo todo eso? Pues, fue simplemente algo muy extraño que me hizo dar vueltas varias veces. Pero creo que me estoy adelantando, creo que todo debe de tener una explicación. Es una larga historia, pero aquí va.

La tierra se había quedado en una paz y tranquilidad considerable. Los clanes estaban en paz por el momento. No había más invasiones, ahora existía el respeto, la tranquilidad y la armonía entre todos en general. Seguía habiendo gente buena como gente mala y neutral, pero no era nada del otro mundo.

En raras ocasiones eramos asaltados por clanes enemigos o que solo querían hacernos daño. Pero eso era una de nuestras menores preocupaciones. Ya que los derrotábamos fácilmente. O una de dos, o los vencíamos a todos o al ver que eramos más fuertes que ellos, se retiraban casi corriendo. Y no solo interferíamos alumnos muy fuertes como yo o Kung Lao, varios alumnos no muy viejos y maestros lograban derrotar exitosamente a más de uno. Se puede decir que he notado una gran mejoría en la fuerza y disciplina de los alumnos novatos últimamente. He visto algunos niños haciendo cosas que yo a su edad no hacía, eso es de respetar.

En conclusión, la tierra se había quedado a salvo y libre de algún mal superior. En palabras más breves y sencillas, en paz.

Pero la verdad, es que a veces he pensado que la propia paz puede hacer que una vida sea más tranquila, pero menos emocionante por no decir aburrida. Los días eran siempre normales. Se puede decir que casi siempre era la misma rutina. Todos los días eran casi los mismos, era levantarme temprano, entrenar y luego regresar en la noche a descansar. Y no me estoy quejando, me gusta entrenar y muchas he veces he intentado cambiar mi rutina cuando entreno haciendo cosas más variadas, por decirlo de alguna manera. Pero, de todas formas, no me sentía muy satisfecho. Llámenme loco, pero se puede decir que a veces extraño esas épocas en donde había torneos, invasiones e incluso guerras. Al menos en esas épocas me entretenía defendiendo a la tierra. Aunque bueno, mi época de retornado no fue la mejor, por no decir que fue la peor.

El punto es que, mi vida se volvió un tanto aburrida para mí. No tenía un objetivo fijo. Pero como dije, me gusta entrenar. Se puede decir que entrenaba solo por entretenerme o por el simple placer de hacerlo y no para "prepararme para algo específico".

Lo único que le daba algo de emoción a mi vida, era Kung Lao. Y siempre nos habíamos pasado muy bien. Nos conocimos cuando éramos muy pequeños, nos convertimos en amigos inseparables y después de unos cuantos años más, nos dimos cuenta de lo que en verdad sentíamos y decidimos volvernos pareja. Al principio todo estuvo bastante bien, pero es obvio que en la academia éramos simples amigos que se llevaban muy bien y dejábamos lo amoroso cuando estuviéramos solos en nuestra habitación. La única persona además de nosotros dos que lo sabe es Kung Jin, el primo de Kung Lao. Quien, según Lao es alguien de confianza y que no le diría a nadie… espero.

Hemos pensado mucho sobre decirle a Raiden de nuestra relación. Hemos discutido mucho sobre ello. Yo sinceramente lo estoy considerando porque creo que es mejor que los dos se lo digamos directamente a que él nos descubra en un acto no muy cómodo, si saben a qué me refiero. Pero bueno, eso la mayoría de veces lo dejamos a un lado.

Pero de repente, la emoción comenzaría a apagarse poco a poco. De repente Kung Lao me ignoraba, no quería estar conmigo mucho tiempo y ponía excusas para no verme. Se me hizo muy extraño, puesto que él originalmente no es de ese modo. Yo al principio pensaba que a lo mejor estaba estresado o estaba ocupado con algo. Pero lo descarté unos momentos después puesto que yo lo había visto estresado, pero sin dejar de hablarme o tomarme en cuenta. Pero poco a poco quería alejarse más de mí. Incluso pasaban días en donde no me pasaba palabra alguna.

Lo que hacía yo aveces era ingeniármelas para toparme en un punto con él. Mientras yo al encontrármelo lo saludaba amablemente, el me contestaba enojado y sin ánimos. De hecho, algunas veces hasta me ignoraba y se hacía el sordo como si no me hubiera escuchado.

Si en verdad hubiera estado estresado u ocupado por algo, ya me lo hubiese dicho desde un principio. Pero no fue así.

Me preocupé más que nada por él, porque esos cambios no me daban buena espina. Algunas noches le preguntaba que si tenía algo y el me respondía que simplemente no tenía nada. Eso pasó durante varias noches en donde, incluso cuando lo abrazaba por atrás para darle ánimo, se soltaba de mí. Ya a esas alturas sabía que algo no podía estar bien. Aveces quería besarle y se negaba. Algunas veces se dejaba, pero a regañadientes y lo hacía sin esa chispa amorosa con la que lo hacía anteriormente. Solo era un pico y se retiraba con una expresión desagradable, como si le diera asco estar conmigo. Además de que cuando dormíamos, ya no me abrazaba, ni siquiera me decía "buenas noches". Y cuando yo quería abrazarlo, me retiraba el brazo y me daba la espalda.

Aveces lo que hacía era decirle "buenos días" o "buenas noches" y él no se tomaba la molestia de al menos poder desearme lo mismo. ¡O con que al menos me esbozara una palabra era suficiente para mí! Hasta me puse a pensar si la razón era porque yo le hubiera hecho algo malo. Retrocedí mis recuerdos y no encontraba nada. Nunca le había y ni le he hecho daño a Kung Lao como para que él estuviera de esa manera conmigo. Nada tenía sentido.

Lo peor es que no vi bien las cosas. Comenzaba a pensar que a lo mejor yo mismo era el problema. ¿Qué tenía yo de malo? No sé, me veía exactamente igual a como estaba cuando Lao no se comportaba de ese modo. No tenía el más mínimo sentido. Era evidente que él tenía un problema. Y era obvio que a esos momentos, tenía que tomar cartas en el asunto y averiguar qué era lo que le pasaba. ¿Y cómo lo hice? Muchos idiotas se dedican a espiar a su pareja para averiguar que le pasa, pero yo simplemente estaba dispuesto a hablar directamente con él. No iba a dejar las cosas así nada más. Ese no era el Kung Lo que conocí, de hecho, ni siquiera se parecía a el mismo hace unas semanas. Nada parecía encajar bien.

Una noche, antes de que él se fuera a dormir, decidí que era el momento de hablar con él. Después de entrenar me dirigí a nuestra habitación, era obvio que él estuviera así en ese momento. Aparte de que me olvidé mencionar que extrañamente, se dormía un poco más temprano que antes. Él estaba sentado en la cama viendo la ventana silenciosamente. Solo la veía con la mirada perdida en la ventana o en la luna, que sé yo. Me quedé viéndolo por unos momentos antes de poder prepararme. Así que tomé un poco de aire y me preparé para hablarle.

—Kung Lao, necesito hablar contigo.

Apartó su mirada de la ventana y me miró por unos breves momentos para luego regresar su mirada a donde estaba. No parecía estar muy dispuesto hablar.

—¿Es urgente? —preguntó desinteresado. En ese momento fue donde comencé a enojarme un poco, pero no quería convertir la plática en una discusión fuerte. Por lo tanto, calmé mis fuegos para que la situación no se saliera de control. Sobretodo que yo tiendo a ser un tanto explosivo al enojarme.

—Sí, es urgente. —le respondí seriamente.

—¿Qué quieres?

Iba a ser directo, ir al grano y sin dar muchas vueltas.

—Quiero que me respondas una cosa y me encantaría que me respondieras con la verdad. ¿Estás enojado conmigo?

—No. —respondió fríamente.

—Entonces… ¿Por qué me has estado ignorando? Ya no quieres hablar conmigo. Te quiero saludar por las mañanas y no me respondes. Quiero hablar contigo solamente unos segundos y solo te dignas a ignorarme. Incluso te da asco que yo quiera ser cariñoso contigo. Ni siquiera me dejas que te dé un insignificante roce.

Y si creen que estoy exagerando... tienen razón. Me puse un poco dramático en ese momento. Kung Lao suspiro y se paró de la cama sin voltearme a ver.

—Lo que pasa… es que… —se detuvo por unos momentos—. No eres tú… soy yo.

El enojo regresó un poco a mí otra vez. Sí, tenía que decir esa frase tan repetitiva en las parejas. No iba a desatar mi ira, pero me puse un tanto más serio y directo que antes. Creo que a más de uno le debe sacar de sus casillas que alguien les diga eso como "excusa".

—Dime que es lo que pasa. No te estoy pidiendo nada más. Si es que el problema soy yo, solo dilo, puede que sea yo el error.

—Hablo enserio. No te quiero lastimar.

—¿Qué dices? —fruncí el ceño extrañado, no entendía nada—. Ni siquiera eres capaz de voltearme a ver a los ojos.

En ese momento, Lao giró su cuerpo y me miró a los ojos. Él seguía mirándome con desinterés. Pero dio otro suspiro antes de contestar.

—Enserio, no quiero hacerte daño. Es un tema un poco difícil de decir. Y será difícil de digerir para ti.

—Solo dime que es lo que pasa. No entiendo nada de lo que dices. Solo sé directo así como yo te pregunté al principio.

—¡Que ya no te quiero! —me exclamó, o más bien, me gritó.

Di un pequeño paso hacia atrás. No era necesario que me gritase, yo nunca le grité. Pero entendí su mensaje. Al principio no me la creí, no era posible que después de tantos años estando juntos, me dijera que simplemente ya no me quiere. Hubo silencio, parecía una simple broma de mal gusto. Que más desearía yo que en ese momento Kung Lao se riera y me dijera que todo era una broma... desgraciadamente no fue así.

—… ¿Porqué?... —le pregunté.

—No lo entenderías.

—¿Me quieres ver la cara? Tengo más de cincuenta años Kung Lao. No soy un maldito puberto como para no entenderlo. —ahí fue cuando las cosas se calentaron un poco.

—Ya te dije. Ya no te quiero.

—Tenemos más de veinte años siendo pareja, no es posible que digas eso así nada más. Debes de tener una razón lógica para eso.

—¿Sabes? Aplicaré tu misma lógica. Yo tengo más de cincuenta años también y yo sé que es lo mejor para mí y para los dos.

No me daba tristeza el hecho de que ya no me quisiera, sino el hecho de que me lo dijera así nada más y sin una razón aparente. Fue donde mi tristeza comenzó a dominarme y se comenzaba a formar ese nudo en la garganta. Intentaba controlarlo, no quería llorar por esa tontería. Pero algo me lo impedía.

—No te entiendo. Solo quiero una razón. —dije mientras mi tono de tristeza ya era evidente.

Kung Lao se detuvo, notó que eso me causaba tristeza. Y ahí fue donde todo se enfrió un poco.

—Mira Liu Kang. No quiero terminar mal las cosas contigo. Te he estado ignorando y tratándote mal porque mi objetivo era que tú terminaras conmigo y no al revés. Con eso me refería con no lastimarte. Llevamos mucho tiempo juntos y… simplemente siento un desgaste entre nosotros. Las cosas ya no son como antes y solamente… quiero tomarme un respiro.

—Esa no es la forma, Kung Lao. Si querías tomar un respiro o terminar conmigo, me lo hubieras dicho en la cara.

—Pues, te lo digo de una vez. Terminamos.

Ahí fue donde mis ojos se humedecieron. Kung Lao lo notó casi de inmediato. Pero él al ver que mi tristeza se profundizó, se acercó a mí.

—Escucha Liu. Agradezco que hayas venido y hablaras conmigo. Tú no eres problema, el error soy yo. No quiero lastimarte con algún malentendido. Además, creo que deberías también que considerar que ya había un desgaste en nuestra relación. Así es como me siento, creo que es lo mejor para los dos.

Hubo silencio en ese momento, yo no me lo creía. Pero desgraciadamente, si él no me quería terminar, tendría que respetar su decisión por mucho que me doliera. Al menos pensó por los dos y no solo por él… supongo.

—¿No tienes algo más que decir?

—No. —respondió volteando su cuerpo y volver a donde estaba al principio, sentado en la cama—. Solo vete. Quiero estar solo un momento.

Y así acabó todo. Extrañamente, seguí sus indicaciones. Creo que simplemente la tristeza me estaba dominando y por eso actué un poco extraño. Me dirigí hacía la puerta y me retiré de la habitación. Cuando ya estaba afuera, caminé unos cuantos pasos para apoyarme en el barandal que estaba frente a mí. Apoyé solamente mis brazos y no los codos. Mi rostro en ese momento, ya estaría colorado y con los ojos húmedos. Pasé mi mano por mi cara iniciando por la frente para luego terminar cubriendo mi boca.

Lo sé, sé que muchas veces me sale lo dramático o que a veces tiendo a ser muy sensible. Pero era algo que me dolía. No me dolía el hecho de terminar en sí. Lo que me ardía y me daba fuertes punzadas en el corazón, era por la manera tan indiferente por la que me dejó. Yo me preguntaba "¿Y el amor? ¿Así tan fácil era dejarme?". No se me figuraban las cosas muy bien, llevábamos más de la mitad de nuestra vida viviendo juntos y era imposible que todo terminara así nada más. Por eso me sentía triste. En una parte puede que tenga razón, tal vez simplemente nuestra relación sufrió un desgaste por tantos años que llevamos… o eso especulaba yo.

Pero no me entraba en mi cabeza el hecho de que "no quisiera lastimarme". Eso fue algo que no me explico bien y que me hizo tener más dudas que respuestas. Me sentía un poco perdido y eso también me causaba decepción de mí mismo, no puedo tener esas dudas teniendo más de 50 años. Aunque bueno, el punto es que me habían dado una fuerte apuñalada al corazón. Además de que sabía que iba a ser un poco duro el hecho de olvidarme de él. No es fácil olvidar a alguien que te acompañó toda tu vida. Es como si uno tuviera que olvidar a su madre o a su padre. Ok, puede que estoy exagerando con ese ejemplo… pero así me sentía yo en ese momento, a pesar de que "no fuera gran cosa".

Intenté contenerme, pero simplemente la tristeza me había derrotado medianamente con éxito. Primero fue una lagrima que cayó de mi ojo derecho. Luego aumentaron poco a poco el número de lágrimas, aunque, a decir verdad, no fueron muchas. No logré llegar hasta el llanto, solamente comencé a sollozar levemente. Actualmente no suelo llegar a llorar muy exagerado como antes. Ahora solo tiro unas cuantas lágrimas y sollozo muy bajo comparado a como me ponía a llorar anteriormente. Por dios, antes parecía de esas payasas viejas o pubertas de novela de alcantarilla.

Raiden al ser un dios, no necesita dormir. Por tanto, el constantemente vitorea la academia por si alguien atacaba o algo por el estilo. No estaba muy lejos de mí, de hecho, estaba flotando por arriba del techo. Este mismo al verme dejó de levitar, bajando poco a poco hacía el piso. Se acercó a mí y yo simplemente tenía mi frente y mis ojos cubiertos con mi mano.

—¿Sucede algo, Liu Kang? —me preguntó mi maestro con tono de preocupación—. Estaba vigilando y veo que estás llorando.

Dejé mi rostro al descubierto retirando mi mano.

—Es que… pasó algo entre yo y Kung Lao.

—¿Me puedes decir que pasó? Que yo sepa ustedes eran muy unidos.

—Es algo un tanto difícil de explicar, maestro. —respondí mientras me limpiaba y me secaba las pocas lagrimas que salían. Que por cierto fueron las ultimas.

—Bueno… ehmm, mira Liu. Yo pienso que solo fue una discusión entre amigos. No creo que deba ser nada del otro mundo. Y tengo la esperanza de que solo es un desacuerdo que pronto se olvidará y se arreglará. —dijo Raiden notablemente optimista.

—No Raiden… no fue una "discusión entre amigos" solamente.

—Ehmm… bueno… ¿No eran los mejores amigos?

Por lo visto Raiden seguía sin entender. Bueno, es obvio que él pensara eso puesto que nunca le hemos contado sobre mi relación con Kung Lao. Tomé un poco de aire para decirle la verdad de todo eso.

—Escucha maestro… creo que ya es hora de decirle la verdad… —Raiden se dispuso a escucharme atentamente y le respondí en voz neutral y notablemente tranquilo—. Kung Lao y yo no éramos solo amigos, ni los mejores amigos. Lo fuimos por un largo tiempo, pero… Kung Lao y yo… éramos pareja.

Los ojos de Raiden se abrieron notablemente y se quedó en silencio. Se le veía realmente sorprendido por obvias razones, él no sabía sobre mi relación. Parecía que no se la iba a creer, pero por lo visto pudo ser capaz de ver mi tono de seriedad en ese momento. Hubo un silencio incomodo, yo estaba esperando una respuesta. Pasaron varios segundos antes de que Raiden por fin pudiera cambiar su expresión facial otra vez. Hizo una apertura en su boca temblorosamente antes de poder esbozar una palabra.

—… Eso es algo que no me esperaba de ti. Y la verdad es que no me la creo.

—Pues, esa es la verdad. —dije cruzando los brazos y posteriormente alcé mis hombros mirando hacia otro lado—. Estábamos muy bien, pero de repente comenzó a cambiar de actitud. Hace unos momentos hablé con él y me dijo que quería terminar conmigo. Aunque bueno, llevamos mucho tiempo y creo que hubo en desgaste entre nosotros.

—¿Cuánto tiempo llevaban juntos?

—Más de veintiséis años… o creo que un poco más… no sé. —respondí en un tono desinteresado y alzando los hombros nuevamente.

—¿¡Más de veintiséis años?! —exclamó sorprendido y yo le asentí con la cabeza—. ¿Por qué nunca me lo habían dicho?

—Pues te diré la verdad. O una de dos, o nos ganaban los nervios para decirte o de plano se nos olvidaba.

Raiden se pasó la mano por la frente. Realmente él estaba sorprendido en ese momento. Y no le culpo, creo que si yo fuera él, no me esperaría que mi alumno haya estado ocultando una relación por más de veinte años. Aunque también se me hace un tanto estúpido que nunca se hubiera dado cuenta. O una de dos, o es que estaba demasiado ocupado durante la invasión de Shao Kahn y posteriormente por el amuleto de Shinnok o es que es bastante distraído. Creo que son los dos juntos por igual.

—Pero bueno. Así pasaron las cosas. —dije sin emoción alguna mirando a otro lado y alzando los hombros por breves momentos.

Evidentemente, de la tristeza pasé a una actitud muy seria e indiferente a como comúnmente lo era.

—Mira Liu. —dijo mi maestro posicionando su mano en mi hombro derecho—. Evidentemente tú relación con él duró bastantes años y que será algo duro para ti superarlo… pero por ahora… ¿Qué piensas hacer?

—No lo sé. Me sacó del cuarto diciendo que quería estar solo. Siento que no puede verle ni a la cara después de eso. Porque de hecho, no quedamos en nada en realidad. Y estando en la misma academia será aun más complicado. Pero bueno... así tenían que ser las cosas. —respondí en un tono deprimido y pesimista. No me malentiendan, creo que cuando uno está en una actitud no muy alegre tiende a decir o cometer estupideces.

—¿Y porque no te vas de este lugar y así podrás regresar cuando las cosas se hayan arreglado?

—¿Y a donde piensas que me podría ir? —le contesté mirándolo no muy alegre, no era mala idea, pero habrían muchas broncas—. No tengo dinero como para rentar una casa decente. Y aparte no creo tener a nadie con la que me pueda ir a vivir.

—Pues mira… Creo que ya sé con quién te puedes quedar. Permíteme un segundo. —Dijo Raiden quien estaba a punto de teletransportarse.

—¿Con quién? —le pregunté antes de que se fuera.

—Solo permíteme unos segundos. Recientemente he estado intentando borrar mis recuerdos con esa persona.

Raiden se desvaneció en truenos y yo me quedé ahí. La verdad es que al principio no sabía a que se refería con lo ultimo que dijo, pero bueno, lo dejé pasar, no me importaba. Como mencioné, me mantuve ahí mismo. Recargado en el barandal. No tenía muchas ganas de entrar a la habitación y Kung Lao quería estar solo.

Pensé que a lo mejor, Lao saldría de ahí y me diría que todo fue una broma muy pesada planeada por él. Pero por obvias razones y como dije anteriormente, la realidad es otra. En esos momentos, estando deprimido y algo estresado, no quería nada. No quería dormir y no quería ni pensar en nada. De hecho, no sabía que pensar en ese momento. Solo podía pensar en lo que había pasado y de como una relación de de varios años había sido rota tan fácilmente. Pero tenía que enfrentarlo con madurez. Me puse a pensar que tampoco era para tanto y no debía exagerar mucho. Por tanto, poco a poco me puse más serio que triste. Quería pensar en otra cosa, sin mucho éxito. No es fácil seguir viéndole a la cara a tu ex-pareja cuando fue esta misma la que te hizo sentir mal. No estaba muy confiado de que Raiden encontrase a alguien con la que me pudiera quedar a vivir. Debido a ese pensamiento, me decidí a prepararme de alguna manera a para superarlo estando en la misma academia que Kung Lao.

¿Quieren saber que fue lo peor? Pues que no dormí. Enserio, me quedé ahí recostado sin mover un solo musculo. Bueno, de vez en cuando me rascaba la nariz, la cabeza y el ojo o cambiaba la posición de mis brazos. Pero ustedes entenderán de que me quedé ahí mismo sin quitarme de ahí. Lo más extraño es que no sentí frió y eso que había viento algo fresco. Algo no andaba bien conmigo y lo sabía. Pero mi indiferencia me hizo simplemente dejarlo pasar.

Bueno... ¿Les digo la verdad? Sí dormí... un poco. Toda la noche permanecí despierto pero justamente al amanecer fue donde, sin saber como, me quedé dormido. Así, parado y apoyando sus brazos en el barandal. Ya me imagino algún maestro riéndose de mí al verme así, que vergüenza. Pero bueno, el punto es que cuando el sol se digno a salir, logré por fin quedar dormido.

No sé cuanto tiempo pasó de eso. Pero mientras estaba dormido, escuché un sonido estruendoso que logró despertarme.

—¡Oye, Liu Kang! —Raiden me sorprendió gritándome. Lo peor es que le logré ver una sonrisa frenética en su rostro. Parecía un maniático.

Mi reacción fue obvia. Abrí los ojos con brusquedad, mi cuerpo se agitó y del gran susto me caí al piso. No logré estar muy bien despierto hasta que, estando en el suelo, me froté los ojos y miré hacía arriba donde estaba mi maestro.

—¿Estabas dormido?

—No... estaba meditando en una posición extraña. —le respondí de manera sarcástica.

—¡Oh, que bueno! Y yo pensando que te había despertado. —por lo visto no captó mi mensaje.

—¿Qué ocurre? —le pregunté mientras me limpiaba las lagañas de los ojos.

—Por fin encontré con quien puedes quedarte. —dijo Raiden con un mapa en la mano.

Me levanté del piso para ver el mapa. Me sorprendí que en verdad haya encontrado con quien podía quedarme. Él abrió el mapa y me dio unas cuantas indicaciones, ya sean puntos para guiarme y todo eso. Cuando vi bien el mapa noté que no estaba muy lejos y estaba en un pueblo pequeño a las afueras del mismo. Y que uno podía irse caminando sin ningún problema. Eso me alivió... así no tendría que pagar un tren o un taxi. Todo estaba marcado con tinta china indicando el mejor camino para ir desde la academia hasta el pueblo para posteriormente dirigirme al hogar donde estaría un tiempo.

—Kung lao no tarda y se va a entrenar y puedes hacer tus cosas. —dijo mi maestro—. Pero... ¿No quieres decirle nada a Kung Lao o a tus maestros?

—No, no quiero que ellos se enteren. Me gustaría irme de la manera más silenciosa posible. Si en dado caso preguntan, solo diles la verdad.

—Entendido.

Después de eso, simplemente me las ingenié de modo que, al momento que Kung Lao se fuera a entrenar yo pudiera entrar a la habitación y hacer mis cosas. Y así pasó y me escabullí dentro. Saqué las prendas y las cosas personales necesarias. No soy muy variado en mi vestimenta, casi siempre me visto igual y rara vez se me ve una diferencia en mí. No me tardé mucho, soy muy práctico cuando se trata de moverme de lugar o de viajar. Mi maleta no es muy grande y que puede quedar desapercibida como una bolsa cruzada. Aunque bueno, lo que más temía era que me interrogaran sobre lo que llevaba ya que notarían que se veía un poco grande y abultada. Apenas pasó la tarde y ya estaba listo. El lado de mi closet estaban casi vacíos por tanto, cuando Lao llegara y al no notar mi presencia y ver el closet intuiría que me había ido.

Antes de salir, verifiqué que no hubiera moros en la costa. No había nadie para mi suerte y salí de la habitación. Caminé normalmente para no quedar en sospechas. Intentaba ocultar un poco lo abultado de la bolsa. Aunque, como solo tenía ropa ahí, si un maestro la revisaba le podría decir que es mi ropa sucia y que la iba a mandar a lavar. Prácticamente todo quedó planeado. Pasé por unos cuantos campos de entrenamiento, como soy un luchador muy avanzado, los maestros no me dirían mucho sobre que no asistí al entrenamiento de ese día.

Afortunadamente, ningún maestro me dijo nada. De hecho, ninguno me notó en ese momento. Cada vez aumentaba la velocidad de mis pasos pero seguía caminando. O sea, caminaba rápido pero sin trotar ni correr. Cuando por fin pasé la academia, vi la gran puerta que da paso hacía afuera de la academia. Ahí estaba Raiden, por lo visto me estaba esperando para despedirse de mí. Me acerqué hacia él y el no tardó en notar mi presencia.

—Maestro. Ya estoy listo. —le dije.

—Muy bien.

—Por cierto... ¿Con quién me iría?

—Es una conocida mía. Tiene un equipo y una casa bien acomodada. Cuando estés allá la conocerás. Ya me contacté con ella, dijo que no había problema y que te podías quedarte con ella y su equipo.

—De acuerdo. —no sonaba mal. Aunque tampoco me ilusioné para no llevarme una no tan satisfactoria sorpresa... o algo por el estilo.

—¿Traes el mapa? —me preguntó.

—Sí, acá lo tengo. —respondí mostrando el mapa.

Los dos nos dirigimos hacía la puerta y como él es el único que podía abrirla con sus poderes, la abrió. Intentó no hacer muy evidente que la puerta se abriera mucho, por tanto, solo la abrió de modo que pudiera pasar yo. Raiden se le veía un poco triste y nostálgico.

—Bueno... creo que este es el adiós. —le dije alzando mis hombros antes de retirarme.

—Sí. —afirmó, su cara se entristecía poco a poco.

Al ver que su tristeza aumentaba, me acerqué a él y le dí un abrazo el cual me devolvió amablemente. Me apretó un poco, al parecer no le gustaba mucho que me fuera, pero creo que lo hacía por vacilar. Como esos madres o padres que abrazan fuerte a sus hijos para que no se vayan a la escuela. Hasta que de repente logré sentir su respiración en mi oreja.

—Cuídate, hijo mio. —susurró cerca de mi orificio auditivo.

—Eso haré. —le respondí.

Sentí un pequeño beso en mi mejilla, uno bastante suave y ligero. Apenas lo logré sentir. Fue un pequeño pico en la parte lateral de mi rostro. No me molesté puesto que así se despide mucha gente que se conoce de hace mucho... o de hace no mucho tiempo. Aparte de que no lo hizo con mala intención, creo que yo hubiera hecho lo mismo al saber que mi hijo se separa de mí.

Nos separamos del abrazo y Raiden me dio unas cuantas palmadas en mi hombro derecho.

—Que te vaya bien. —dijo él aun entristecido.

—No lo dudes, maestro. —respondí sonriendo.

Raiden sonrió nuevamente y dejó su tristeza aun lado. El se metió adentro de la academia y yo me quedé afuera. Antes de que el la cerrara por completo, se despidió de mí con la mano y le respondí haciendo lo mismo. Acto seguido, la gran puerta fue cerrada por completo. No me malentiendan, solo aprecio de estos buenos momentos. Y la verdad es que tuve mucha suerte de que nadie haya sospechado nada. Pero al salir de la academia, me sentí seguro a que Raiden tendría las cosas bajo control. Si notaban mi desaparición, él simplemente les diría la verdad. Y de hecho, no creo que los maestros hagan mucho, ellos me conocen muy bien así que no creo que se alarmen. Teniendo yo un poco más de cincuenta años, saben que ya puedo decidir que hacer y que es lo mejor para mi, y por tanto me despreocupé un poco.

Y ahí fue donde mi camino a una nueva vida empezó.


Fin del capitulo 1.